Yo cheto, tú chetas, ¿de que me estás hablando?
Yo cheto, tú chetas, ¿de que me estás hablando?
Pablo Sánchez
Viernes, 29 de diciembre 2023, 08:35
La niña está despierta, o quizás se ha dejado la luz encendida. Es medianoche y no se escucha el ruido del teclado, indiscutible banda sonora de esta casa. Entraré despacio y, si estuviese en la cama, apagaré la lámpara y volveré a cerrar la puerta. ... Es raro que, a estas horas, no esté aún conectada a la pantalla, absorta en cualquiera de esos juegos imposibles o embobada con algún vídeo absurdo. No sé cómo puede dedicarle tanto tiempo a una actividad que sólo reporta desvelos. Pero, ay, es la juventud. A mí ya me queda lejos.
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El silencio que asoma de su habitación me reconforta. No estoy de humor para iniciar una charla forzada que, sin duda, concluirá en algún malentendido. No podría mirarle hoy a los ojos, aparentar alegría y despreocupación; fingir interés por esa vida suya que se me antoja extraña. Yo nunca le he escondido nada; ni siquiera le oculté la fragilidad de las cosas cuando su madre nos abandonó. Pero, ella era pequeña entonces. Ahora, es distinto. Somos dos desconocidos que comparten un mismo espacio: el viejo superado por los años y la niña que ha dejado de serlo y que se empeña en explorar los territorios en los que ya no puedo seguirla.
Estoy muy cansado. La jubilación, lejos de espolearme, me reafirma en la idea de que, haga lo que haga, me dispongo a ingresar en la fase última de la vida, aquella de donde no se vuelve. He tratado de evitar el naufragio. Hasta se me ocurrió completar un curso de informática, con la disparatada idea de acompañar a la niña en sus aventuras. Es demasiado tarde, sin embargo, para alcanzar su nivel de sofisticación y, qué diablos, nunca sería bienvenido en el ecosistema. Hace dos noches, la escuché hablando con alguien -imagino que algún compañero de juego-. «Tío, ¡prohibido 'chetar'!'», gritaba ella, entre risas. No conozco este vocabulario. Busco la palabreja: «hacer trampas o recurrir a trucos». Está muy bien que ella proteste por la injusticia y denuncie a quienes eligen el camino fácil, aunque sea dentro de un juego en el que yo nunca participaré. Mi niña, mi preciosa niña, es casi ya una mujer de este siglo; una Eva rediviva, sin las ataduras de la nostalgia y la derrota. Cada mañana, temo no reconocerla en el desayuno. No voy a apagar la luz de su cuarto.
(Santander, 1982) Es licenciado en Derecho y periodista. Ejerce como abogado y es colaborador habitual en las secciones de Cultura y Opinión de El Diario Montañés. Escribe poesía y relatos que han sido publicados en diferentes medios culturales. Con 'Las mujeres en invierno', obtuvo en 2009 el Premio José Hierro de Poesía, convocado por el Ayuntamiento de Santander. En 2015, publicó el poemario titulado 'El pacto'. Ha participado en recitales poéticos y eventos literarios dentro y fuera de Cantabria.
Narración Carlos G. Fernández
Producción técnica Íñigo Martín Ciordia
Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate
Ilustración Manuel Romero
Coordinación José Ángel Esteban
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