Las fiestas navideñas son unos de los grandes eventos del año, en especial, por su poder para reunir a toda la familia en torno a una mesa. Aunque esto a veces no sea tan sencillo.
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La tensión por cómo celebrar la Navidad puede surgir ... con facilidad en las parejas a la hora de decidir dónde y con quién reunirse. Porque no se puede estar en dos mesas al mismo tiempo y los componentes de esa relación son una familia, pero también tienen una propia.
Puede que tengas la fortuna de que en tu familia y en la de tu pareja no coincidan las celebraciones, pero si esta no es tu situación... calma. Hay formas de solucionarlo.
Lo más recomendable es optar por alternar: pasar un año con unos familiares, el siguiente con los otros y viceversa. Aunque lo primordial es valorar cada situación y actuar con empatía por el otro; si cabe la posibilidad de que en una de las familias falte un comensal de cara al año que viene, sería razonable acudir a esa cena sin importar nada más.
También cabría valorar la idea de celebrar cada uno las fiestas con su familia y buscar una tradición distinta que compartir en pareja. No hay por qué vivirlo juntos, menos aún si esto genera más disputa que entusiasmo.
Otro gran quebradero de cabeza puede venir de la mano de la colocación de los invitados en la mesa, por la incomodidad que puede generar sentar a determinadas personas juntos.
Lo que dicta el protocolo es que la cabecera de la mesa debería estar ocupada por los abuelos o, en su defecto, por los padres o familiares de mayor edad. A continuación, los anfitriones (uno en cada extremo) y ya los invitados. Pero no tienes por qué llevarlo a rajatabla.
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En el tema niños, lo mejor es que estén al lado de uno de sus padres, aunque, si son muchos, colocarlos a todos en una mesa a parte puede ser una muy buena opción. También, si acude a la cena de Navidad alguien ajeno a la familia, como un amigo que se ha unido en el último momento, lo mejor sería que estuviese junto al anfitrión, por ser a quien conoce y con quien más cómodo se sentirá.
Al final, tú mejor que nadie conoces a tu invitados y con quién preferirían sentarse, por lo que puedes preveer de antemano a qué personas deberías separar o a quiénes facilitar que encuentren hueco al lado. Y si no, que cada uno pille la silla que más le guste.
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¿No dicen que la comida entra por los ojos? Pues entonces no puede solo tener buena pinta, también estar decorada de un ambiente que invite a querer dar cuenta de ella en la mejor compañía.
Si optas por colocar un mantel, los mejores colores para esta época del año son los neutros (como el beige) o directamente los rojos, un color clásico de la Navidad. Aunque deberías tener incluso más en cuenta el que sea antimanchas, pues las salpicaduras serán inevitables.
Si quieres dar un paso más allá, puede sumar al mantel el uso de caminos, salvamanteles o ambos. Estos elementos darán mucha personalidad a tu mesa y los colocas sobre un mantel liso.
Aunque la vajilla es «el plato fuerte» de la decoración. Lo más recomendable es utilizar platos lisos, llanos y de postre y no es necesario que sean todos iguales: la clave está en jugar con ellos y dar con la combinación perfecta.
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Algunos detalles originales para decorar tu mesa en las celebraciones navideñas podrían ser crear centros de mesa (con velas, bolas, coronas...), iluminar la mesa con luces LED o añadir adornos que también estén en otros rincones de la casa, como el árbol.
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