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Aunque las disfracen con una banda sonora verde, las intervenciones presentadas en los últimos días por el Ayuntamiento de Salamanca para el río Tormes no convencen. Enmarcadas en un Plan de Sostenibilidad Turística, se plantean actuaciones que tienen por objetivo «transformar el río en recurso urbano y turístico» y que poco tienen que ver con la renaturalización, el cuidado de la biodiversidad y el mantenimiento de los corredores verdes predicados durante el desarrollo del EDUSI Tormes+ y el LIFE Vía de la Plata.
La instalación de un pantalán, una estructura flotante que se adentra en el agua y que pretende convertirse en «un escenario más para la amplia y atractiva programación cultural de la ciudad», unida a «un auditorio con capacidad para un centenar de personas junto al actual embarcadero», chirría a ojos de numerosos colectivos.
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También preocupa el «Proyecto de restauración paisajística y acondicionamiento medioambiental del entorno natural del río Tormes para uso recreativo y turístico entre los puentes Enrique Estevan y Sánchez Fabrés» y que incluye la creación de miradores, rampas y otras infraestructuras, en un lugar que está acotado como protegido, ya que forma parte del entorno del puente y su declaración BIC.
También se plantearán limpiezas del lecho de los cauces del Tormes y el arroyo del Zurguén; tratamientos selvícolas en la isla de la aceña del río Tormes y márgenes entre los puentes de Enrique Estevan y Sánchez Fabrés; Restauración paisajística bajo este último puente; intervenciones de jardinería; e incluso la creación de juegos de agua.
La asociación Ciudadanos en Defensa del Patrimonio ha presentado alegaciones a este proyecto. Recuerdan que el tramo del río en el que se pretende ejecutar está afectado por la declaración como Bien de Interés Cultural del Puente Romano y del puente de Enrique Estevan, «por lo que cualquier proyecto o intervención deberá ser respetuoso con el correspondiente expediente de declaración», lo que es competencia de la Junta de Castilla y León.
Asimismo, apuntan que «el tramo también está dentro del ámbito central de protección afectado por el Plan de Gestión Integral de la Ciudad Vieja de Salamanca, requerido específicamente por el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO a nuestra ciudad, el cual marca una serie de pautas a fin de preservar los valores universales excepcionales por los cuales está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial.
La presencia en este entorno de «una serie de edificios o construcciones de interés para la ciudad», además de las mencionadas, tampoco deben ser «descontextualizadas o vulgarizadas» por otras actuales, lo que consideran que afecta de forma especial a las vinculadas a la actividad hidráulica, defienden.
Pero si le preocupa lo relativo al patrimonio, la asociación también defiende que la CHD ha de velar por el «carácter natural del río Tormes» por lo que deben ser especialmente crítica al valorar este tipo de propuestas que buscan intervenir «en las orillas y en el mismo cauce sin una justificación o necesidad motivada». Así, afirma que «en este caso estamos ante una serie de actuaciones que solo pretenden dotar de más actividad recreativa (de interés reducido o minoritario) al río sin valorar las consecuencias desde todas las perspectivas».
En esta línea el colectivo manifiesta que resulta «muy llamativo» el anunciado «acondicionamiento y mejora de la isla de la aceña y márgenes del río», que se acompañará de tratamientos selvícolas, y de la «construcción de un vado inundable chapado con piedra natural situado en la zona de paso actual, que permitirá el acceso peatonal turístico a la isla». Así, señala que se debe minimizar el uso del hormigón, del asfalto, de plásticos y pinturas, y que en la ejecución de cualquier obra se tiene que prescindir de maquinaria pesada que pueden dañar el entorno.
Respecto a las limpiezas y desbroces advierte que «la ausencia de tareas de mantenimiento periódicas no puede solventarse con una actuación masiva y agresiva de limpieza de lecho y retirada de sedimentos propios del río». Y lamenta que «en la pretendida restauración paisajística que motiva la redacción de este proyecto no se encuentra la restauración del arroyo del Zurguén, hoy día canalizado entre la carretera de la Fregeneda y el paseo del Progreso».
Por su parte, desde Ecologistas en Acción de Salamanca consideran «el proyecto de construcción de un auditorio flotante en el Tormes como una aberración medioambiental. Las molestias a la fauna; el deterioro del bosque de ribera; la contaminación acústica; la contaminación de las aguas en su construcción y su uso; la generación de basura en este espacio; y el impacto visual sobre la principal estampa de la ciudad son razones más que suficientes como para detener esta nefasta idea».
Insisten en que «el río Tormes no es un mero curso de agua para el entretenimiento de la población salmantina y las visitas turísticas, se trata de un corredor con una biodiversidad de gran importancia que debería considerarse como parte de la identidad de la ciudad. Sin su vegetación de ribera, aves, peces, anfibios, reptiles, insectos y otros seres vivos el río dejará de tener vida y, por tanto, de representar los valores de conservación de la naturaleza que deberían también inspirar esta ciudad».
Finalmente destacan que «poner en valor el río en su estado natural y protegerlo es la obligación de los gestores de lo público». Según Ecologistas en Acción, «en un contexto global de pérdida de biodiversidad y deterioro de los ecosistemas, el Ayuntamiento de Salamanca sigue remando al revés, empeñándose en hacer artificial lo natural cuando la tendencia europea es la contraria: renaturalizar ríos a su paso por las ciudades y promover su disfrute sin impactos ambientales».
La plataforma Barrios por el Clima tampoco entiende las intervenciones anunciadas. Comparten con otros colectivos que «resulta chocante que el Ayuntamiento haya desarrollado un LIFE y la EDUSI con el objetivo de renaturalizar el río y ahora haga una intervención que lo desnaturalice». Además argumentan que «es incoherente con el discurso de 'reverdecer' la ciudad que tiene el Ayuntamiento y los fondos empleados en plantar árboles y, sobre todo, arbustos en las jardineras. Parece que no se crea esa necesidad de adaptar la ciudad al cambio climático y que bailen al son de los fondos que llegan sin hacer una reflexión profunda del objetivo real de los mismos».
Apuntan que «en el fondo se está extendiendo al río la gentrificación que viven algunas zonas y barrios de la ciudad, donde se desplaza a la población para convertirla en un espacio para los turistas, solo que en este caso la que va a verse desplazada es la biodiversidad de la ribera».
En positivo, la plataforma apunta que el esfuerzo municipal para mantener el Tormes en forma debe centrarse en un mantenimiento contínuo. Para ello se deben limpiar con más frecuencia los residuos antrópicos, como las toallitas que cada año quedan atrapadas en la vegetación tras las crecidas del río. También pueden retirar las cañas y restos vegetales estrictamente necesarios, «pero que respete un río del que disfrutan ya muchos salmantinos y turistas de forma tranquila a través del paseo y la contemplación».
Biólogos, naturalistas y otros expertos consultados ponen sobre la mesa la necesidad de abordar los verdaderos problemas del río, como la colonia de gatos situada frente al barrio de San José. Un tema espinoso sobre el que muchos hablan pero nadie se atreve a dar la cara por miedo a la opinión pública. El entorno del río, con su frágil pero rica biodiversidad es un lugar demasiado sensible para estar colonizado por tantos gatos. Lo mínimo, afirman, sería trasladarlos a una zona en la que su impacto ambiental sea menor.
Algunos recuerdan que cuando Lanzarote era alcalde al Ayuntamiento le pareció bien que se instalase en el cauce del Tormes el famoso Barco de Salamanca, del mismo modo que a la Confederación Hidrográfica del Duero e incluso a la Consejería de Medio Ambiente. Salvando las distancias, algunas de las propuestas actuales pueden parecernos igual de descabelladas dentro de unos años.
Si en algo coinciden naturalistas, ecologistas, biólogos, asociaciones y el propio alcalde, Carlos Carbayo es que se trata de «un espacio singular para la época estival con una de las vistas más bellas y reconocibles de la ciudad: la silueta de las catedrales reflejada en las aguas del Tormes junto a los puentes Romano y Enrique Estevan». Por eso no quieren que pierda la personalidad y el encanto que ya tiene ahora.
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