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Dos socias cortan tablas para un servicio del Banco del Tiempo Banco del Tiempo
El banco salmantino en el que el reloj es el que marca el saldo

El banco salmantino en el que el reloj es el que marca el saldo

Desde 2010 el Banco del Tiempo permite a sus usuarios intercambiar servicios utilizando como moneda la hora y logrando de paso beneficios sociales y psicológicos

Ana Carlos

Salamanca

Domingo, 7 de abril 2024, 18:38

El expresidente uruguayo, José Mújica, defiende que cuando compras algo, no lo haces con dinero, sino con el tiempo de vida que tuviste que gastar para ganarlo y que la única cosa que no se puede comprar es la vida, porque se gasta.

Pero en el Banco del Tiempo de Salamanca se ahorra el paso de ganar dinero y las transacciones se hacen directamente a cambio de tiempo ya que su moneda es la hora. Lo que intercambian sus usuarios son servicios. Sin embargo no se trata de un trueque común entre dos personas, sino que es triangulado. La persona que recibe el servicio entrega un cheque con el valor en horas del mismo. Y el que lo recibe puede cambiarlo con otra persona distinta.

¿Qué se puede intercambiar? Tareas del día a día. Desde una ayuda puntual con la limpieza del hogar a hacer recados. Cuidado de plantas o mascotas. Acompañamientos, reparaciones domésticas, apoyo escolar, tareas administrativas, informática, masajes terapéuticos, labores de costura y otros muchos servicios que los inscritos ofrezcan o demanden.

Este singular banco nació en 2010 por iniciativa de la asociación Dinamika y cuenta con un nutrido grupo de participantes que afirman que les aporta mucho más que el mero servicio.

Luci es una de ellas. Forma parte del grupo desde que llevaba en torno a un año en funcionamiento. Para ella todo son beneficios. Recibir un servicio que se necesita es quizá el más evidente. Pero a su juicio no es lo más importante. También hay beneficios sociales. Se unió en un momento en el que había dejado de trabajar y aunque sus amigas tenían hijos, ella no. Eso hacía que necesitara una red social en la que ampararse y la encontró.

Beneficios sociales y psicológicos

Y no solo eso. En una sociedad cada vez más individualista, en la que cada uno va a lo suyo y lo habitual es coincidir sólo con personas con los mismos intereses, se encontró con la posibilidad de entablar relaciones con personas muy distintas a ella.

Acostumbrada a estar en contacto siempre con personas de su misma edad o más jóvenes, afirma que ha descubierto «el valor de la gente mayor, que sabe mucho».

Además, afirma que una ventaja del Banco del Tiempo es que en él no hay distinciones sociales. «Lo mismo vale una hora de alguien que te ayuda a limpiar los cristales que de quien te hace la declaración de la renta».

Y por si todo esto fuera poco, también encuentra beneficios psicológicos. Por una parte porque ayuda a combatir la soledad no deseada. Pero también porque las personas participantes se dan cuenta de que su trabajo es muy válido y que pueden hacer más cosas de las que pensaban, lo que sin duda incide en su autoestima y autopercepción.

Andrés también es socio del Banco del Tiempo. Había escuchado hablar de él, pero siempre pensaba que el trabajo no le dejaba tiempo para compartir con otras personas. Pero en 2020, en plena Pandemia, decidió entrar por sinergias con otros colectivos a los que también pertenece, como la Ecored. Con distancia social y mascarillas era complicado comenzar, pero puso en la web del grupo los servicios que ofrecía: clases de música (ya que había sido maestro), apoyo escolar a niños y otras tareas, como cocina.

Un Whatsapp para que los socios compartan sus servicios

A través de la web no consiguió mucho movimiento, pero en Whatsapp aparecieron peticiones sencillas. Aunque no estaban entre lo que ofrecía en un inicio, se animó a hacerlas. Eran tareas «de las que uno sabe hacerlas, pero se necesitan dos personas para hacerlo». La primera fue ayudar a una persona a arreglar un tendedero colocado en altura en un balcón. Luego se animó a pedir un servicio para montar estanterías. Él sabía hacerlo, se había mudado y quería poner unas estanterías que había tenido en su oficina. Pero entre más de una persona era mucho más sencillo conseguirlo.

Afirma que pidió el servicio «con la tranquilidad de que no te estás aprovechando de nadie». Podía haber pedido ayuda a sus amigos o familiares, pero era robarles tiempo para que le hicieran un favor que no podría devolver. Pero en el Banco del Tiempo tenía la seguridad de que quien le ayudara iba a ser compensado. «Yo te ayudo y luego te ayudan», destaca. Posteriormente ha sido él quien ha ayudado con el cableado de una tele.

Algunos ejemplos de tareas demandadas en el Banco del Tiempo de Salamanca Banco del Tiempo
Imagen principal - Algunos ejemplos de tareas demandadas en el Banco del Tiempo de Salamanca
Imagen secundaria 1 - Algunos ejemplos de tareas demandadas en el Banco del Tiempo de Salamanca
Imagen secundaria 2 - Algunos ejemplos de tareas demandadas en el Banco del Tiempo de Salamanca

Ahora ha añadido un nuevo servicio a sus ofertas. Se ofrece para acompañar a una persona que está pasando por un momento crítico: por soledad, un duelo, la cura de una adicción sencilla o algo similar. Es consciente de que no puede aportar lo mismo que un psicólogo, pero como persona con conocimientos de filosofía y religiones, puede ayudar con otras perspectivas.

Como usuario del Banco del Tiempo también ha participado de otra iniciativa que no se paga con horas y a la que se apuntan muchas personas a la vez: Paseos saludables. El sedentarismo de la pandemia y la imposibilidad de hacer senderismo, parapente y otras actividades deportivas durante la pandemia hicieron que ganase mucho peso y perdiera el ritmo. La iniciativa le vino muy bien para salir de ese letargo, arrancar tras el confinamiento, recuperar la rutina de salir de casa. «Te apuntas, y como adquieres esa obligación con los demás, ya sales», señala.

Una entrevista para poder entrar

Las personas interesadas en ser socias del Banco del Tiempo tienen que pedir cita a través del teléfono 923 123 119. Allí le dirán cuándo tiene que ir a la sede de Dinamika, en la plaza de Castrotorafe, para hacer una entrevista.

Este paso es muy importante porque «el Banco no es para todo el mundo» quien entra debe conocer realmente en qué consiste, saber sus normas y saber si encaja con lo que busca. Luci, que durante un tiempo fue encargada de hacer estas entrevistas, afirma que «hay gente que busca otras cosas y se confunde». Y es que hay quien va buscando encontrar pareja o un trabajo, y aunque haya quien ha encontrado pareja o un trabajo, no es el objetivo del grupo.

En la entrevista se preguntan también sobre aficiones, habilidades y otros aspectos variopintos que sirven para conocer mejor a las personas antes de empezar. Una vez superado ese filtro y con las cosas claras, los participantes deben apuntar en la web, el principal cauce de comunicación del grupo, los servicios que ofrece. Y dado que quienes se apuntan suelen buscar más ayudar que recibir, tienen que pedir un primer servicio para romper el hielo.

Además, se les da una chequera para que puedan pagar las horas de intercambio. Para que no existan grandes acaparadores de horas ni deudores, no se permite acumular más de 50 horas ni deber más de ese mismo tiempo a otros socios.

Aunque no es el cauce principal, el grupo de Whatsapp (exclusivo para socios) está funcionando muy bien para los intercambios. Por otro lado acaban de estrenar cuenta en Instagram y, aunque bastante abandonada, tienen una de Facebook en la que se puede conocer su actividad de otros años. Su intención es crecer y para ello activarán todas las formas que tengan para darse a conocer. Desde las redes sociales a colocar carteles.

El Banco del Tiempo organiza reuniones una vez al mes. La asistencia es importante porque a los participantes les gusta conocer a las personas antes de pedirles un servicio. No deja de ser meter a alguien desconocido en casa, y siempre merece más confianza haberse visto antes. En estos encuentros se habla de las cosas que se piden, las que se pueden ofrecer y se dan ideas para mejorar. Además, siempre terminan con una merienda colaborativa en la que cada uno aporta algo.

Desde hacer cucuruchos de papel a borrar deberes de los libros

Actualmente el Banco del Tiempo cuenta con casi 60 socios. La mayor parte de ellos tienen edades entre los 45 y los 70 años y hay más mujeres que hombres. Les gustaría que se unieran más jóvenes al grupo y están buscando la forma de conseguirlo.

En sus comienzos llegó a haber hasta 150 personas. En algunos momentos resultaban demasiadas y no todas respondían con suficiente implicación. Eso suponía que quienes solicitaban sus servicios se desanimaban y se borraban cuando no los recibían. Por ello temporalmente pusieron una cuota de 10 euros que sirvió para que quienes realmente no estaban comprometidos se marchasen. Ahora el grupo funciona mucho mejor.

Algunos participantes en una de las reuniones del Banco del Tiempo Banco del Tiempo

En la pandemia, como otros colectivos, también perdieron socios por miedo al contacto con otras personas. Muchos de ellos no se han animado a volver porque siguen en contacto con personas mayores o sus vidas han cambiado desde entonces.

Entre los servicios más demandados en la actualidad están los de costura, las pequeñas reparaciones y ayuda con las nuevas tecnologías «especialmente para los más mayores o los que tienen menos paciencia», afirma Luci. También se intercambian tareas muy variadas no catalogadas en categorías concretas. Un ejemplo fue cuando un chico que tenía un puesto de castañas pidió ayuda para hacer cucuruchos de papel. Entre varias personas le hicieron miles de ellos.

En esta categoría también se ayudó a una persona que necesitaba que le borraran los deberes a los libros que había recibido para que su hijo llevara al colegio. Esto demuestra que nadie puede escudarse en la creencia de que no sabe hacer nada y por eso no puede ayudar a los demás, destaca Luci. Todo el mundo es útil en algún momento y para alguna tarea. Por otra parte, las personas profesionales de un ámbito no suelen ofrecer sus servicios en ese área en el Banco del Tiempo. Prefieren hacer algo distinto a lo que ocupa su jornada laboral.

Desean abrir su ayuda a la comunidad

Una duda que manifiestan algunas personas respecto a las actividades de este grupo es si sus acciones representan una competencia desleal. Pero Luci aclara que en realidad lo que hacen se parece más al favor que le pides a un amigo y que los servicios son puntuales y no se prolongan en el tiempo.

Además, a diferencia de los servicios profesionales, aquí el que ayuda suele enseñar al que recibe la ayuda a hacer la tarea. Luci, por ejemplo, detalla que ella recientemente ha pedido que le hicieran el mantenimiento y reparación de una bici, lo que le ha servido para aprender ella y la próxima vez quizá poder hacerlo sola.

Ella suele ofrecer ayuda para temas informáticos y reparar ordenadores. También se atreve a reparar electrodomésticos que «han sido desahuciados por los técnicos profesionales», y más de uno ha conseguido que volviera a funcionar.

Una de las primeras cosas que solicitó fue ayuda para hacer una estantería de pladur. La petición costó mucho más trabajo de lo que esperaba, y además del chico que se ofreció a hacerla, también colaboraron ella y otras dos personas. El resultado mereció la pena, pero no cree que se repita un esfuerzo tan grande.

La vocación de ayuda del grupo se traduce en la oferta de talleres y otras actividades para los socios. Pero también se han planteado abrir su colaboración para el beneficio de la comunidad. Por ello ya han colaborado en alguna limpieza del río y tienen previsto seguir explorando esa vía.

Los socios consideran que el tiempo donado para el bien de otras personas es el que da más satisfacciones, y que mejor forma de gastar la vida, que compartirla con los demás.

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