Todo gran evento necesita de un acto que marque su inicio. Y la Cuaresma y la Semana Santa salmantinas no iban a ser menos. El Santísimo Cristo de la Buena Muerte vuelve a poner en funcionamiento la manecilla del reloj cofrade, siendo su festividad, como cada Miércoles de Ceniza, el inicio de los días más esperados del año para cualquier semanasantero, la cuenta atrás para el próximo Domingo de Ramos.
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El convento de San Esteban acoge los cultos de la Hermandad Dominicana a su crucificado. La eucaristía, con la imposición de la ceniza, precedió a la tradicional procesión por el Claustro de los Reyes con y en torno a la talla del Buena Muerte. Cientos de personas acompañaron al cristo y su hermandad en su solemne caminar. Acabada la procesión, la talla quedó instalada en la capilla de la hermandad, entre Jesús de la Pasión y Nuestra Señora de la Esperanza, para su posterior veneración y besapiés.
Se trata de un acto con gran afluencia, ya que simboliza el inicio del camino. La casa de los Dominicos se convierte por un momento en punto de reunión y partida. Cientos de hermanos de diferentes cofradías se dan cita allí para escuchar las primeras notas, oler los primeros aromas y empezar a sentir las primeras sensaciones que se irán acumulando a lo largo de estos cuarenta días que quedan por delante.
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