Yo cheto, tú chetas, ¿de que me estás hablando?
Yo cheto, tú chetas, ¿de que me estás hablando?
Carlos Aganzo
Viernes, 22 de diciembre 2023, 09:14
Lo dijo desde el principio. ¡Ojo con el Troll, que está chetado! No tenemos nada que hacer contra él.
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Tenía toda la razón Krim, a la que llamaban así por sus paletas de conejita, que recordaban a Cream the Rabbit. Por eso no les extrañó ... que el Troll, escoltado por dos de sus secuaces de tercero, apareciera volando sobre su bicicleta tan chetada como él mismo, en el campo de baloncesto del parque, interrumpiendo la conspiración.
- ¡Jua, Jua! Os creíais que no os íbamos a encontrar, ¿eh, bichos?
Después todo fue muy rápido. Antes de que Krim o You pudieran impedirlo, el Troll le soltó un mamporro a Harry que le hizo saltar las gafas. Sin solución de continuidad, aplastó las lentes con sus botas de nazi SS, hasta que se rompieron los cristales. Sin bajarse de las bicis, los secuaces del Troll se rieron al unísono, como en una escena de los Simpson.
- ¡Jua, jua!
Digo que todo fue muy rápido porque Harry, al que todos llamaban así porque era clavadito a Harry Potter, pero con las hechuras del Gran Chocobo, en lugar de quedarse lloriqueando reaccionó saltando sobre el Troll con agilidad desconocida. Le cogió por la camiseta y se la desgarró de un zarpazo. Una acción que en la pantalla siguiente se saldó con Harry en el suelo y el Troll encima de él, levantando un ladrillo con intención de estampárselo en los dientes.
- Te voy a hacer una cara nueva, bicho repugnante. ¡Me has roto mi camiseta de Battlegrounds!
Fue entonces cuando You reaccionó. A You (todo hay que explicarlo), la llamaban así porque, aunque era igual de friki que sus compañeros, de mayor quería ser como Joe, la protagonista de Mujercitas. Así que You se colocó delante de los ojos del Troll y le lanzó una mirada al mismo tiempo inquisitiva y suplicante, con un punto brillante de acuosidad, como los ojos del gatito de Shrek. Y ahí el tiempo pareció detenerse.
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Has ganado, tío, pasamos pantalla -dijo.
De manera inesperada, el Troll miró su camiseta rota. Soltó la piedra que tenía en la mano. Y en lugar de partirle la cara al gordito le apretó el moflete con condescendencia.
- ¡Bua! Estaba muy vieja… Mi madre me comprará otra, pringao. ¡A ver qué dice la tuya de tus gafas…!
En un segundo, siempre dentro del campo de visión de los ojos de You, el Troll montó en su bicicleta y se largó con sus secuaces. De nuevo hubo un largo silencio, hasta que Krim, tras recoger las gafas de Harry del suelo, dijo:
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- Joer, You. Tú sí que estás chetada. ¿De dónde has sacado esa supermirada?
Cualquiera sabe.
-Lo que sí sé -dijo Harry, metiendo los dedos entre la montura sin cristales-, es que quiero que estés conmigo cuando se lo cuente a mi madre.
- ¡Jua, Jua! -se rieron los tres al unísono, imitando el rebuzno de los trolls.
(Madrid, 1963) Es escritor y periodista. Ha dirigido La Voz de Huelva, Diario de Ávila y El Norte de Castilla. Como escritor, es autor de medio centenar de poemarios y libros de viajes, así como de numerosos ensayos y obra compartida con músicos y artistas plásticos. En la actualidad es director de la Fundación Vocento.
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