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Fuera del Radar | T5

Cuando el límite no es el final

Se estima que un 6% de la población es adicta al sexo. En este episodio conocemos a Daniel y la historia de su profunda caída en el abismo del masoquismo

Transcripción

FUERA DEL RADAR | SADOMASOQUISTA

CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: ¿Qué tal? Bienvenidos y bienvenidas a nuestras historias.

CGF: Esta historia es una batalla. Una guerra personal, íntima, con desafíos que no se encuentran en un único lugar… no ocurre en una única ciudad, en un bar, una casa, una discoteca o una calle concreta.

DANIEL CLADELLAS: La adicción al sexo la tienes dentro de la cabeza. Yo tengo que ir con mucho cuidado con lo que pienso.

CGF: Adicción. Una lucha contra ti mismo. Una obsesión que te acompaña a todas partes.

DC: El adicto cada vez necesita subir un peldaño más.

CGF: La búsqueda obsesiva del placer puede convertirse en una espiral autodestructiva con un único objetivo: satisfacer hasta la última de las fantasías, el último de los excesos.

DC: Cada vez la fantasía era más degenerada, ya eran fantasías que ya no eran reales, porque si las practicaba acabaría en un hospital.

CGF: En los años 80, Daniel Cladellas comenzó un ascenso acelerado por una empinadísima pendiente de sexo y drogas.

DC: El adicto al sexo empieza mucho con la pornografía…

CGF: Él dio un paso más…

DC: …yo empecé más bestia, yo empecé a lo real. Yo hacía conductas de tríos, orgías. Me iba al bosque desnudo por si aparecía alguien, osea: cosas muy de loco.

CGF: Pero todo lo que sube… Su caída le condujo al sadomasoquismo más extremo.

DC: Mi fantasía más grande, la que me daba más placer y la que me daba más subidón de adrenalina era estar con un grupo de skins que me humillase y me pegase. ¡Fíjate, hasta dónde llega la locura!

CGF: Los que han vivido ese delirio aseguran que solo tiene tres resultados posibles.

DC: Son cárceles, porque haces cosas ilegales, manicomios porque te vuelves loco o la muerte.

CGF: Buscar un placer extremo te puede costar la vida…. y surgen preguntas: ¿cómo se llega a ese punto?

DC: El problema de la adicción es que entras en un estado de placer tan grande, que no percibes el peligro.

CGF: ¿Cómo se pelea contra una adicción que ni siquiera puedes detectar?

DC: Yo no me veía adicto al sexo. Yo me veía un adolescente que estaba disfrutando de la vida.

CGF: ¿Qué le ocurre a uno cuando su identidad se desvanece?

DC: Hay un vacío enorme dentro de ti. Un sentimiento de vergüenza enorme. Un sentimiento de culpabilidad increíble. Miedo, mucho miedo.

CGF: Daniel necesitaba cumplir sus deseos más extremos, aunque estos le acercasen a su propia muerte…

DC: Y lo intenté buscar, lo intenté buscar y una vez lo encontré.

CGF: Ahora tiene 54 años y para llegar hasta aquí ha tenido que cruzar un camino tortuoso marcado por los excesos. Hoy vive siempre al filo, sabe que no recaer en las adicciones es una lucha diaria.

DC: La enfermedad la llevo dentro, forma parte de mí.

CABECERA - FUERA DEL RADAR: HISTORIAS MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA.

EN ESTE EPISODIO: CUANDO EL LÍMITE NO ES EL FINAL

CGF: Una enfermedad, dice Daniel. Una locura, también la llama así. Y una condena. El placer y el dolor permanentemente entrelazados.

DC: Fabriqué en mi cerebro una conexión de que cuanta más humillación y cuanto más dolor, más placer tenía.

CGF: Hasta llegar a un momento culminante…

DC: Quedé en un sitio. Me dijeron: «Sígueme». Lo seguí. Me llevó a un descampado y vinieron… que no los vi.

CGF: …en el que el dolor activaba la mente y el deseo de Daniel…

DC: Vinieron tres más y entonces me empujó y me empezaron a patear.

CGF: Esos que una noche le patearon formaban parte de una banda de Skinheads, violentos y agresivos, con lo que Daniel se había citado para esa rutina de sexo y dolor. Pero antes, hasta llegar a momentos como este, el viaje de Daniel ha tenido estaciones, idas y vueltas, una historia retorcida y compleja que cuenta Luigi Gómez.

LG: La historia de adicción de Daniel empieza en la niñez, cuando sufrió una agresión sexual. Fue cuando tenía tan solo 8 años… un desconocido lo abordó en la calle y lo secuestró con engaños.

DC: Pasó un motorista y dijo: «¿A dónde vais?» y tal? y digo: «Vamos aquí», «¡Ah!, pues yo os llevo pero solo puedo llevar a uno». Y yo me subí a la moto.

LG: Aquel motorista abusó de su diferencia de edad…

DC: Me dijo: «Mira, yo soy médico y te ha picado un bicho» y entonces me empezó a tocar y yo pensaba que era un médico.

LG: De aquello consiguió escapar.

DC: Pero a los 12 o 13 años, cuando empecé con la masturbación, me empecé a acordar de esto yo. Hubo un engaño, hubo una humillación.

LG: Fue la primera vez que Daniel ligó la sensación de humillación al sexo, en un lazo que le acompañaría toda la vida.

DC: Me acuerdo de que él me insultó, no me forzó. Menos mal. Pero esa situación a mí me causó mucha vergüenza y mucha culpabilidad y la borré de mi mente.

LG: Aquel abuso sexual permaneció alojado en un lugar oculto de su memoria. Se convertiría en la semilla de su asociación entre el placer y la humillación.

DC: Mis mastubaciones primeras eran pensando en esto, en este hombre que me había usado.

LG: Daniel fue educado en un mundo cerrado, en el seno de Los Testigos de Jehová.

DC: Yo creía firmemente en lo que me enseñaron porque nací ahí dentro y a los 13 o 12 años me di cuenta de que mi orientación sexual era hacia los chicos.

LG: Una visión tan conservadora como la de esa fe religiosa jamás pudo comprender su orientación sexual. Ese rechazo fue determinante para él.

DC: Resulta que viví esa situación con mucho culpabilidad porque a mí me condenaban por ser homosexual.

LG: Pero Daniel decidió no reprimirse.

DC: Pensé: «Paso de todo, voy a disfrutar de la vida como sea». Yo exploté sexualmente pero como un adolescente.

LG: Y empezó a llevar una doble vida…

DC: Y allí me descubrieron.

LG: Los Testigos de Jehová tomaron cartas en el asunto.

DC: Cuando me descubrieron me hicieron un comité judicial. Se llamaban hermanos, se reúnen y te preguntan si te arrepientes. Y yo les dije que no, que yo quería seguir en las creencias porque yo creía en eso pero que no me arrepentía y entonces decidieron expulsarme. Cuando te expulsan de los testigos de Jehová te niegan el saludo, te apartan de todo para que así te arrepientas.

LG: Con su familia, tampoco sus deseos estaban bien vistos…

DC: Yo tuve un contacto sexual con una persona y lo pasé muy mal, sufrí muchísimo con ello. Me acuerdo de que mi padre, en cierta manera, se enteró y me dio un bofetón súper fuerte y ese bofetón para mí fue como el bofetón de Dios.

LG: Rechazado por su iglesia y su familia Daniel decidió seguir con su vida… se mudó a los 18 años a Sitges, en Cataluña, y comenzó a vivir su sexualidad al límite.

DC: Hay mucho ambiente gay y ahí conocí mucha gente, la noche…

LG: Asumió su identidad sexual con plenitud.

DC: Hice el amor por primera vez con una persona y fue una pasada. Y ahí yo dije: «Yo quiero esto».

LG: En libertad…

DC: Empecé a conocer extranjeros y tuve muchas relaciones sexuales con muchos hombres.

LG: Y dio un paso más.

DC: Luego conocí las drogas y sustituí más lo que era el sexo por las drogas. Yo, cuando tenía ganas de consumir, no iba pensando que iba a hacer sexo.

LG: Encontró trabajo en una discoteca, el escenario perfecto donde encontrar drogas sintéticas. Y muy pronto…

DC: Me empecé a dar cuenta de que tenía un problema porque ya veía que me estaba metiendo muchas drogas, que ya me costaba para.

LG: Y no paró.

DC: Empecé a darme cuenta de que ya mentía, ya manipulaba. Ya robaba para poder seguir drogado.

LG: Llegó al punto de prostituirse en los baños públicos para comprarlas.

DC: Utilizaba mi cuerpo para utilizar más sustancias. Yo me acuerdo de que me iba a los baños de la estación de Sitges, que había folleteo allí. Sin haber dormido, hecho una mierda. Sin un puto duro. Iba allí.

LG: Cuando una vida cae hasta el fondo no lo hace una única vez. Lo hace varias veces, como si fuera una pelota que rebota. Pero en la memoria siempre queda un pasaje, algo que enciende las alarmas.

DC: Me acuerdo de que estaba en una sauna y compré un montón, y de lo que compré la mitad me lo comí. Y estaba a punto de desmayarme y cuando notaba que tenía un poco más de conciencia, me tomaba otra pastilla. No podía ni moverme casi.

LG: En ese momento, Daniel fue consciente de haber tocado fondo y decidió pedir auxilio. Consiguió parar el consumo de drogas con ayuda de grupos y especialistas. Pero quedaba otra tarea pendiente: hacerle frente a una nueva adicción.

DC: Yo lo del sexo no lo veía como un problema entoncess. Empecé a tontear un poco con el sadomaso, con la humillación… pero no a lo bestia, ¿sabes? Los juegos típicos que suele hacer la gente cuando empieza con esto, ¿no?

LG: Se refiere a dinámicas muy concretas, iniciáticas. Prácticas como el bondage o el fisting.

DC: Meterse el puño por el ano y hasta el orinarse. Hay tantas cosas y normalmente el adicto siempre encuentra una que es la favorita y de ahí van saliendo más cosas.

LG: Aquello se convirtió en una dependencia y una adicción se transformó en otra. Fue un proceso gradual, un desliz continuo.

DC: Hay mucha gente que bebe y no es alcohólica, hay mucha gente que toma drogas y no es adicta. Pero justamente la adicción al sadomaso es muy fácil que te enganches. Y luego ya no tienes placer con una relación sexual normal, sana.

LG: Para Daniel el problema con la adicción no tiene nada que ver con una cuestión moral.

DC: No hay nada de malo por hacer orgías, por meterte a un cuarto oscuro, por ir a la sauna. Yo no veo nada de malo, siempre y cuando no te hagas daño a ti y no hagas daño a la otra persona.

LG: El problema es otro…

DC: La adicción es una cuestión que entras en compulsión, en obsesión. Tu mundo se fija en todo eso, es una burbuja…

LG: El sexo y las drogas son un cóctel que se combinaba con otro tipo de ingredientes.

DC: Baja autoestima, negación, depresión, resentimiento. Tienes un vacío enorme porque hay un montón de carencias, sobre todo afectiva porque la adicción al sexo es tan carnal que no hay amor.

LG: Y al final: un bucle infinito.

DC: ¿Cómo tapas ese dolor? La única forma que has aprendido, es con más sexo, y cada vez más.

LG: Aunque a finales de los años 80 en España, ya abunda la información en torno al SIDA, la concienciación era escasa. Las noticias llegaban de Estados Unidos, donde el contagio parecía mucho más peligroso. Daniel recuerda que prefirió ignorar el peligro hasta que el VIH se interpuso en su camino:

DC: Y lo que sí que pasó, es que en un momento de estos que no controlas el peligro, no utilizas preservativo. Ahí cogí los anticuerpos.

LG: Cuando se hizo las pruebas, le confirmaron que era seropositivo…

DC: Entonces ahí es cuando pensé que no iba a vivir porque la gente moría, vivía meses. Entonces pensé: «Ostras, vienen las olimpiadas, no los voy a ver. Están construyendo estos túneles para llegar a Sitges, no los voy a ver». Siempre pensando que mi vida era de 3 a 6 meses.

LG: Una cuenta atrás que lo transformó todo…

DC: ¿Qué pasó? Pues que viví con mucha más intensidad y me volví mucho más loco.

CARLOS G. FERNÁNDEZ: Daniel había dejado las drogas dos años antes, pero su adicción al sexo extremo cada vez era mayor.

DC: Fabriqué en mi cerebro una conexión de que cuanta más humillación y cuanto más dolor, más placer tenía.

CGF: Aquella conexión, le atraía de una manera irrefrenable.

DC: Lo que me daba más placer y lo que me daba más subidón de adrenalina era estar con un grupo de skins que me humillase y me pegase. Fíjate, hasta donde llega la locura.

CGF: El dolor activaba la mente de Daniel. Y la mente le pedía más.

DC: Quedé en un sitio. Me dijo: «Sígueme». Lo seguí. Me llevó a un descampado y vinieron… que no los vi. Vinieron tres más y entonces me empujo y me empezaron a patear.

CGF: Uno nunca sabe cómo va a reaccionar en una situación como esa. Y de algún lugar de la memoria, sale a flote lo más profundo…

DC: A mi hay una cosa de los testigos de Jehová que me quedó mucho. A mí me dijeron que Dios se llama Jehová o Yavé, y en ese momento se me ocurrió chillar: «Jehová, ayúdame». Y cuando dije eso, los cuatro, porque eran cuatro, de golpe se apartaron.

Tuve unos segundos para levantarme y salir corriendo, que iba medio cojo porque me dieron en la rodilla ¿vale? Y los veía lejos porque ellos se quedaron como ahí. Yo iba hacia ellos otra vez. Y en ese momento, porque era un descampado había un señor con un perrito lejos y lo había visto todo. Y cuando vio que retrocedía me dice: «No seas burro, corre, corre» y seguí corriendo.

CGF: Volvemos después de la pausa.

PAUSA

CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: La vida de Daniel, el protagonista de esta historia, giraba en torno a su adicción al sexo, al masoquismo, y aquella noche, en aquel descampado, su historia alcanzó un climax. En aquel encuentro podía haber muerto… y pese a todo…

DANIEL CLADELLAS: Fíjate como tenía la mente de loca que dije tengo que ir a buscarlos y pedirles perdón. Pero lo que quería era volver a encontrármelos. Y salí a buscarlos y no los encontré. Salí a buscarlos cojo, yo iba cojo y no los encontré.

CGF: Su adicción estaba descontrolada.

DC: ¿Quién me dice a mí que no me daban una patada en la cabeza y no acababa parapléjico o muerto? Y aun así yo no lo veía y quería volver.

CGF: Sigue contando la historia, Luigi Gómez.

LUIGI GÓMEZ: Después de aquel episodio Daniel, magullado y deprimido, trató de sobreponerse.

DC: Una vergüenza de lo que había hecho… ¿cómo es posible que tenga placer con esto?

LG: Durante los siguientes años intentó desengancharse de aquella poderosa adicción sin sustancia... Recurría a los grupos de ayuda y a las terapias…

DC: Puse buena voluntad en hacer un programa, buena voluntad en pedir ayuda y sobre todo honestidad.

LG: Un camino que requería constancia. Un camino repleto de baches y pasos atrás.

DC: Pasaron unos cuatro años hasta que pude pararlo, recayendo cada dos, tres meses, seis meses… Por eso digo que esta adicción tiene tanta fuerza. Con las drogas tú vas a buscar un camello, con el alcohol vas a un bar pero la adicción al sexo la tienes dentro de la cabeza.

LG: La última recaída de Daniel sucedió hace una década.

DC: Recaí con un chapero con humillación. y ahí ya lo perdí todo. Y lo había perdido de golpe y porrazo y volver a salir hacia adelante con todo ese dolor es horroroso. Osea no tienes ganas de vivir.

LG: El recuento de los días limpios podía ser borrado en un instante de debilidad.

DC: El adicto al sexo cuando está en activo, y deja su enfermedad libre y suelta, no es que pierda la conciencia total de la realidad.

LG: Pasas al otro lado.

DC: Entras en negación y minimizas el problema.

LG: Un lado extraño, un engaño que no funciona…

DC: Pero no somos locos, no somos psicópatas. La conciencia siempre está ahí.

LG: Las subidas y bajadas fueron incesantes pero Daniel, finalmente, logró sobreponerse. Y ocurrió algo que no esperaba…

DC: Yo llevaba seis meses limpio. Y conocí a varias personas y una de ellas fue este chico.

LG: El amor. Alguien diferente. Una promesa de estabilidad.

DC: Una energía, su mirada, algo especial había allí cuando lo vi, que me atrajo muchísimo.

LG: No fue fácil. Tocaba aprender de cero

DC: A mí me dio mucho miedo, porque claro, yo no sé tener relaciones sexuales con una persona. No sabía. Sabía excitarme con la humillación, no con una persona que conocía.

LG: Todavía recuerda perfectamente el primer beso…

DC: Yo no me excité, pero sentí algo precioso y dije: «Este es el camino». He de conocer a esa persona. Le expliqué todo, él lo entendió bien y tuve la primera relación sexual cuando llevaba tres meses con él. Y realmente, sinceramente, no lo disfruté.

LG: Tuvieron que pasar tres años para que Daniel se sintiera preparado, para que pudiera tener pareja. Fue una tarea interior.

DC: Reconstruyendo esa parte del cerebro con cosas bonitas y con el amor disfruté plenamente estando con él y sentí placer sintiéndome amado, no humillado ni insultado. Sintiéndome amado. Para mí fue maravilloso. En ese momento descubrí ya cómo tenía que hacerlo y fui a la cocina y me puse a llorar.

LG: De esta forma, Daniel pudo apartarse de su adicción, comenzar a revisar su pasado y desarrollar una sabiduría que le ayudaría a resistir cada día la tentación del placer sadomasoquista. Ahora es otro…

DC: Y el resultado es que ahora llevo ya diez años con él, casado cuatro años con él y estoy teniendo una vida preciosa, con sus altos y sus bajos como todas las parejas, lleno de amor, felicidad y alegría.

LG: A pesar de haber conseguido una vida estable y limpia de adicciones, Daniel sabe que la tentación puede aparecer de nuevo en cualquier momento.

DC: Tú te mantienes limpio, pero eso no quiere decir que se te han ido las ganas. La adicción siempre está dentro, está dormida y hay días que está más despierta.

LG: Una tarde cualquiera, en un cruce, en un paseo...

DC: Yo iba con mi marido por la calle, ¿vale? Y yo lo veo precioso, tiene unos ojos preciosos, me encanta su mirada y es un amor. Y pasó un tío tipo skin cutre, oscuro, oscuro y se me quedó mirando todo el rato y yo sentí que me quería usar.

LG: No giró la cabeza. Por respeto a su pareja.

DC: Y cuando pasó de largo… miro a mi pareja y te aseguro que lo vi feo, se lo dije esto, lo vi gordo y tenía unas ganas de apartarme de él que no te puedes ni imaginar

LG: Mirando atrás, Daniel sabe que todo pasa por dominar una lucha interna..

DC: Como dos lobos. Un lobo negro que era la enfermedad, que quería sexo, quería vicio, quería incluso baja autoestima, negación, depresión, resentimiento. Y luego estaba el lobo de la recuperación, que es mi familia, que son los grupos, que es el amor a la vida, que es cuidarme... Uno de los dos va a ganar. ¿Cuál va a ganar de los dos? el que más alimente yo.

CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: Daniel está limpio. Desde hace una década se mantiene alejado de su adicción. Ahora también ayuda a otras personas que están pasando por los mismos problemas.

DC: Casi cada día me llama alguien para pedir ayuda y tengo un contacto. Cuando yo rescato a otros, si quieren ser rescatados, ellos me rescatan a mí. Tengo una responsabilidad. Si los demás quieren, tengo que ayudar a los demás.

CGF: No es tarea fácil pero él conoce la ruta…

DC: Tengo que intentar sacarlo de esa culpabilidad porque sé lo que es. Y si está en un sistema de negación muy grande, tengo que abrirle más los ojos para que sea consciente. Pero lo que siento es que cada persona es diferente.

CGF: Sabe qué decir, cómo decirlo. Apunta a una cierta normalidad como meta.

DC: Cuando sales de este mundo, encuentras otro maravilloso que no veías tu perspectiva de vida es maravillosa.

CGF: Desde que tiene 20 años, además, Daniel mantiene a raya el VIH y los tratamientos de última generación le salvan la vida. Se considera un afortunado.

DC: He visto mucha gente morir, tengo el gran privilegio de que no me he muerto. Para mi la vida es tan importante, cada momento es tan importante, tan intenso y tan importante como el que vivimos tú y yo ahora. Irrepetible y único.

CGF: Gracias, Daniel, por compartir tu historia. Hasta aquí. Esta es una más de las historias de Fuera del Radar, un podcast narrativo que se mueve más allá de la noticia. Gracias a Doménico Chiappe por realizar esta entrevista. Soy Carlos García Fernández. Gracias por escuchar.

Jueves, 2 de mayo 2024, 00:56

«Si eres alcohólico vas a un bar, si eres adicto al juego a un casino, pero con la adicción al sexo no. La adicción al sexo está en tu cabeza». ¿Cómo escapar a la tentación cuando tu adicción vive en tu mente? Un muy ... joven Daniel Cladellas desarrolló en su cabeza una relación entre sexualidad y humillación que terminaría por acercarle peligrosamente a la muerte. Sus fantasías sexuales comenzaron a ser tan extremas que se volvieron irrealizables, ya que en caso de cumplirlas Daniel terminaría en el hospital. Esta es la historia de dos lobos combatiendo en el interior de una persona, luchando por hacerse con el poder: un lobo negro, repleto de resentimiento y depresión y un lobo blanco representado por la recuperación y el amor a la vida. Solo ganará el lobo al que nuestro protagonista decida alimentar.

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Créditos

  • Entrevista de Doménico Chiappe

  • Coordinación y edición Luigi Gómez y Carlos G. Fernández

  • Producción técnica Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Ilustraciones Raúl Canales

  • Dirección y producción ejecutiva José Ángel Esteban

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Fuera del Radar | T5

Cuando el límite no es el final

FUERA DEL RADAR | SADOMASOQUISTA
CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: ¿Qué tal? Bienvenidos y bienvenidas a nuestras historias.
CGF: Esta historia es una batalla. Una guerra personal, íntima, con desafíos que no se encuentran en un único lugar… no ocurre en una única ciudad, en un bar, una casa, una discoteca o una calle concreta.
DANIEL CLADELLAS: La adicción al sexo la tienes dentro de la cabeza. Yo tengo que ir con mucho cuidado con lo que pienso.
CGF: Adicción. Una lucha contra ti mismo. Una obsesión que te acompaña a todas partes.
DC: El adicto cada vez necesita subir un peldaño más.
CGF: La búsqueda obsesiva del placer puede convertirse en una espiral autodestructiva con un único objetivo: satisfacer hasta la última de las fantasías, el último de los excesos.
DC: Cada vez la fantasía era más degenerada, ya eran fantasías que ya no eran reales, porque si las practicaba acabaría en un hospital.
CGF: En los años 80, Daniel Cladellas comenzó un ascenso acelerado por una empinadísima pendiente de sexo y drogas.
DC: El adicto al sexo empieza mucho con la pornografía…
CGF: Él dio un paso más…
DC: …yo empecé más bestia, yo empecé a lo real. Yo hacía conductas de tríos, orgías. Me iba al bosque desnudo por si aparecía alguien, osea: cosas muy de loco.
CGF: Pero todo lo que sube… Su caída le condujo al sadomasoquismo más extremo.
DC: Mi fantasía más grande, la que me daba más placer y la que me daba más subidón de adrenalina era estar con un grupo de skins que me humillase y me pegase. ¡Fíjate, hasta dónde llega la locura!
CGF: Los que han vivido ese delirio aseguran que solo tiene tres resultados posibles.
DC: Son cárceles, porque haces cosas ilegales, manicomios porque te vuelves loco o la muerte.
CGF: Buscar un placer extremo te puede costar la vida…. y surgen preguntas: ¿cómo se llega a ese punto?
DC: El problema de la adicción es que entras en un estado de placer tan grande, que no percibes el peligro.
CGF: ¿Cómo se pelea contra una adicción que ni siquiera puedes detectar?
DC: Yo no me veía adicto al sexo. Yo me veía un adolescente que estaba disfrutando de la vida.
CGF: ¿Qué le ocurre a uno cuando su identidad se desvanece?
DC: Hay un vacío enorme dentro de ti. Un sentimiento de vergüenza enorme. Un sentimiento de culpabilidad increíble. Miedo, mucho miedo.
CGF: Daniel necesitaba cumplir sus deseos más extremos, aunque estos le acercasen a su propia muerte…
DC: Y lo intenté buscar, lo intenté buscar y una vez lo encontré.
CGF: Ahora tiene 54 años y para llegar hasta aquí ha tenido que cruzar un camino tortuoso marcado por los excesos. Hoy vive siempre al filo, sabe que no recaer en las adicciones es una lucha diaria.
DC: La enfermedad la llevo dentro, forma parte de mí.
CABECERA - FUERA DEL RADAR: HISTORIAS MÁS ALLÁ DE LA NOTICIA.
EN ESTE EPISODIO: CUANDO EL LÍMITE NO ES EL FINAL
CGF: Una enfermedad, dice Daniel. Una locura, también la llama así. Y una condena. El placer y el dolor permanentemente entrelazados.
DC: Fabriqué en mi cerebro una conexión de que cuanta más humillación y cuanto más dolor, más placer tenía.
CGF: Hasta llegar a un momento culminante…
DC: Quedé en un sitio. Me dijeron: «Sígueme». Lo seguí. Me llevó a un descampado y vinieron… que no los vi.
CGF: …en el que el dolor activaba la mente y el deseo de Daniel…
DC: Vinieron tres más y entonces me empujó y me empezaron a patear.
CGF: Esos que una noche le patearon formaban parte de una banda de Skinheads, violentos y agresivos, con lo que Daniel se había citado para esa rutina de sexo y dolor. Pero antes, hasta llegar a momentos como este, el viaje de Daniel ha tenido estaciones, idas y vueltas, una historia retorcida y compleja que cuenta Luigi Gómez.
LG: La historia de adicción de Daniel empieza en la niñez, cuando sufrió una agresión sexual. Fue cuando tenía tan solo 8 años… un desconocido lo abordó en la calle y lo secuestró con engaños.
DC: Pasó un motorista y dijo: «¿A dónde vais?» y tal? y digo: «Vamos aquí», «¡Ah!, pues yo os llevo pero solo puedo llevar a uno». Y yo me subí a la moto.
LG: Aquel motorista abusó de su diferencia de edad…
DC: Me dijo: «Mira, yo soy médico y te ha picado un bicho» y entonces me empezó a tocar y yo pensaba que era un médico.
LG: De aquello consiguió escapar.
DC: Pero a los 12 o 13 años, cuando empecé con la masturbación, me empecé a acordar de esto yo. Hubo un engaño, hubo una humillación.
LG: Fue la primera vez que Daniel ligó la sensación de humillación al sexo, en un lazo que le acompañaría toda la vida.
DC: Me acuerdo de que él me insultó, no me forzó. Menos mal. Pero esa situación a mí me causó mucha vergüenza y mucha culpabilidad y la borré de mi mente.
LG: Aquel abuso sexual permaneció alojado en un lugar oculto de su memoria. Se convertiría en la semilla de su asociación entre el placer y la humillación.
DC: Mis mastubaciones primeras eran pensando en esto, en este hombre que me había usado.
LG: Daniel fue educado en un mundo cerrado, en el seno de Los Testigos de Jehová.
DC: Yo creía firmemente en lo que me enseñaron porque nací ahí dentro y a los 13 o 12 años me di cuenta de que mi orientación sexual era hacia los chicos.
LG: Una visión tan conservadora como la de esa fe religiosa jamás pudo comprender su orientación sexual. Ese rechazo fue determinante para él.
DC: Resulta que viví esa situación con mucho culpabilidad porque a mí me condenaban por ser homosexual.
LG: Pero Daniel decidió no reprimirse.
DC: Pensé: «Paso de todo, voy a disfrutar de la vida como sea». Yo exploté sexualmente pero como un adolescente.
LG: Y empezó a llevar una doble vida…
DC: Y allí me descubrieron.
LG: Los Testigos de Jehová tomaron cartas en el asunto.
DC: Cuando me descubrieron me hicieron un comité judicial. Se llamaban hermanos, se reúnen y te preguntan si te arrepientes. Y yo les dije que no, que yo quería seguir en las creencias porque yo creía en eso pero que no me arrepentía y entonces decidieron expulsarme. Cuando te expulsan de los testigos de Jehová te niegan el saludo, te apartan de todo para que así te arrepientas.
LG: Con su familia, tampoco sus deseos estaban bien vistos…
DC: Yo tuve un contacto sexual con una persona y lo pasé muy mal, sufrí muchísimo con ello. Me acuerdo de que mi padre, en cierta manera, se enteró y me dio un bofetón súper fuerte y ese bofetón para mí fue como el bofetón de Dios.
LG: Rechazado por su iglesia y su familia Daniel decidió seguir con su vida… se mudó a los 18 años a Sitges, en Cataluña, y comenzó a vivir su sexualidad al límite.
DC: Hay mucho ambiente gay y ahí conocí mucha gente, la noche…
LG: Asumió su identidad sexual con plenitud.
DC: Hice el amor por primera vez con una persona y fue una pasada. Y ahí yo dije: «Yo quiero esto».
LG: En libertad…
DC: Empecé a conocer extranjeros y tuve muchas relaciones sexuales con muchos hombres.
LG: Y dio un paso más.
DC: Luego conocí las drogas y sustituí más lo que era el sexo por las drogas. Yo, cuando tenía ganas de consumir, no iba pensando que iba a hacer sexo.
LG: Encontró trabajo en una discoteca, el escenario perfecto donde encontrar drogas sintéticas. Y muy pronto…
DC: Me empecé a dar cuenta de que tenía un problema porque ya veía que me estaba metiendo muchas drogas, que ya me costaba para.
LG: Y no paró.
DC: Empecé a darme cuenta de que ya mentía, ya manipulaba. Ya robaba para poder seguir drogado.
LG: Llegó al punto de prostituirse en los baños públicos para comprarlas.
DC: Utilizaba mi cuerpo para utilizar más sustancias. Yo me acuerdo de que me iba a los baños de la estación de Sitges, que había folleteo allí. Sin haber dormido, hecho una mierda. Sin un puto duro. Iba allí.
LG: Cuando una vida cae hasta el fondo no lo hace una única vez. Lo hace varias veces, como si fuera una pelota que rebota. Pero en la memoria siempre queda un pasaje, algo que enciende las alarmas.
DC: Me acuerdo de que estaba en una sauna y compré un montón, y de lo que compré la mitad me lo comí. Y estaba a punto de desmayarme y cuando notaba que tenía un poco más de conciencia, me tomaba otra pastilla. No podía ni moverme casi.
LG: En ese momento, Daniel fue consciente de haber tocado fondo y decidió pedir auxilio. Consiguió parar el consumo de drogas con ayuda de grupos y especialistas. Pero quedaba otra tarea pendiente: hacerle frente a una nueva adicción.
DC: Yo lo del sexo no lo veía como un problema entoncess. Empecé a tontear un poco con el sadomaso, con la humillación… pero no a lo bestia, ¿sabes? Los juegos típicos que suele hacer la gente cuando empieza con esto, ¿no?
LG: Se refiere a dinámicas muy concretas, iniciáticas. Prácticas como el bondage o el fisting.
DC: Meterse el puño por el ano y hasta el orinarse. Hay tantas cosas y normalmente el adicto siempre encuentra una que es la favorita y de ahí van saliendo más cosas.
LG: Aquello se convirtió en una dependencia y una adicción se transformó en otra. Fue un proceso gradual, un desliz continuo.
DC: Hay mucha gente que bebe y no es alcohólica, hay mucha gente que toma drogas y no es adicta. Pero justamente la adicción al sadomaso es muy fácil que te enganches. Y luego ya no tienes placer con una relación sexual normal, sana.
LG: Para Daniel el problema con la adicción no tiene nada que ver con una cuestión moral.
DC: No hay nada de malo por hacer orgías, por meterte a un cuarto oscuro, por ir a la sauna. Yo no veo nada de malo, siempre y cuando no te hagas daño a ti y no hagas daño a la otra persona.
LG: El problema es otro…
DC: La adicción es una cuestión que entras en compulsión, en obsesión. Tu mundo se fija en todo eso, es una burbuja…
LG: El sexo y las drogas son un cóctel que se combinaba con otro tipo de ingredientes.
DC: Baja autoestima, negación, depresión, resentimiento. Tienes un vacío enorme porque hay un montón de carencias, sobre todo afectiva porque la adicción al sexo es tan carnal que no hay amor.
LG: Y al final: un bucle infinito.
DC: ¿Cómo tapas ese dolor? La única forma que has aprendido, es con más sexo, y cada vez más.
LG: Aunque a finales de los años 80 en España, ya abunda la información en torno al SIDA, la concienciación era escasa. Las noticias llegaban de Estados Unidos, donde el contagio parecía mucho más peligroso. Daniel recuerda que prefirió ignorar el peligro hasta que el VIH se interpuso en su camino:
DC: Y lo que sí que pasó, es que en un momento de estos que no controlas el peligro, no utilizas preservativo. Ahí cogí los anticuerpos.
LG: Cuando se hizo las pruebas, le confirmaron que era seropositivo…
DC: Entonces ahí es cuando pensé que no iba a vivir porque la gente moría, vivía meses. Entonces pensé: «Ostras, vienen las olimpiadas, no los voy a ver. Están construyendo estos túneles para llegar a Sitges, no los voy a ver». Siempre pensando que mi vida era de 3 a 6 meses.
LG: Una cuenta atrás que lo transformó todo…
DC: ¿Qué pasó? Pues que viví con mucha más intensidad y me volví mucho más loco.
CARLOS G. FERNÁNDEZ: Daniel había dejado las drogas dos años antes, pero su adicción al sexo extremo cada vez era mayor.
DC: Fabriqué en mi cerebro una conexión de que cuanta más humillación y cuanto más dolor, más placer tenía.
CGF: Aquella conexión, le atraía de una manera irrefrenable.
DC: Lo que me daba más placer y lo que me daba más subidón de adrenalina era estar con un grupo de skins que me humillase y me pegase. Fíjate, hasta donde llega la locura.
CGF: El dolor activaba la mente de Daniel. Y la mente le pedía más.
DC: Quedé en un sitio. Me dijo: «Sígueme». Lo seguí. Me llevó a un descampado y vinieron… que no los vi. Vinieron tres más y entonces me empujo y me empezaron a patear.
CGF: Uno nunca sabe cómo va a reaccionar en una situación como esa. Y de algún lugar de la memoria, sale a flote lo más profundo…
DC: A mi hay una cosa de los testigos de Jehová que me quedó mucho. A mí me dijeron que Dios se llama Jehová o Yavé, y en ese momento se me ocurrió chillar: «Jehová, ayúdame». Y cuando dije eso, los cuatro, porque eran cuatro, de golpe se apartaron.
Tuve unos segundos para levantarme y salir corriendo, que iba medio cojo porque me dieron en la rodilla ¿vale? Y los veía lejos porque ellos se quedaron como ahí. Yo iba hacia ellos otra vez. Y en ese momento, porque era un descampado había un señor con un perrito lejos y lo había visto todo. Y cuando vio que retrocedía me dice: «No seas burro, corre, corre» y seguí corriendo.
CGF: Volvemos después de la pausa.
PAUSA
CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: La vida de Daniel, el protagonista de esta historia, giraba en torno a su adicción al sexo, al masoquismo, y aquella noche, en aquel descampado, su historia alcanzó un climax. En aquel encuentro podía haber muerto… y pese a todo…
DANIEL CLADELLAS: Fíjate como tenía la mente de loca que dije tengo que ir a buscarlos y pedirles perdón. Pero lo que quería era volver a encontrármelos. Y salí a buscarlos y no los encontré. Salí a buscarlos cojo, yo iba cojo y no los encontré.
CGF: Su adicción estaba descontrolada.
DC: ¿Quién me dice a mí que no me daban una patada en la cabeza y no acababa parapléjico o muerto? Y aun así yo no lo veía y quería volver.
CGF: Sigue contando la historia, Luigi Gómez.
LUIGI GÓMEZ: Después de aquel episodio Daniel, magullado y deprimido, trató de sobreponerse.
DC: Una vergüenza de lo que había hecho… ¿cómo es posible que tenga placer con esto?
LG: Durante los siguientes años intentó desengancharse de aquella poderosa adicción sin sustancia... Recurría a los grupos de ayuda y a las terapias…
DC: Puse buena voluntad en hacer un programa, buena voluntad en pedir ayuda y sobre todo honestidad.
LG: Un camino que requería constancia. Un camino repleto de baches y pasos atrás.
DC: Pasaron unos cuatro años hasta que pude pararlo, recayendo cada dos, tres meses, seis meses… Por eso digo que esta adicción tiene tanta fuerza. Con las drogas tú vas a buscar un camello, con el alcohol vas a un bar pero la adicción al sexo la tienes dentro de la cabeza.
LG: La última recaída de Daniel sucedió hace una década.
DC: Recaí con un chapero con humillación. y ahí ya lo perdí todo. Y lo había perdido de golpe y porrazo y volver a salir hacia adelante con todo ese dolor es horroroso. Osea no tienes ganas de vivir.
LG: El recuento de los días limpios podía ser borrado en un instante de debilidad.
DC: El adicto al sexo cuando está en activo, y deja su enfermedad libre y suelta, no es que pierda la conciencia total de la realidad.
LG: Pasas al otro lado.
DC: Entras en negación y minimizas el problema.
LG: Un lado extraño, un engaño que no funciona…
DC: Pero no somos locos, no somos psicópatas. La conciencia siempre está ahí.
LG: Las subidas y bajadas fueron incesantes pero Daniel, finalmente, logró sobreponerse. Y ocurrió algo que no esperaba…
DC: Yo llevaba seis meses limpio. Y conocí a varias personas y una de ellas fue este chico.
LG: El amor. Alguien diferente. Una promesa de estabilidad.
DC: Una energía, su mirada, algo especial había allí cuando lo vi, que me atrajo muchísimo.
LG: No fue fácil. Tocaba aprender de cero
DC: A mí me dio mucho miedo, porque claro, yo no sé tener relaciones sexuales con una persona. No sabía. Sabía excitarme con la humillación, no con una persona que conocía.
LG: Todavía recuerda perfectamente el primer beso…
DC: Yo no me excité, pero sentí algo precioso y dije: «Este es el camino». He de conocer a esa persona. Le expliqué todo, él lo entendió bien y tuve la primera relación sexual cuando llevaba tres meses con él. Y realmente, sinceramente, no lo disfruté.
LG: Tuvieron que pasar tres años para que Daniel se sintiera preparado, para que pudiera tener pareja. Fue una tarea interior.
DC: Reconstruyendo esa parte del cerebro con cosas bonitas y con el amor disfruté plenamente estando con él y sentí placer sintiéndome amado, no humillado ni insultado. Sintiéndome amado. Para mí fue maravilloso. En ese momento descubrí ya cómo tenía que hacerlo y fui a la cocina y me puse a llorar.
LG: De esta forma, Daniel pudo apartarse de su adicción, comenzar a revisar su pasado y desarrollar una sabiduría que le ayudaría a resistir cada día la tentación del placer sadomasoquista. Ahora es otro…
DC: Y el resultado es que ahora llevo ya diez años con él, casado cuatro años con él y estoy teniendo una vida preciosa, con sus altos y sus bajos como todas las parejas, lleno de amor, felicidad y alegría.
LG: A pesar de haber conseguido una vida estable y limpia de adicciones, Daniel sabe que la tentación puede aparecer de nuevo en cualquier momento.
DC: Tú te mantienes limpio, pero eso no quiere decir que se te han ido las ganas. La adicción siempre está dentro, está dormida y hay días que está más despierta.
LG: Una tarde cualquiera, en un cruce, en un paseo...
DC: Yo iba con mi marido por la calle, ¿vale? Y yo lo veo precioso, tiene unos ojos preciosos, me encanta su mirada y es un amor. Y pasó un tío tipo skin cutre, oscuro, oscuro y se me quedó mirando todo el rato y yo sentí que me quería usar.
LG: No giró la cabeza. Por respeto a su pareja.
DC: Y cuando pasó de largo… miro a mi pareja y te aseguro que lo vi feo, se lo dije esto, lo vi gordo y tenía unas ganas de apartarme de él que no te puedes ni imaginar
LG: Mirando atrás, Daniel sabe que todo pasa por dominar una lucha interna..
DC: Como dos lobos. Un lobo negro que era la enfermedad, que quería sexo, quería vicio, quería incluso baja autoestima, negación, depresión, resentimiento. Y luego estaba el lobo de la recuperación, que es mi familia, que son los grupos, que es el amor a la vida, que es cuidarme... Uno de los dos va a ganar. ¿Cuál va a ganar de los dos? el que más alimente yo.
CARLOS GARCÍA FERNÁNDEZ: Daniel está limpio. Desde hace una década se mantiene alejado de su adicción. Ahora también ayuda a otras personas que están pasando por los mismos problemas.
DC: Casi cada día me llama alguien para pedir ayuda y tengo un contacto. Cuando yo rescato a otros, si quieren ser rescatados, ellos me rescatan a mí. Tengo una responsabilidad. Si los demás quieren, tengo que ayudar a los demás.
CGF: No es tarea fácil pero él conoce la ruta…
DC: Tengo que intentar sacarlo de esa culpabilidad porque sé lo que es. Y si está en un sistema de negación muy grande, tengo que abrirle más los ojos para que sea consciente. Pero lo que siento es que cada persona es diferente.
CGF: Sabe qué decir, cómo decirlo. Apunta a una cierta normalidad como meta.
DC: Cuando sales de este mundo, encuentras otro maravilloso que no veías tu perspectiva de vida es maravillosa.
CGF: Desde que tiene 20 años, además, Daniel mantiene a raya el VIH y los tratamientos de última generación le salvan la vida. Se considera un afortunado.
DC: He visto mucha gente morir, tengo el gran privilegio de que no me he muerto. Para mi la vida es tan importante, cada momento es tan importante, tan intenso y tan importante como el que vivimos tú y yo ahora. Irrepetible y único.
CGF: Gracias, Daniel, por compartir tu historia. Hasta aquí. Esta es una más de las historias de Fuera del Radar, un podcast narrativo que se mueve más allá de la noticia. Gracias a Doménico Chiappe por realizar esta entrevista. Soy Carlos García Fernández. Gracias por escuchar.
CGF: Fuera del Radar es un podcast narrativo producido por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La coordinación general es de Carlos García Fernandez y Luigi Gómez Cerezo, que también han hecho la edición. La producción técnica es de Iñigo Martin Ciordia, el diseño sonoro y la mezcla es de Rodrigo Ortiz de Zárate y la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.

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