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Episodio 3

Amuda Goueli, un viaje de superviviencia desde el desierto hasta fundar 'Destinia'

Amuda Goueli, cofundador de Viajes Destinia, es nubio y español. Su vida comenzó en el desierto africano, donde tenía que recorrer kilómetros para recoger un poco de agua. El Quijote le abrió las puertas de su nueva vida, que ha conquistado con esfuerzo y perseverancia.

Transcripción

PODCAST | LA EMPRESA DE MI VIDA. AMUDA GOUELI

AMPARO ESTRADA: Entre la primera catarata del Nilo, en Egipto, y la sexta catarata, en Sudán, se extiende un amplio desierto. Es la región de Nubia. Las zonas donde se puede cultivar son pequeñas y apenas hay alimento suficiente para todos. Las casas son construcciones de adobe que se recubren de cal o yeso, aunque algunas fachadas están pintadas con colores vivos. Las puertas no tienen cerrojos. Y el calor lo domina todo. Hasta 50 grados y subiendo.

AMUDA GOUELI: Todo rodeado por el desierto por todos lados.

AE: En la antigüedad, Nubia fue un reino independiente, cuna de los faraones negros que una vez dominaron todo Egipto. Pero ahora no la encontraremos como Estado en ningún mapa.

AG: Acababan de salir los ingleses de esta zona, Egipto y Sudán, entonces era un país nada más bajo el colonialismo inglés.

AE: Ingleses y franceses se repartieron la zona trazando las fronteras a lápiz. Partieron pueblos y familias.

AG: Una parte se quedó la familia en Sudán y otra parte se quedó en Egipto. Vale, pues yo me quedé en la parte de Egipto.

AE: En la región, la vida no era fácil.

AG: No había luz. No había ni agua. El trabajo de todos los niños ahí es traer agua todos los días de un viaje de tres o cuatro kilómetros desde casa hasta el río Nilo.

AE: Y era muy corta.

AG: Mucha gente que no llega a los 40 años.

AE: Conocida en el pasado como «la tierra del oro», de Nubia partía una de las rutas comerciales más antiguas del mundo. Las falucas surcaban el Nilo por todo Egipto y llegaban hasta el Mediterráneo. Los nubios, constructores de pirámides, fueron una de las cunas de la civilización. Pero muchos de los pueblos entre la primera y la segunda catarata quedaron sumergidos cuando se construyó la presa de Asuán. Lejos ya de los tiempos de esplendor, los nubios han tenido que dispersarse para sobrevivir.

AE: Uno de ellos llegó a España hace casi 25 años.

AE: Hola, ¿Qué tal? Soy Amparo Estrada y esto es La Empresa de mi Vida, el podcast de las historias de vida que hay detrás de las empresas. En este capítulo, vamos a estar con Amuda Goueli, el cofundador de Destinia.

AE: Destinia es la primera agencia de viajes online española. La primera que se creó y la que marcó el camino del sector. Nació a principios de este siglo y acumula ya más de seis millones de clientes. Su viaje y el nuestro empieza en el corazón del desierto africano y termina, de momento, en la Gran Vìa de Madrid con estaciones en más de 95 países y doscientos millones de facturación al año.

AE: Amuda es nubio, eso significa que no es árabe, es africano. Tiene el pelo negro largo con tirabuzones y tez morena. Cuando le conoces, lo que más te llama la atención es su abierta sonrisa. De su infancia en un pueblo incomunicado surgió la necesidad de viajar.

AG: Crecí ahí, en una zona muy aislada, completamente aislada del mundo, donde la comunicación con el mundo exterior necesitas dos días de viaje o tres días. Nuestra infancia no es infancia, es madurez.

AE: Ahora que ya ha dado tantas vueltas al mundo, dice que su mejor viaje sigue siendo el primero.

AG: Mi viaje preferido: mi primer viaje. Salir del pueblo.

AE: Aunque más que un viaje fue una aventura. Era un niño cuando salió del pueblo con solo algo de comida para el camino.

AG: Tampoco es mucho, ¿no? porque no hay más.

AE: Tiene que andar varios días, de pueblo en pueblo, para llegar al tren. Pero, primero, hay que cruzar el Nilo.

AG: Nosotros le llamamos el mar. Hasta el día de hoy se llama mar. No se llama río porque es tan grande, tan ancho.

AE: En cada aldea por la que pasa encuentra un lecho y un plato de comida gratis.

AG: Es la mentalidad solidaria.

AE: Amuda es un crío y va sin padres ni hermanos, pero no está solo.

AG: Cuando se viaja, se viaja en grupo siempre. Nadie viaja solo.

AE: Tras más de dos días de camino llega a la estación. Y toca tirar de paciencia.

AG: Te metes tú dentro para hacer el viaje de vuelta. Pues te esperas ahí, dentro del tren 3, 4, 6 horas hasta que salga. No tienen horarios fijos. Tú sabes qué día sales, pero nunca sabes qué día llegarás.

AE: Fue el mejor viaje porque le permitió salir de la aldea.

AG: Cuando estaba ahí en mi juventud, lo odiaba. Te lo digo de verdad.

AE: Es difícil imaginar cómo vivían Amuda y su familia. Sin médicos ni hospitales. Sólo un curandero.

AG: Sobrevive el más fuerte si tienes algo malo en tu cuerpo es que no llegas a los 15 años, a lo largo de mi infancia murieron muchos amigos míos.

AE: Su padre salió del pueblo a los 15 años por el camino más rápido que había entonces.

AG: Mi padre estaba en el ejército inglés porque había un cuerpo de africanos de Kenia, Tanzania, de las colonias africanas. Ellos sólo cogían gente de color negro para que aguanten el calor, el desierto.

AE: Tras dejar el Ejército, el padre de Amuda entró a trabajar en El Cairo en una petrolera norteamericana.

AG: Ahí fue el cambio radical de mi padre.

AE: Aprendió del contacto con otras culturas y otros idiomas. Autodidacta, quiso algo mejor para sus hijos

AG: Se dio cuenta de que: «Mis hijos lo que tienen que hacer es estudiar».

AE: Y mandó a buscar al hermano mayor de Amuda. Quería traérselo a El Cairo

AG: Fuí el primer licenciado en toda la provincia.

AE: Después fueron otros dos hermanos.

AG: No había sitio en la habitación de mi padre.

AE: Uno salía, otro entraba.

AG: Tenía una cama, una colchoneta en el suelo. Nada más en la habitación.

AE: El momento de Amuda llegó cuando tenía 9 años. El Cairo fue un choque total.

AG: Fue un golpe muy fuerte, cambio cultural, cambio de las caras de la gente, no estoy acostumbrado a ver caras blancas todos los días. Hablan un idioma que no hablas.

AE: Al principio todo le asustaba.

AG: Lloraba por la noche: «Quiero volver al pueblo».

AE: Pero al mismo tiempo era maravilloso. La luz aparecía dando a un interruptor.

AG: Para nosotros la luz es soplar para apagar, pues tocar un botón era como magia.

AE: Los ascensores.

AG: Nunca lo olvido. Subir y bajar en ascensor. Era para mí… yo entraba a casas para subir, bajar, subir, bajar solo. Como parque de atracciones para mí.

AE: O las voces que salían de un aparato.

AG: Escuchar la radio. Eso me encantaba.

AE: El agua salía de un grifo. No había que ir hasta el río.

AG: Todo esto era un mundo mágico para mí los primeros meses.

AE: En El Cairo, Amuda va al cole por primera vez. El Gobierno de Nasser había convertido palacios en escuelas.

AG: A mí me tocó en el palacio del Duque de Para. Tenía un palacio precioso y me tocó la clase el primer año en la cocina.

AE: Pero también trabaja al salir de clase. Con nueve años.

AG: Salía del cole a las 12 y a trabajar. Trabajas en donde sea. Lo he hecho absolutamente todo, desde supermercados, llevar recuerdos, tiendas de flores, ayudante electricista, instalar antenas en tejados…

AE: Viendo ya las posibilidades de negocio.

AG: Hice el primer pacto como empresario con el cura, porque yo trabajaba en tiendas de flores, compraba el mayor, me llevaba a la tienda y repartía flores por oficinas, en la Iglesia.

AE: Amuda había visto en una película norteamericana que en las iglesias, cuando había una boda, se adornaba todo con flores. Y se le ocurrió hacer lo mismo.

AG: Qué chulo. Lo voy a ofrecer al cura. Si lo contratan se lo traigo yo, lo monto yo.

AE: Fue su primera empresa. Todavía no había cumplido los quince. Pero duró solo unos meses. La tienda de flores se dio cuenta del negocio y se quedó para ella el acuerdo con la iglesia.

AG: Entonces me quedé fuera de juego. Fue también la primera crisis que he tenido como emprendedor. Te quedas otra vez en la calle.

AE: De nuevo tuvo que buscar trabajos que le permitieran sobrevivir y terminó en un quiosco de periódicos y libros de segunda mano. Un empleo que acabó marcando su vida.

AG: Empecé a trabajar al salir del cole abría yo el quiosco hasta la tarde que llega el dueño, se queda a la tarde hasta la noche y vendía libros.

AE: Y empezó a leer.

AG: Hasta que cayó en mis manos un libro sobre la literatura española. De un escritor libanés.

AE: En ese libro se hablaba de Cervantes y despertó su curiosidad. Buscó 'El Quijote' por las librerías sin encontrarlo hasta que le dijeron que probara en el centro cultural español.

AG: Era un piso pequeñito donde había tres o cuatro españoles como mucho, dando clases de español.

AE: Para poder leer El Quijote se apuntó a clases de español. Tuvo suerte de que el curso no era caro, el equivalente a tres euros de ahora, y se lo podía permitir. Durante meses no entendía nada en las clases.

AG: ¿Me retiro como resto, abandono o sigo? Yo seguí. Y creo que fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. No rendirse.

AE: Al final, el centro cultural se convirtió casi en su casa.

AG: Voy a ir allí a hablar con un poco, con María Luisa, que me habla un poco de español, preguntando a Adrián qué significa esto, qué significa lo otro. No teníamos medios, teníamos una fotocopiadora ahí dentro con la tinta mala, sucia…

AE: Amuda y sus compañeros buscaban por todas partes libros y revistas en español para practicar y acabaron encontrándolos en un sitio inesperado: la embajada de la Unión Soviética los repartía gratis.

AG: Fuimos todos ahí a buscar este regalo gratis, todo lo que es gratis me apuntaba yo.

AE: Aunque, para recibirlos, había que apuntarse a las Juventudes Comunistas Internacionales.

AG: Yo no sabía qué es comunismo. No tenía ni idea de nada. Que me den la revista en español que yo me apunto.

AE: Aquello se quedó en anécdota, pero le sirvió para practicar español y conocer a los escritores rusos. Mientras, el padre de Amuda se había jubilado y había vuelto al pueblo cerca de Asuán. Sus hermanos ya se habían ido a trabajar fuera, así que Amuda se queda solo en el Cairo con quince años, pero sigue estudiando y llega a la universidad. Ingeniero industrial como quería su padre. La universidad le trae nuevos descubrimientos, pero también cosas menos luminosas…

SONIDOS MANIFESTACIONES EN EL CAIRO

AE: Estamos en los años noventa y en Egipto gobierna de forma dictatorial Hosni Mubarak. En la universidad de El Cairo hay algunas movilizaciones de estudiantes por la libertad de expresión. Pero siempre dentro del recinto.

AG: Nunca puedes cruzar la puerta y la universidad allí no es como aquí, hay un muro. Es como una cárcel grande.

AE: Hasta que un día, los manifestantes desbordan los muros de la universidad. Los estudiantes son perseguidos por la Policía y llueven los golpes. Finalmente, todo se calma y cada uno puede irse a su casa. O eso pensaban.

AG: Pero ellos lo tenían todo super controlado porque tenían gente trabajando en la universidad. Saben quién montó la manifestación, saben quiénes son los líderes.

SONIDOS DE DETENCIÓN / APORREO DE PUERTAS

AE: De madrugada, se escuchan golpes muy fuertes en la puerta. La Policía irrumpe en su casa.

AG: Se fueron por la noche uno a uno.

AE: Amuda es detenido. No puede hablar con nadie.

AG: Estar encarcelado porque quieres cambiar las cosas, nada más.

SONIDO REJAS

AE: Tres meses encarcelado y torturado.

AG: Le llaman ellos la 'fiesta'. Esa es la palabra, lo he escuchado yo. Le llaman la 'fiesta' porque se divierten.

AE: En todo ese tiempo su familia no supo nada de él, ni dónde estaba… ni si seguía vivo.

AG: En las torturas que te mueras, pues está muerto ya está, punto. Llaman a tus familiares, o en algunos casos ni llaman para que cojan el cuerpo. ¿Para qué? Porque les da pereza coger el teléfono y llamar.

AE: Pasó mucho dolor… y mucho miedo.

AG: Una etapa, la verdad, muy, muy dura. Hasta el día de hoy me afecta. Intento siempre evitarla, no hablar de ella. Pero te marca porque te marca el resto de tu vida. Sientes que… la maldad del ser humano…

AE: Eso no ha acabado.

AG: Esto sigue siendo en muchos países de esta zona. Hasta el día de hoy, o quizá peor que en mis tiempos al día de hoy, donde la vida humana no sirve para absolutamente nada, absolutamente nada.

AE: Unos meses muy difíciles. Lo peor del ser humano pero también lo mejor.

AG: En aquel momento era muy joven. Había gente mayor, bastante mayor que tú, con más experiencia, que te cuentan muchas cosas y, no lo niego, que me marcaron en la vida, pero a mejor, te dieron fortaleza. Te dan resistencia, que me está ayudando hasta el día de hoy.

AE: Cuando salió de la cárcel, Amuda escapó de Egipto y vino a España.

AG: La ventaja que tenía hablaba muy bien español, yo creo que mejor que ahora. Ya tenía amigos españoles, entendía la cultura, entonces eso fue la salida

SONIDO AVIÓN

AE: Nada más bajar del avión en Madrid se fue a conocer la Gran Vía.

AG: El Museo del Jamón. Hay tantas patas cruzadas para mí, tanto carne ¿cómo esta gente? Porque yo pensaba que son filetes.

AE: Todo era nuevo.

AG: Y luego fue el camarero. Ahí abriendo el grifo, sale cerveza. Para mí, esto fue: «En este país tienen tuberías por la calle enganchadas desde los bares hasta las fábricas de cerveza». Mi hija se parte de risa. Hasta el día de hoy. Estuve todo el primer viaje convencido que hay tuberías en la calle de cerveza. De la fábrica a los bares.

AE: Comenzó a estudiar cine, publicidad y diseño gráfico. Para vivir trabajaba de camarero en La Venencia, una taberna gaditana en Madrid, y de becario en una agencia de publicidad.

AE: Llegó otro momento clave en su vida. Un australiano que venía para tocar en la orquesta del Teatro Real le habla de algo que empezaba a moverse en Estados Unidos: Internet.

AG: Pensamos: «¿Por qué no hacemos una página web?» Creamos la primera página web sobre música clásica que es clasicweb.com

AG: Empezamos a hacer páginas webs por amor al arte, porque nos gusta. Una web detrás de la otra, una web detrás de la otra, de cosas que pueda ayudar a la gente. Por ejemplo, guía de hoteles, guía de campings, recetas de comida… Sin ganar absolutamente nada de dinero.

AE: Hasta que una agencia de publicidad decide incluir un anuncio en sus páginas web.

AG: Empezamos a dedicarnos 100%, cuerpo y alma.

AE: Ian y Amuda trabajan en una buhardilla de 30 metros cuadrados, con una caja de madera recogida de la calle como mesa de trabajo, y un ordenador regalado por Jose, uno de los camareros de 'La Venencia'.

AG: Era nuestra mesa de trabajar. Teníamos el ordenador encima y trabajando los dos hasta que llegaba un momento y dormíamos encima del teclado a la madrugada.

AE: Amuda aprende por su cuenta a programar en Internet.

AG: Nadie conocía internet. Si alguien tiene un correo electrónico era ya… es el genio aquellos años.

AE: Quiere hacer cosas nuevas, distintas.

AG: Empecé a pensar que tenemos que hacer las cosas diferentes. hacemos muchas cosas más adelantados que del tiempo.

AE: Y se inventa una especie de Facebook antes de Facebook

AG: Cogí los nombres de todos los pueblos de España. Tecleándolos uno por uno, todos los pueblos. Y genere un programa que es automático, la web se llama Foros de España. Cada pueblo tiene un foro personal.

AE: En este foro, la gente empieza a buscar su pueblo y a dejar comentarios. Tenía audiencias impresionantes hasta que llegó el tropezón porque alguien dice algo inapropiado.

AG: Un día un chaval escribió «Yo conozco un fulanito dueño del bar que está liado con la señorita tal». Empieza una guerra civil dentro del pueblo, dentro del foro, todos con nombres falsos insultandose uno al otro.

AE: Uno de los vecinos pone una denuncia contra el foro ante la Guardia Civil.

AG: Cerré todo el foro. Una pena, una pena porque fue una cosa novedosa.

AE: En aquellos años, casi nadie entendía qué era Internet. Como el dueño de un hostal que Amuda había incluido en su guía de hoteles.

AG: Alguien le dijo:, «Oye, el hotel está en internet?, pues la palabra internet para el señor es porno porque un amigo le dijo que es cosas de porno.

AE: Otra denuncia ante la Guardia Civil. Pero ahora ya sabía cómo reaccionar.

AG: Ya aprendí con la primera, cometí el mismo error, no lo voy a cometer otra vez. Mire, le dije: «Yo quito el hotel, pero no voy a cerrar la web». Esta web es la que nos cambió la vida después.

AE: Porque esa humilde guía de hoteles fue el origen de 'Destinia', la primera agencia online de viajes en España. Ian y Amuda la fundaron hace unos veinte años.

AG: Nosotros nunca fuimos al negocio. El negocio nos vino a nosotros siempre. Nosotros hacemos cosas que nos gustan o para ayudar a los demás. Cuando haces algo para el bien, siempre funciona.

AE: Estamos en la Gran Vía madrileña, en el corazón de la capital. Para llegar a las oficinas centrales de 'Destinia' entras por un portal muy pequeño que te lleva a unas escaleras de madera antigua. Las oficinas, que ocupan varias plantas, son totalmente funcionales, con mesas largas blancas y decenas de personas con ordenadores. Y escondida en la última planta hay una terraza de mosaicos desde la que se vislumbran los tejados de Madrid. A este edificio de principios del siglo XX llegó, casi cien años después, una agencia innovadora, que siempre ha ido por delante con sus propuestas. Con la información como punto de partida.

AG: Me dije: «Dónde puedo encontrar las ideas?, en los periódicos». ¡Ah! Soy amante de leer el periódico en papel. toda mi vida. Desde pequeño me acostumbré. Desde el quiosco.

AE: El persistente poder de la prensa de papel.

AG: Yo leía hasta los anuncios en los periódicos. Leía absolutamente todo en un periódico. Y muchas veces me ha dado muchísimas ideas. Cuanta más información tienes, más poder tienes.

AE: Como los viajes espaciales que ofreció en España tras leer en el periódico que una empresa norteamericana iba a salir al espacio.

AG: Empecé a buscarla por todos lados. Me costó días, pero lo he conseguido llamar: Quiero vender viajes al espacio, que no, no les hace falta, que quiero vender. Al final firmamos un contrato de colaboración.

AE: Una propuesta que llamó tanto la atención que les sirvió de campaña publicitaria, aunque hasta el momento nadie ha contratado un viaje tan especial.

AG: Si alguien quiere, yo encantado. Le llevo al espacio.

AE: O la garantía de que te devuelven el dinero si vas a la playa y llueve. La compañía de seguros alucinaba cuando se lo planteó.

AG: Yo te doy un euro por cada reserva y tú me garantizas que si llueve en esta playa, tú le devuelves el dinero al cliente. Se partían de risa: Pero estás loco.

AE: Amuda insistió.

AG: Vosotros hacéis vuestra cuenta. Si sale rentable, la hacemos.

AE: Y salió. Y lo hicieron. Y el resto lo copió.

AG: Si a la gente le gusta, te apoya. Serás el número uno. Si no das un valor añadido, ya no sirves para nada.

AE: En el mundo tecnológico nunca te puedes quedar parado.

AG: Un chaval está en la India o está en Tailandia puede hacer un invento y hace competencia a largo plazo con una empresa número uno.

AE: Amuda levantó a pulmón una empresa que ahora tiene 200 trabajadores

AG: Yo soy extranjero aquí. Tenemos un látigo por detrás. No puedes mirar atrás. No puedes pedir apoyo a nadie porque no tienes a nadie. Entonces era ir hacia adelante. Es que ni me pasaba por mi cabeza entrar a un banco y decir: «¿Quiero un crédito?» Me van a dar una patada.

AE: Muchos viajes desde entonces.

AG: Después de tantos años. Al día de hoy ya no me sorprende absolutamente nada, es una cosa… una desgracia.

AE: Amuda no sabe cuándo nació. En su pueblo no había registro. Todo era de palabra: bodas, nacimientos…

AG: Me gustaría saber en qué día nací yo.

AE: Una situación que provoca un sinfín de paradojas. Como la de su madre.

AG: Tenemos que presentarnos frente al juez y juramos que es nuestra madre.

AE: Porque querían sacarle el pasaporte para que se fuera a vivir con uno de los hijos tras morir el padre.

AG: Descubrimos que no tiene ni partida de nacimiento, ni tiene papeles de matrimonio con mi padre, porque todo son palabras.

AE: Para eso hay que empezar por el principio: fijar una fecha de nacimiento.

AG: Ahí el médico de aquellos años le mira, abre la boca, le mira los dientes, cosas así. Tampoco… ni análisis ni nada. Y le dio una edad. Y lo divertido es que le dio una edad más joven que mi hermana. Según los papeles, mi hermana es mayor que mi madre.

AE: Amuda no sabe cuándo nació pero sí sabe a dónde pertenece.

AG: Soy nubio. Soy español, soy europeo. ¿Por qué no puedo tener todo?, si yo tengo mi cultura nubia, que tiene unas cosas de verdad maravillosas. Siempre intento transmitirlo a mis hijos, una cosa que muy valiosas, pero también la española tiene unas cosas mucho mejor que mi cultura. Muy valiosas.

AE: Aunque lleva décadas en España y llegó con la carrera de ingeniería industrial hecha, muchos le siguen viendo como inmigrante.

AG: Nadie te quita esta etiqueta. Hasta el día de hoy, porque eres inmigrante, serás inmigrante para siempre.

AE: Sabe lo que es el racismo.

AG: ¿Quién es el racista? El racista normalmente es una persona inculta con miedo y una persona que no tiene seguridad en sí mismo porque tiene miedo de ser el último. A mí, la verdad, me dan pena.

AE: Lo ha sufrido.

AG: El peor racismo ha sido en Egipto. Muchísimo. No olvides que somos de la parte africana de Egipto. Vale, entonces en teoría somos ciudadanos de segunda categoría.

SONIDO RESCATES DE INMIGRANTES EN EL MEDITERRÁNEO

AG: He tenido suerte que he venido antes.

AE: Amuda llegó en avión, en un vuelo regular con un billete pagado por un amigo. Es consciente de que tuvo suerte, si no hubiera podido venir en avión estaría ahora arriesgando su vida en una patera como los miles que la pierden cada año en el Mediterráneo en busca de un mundo mejor para ellos.

AG: Ni lo dudo, ni lo dudo. Voy a hacer todo lo posible para salir de ahí, porque es duro. No tienes derecho a vivir en estos países. No hay esperanza. No, no tienes derecho ni a soñar. La única salida es huyendo de ahí.

AE: Por razones económicas.

AG: Tienes de todo, tienes hambrunas que vienen en el camino, tienes sequías, que ya se está notando.

AE: O por buscar la libertad.

AG: Le añades a esto dictaduras en estos países o le añades que los medios de comunicación del día de hoy están llegando hasta el último pueblo de África. Se piensa que muchos vienen aquí para ganar la vida. ¡No, no, no, no, no, no, no, no! Simplemente para ser libres.

AE: Eso hizo él. Y asegura que la inmigración no se puede parar.

AG: Contra la inmigración, nadie, a lo largo de la historia, ha conseguido pararla. Nadie, ningún país del mundo, desde el muro de Adriano, el muro de la muralla China, nadie pudo parar una migración. Eso es un tsunami, va a pasar.

AE: Aunque se pongan barreras.

AG: En toda África, hay guerras y dictaduras que no os llegan en Occidente. Cuanto menos sabemos de ellas, mejor. Pero esto va a explotar. Tarde o temprano va a afectar a todos aquí. O hay que asumirlo.

AE: Amuda salió de una aldea donde no había luz ni agua corriente. Desde entonces ha recorrido el mundo .

AG: Muchísimos… No tengo la cifra exacta, pero de todos los continentes del mundo me quedan pocos.

AE: Tantos viajes también tienen una contrapartida.

AG: Perdí el encanto de la sorpresa.

AE: Pero siempre hay un destino predilecto.

AG: A mí me gusta África.

AE: Las personas que conoces marcan tu viaje.

AG: Es el contacto humano. Ese es el que marcará la diferencia. Bueno, es lo que he aprendido yo después de tantos años. Un país, un destino, es tan bonito o menos bonito por su gente.

AE: Tal vez fuera inevitable que la empresa de Amuda fuera una relacionada con los viajes.

AG: Todos somos turistas, pero ninguno de nosotros quiere ser turista. Pero hay que aceptarlo como es. Cuando sales de tu casa, eres turista.

AE: España le dio la plataforma del turismo.

AG: Para mí es el petróleo de España.

AE: Una potencia turística, que ha cuidado su cantera como en el fútbol.

AG: Muchas cadenas de hoteles, grandes empresas, son directivos españoles.

AE: Sobre ese afán por conocer otros lugares y otras gentes, Amuda ha construido su futuro. Una agencia presente en 95 países. Con un lema:

AG: Cuando haces algo para el bien, siempre funciona.

AE: 'Destinia', claro, fue su destino.

AG: Nosotros nunca fuimos al negocio. El negocio nos vino a nosotros, siempre.

AE: Pero había que estar allí para verlo venir. Nos despedimos de Amuda y de su pueblo en el desierto, pero nos quedamos con su ejemplo de lucha y de entusiasmo por la vida y por el trabajo. Por hacer cosas nuevas y distintas.

AE: Este ha sido un episodio más de 'LA EMPRESA DE MI VIDA', nuestro podcast de historias empresariales, donde contamos las vidas que hay detrás de los negocios.

Sábado, 3 de junio 2023, 00:04

Amuda Goueli nació en un poblado nubio sin luz ni agua, ni casi comida. No sabe cuándo nació pero sí que ha superado la esperanza de vida de sus compatriotas. Tuvo múltiples trabajos desde niño y consiguió estudiar en El Cairo Ingeniería Industrial. Tras una ... movilización estudiantil fue detenido y torturado en la cárcel. Llegó a España en busca de libertad y creó la primera agencia de viajes online. En Viajes Destinia ha conjugado sus ganas de conocer otros lugares y otras gentes con la innovación tecnológica. Y sigue esperando turistas que quieran ir al espacio.

Créditos

  • Una historia de Amparo Estrada

  • Edición Carlos G. Fernández y Luis Gómez Cerezo

  • Producción técnica Iñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Ilustración Alex Sánchez

  • Coordinación general Andrea Morán

  • Producción ejecutiva José Ángel Esteban

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salamancahoy Amuda Goueli, un viaje de superviviencia desde el desierto hasta fundar 'Destinia'

Transcripción

Episodio 3

Amuda Goueli, un viaje de superviviencia desde el desierto hasta fundar 'Destinia'

PODCAST | LA EMPRESA DE MI VIDA. AMUDA GOUELI
AMPARO ESTRADA: Entre la primera catarata del Nilo, en Egipto, y la sexta catarata, en Sudán, se extiende un amplio desierto. Es la región de Nubia. Las zonas donde se puede cultivar son pequeñas y apenas hay alimento suficiente para todos. Las casas son construcciones de adobe que se recubren de cal o yeso, aunque algunas fachadas están pintadas con colores vivos. Las puertas no tienen cerrojos. Y el calor lo domina todo. Hasta 50 grados y subiendo.
AMUDA GOUELI: Todo rodeado por el desierto por todos lados.
AE: En la antigüedad, Nubia fue un reino independiente, cuna de los faraones negros que una vez dominaron todo Egipto. Pero ahora no la encontraremos como Estado en ningún mapa.
AG: Acababan de salir los ingleses de esta zona, Egipto y Sudán, entonces era un país nada más bajo el colonialismo inglés.
AE: Ingleses y franceses se repartieron la zona trazando las fronteras a lápiz. Partieron pueblos y familias.
AG: Una parte se quedó la familia en Sudán y otra parte se quedó en Egipto. Vale, pues yo me quedé en la parte de Egipto.
AE: En la región, la vida no era fácil.
AG: No había luz. No había ni agua. El trabajo de todos los niños ahí es traer agua todos los días de un viaje de tres o cuatro kilómetros desde casa hasta el río Nilo.
AE: Y era muy corta.
AG: Mucha gente que no llega a los 40 años.
AE: Conocida en el pasado como «la tierra del oro», de Nubia partía una de las rutas comerciales más antiguas del mundo. Las falucas surcaban el Nilo por todo Egipto y llegaban hasta el Mediterráneo. Los nubios, constructores de pirámides, fueron una de las cunas de la civilización. Pero muchos de los pueblos entre la primera y la segunda catarata quedaron sumergidos cuando se construyó la presa de Asuán. Lejos ya de los tiempos de esplendor, los nubios han tenido que dispersarse para sobrevivir.
AE: Uno de ellos llegó a España hace casi 25 años.
AE: Hola, ¿Qué tal? Soy Amparo Estrada y esto es La Empresa de mi Vida, el podcast de las historias de vida que hay detrás de las empresas. En este capítulo, vamos a estar con Amuda Goueli, el cofundador de Destinia.
AE: Destinia es la primera agencia de viajes online española. La primera que se creó y la que marcó el camino del sector. Nació a principios de este siglo y acumula ya más de seis millones de clientes. Su viaje y el nuestro empieza en el corazón del desierto africano y termina, de momento, en la Gran Vìa de Madrid con estaciones en más de 95 países y doscientos millones de facturación al año.
AE: Amuda es nubio, eso significa que no es árabe, es africano. Tiene el pelo negro largo con tirabuzones y tez morena. Cuando le conoces, lo que más te llama la atención es su abierta sonrisa. De su infancia en un pueblo incomunicado surgió la necesidad de viajar.
AG: Crecí ahí, en una zona muy aislada, completamente aislada del mundo, donde la comunicación con el mundo exterior necesitas dos días de viaje o tres días. Nuestra infancia no es infancia, es madurez.
AE: Ahora que ya ha dado tantas vueltas al mundo, dice que su mejor viaje sigue siendo el primero.
AG: Mi viaje preferido: mi primer viaje. Salir del pueblo.
AE: Aunque más que un viaje fue una aventura. Era un niño cuando salió del pueblo con solo algo de comida para el camino.
AG: Tampoco es mucho, ¿no? porque no hay más.
AE: Tiene que andar varios días, de pueblo en pueblo, para llegar al tren. Pero, primero, hay que cruzar el Nilo.
AG: Nosotros le llamamos el mar. Hasta el día de hoy se llama mar. No se llama río porque es tan grande, tan ancho.
AE: En cada aldea por la que pasa encuentra un lecho y un plato de comida gratis.
AG: Es la mentalidad solidaria.
AE: Amuda es un crío y va sin padres ni hermanos, pero no está solo.
AG: Cuando se viaja, se viaja en grupo siempre. Nadie viaja solo.
AE: Tras más de dos días de camino llega a la estación. Y toca tirar de paciencia.
AG: Te metes tú dentro para hacer el viaje de vuelta. Pues te esperas ahí, dentro del tren 3, 4, 6 horas hasta que salga. No tienen horarios fijos. Tú sabes qué día sales, pero nunca sabes qué día llegarás.
AE: Fue el mejor viaje porque le permitió salir de la aldea.
AG: Cuando estaba ahí en mi juventud, lo odiaba. Te lo digo de verdad.
AE: Es difícil imaginar cómo vivían Amuda y su familia. Sin médicos ni hospitales. Sólo un curandero.
AG: Sobrevive el más fuerte si tienes algo malo en tu cuerpo es que no llegas a los 15 años, a lo largo de mi infancia murieron muchos amigos míos.
AE: Su padre salió del pueblo a los 15 años por el camino más rápido que había entonces.
AG: Mi padre estaba en el ejército inglés porque había un cuerpo de africanos de Kenia, Tanzania, de las colonias africanas. Ellos sólo cogían gente de color negro para que aguanten el calor, el desierto.
AE: Tras dejar el Ejército, el padre de Amuda entró a trabajar en El Cairo en una petrolera norteamericana.
AG: Ahí fue el cambio radical de mi padre.
AE: Aprendió del contacto con otras culturas y otros idiomas. Autodidacta, quiso algo mejor para sus hijos
AG: Se dio cuenta de que: «Mis hijos lo que tienen que hacer es estudiar».
AE: Y mandó a buscar al hermano mayor de Amuda. Quería traérselo a El Cairo
AG: Fuí el primer licenciado en toda la provincia.
AE: Después fueron otros dos hermanos.
AG: No había sitio en la habitación de mi padre.
AE: Uno salía, otro entraba.
AG: Tenía una cama, una colchoneta en el suelo. Nada más en la habitación.
AE: El momento de Amuda llegó cuando tenía 9 años. El Cairo fue un choque total.
AG: Fue un golpe muy fuerte, cambio cultural, cambio de las caras de la gente, no estoy acostumbrado a ver caras blancas todos los días. Hablan un idioma que no hablas.
AE: Al principio todo le asustaba.
AG: Lloraba por la noche: «Quiero volver al pueblo».
AE: Pero al mismo tiempo era maravilloso. La luz aparecía dando a un interruptor.
AG: Para nosotros la luz es soplar para apagar, pues tocar un botón era como magia.
AE: Los ascensores.
AG: Nunca lo olvido. Subir y bajar en ascensor. Era para mí… yo entraba a casas para subir, bajar, subir, bajar solo. Como parque de atracciones para mí.
AE: O las voces que salían de un aparato.
AG: Escuchar la radio. Eso me encantaba.
AE: El agua salía de un grifo. No había que ir hasta el río.
AG: Todo esto era un mundo mágico para mí los primeros meses.
AE: En El Cairo, Amuda va al cole por primera vez. El Gobierno de Nasser había convertido palacios en escuelas.
AG: A mí me tocó en el palacio del Duque de Para. Tenía un palacio precioso y me tocó la clase el primer año en la cocina.
AE: Pero también trabaja al salir de clase. Con nueve años.
AG: Salía del cole a las 12 y a trabajar. Trabajas en donde sea. Lo he hecho absolutamente todo, desde supermercados, llevar recuerdos, tiendas de flores, ayudante electricista, instalar antenas en tejados…
AE: Viendo ya las posibilidades de negocio.
AG: Hice el primer pacto como empresario con el cura, porque yo trabajaba en tiendas de flores, compraba el mayor, me llevaba a la tienda y repartía flores por oficinas, en la Iglesia.
AE: Amuda había visto en una película norteamericana que en las iglesias, cuando había una boda, se adornaba todo con flores. Y se le ocurrió hacer lo mismo.
AG: Qué chulo. Lo voy a ofrecer al cura. Si lo contratan se lo traigo yo, lo monto yo.
AE: Fue su primera empresa. Todavía no había cumplido los quince. Pero duró solo unos meses. La tienda de flores se dio cuenta del negocio y se quedó para ella el acuerdo con la iglesia.
AG: Entonces me quedé fuera de juego. Fue también la primera crisis que he tenido como emprendedor. Te quedas otra vez en la calle.
AE: De nuevo tuvo que buscar trabajos que le permitieran sobrevivir y terminó en un quiosco de periódicos y libros de segunda mano. Un empleo que acabó marcando su vida.
AG: Empecé a trabajar al salir del cole abría yo el quiosco hasta la tarde que llega el dueño, se queda a la tarde hasta la noche y vendía libros.
AE: Y empezó a leer.
AG: Hasta que cayó en mis manos un libro sobre la literatura española. De un escritor libanés.
AE: En ese libro se hablaba de Cervantes y despertó su curiosidad. Buscó 'El Quijote' por las librerías sin encontrarlo hasta que le dijeron que probara en el centro cultural español.
AG: Era un piso pequeñito donde había tres o cuatro españoles como mucho, dando clases de español.
AE: Para poder leer El Quijote se apuntó a clases de español. Tuvo suerte de que el curso no era caro, el equivalente a tres euros de ahora, y se lo podía permitir. Durante meses no entendía nada en las clases.
AG: ¿Me retiro como resto, abandono o sigo? Yo seguí. Y creo que fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. No rendirse.
AE: Al final, el centro cultural se convirtió casi en su casa.
AG: Voy a ir allí a hablar con un poco, con María Luisa, que me habla un poco de español, preguntando a Adrián qué significa esto, qué significa lo otro. No teníamos medios, teníamos una fotocopiadora ahí dentro con la tinta mala, sucia…
AE: Amuda y sus compañeros buscaban por todas partes libros y revistas en español para practicar y acabaron encontrándolos en un sitio inesperado: la embajada de la Unión Soviética los repartía gratis.
AG: Fuimos todos ahí a buscar este regalo gratis, todo lo que es gratis me apuntaba yo.
AE: Aunque, para recibirlos, había que apuntarse a las Juventudes Comunistas Internacionales.
AG: Yo no sabía qué es comunismo. No tenía ni idea de nada. Que me den la revista en español que yo me apunto.
AE: Aquello se quedó en anécdota, pero le sirvió para practicar español y conocer a los escritores rusos. Mientras, el padre de Amuda se había jubilado y había vuelto al pueblo cerca de Asuán. Sus hermanos ya se habían ido a trabajar fuera, así que Amuda se queda solo en el Cairo con quince años, pero sigue estudiando y llega a la universidad. Ingeniero industrial como quería su padre. La universidad le trae nuevos descubrimientos, pero también cosas menos luminosas…
SONIDOS MANIFESTACIONES EN EL CAIRO
AE: Estamos en los años noventa y en Egipto gobierna de forma dictatorial Hosni Mubarak. En la universidad de El Cairo hay algunas movilizaciones de estudiantes por la libertad de expresión. Pero siempre dentro del recinto.
AG: Nunca puedes cruzar la puerta y la universidad allí no es como aquí, hay un muro. Es como una cárcel grande.
AE: Hasta que un día, los manifestantes desbordan los muros de la universidad. Los estudiantes son perseguidos por la Policía y llueven los golpes. Finalmente, todo se calma y cada uno puede irse a su casa. O eso pensaban.
AG: Pero ellos lo tenían todo super controlado porque tenían gente trabajando en la universidad. Saben quién montó la manifestación, saben quiénes son los líderes.
SONIDOS DE DETENCIÓN / APORREO DE PUERTAS
AE: De madrugada, se escuchan golpes muy fuertes en la puerta. La Policía irrumpe en su casa.
AG: Se fueron por la noche uno a uno.
AE: Amuda es detenido. No puede hablar con nadie.
AG: Estar encarcelado porque quieres cambiar las cosas, nada más.
SONIDO REJAS
AE: Tres meses encarcelado y torturado.
AG: Le llaman ellos la 'fiesta'. Esa es la palabra, lo he escuchado yo. Le llaman la 'fiesta' porque se divierten.
AE: En todo ese tiempo su familia no supo nada de él, ni dónde estaba… ni si seguía vivo.
AG: En las torturas que te mueras, pues está muerto ya está, punto. Llaman a tus familiares, o en algunos casos ni llaman para que cojan el cuerpo. ¿Para qué? Porque les da pereza coger el teléfono y llamar.
AE: Pasó mucho dolor… y mucho miedo.
AG: Una etapa, la verdad, muy, muy dura. Hasta el día de hoy me afecta. Intento siempre evitarla, no hablar de ella. Pero te marca porque te marca el resto de tu vida. Sientes que… la maldad del ser humano…
AE: Eso no ha acabado.
AG: Esto sigue siendo en muchos países de esta zona. Hasta el día de hoy, o quizá peor que en mis tiempos al día de hoy, donde la vida humana no sirve para absolutamente nada, absolutamente nada.
AE: Unos meses muy difíciles. Lo peor del ser humano pero también lo mejor.
AG: En aquel momento era muy joven. Había gente mayor, bastante mayor que tú, con más experiencia, que te cuentan muchas cosas y, no lo niego, que me marcaron en la vida, pero a mejor, te dieron fortaleza. Te dan resistencia, que me está ayudando hasta el día de hoy.
AE: Cuando salió de la cárcel, Amuda escapó de Egipto y vino a España.
AG: La ventaja que tenía hablaba muy bien español, yo creo que mejor que ahora. Ya tenía amigos españoles, entendía la cultura, entonces eso fue la salida
SONIDO AVIÓN
AE: Nada más bajar del avión en Madrid se fue a conocer la Gran Vía.
AG: El Museo del Jamón. Hay tantas patas cruzadas para mí, tanto carne ¿cómo esta gente? Porque yo pensaba que son filetes.
AE: Todo era nuevo.
AG: Y luego fue el camarero. Ahí abriendo el grifo, sale cerveza. Para mí, esto fue: «En este país tienen tuberías por la calle enganchadas desde los bares hasta las fábricas de cerveza». Mi hija se parte de risa. Hasta el día de hoy. Estuve todo el primer viaje convencido que hay tuberías en la calle de cerveza. De la fábrica a los bares.
AE: Comenzó a estudiar cine, publicidad y diseño gráfico. Para vivir trabajaba de camarero en La Venencia, una taberna gaditana en Madrid, y de becario en una agencia de publicidad.
AE: Llegó otro momento clave en su vida. Un australiano que venía para tocar en la orquesta del Teatro Real le habla de algo que empezaba a moverse en Estados Unidos: Internet.
AG: Pensamos: «¿Por qué no hacemos una página web?» Creamos la primera página web sobre música clásica que es clasicweb.com
AG: Empezamos a hacer páginas webs por amor al arte, porque nos gusta. Una web detrás de la otra, una web detrás de la otra, de cosas que pueda ayudar a la gente. Por ejemplo, guía de hoteles, guía de campings, recetas de comida… Sin ganar absolutamente nada de dinero.
AE: Hasta que una agencia de publicidad decide incluir un anuncio en sus páginas web.
AG: Empezamos a dedicarnos 100%, cuerpo y alma.
AE: Ian y Amuda trabajan en una buhardilla de 30 metros cuadrados, con una caja de madera recogida de la calle como mesa de trabajo, y un ordenador regalado por Jose, uno de los camareros de 'La Venencia'.
AG: Era nuestra mesa de trabajar. Teníamos el ordenador encima y trabajando los dos hasta que llegaba un momento y dormíamos encima del teclado a la madrugada.
AE: Amuda aprende por su cuenta a programar en Internet.
AG: Nadie conocía internet. Si alguien tiene un correo electrónico era ya… es el genio aquellos años.
AE: Quiere hacer cosas nuevas, distintas.
AG: Empecé a pensar que tenemos que hacer las cosas diferentes. hacemos muchas cosas más adelantados que del tiempo.
AE: Y se inventa una especie de Facebook antes de Facebook
AG: Cogí los nombres de todos los pueblos de España. Tecleándolos uno por uno, todos los pueblos. Y genere un programa que es automático, la web se llama Foros de España. Cada pueblo tiene un foro personal.
AE: En este foro, la gente empieza a buscar su pueblo y a dejar comentarios. Tenía audiencias impresionantes hasta que llegó el tropezón porque alguien dice algo inapropiado.
AG: Un día un chaval escribió «Yo conozco un fulanito dueño del bar que está liado con la señorita tal». Empieza una guerra civil dentro del pueblo, dentro del foro, todos con nombres falsos insultandose uno al otro.
AE: Uno de los vecinos pone una denuncia contra el foro ante la Guardia Civil.
AG: Cerré todo el foro. Una pena, una pena porque fue una cosa novedosa.
AE: En aquellos años, casi nadie entendía qué era Internet. Como el dueño de un hostal que Amuda había incluido en su guía de hoteles.
AG: Alguien le dijo:, «Oye, el hotel está en internet?, pues la palabra internet para el señor es porno porque un amigo le dijo que es cosas de porno.
AE: Otra denuncia ante la Guardia Civil. Pero ahora ya sabía cómo reaccionar.
AG: Ya aprendí con la primera, cometí el mismo error, no lo voy a cometer otra vez. Mire, le dije: «Yo quito el hotel, pero no voy a cerrar la web». Esta web es la que nos cambió la vida después.
AE: Porque esa humilde guía de hoteles fue el origen de 'Destinia', la primera agencia online de viajes en España. Ian y Amuda la fundaron hace unos veinte años.
AG: Nosotros nunca fuimos al negocio. El negocio nos vino a nosotros siempre. Nosotros hacemos cosas que nos gustan o para ayudar a los demás. Cuando haces algo para el bien, siempre funciona.
AE: Estamos en la Gran Vía madrileña, en el corazón de la capital. Para llegar a las oficinas centrales de 'Destinia' entras por un portal muy pequeño que te lleva a unas escaleras de madera antigua. Las oficinas, que ocupan varias plantas, son totalmente funcionales, con mesas largas blancas y decenas de personas con ordenadores. Y escondida en la última planta hay una terraza de mosaicos desde la que se vislumbran los tejados de Madrid. A este edificio de principios del siglo XX llegó, casi cien años después, una agencia innovadora, que siempre ha ido por delante con sus propuestas. Con la información como punto de partida.
AG: Me dije: «Dónde puedo encontrar las ideas?, en los periódicos». ¡Ah! Soy amante de leer el periódico en papel. toda mi vida. Desde pequeño me acostumbré. Desde el quiosco.
AE: El persistente poder de la prensa de papel.
AG: Yo leía hasta los anuncios en los periódicos. Leía absolutamente todo en un periódico. Y muchas veces me ha dado muchísimas ideas. Cuanta más información tienes, más poder tienes.
AE: Como los viajes espaciales que ofreció en España tras leer en el periódico que una empresa norteamericana iba a salir al espacio.
AG: Empecé a buscarla por todos lados. Me costó días, pero lo he conseguido llamar: Quiero vender viajes al espacio, que no, no les hace falta, que quiero vender. Al final firmamos un contrato de colaboración.
AE: Una propuesta que llamó tanto la atención que les sirvió de campaña publicitaria, aunque hasta el momento nadie ha contratado un viaje tan especial.
AG: Si alguien quiere, yo encantado. Le llevo al espacio.
AE: O la garantía de que te devuelven el dinero si vas a la playa y llueve. La compañía de seguros alucinaba cuando se lo planteó.
AG: Yo te doy un euro por cada reserva y tú me garantizas que si llueve en esta playa, tú le devuelves el dinero al cliente. Se partían de risa: Pero estás loco.
AE: Amuda insistió.
AG: Vosotros hacéis vuestra cuenta. Si sale rentable, la hacemos.
AE: Y salió. Y lo hicieron. Y el resto lo copió.
AG: Si a la gente le gusta, te apoya. Serás el número uno. Si no das un valor añadido, ya no sirves para nada.
AE: En el mundo tecnológico nunca te puedes quedar parado.
AG: Un chaval está en la India o está en Tailandia puede hacer un invento y hace competencia a largo plazo con una empresa número uno.
AE: Amuda levantó a pulmón una empresa que ahora tiene 200 trabajadores
AG: Yo soy extranjero aquí. Tenemos un látigo por detrás. No puedes mirar atrás. No puedes pedir apoyo a nadie porque no tienes a nadie. Entonces era ir hacia adelante. Es que ni me pasaba por mi cabeza entrar a un banco y decir: «¿Quiero un crédito?» Me van a dar una patada.
AE: Muchos viajes desde entonces.
AG: Después de tantos años. Al día de hoy ya no me sorprende absolutamente nada, es una cosa… una desgracia.
AE: Amuda no sabe cuándo nació. En su pueblo no había registro. Todo era de palabra: bodas, nacimientos…
AG: Me gustaría saber en qué día nací yo.
AE: Una situación que provoca un sinfín de paradojas. Como la de su madre.
AG: Tenemos que presentarnos frente al juez y juramos que es nuestra madre.
AE: Porque querían sacarle el pasaporte para que se fuera a vivir con uno de los hijos tras morir el padre.
AG: Descubrimos que no tiene ni partida de nacimiento, ni tiene papeles de matrimonio con mi padre, porque todo son palabras.
AE: Para eso hay que empezar por el principio: fijar una fecha de nacimiento.
AG: Ahí el médico de aquellos años le mira, abre la boca, le mira los dientes, cosas así. Tampoco… ni análisis ni nada. Y le dio una edad. Y lo divertido es que le dio una edad más joven que mi hermana. Según los papeles, mi hermana es mayor que mi madre.
AE: Amuda no sabe cuándo nació pero sí sabe a dónde pertenece.
AG: Soy nubio. Soy español, soy europeo. ¿Por qué no puedo tener todo?, si yo tengo mi cultura nubia, que tiene unas cosas de verdad maravillosas. Siempre intento transmitirlo a mis hijos, una cosa que muy valiosas, pero también la española tiene unas cosas mucho mejor que mi cultura. Muy valiosas.
AE: Aunque lleva décadas en España y llegó con la carrera de ingeniería industrial hecha, muchos le siguen viendo como inmigrante.
AG: Nadie te quita esta etiqueta. Hasta el día de hoy, porque eres inmigrante, serás inmigrante para siempre.
AE: Sabe lo que es el racismo.
AG: ¿Quién es el racista? El racista normalmente es una persona inculta con miedo y una persona que no tiene seguridad en sí mismo porque tiene miedo de ser el último. A mí, la verdad, me dan pena.
AE: Lo ha sufrido.
AG: El peor racismo ha sido en Egipto. Muchísimo. No olvides que somos de la parte africana de Egipto. Vale, entonces en teoría somos ciudadanos de segunda categoría.
SONIDO RESCATES DE INMIGRANTES EN EL MEDITERRÁNEO
AG: He tenido suerte que he venido antes.
AE: Amuda llegó en avión, en un vuelo regular con un billete pagado por un amigo. Es consciente de que tuvo suerte, si no hubiera podido venir en avión estaría ahora arriesgando su vida en una patera como los miles que la pierden cada año en el Mediterráneo en busca de un mundo mejor para ellos.
AG: Ni lo dudo, ni lo dudo. Voy a hacer todo lo posible para salir de ahí, porque es duro. No tienes derecho a vivir en estos países. No hay esperanza. No, no tienes derecho ni a soñar. La única salida es huyendo de ahí.
AE: Por razones económicas.
AG: Tienes de todo, tienes hambrunas que vienen en el camino, tienes sequías, que ya se está notando.
AE: O por buscar la libertad.
AG: Le añades a esto dictaduras en estos países o le añades que los medios de comunicación del día de hoy están llegando hasta el último pueblo de África. Se piensa que muchos vienen aquí para ganar la vida. ¡No, no, no, no, no, no, no, no! Simplemente para ser libres.
AE: Eso hizo él. Y asegura que la inmigración no se puede parar.
AG: Contra la inmigración, nadie, a lo largo de la historia, ha conseguido pararla. Nadie, ningún país del mundo, desde el muro de Adriano, el muro de la muralla China, nadie pudo parar una migración. Eso es un tsunami, va a pasar.
AE: Aunque se pongan barreras.
AG: En toda África, hay guerras y dictaduras que no os llegan en Occidente. Cuanto menos sabemos de ellas, mejor. Pero esto va a explotar. Tarde o temprano va a afectar a todos aquí. O hay que asumirlo.
AE: Amuda salió de una aldea donde no había luz ni agua corriente. Desde entonces ha recorrido el mundo .
AG: Muchísimos… No tengo la cifra exacta, pero de todos los continentes del mundo me quedan pocos.
AE: Tantos viajes también tienen una contrapartida.
AG: Perdí el encanto de la sorpresa.
AE: Pero siempre hay un destino predilecto.
AG: A mí me gusta África.
AE: Las personas que conoces marcan tu viaje.
AG: Es el contacto humano. Ese es el que marcará la diferencia. Bueno, es lo que he aprendido yo después de tantos años. Un país, un destino, es tan bonito o menos bonito por su gente.
AE: Tal vez fuera inevitable que la empresa de Amuda fuera una relacionada con los viajes.
AG: Todos somos turistas, pero ninguno de nosotros quiere ser turista. Pero hay que aceptarlo como es. Cuando sales de tu casa, eres turista.
AE: España le dio la plataforma del turismo.
AG: Para mí es el petróleo de España.
AE: Una potencia turística, que ha cuidado su cantera como en el fútbol.
AG: Muchas cadenas de hoteles, grandes empresas, son directivos españoles.
AE: Sobre ese afán por conocer otros lugares y otras gentes, Amuda ha construido su futuro. Una agencia presente en 95 países. Con un lema:
AG: Cuando haces algo para el bien, siempre funciona.
AE: 'Destinia', claro, fue su destino.
AG: Nosotros nunca fuimos al negocio. El negocio nos vino a nosotros, siempre.
AE: Pero había que estar allí para verlo venir. Nos despedimos de Amuda y de su pueblo en el desierto, pero nos quedamos con su ejemplo de lucha y de entusiasmo por la vida y por el trabajo. Por hacer cosas nuevas y distintas.
AE: Este ha sido un episodio más de 'LA EMPRESA DE MI VIDA', nuestro podcast de historias empresariales, donde contamos las vidas que hay detrás de los negocios.
CARLOS G. FERNÁNDEZ: 'La empresa de mi vida' es un podcast escrito y narrado por Amparo Estrada. La edición es de Carlos G. Fernández y Luis Gómez Cerezo. Iñigo Martin Ciordia hace la producción técnica y Rodrigo Ortiz de Zárate la mezcla final. La coordinación general es de Andrea Morán. José Ángel Esteban es el productor ejecutivo.

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