Lo poco que queda en pie de un antiguo colegio de huérfanos en Salamanca ha sufrido un nuevo daño, esta vez, por culpa de la maniobra de un camión de la basura. Mientras reculaba, el vehículo ha golpeado la fachada y ha arañado las dovelas de su puerta de entrada que el camión casi atravesó y ha dejado una fea huella en los restos de un edificio del siglo XVII, un daño por el que la propiedad ha reclamado al ayuntamiento.
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Incendiado hace décadas y reducido prácticamente al muro de su fachada, el colegio de Calatrava tiene casi 400 años de antigüedad y se encuentra en la lista de monumentos en riesgo de desaparición. Así lo considera la asociación Hispania Nostra que lo incluyó en su Lista Roja en marzo de 2019 por el peligro de derrumbe de sus restos.
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Desde hace años se habla de su futuro como establecimiento hotelero y hace unos meses la empresa titular de la propiedad obtuvo una licencia e inició los trabajos previos en una zona monumental muy compleja. En pocos metros, conviven la cueva de Salamanca, que no es otra cosa que la cripta de la antigua iglesia de San Andrés, de la que ahora se recuperará un crucero réplica del original; restos de la muralla que han aparecido incluso debajo de una antigua churrería; y la torre de Villena.
Los desprendimientos han sido frecuentes en la zona y todavía se ven los restos del último desde la calle San Pablo. Y lo último es el golpe que ha recibido la fachada que ha dejado importantes marcas en uno de sus elementos más caracteríticos.
El asunto se remonta al pasado verano de 2024. Según una reclamación presentada por la empresa en julio, realizando las labores de recogida de los residuos de los contenedores soterrados en la plaza de Carvajal, uno de los camiones impactó contra las dovelas de piedra de la puerta de entrada al edificio, causando daños en ellas.
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Estas dovelas son uno de los últimos elementos característicos y originales que se conserva del edificio de dos plantas, fabricado en ladrillo y en la actualidad cubierto por una capa de enlucido. Fue un proyecto de Pedro Mato, sacerdote jesuita.
El piso inferior presenta una puerta de entrada con grandes dovelas almohadilladas, en el lado derecho hay una ventana adintelada con reja y en el izquierdo una puerta más pequeña. Sobre la puerta se encuentra una inscripción en pizarra y sobre ella el escudo de su fundador.
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Las ventanas del segundo piso son arcos de medio punto también con grandes dovelas y en el tejado una espadaña de ladrillo que hoy no existe. En su interior existía una iglesia con un retablo de Francisco García de Ardero realizado en 1669 y un sepulcro con la figura orante de su fundador. Sufrió un incendio en el año 1791, siendo reconstruido al año siguiente.
La empresa propietaria, Protel San Pablo, reclama al Ayuntamiento que se haga cargo de la reparación de los daños ocasionados por el camión y, además, que se eliminen los contenedores y se deje la plaza libre. Según la propietaria del edificio, dadas las dificultades que tienen para maniobrar los camiones de recogida de basura se podrían producir nuevos daños en otra maniobra, por lo que sería necesario el traslado de los contenedores a otro lugar o que se proceda a su eliminación, dejando la Plaza de Carvajal libre y expedita de los mismos.
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Sin embargo, el consistorio ha derivado la responsabilidad a la empresa concesionaria del servicio de recogida de basuras, FCC, y declina hacerse cargo de la reparación de los daños.
El colegio de Carvajal es uno de los más antiguos de Salamanca. Se encuentra en la plaza del mismo nombre. Tenía por objeto recoger niños huérfanos, mantenerlos y educarlos en las primeras letras, y atender sus necesidades básicas.
A finales del siglo XIX el edificio ejerció de escuela de instrucción primaria, admitiendo niños por una módica retribución pero sin perder el objeto de la fundación, cada vez más mermada en rentas. En 1893, también se estableció como academia de música para niños mayores de ocho años con 14 plazas: 12 de solfeo, una de violín y otra de piano.
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Hasta 1907, en uno de sus locales estaba establecida la imprenta Calatrava de carácter eclesiástico, que llegó a ser acusada de explotación infantil. En los años treinta del siglo XX, el colegio fue cerrado. En 1986, el edificio se adaptó para ser una residencia de ancianos. En el año 2000, un incendio acabó prácticamente con el edificio, dejando únicamente la fachada. El solar pertenece al obispado a través de la Fundación Colegio Niños Del Coro-Seminario Carvajal de Salamanca y sigue sin un destino claro.
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