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Tiene 86 años, ya ha cumplido los 60 años como cura y desde 2014 es el encargado de gestionar y coordinar la celebración de las bodas en las dos catedrales de Salamanca. Su nombre es Miguel Ruano Vacas y, a su edad, maneja gran parte de las nuevas tecnologías como si de un adolescente se tratara: el móvil, el correo electrónico y el WhatsApp -la aplicación de mensajería- forman parte de su día a día porque en muchos casos tiene que tratar con parejas de fuera de Salamanca y algunas de ellas del extranjero que desean casarse en las monumentales catedrales de la capital.
Miguel, salmantino de nacimiento, recibe llamadas casi todos los días de novios interesados en fijar una fecha para casarse en las catedrales -sobre todo en la Vieja- o en ultimar detalles de cara al próximo enlace. Este 2024 ya están fijadas 70 bodas y él oficiará nada menos que 21 de las 70 como cura. Incluso en su móvil ya hay fijada alguna para 2026 y también otra para 2027. De hecho, durante la entrevista con Salamancahoy, de aproximadamente media hora, recibió dos llamadas de novias preguntando por fechas disponibles. «Así son mis días, yo no tengo horario y me llaman a cualquier hora», reconoce con una sonrisa de oreja a oreja.
«He estado muchos años de párroco. Al cumplir los 75 años me dijeron que coordinara las bodas de las catedrales, algo que hago desde el año 2014. Todos los que vienen a casarse pasan por mí. En la página de la catedral está mi móvil y mi correo y a partir de ahí iniciamos los trámites», expresa un Miguel Ruano que, durante la entrevista recibe hasta tres llamadas de tres novias para ir perfilando detalles de las celebraciones o para concretar fechas de sus respectivas ceremonias. Muchas de sus gestiones las hace por correo electrónico o incluso el 'Whattsapp'. «Hay que adaptarse a los nuevos tiempos», apunta un Miguel Ruano que a la vez muestra en la pantalla de su móvil un cuadro perfectamente delimitado con todas las bodas ya cerradas en las catedrales hasta noviembre, un cuadro en el que no faltan detalles personales: «Ahora estoy casando a niños que bauticé en su día a los hijos de los padres que ya casé antes».
«Muchos vienen a casarse a la catedral porque viven fuera de Salamanca, también muchos son de Latinoamérica, que quizá se conocieron aquí y quieren casarse en la catedral. Es mucho más complicado encontrar hotel para todos los de fuera que sitio en la catedral a día de hoy», admite el cura de 86 años.
En la actualidad no hay lista de espera para casarse en las dos catedrales. «Tenemos dos y varios turnos, uno de mañana y dos de tarde (13 horas, 17:30 y 19 horas), que deben tener un margen de hora y media entre una y otra celebración. Suelen ser la mayoría en verano, en sábado y se celebran seis en total como mucho por día. Muchos de ellos piden la Catedral Vieja, es más recogida para los invitados», explica Ruano Vacas.
«Es cierto que el número de bodas ha bajado mucho, pero porque ha descendido mucho la religiosidad, la fe... En las parroquias hay movimiento de jóvenes pero en misa ya no hay mucha juventud. Ha bajado lo de casarse pero también por lo civil, muchas parejas conviven sin casarse», puntualiza el coordinador de las bodas de las catedrales charras.
Además de la fecha, uno de los aspectos claves es tener cura para casarse. «Algunos lo traen porque lo conocían, son familiares o amigos... y otros vienen sin cura. Y ahí muchos me piden que sea yo el que los case. Primero fijamos la fecha y luego a partir de ahí tratamos tres aspectos claves: la ordenación en la catedral, la música y las flores. Yo me dedico a la celebración litúrgica. Se les recomienda que traigan uno pero muchas parejas no tienen. Y ya de momento para este año tengo fijadas 21 para oficiar yo de las 70 que tengo apuntadas en las catedrales», significa.
«Para mí es clave la puntualidad. No tiene sentido que estén todos los invitados en la iglesia y que haya que esperar por la novia, por ejemplo, 10-15 minutos. ¿Y lo que sufre el novio en ese tiempo?», relata entre risas el cura. «Lo suyo es ser puntuales por respeto a los invitados, pero la verdad es que no me hacen mucho caso», añade Ruano Vacas.
En tantos años de cura y oficiando bodas, Miguel Ruano Vacas tiene anécdotas de todo tipo en este sentido de enlaces. «Hubo una pareja de Colombia que quiso venirse a casar a Salamanca. Se conocieron aquí y quisieron celebrarlo en la catedral. El coste para la familia era muy elevado y primero se casaron en Colombia y de viaje de novios se vinieron a Salamanca y se volvieron a casar realizando una nueva celebración ellos solos. Luego nos fuimos a comer juntos. Sigo manteniendo relación con ellos. La novia, ya esposa, se llama Cielo», explica el cura de 86 años que, con una memoria privilegiada, no para de enlazar una anécdota con otra durante la entrevista: «Un día me llamó una novia desde Australia, su pareja estaba en Colombia y tuvimos que hacer una llamada a tres bandas para poder gestionar todo, con la dificultad de cuadrar horarios desde tres países tan lejanos», confiesa.
De ahí a la siguiente: «Una vez recuerdo en la parroquia de Fátima (en la que fue párroco durante muchos años) que la novia llegaba desde Guijuelo a casarse. Con todos los invitados en la iglesia, la novia no llegaba. No había móviles por entonces y, por tanto, no había forma de saber el motivo del retraso. Y luego nos contaron que a mitad del camino se dieron cuenta de que le faltaba el ramo de flores... y se volvieron a buscarlo. Llegaron más de media hora tarde a la iglesia y allí estuvimos esperando todos a que llegaran», recuerda con una enorme sonrisa en la cara.
Hay incluso bodas que se han retrasado... por condicionantes inesperados: «Sí, por embarazos de la novia. Y ya se esperan a que el bebé crezca y que les lleve las arras matrimoniales (ríe Miguel Ruano). También, algo más triste, por enfermedades. O incluso por problemas de hoteles se han tenido que cambiar teniendo el día cerrado con la catedral. Y han tenido que cambiar el lugar de celebración y se han casado en la Clerecía o en otra iglesia. Muchos invitados vienen de fuera y no hay sitio para todos si ese fin de semana hay programadas muchas celebraciones en la ciudad. Algunos días hay programadas seis días bodas en las catedrales y eso unido a las del resto de parroquias, con bautizos y comuniones... y así es imposible. En Salamanca tenemos lo que tenemos, que no es poco», finaliza el coordinador de estas ceremonias de las catedrales.
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