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Episodio 4

Dos padres y una tumba

Una extraña enfermedad hereditaria hará sospechar a José Luis García sobre la veracidad de sus orígenes familiares. Comenzará así una batalla judicial para conseguir ser reconocido por su verdadero padre

Transcripción

PODCAST | DOS PADRES Y UNA TUMBA

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.

SONIDO DE PÁJAROS, DE CAMPO

JAE: Ojo por ojo…

JOSÉ LUIS GARCÍA: Una de las ocasiones que estuve en mi pueblo me fui al cementerio y yo le dije a mi madre: «Mama, si este hombre se ha aprovechado de ti le voy a hacer de pagar».

JAE: Diente por diente…

JL: Luego miré a mi padre porque están juntos y le dije: «Papa, a este cabrón le voy a hacer pagar lo que te ha hecho».

JAE: Él es José Luis García y esta historia, que podría parecer de venganza y de rencor, pero que es mucho más, comienza con un problema de visión.

JL: Llegaba la noche y no veía nada, donde había luz sí que veía pero cuando se terminaban las farolas, se terminaba la luz: yo ahí no veía. Pero bueno, yo lo fui dejando porque de día veía perfectamente.

JAE: José Luis padece, desde la adolescencia, retinosis pigmentaria, una enfermedad que afecta a una de cada 4.000 personas.

JL: Yo hice el servicio militar con 17 años en Leganés, hice una vida normal, saqué el carné de conducir… lo que sí que notaba es que por la noche no veía.

JAE: La retinosis pigmentaria es una enfermedad de carácter hereditario. Y esto, en el caso de José Luis, no es un dato sin más.

JL: Yo hablando con mis padres pues mi enfermedad no aparecía por ningún familiar, no se sabía de quien me venía. El caso es que el oftalmólogo me decía que sí, el de genética me decía que sí.

JAE: Una condición que radicaba en su sangre. Esta historia parece sacada de tiempos ancestrales. De castas y opresiones señoriales. De viejas fotografías en sepia. Pero ha atravesado los últimos años del siglo XX y ha necesitado dos décadas del XXI para desanudarse por fin.

JL: Yo tenía que tener algún familiar que tuviese mi enfermedad.

JAE: Esa ceguera escondía un secreto. Un secreto oculto en el seno de su familia, de una estirpe.

JL: Es indiscutible ¿no?, el parecido que hay aquí ¿no?

CABECERA. FUERA DEL RADAR. EN ESTE EPISODIO: DOS PADRES Y UNA TUMBA

SONIDO AMBIENTE CAMPO/PASTORIL

JAE: Para empezar hay que ir a Caleruela, un pueblo entre las provincias de Toledo y Cáceres. Muy cerca está el Gordo, el término municipal en el que se encuentra la finca en la que nació y creció José Luis hasta los 13 años. Una infancia bucólica, entre naturaleza y animales, pero marcada por los rigores de una vida pastoril. Mientras, el franquismo daba sus últimos coletazos y España empezaba a cambiar su historia.

JL: Mis padres pertenecen al Torrico que es un pueblecito de Toledo y se trasladaron a la finca ésta del Gordo y ahí empezó mi vida. Mis padres se trasladaron en el 49 y estuvieron hasta el 77, estuvieron 28 años.

JAE: El trabajo agrícola en una finca se convirtió en el sustento de una extensa familia de 10 hijos.

JL: Mi padre realmente era pastor, mi padre salía por la mañana con las ovejas y mi madre se quedaba en la finca.

JAE: Su padre se llamaba Esteban. Su madre, Genoveva.

JL: Se dedicaba a tener un poquito las casas limpias y a cuidar de todos los hijos que tenía. Allí no se utilizaba lavadora, había que desplazarse a un arroyito con unas pilas que había para lavar la ropa como se hacía antiguamente.

JAE: No era una vida cómoda.

JL: Yo nací en el 1964. Estuve viviendo durante 13 años en esa finca hasta que me trasladé a Madrid y durante esos 13 años bueno cuando llegó la hora de ir al colegio los primeros años nos levantábamos muy temprano, a las seis de la mañana.

JAE: Ahí estaba el principio. Luego han sido necesarios muchos años y una larga batalla legal para darle la vuelta al sentido de todo aquello. Sigue contando esta historia Cristina Núñez.

CRISTINA NUÑEZ: Esos primeros años en la finca de El Gordo, fueron duros y llenos de privaciones. Ningún lujo y mucho frío.

JL: Yo era muy pequeñito. Mis padres no tenían vivienda porque eran muy pobres y entonces mi padre lo que hizo fue hacer chozos de paja.

CN: Hasta que, algunos años después, algunas viviendas dentro de la propiedad se fueron quedando libres.

JL: Era una vivienda más… antigua, pero una vivienda. No tenía luz ni agua pero bueno, es lo que había hace 50 años, 60 años. Las casas no tenían allí ni luz ni agua ninguna.

CN. Allí vivió José Luis hasta 1977. Franco había muerto hacía dos años y las grandes ciudades crecían con el capital humano que llegaba de otras partes del país, de la España más pobre, que hoy se hace llamar vaciada. La historia de José Luis es la de tantos, pero esconde algo que la hace particular.

JL: Siempre pensando que mi padre era el que me cuidó y no era así, poco a poco nos fuimos dando cuenta y fueron saliendo cosas a la luz de que mi padre no era el que me cuidó.

CN: José Luis García había crecido llamando padre a un hombre que realmente no lo era. Las sospechas surgieron pronto.

JL: Al tener ya cierta edad empezaron a hacer comentarios mis hermanas mayores que mi padre no era mi padre y que mi padre era el hijo del dueño de la finca.

CN: Cada vez había más indicios de que José Luis no era el hijo del hombre que le había cuidado. Y empezó a hacer memoria.

JL: El caso es que yo en alguna ocasión cuando vivía en el pueblo sí que sabía que la madre de él, algo le pasaba en la vista porque ella decía que desde la altura de sus ojos hacia abajo no veía. Tenía que ir mirando al suelo porque no veía, que es lo que me pasa a mí, yo veo como una especie de tubo y si miro de frente lo que hay debajo no lo veo.

CN: La coincidencia se unió a los rumores.

JL: Poco a poco vas atando hilos, «Qué cosa más rara están diciendo mis hermanos, que mi padre no es Esteban, que mi padre es mi padre biológico» y así empezaron a hacer comentarios, a hacer comentarios, a hacer comentarios…

CN. Y poco a poco las sospechas se van convirtiendo en certezas, en esas certezas que te pueden llegar a cambiar la vida.

JL: Mis hermanas las mayores y mis cuñados me dijeron pues mira: «Tú no eres de tu padre, eres de… mi padre biológico». Y bueno, pasaron los años, se hacían comentarios, cuando nos juntábamos y no estaban mis padres delante, pues se hacían comentarios, se hacían comentarios.

CN: Aunque las dudas que tenía José Luis eran contundentes, aquel secreto a voces se lo desveló su propia madre, muchos años después, ya en Alicante, el lugar en el que José Luis vive ahora.

JL: Estábamos tomando café en la cocina y desde la ventana se veía cómo mi padre estaba quitando las zarzas y haciendo cosas y dije: «Este padre que tengo: qué activo, se ha jubilado pero parece que sigue estando en la finca, siempre trabajando, trabajando…». Acostumbrado a trabajar desde por la mañana hasta por la noche y siete días a la semana ¿no?, entonces mi madre me dijo: «Hijo, ese no es tu padre».

CN: Su madre le confirmó que su verdadero padre era el hijo del dueño de la finca, un joven en los años 70 y que hoy en día es el patrón de esas tierras. Las sospechas acumuladas durante tantos años tomaron forma en un instante.

JL: Y bueno, yo me quedé, no sabía qué contestar ni qué hacer, me quedé… no sabía cómo reaccionar. Yo la miré a mi madre y se me empezaron a caer las lágrimas, diciendo: «Esto que me han contado mis hermanas es verdad ¿no?, que mi padre no es Esteban, es el dueño de la finca, el hijo del patrón».

CN: La revelación, claro, provoca una tormenta interior en José Luis.

JL: Yo la quería, porque era mi madre, yo estoy orgulloso de mi madre, pero ya por dentro tenía como un sentimiento: «Qué lo has hecho mal mamá, no tenías que haber hecho eso a papá, tenías que haber seguido con tu marido o haberlo dejado, no haber estado con tu marido y al mismo tiempo con este otro señor».

CN: Pero no hubo reproche.

JL: Nunca le reproché nada ni nunca le eché nada por la cara, lo que mi madre hizo lo hizo ella. Me puedo equivocar también en otras cosas, lo que hizo mi madre pues, ¿qué le voy a decir yo a mi madre, no?

CN: Ahí quedó todo. José Luis tuvo tiempo para pensarlo bien. Esperó a que muriera Genoveva, su madre. Y esperó cuatro años más, hasta que murió Esteban, el hombre que lo cuidó, que lo crió. Entonces sí, el mismo día del entierro, se acercó a su padre biológico. Quería pedirle explicaciones, pero no podía hacerlo tan cerca del hombre que le había cuidado. Se apartaron de la comitiva que rodeaba la sepultura de Esteban.

JL: Yo le empecé a decir que sabía que él era mi padre, que sabía que él mandaba cartas a mi madre cuando estuvo en el servicio militar, que sabía un montón de cosas y le fui explicando una tras de otra, una tras de otra.

CN. En un primer momento, su padre biológico no lo negó.

JL: En aquella ocasión me dijo que era verdad, que él había tenido relaciones con mi madre y él pensaba que eso se iba a quedar así parado y que no iba a seguir adelante.

CN. Pero nada iba a ser fácil.

JL: Él me dijo que qué hacía ahora, que él tenía una mujer y cuatro hijos porque él se casó cuando nosotros nos trasladamos a Madrid.

CN: José Luis había imaginado este momento muchas veces. Ahora, por fin, en el cementerio de Caleruela, había dado el paso. Pero la conversación tan esperada, en lugar de resolver las cosas, marcaba el inicio de una dura batalla.

JL: Yo hablé con él y él me dijo que qué íbamos a hacer ahora y yo le dije que eso era problema suyo porque: «Aquí quién lo ha provocado eres tú, tú has sido el que te has acostado con mi madre, tú has sido el que lo has provocado y tú tendrás que solucionarlo».

CN:. Fueron unos minutos tensos y dolorosos.

JL: «Si tú sabías que yo era hijo tuyo haberte preocupado de mí, no que nos dejaste con mi madre, con una pobre mujer y claro, tú eras un terrateniente, mi madre una simple pastora, la mujer del pastor y para ti era una vergüenza reconocer unos hijos que…»

CN: El hombre trató de atribuirle la responsabilidad a José Luis.

JL: Que porque no se lo había dicho antes, que: «Podíamos haber solucionado algo, podíamos haber hablado algo». Digo: «Mira, yo no he hablado porque ese que está ahí: mi padre, que es él que me ha cuidado, que es él que ha tenido lo que hay que tener para hacerse cargo de sus hijos.

CN. No fue fácil para él ni tampoco para su padre biológico.

JL: Estuvimos hablando mucho rato, él se puso muy nervioso, empezó a tiritar, yo me asusté un poco, porque pensé que le iba a pasar algo, porque aquello también fue impactante para él, porque no se imaginaba que yo también lo sabía.

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Aquellos dos hombres, padre e hijo, ahora sí, reconociéndose pese a los miedos y las tensiones, seguían, en el cementerio, muy cerca de la tumba de Esteban.

JL: Pero cuando le empecé a hablar y empecé a contarle cosas de todo lo que sabía y lo que me habían contado, bueno, pues se quedó asombrado.

JAE: A pesar de la intensidad de la conversación, José Luis no pudo arrancar a su padre biológico ninguna promesa. Tras enterrar a su otro padre, al hombre que siempre le había cuidado, regresó a Alicante, donde vive. No se conformó. En un nuevo viaje a aquel pueblo manchego volvió a ver a su padre biológico. Y lo intentó una vez más.

JL: Y le dije: «Mira, aquí te dejo mi teléfono, he venido a ver a mi familia pero al mismo tiempo he venido a verte a ti para darte mi teléfono para ver si tienes lo que hay que tener para ponerte en contacto conmigo e intentamos hablar».

JAE: Una pausa y continuamos.

PAUSA

JAE: La genética, el origen, la pertenencia. La verdad. Y la herencia. Después de que su padre biológico aceptara la realidad, José Luis García reconoce que también persigue lo que le corresponde como hijo legítimo del patrón de aquellas tierras. Y no se lo ocultó a su padre biológico.

JL: «Ya que tengo la herencia mala que es la enfermedad grave, ya que tú tienes tierras y tienes de todo, también me gustaría tener parte de lo que me pertenece y como hijo tuyo me pertenece lo que me pertenezca».

JAE: Pero su padre no cambió su postura, su rechazo.

JL: Dijo que él que no, que no quería saber nada, que él ya tenía su familia y que no quería saber nada.

JAE: José Luis insistió. Le escribió una carta, le dio un plazo, le pidió mantenerse en contacto. Pero nada funcionó.

JL: Y bueno, no me hizo mucho caso, no me hizo mucho caso y yo le puse una fecha por si no se ponía en contacto conmigo y llegábamos a un acuerdo o retomábamos las relaciones como padre e hijo o como mínimo tener un pequeño contacto…

JAE: Ahora empezaba una nueva fase. Además de la biología, habría que utilizar otras herramientas. Sigue contando Cristina Núñez

CRISTINA NUÑEZ: La muerte de los padres de José Luis le impulsó a dar el paso para resituar las cosas, pero también para reclamar lo que es suyo. Esa puerta, por las buenas, parecería estar cerrada a cal y canto. Lo intentó con un hermano por parte de padre.

JL: Una de las veces que fui a mi pueblo, a Caleruela, me pasé por la finca y estaba su hijo, tiene un parecido del 95% a mí. Yo le llevé una fotografía al chico, una foto de cuando tenía más o menos su edad, unos treinta y tantos años. Le enseñé la foto y le dije: «¿Qué opinas de esta fotografía?», y dice: «Hombre, si no sé porque sé que eres tú diría que esa foto es mía».

CN: Esa charla con su hermano le sirvió, de alguna forma, para hacerse fuerte e iniciar un proceso judicial que duraría años. La idea, la repite una vez tras otra José Luis, y se la repitió a su hermano, es tener derecho a lo que le corresponde.

JL: Estoy sufriendo desde los 13 años, fíjate si he sufriendo día tras día, perdiendo visión y quedándome ciego. Si por una parte he cogido lo malo y me estoy quedando ciego, y estoy sufriendo día tras día, que por lo menos tenga el detalle de decir: «Bueno, te compensaré de alguna manera».

CN: José Luis dice que la avaricia no es su estilo.

JL: Yo no le robo a nadie nada, no le quito a nadie nada y que si es mío, ¿por qué se tiene que quedar alguien con algo que es mío? Si eso es mío yo tendría que tomar la decisión de qué hago con ello.

CN: Pero tampoco quiere forzar las cosas.

JL: Yo con lo que tengo tengo bastante. Yo empecé sin nada y ahora tengo lo que tengo pero no lo necesito a él.

CN: José Luis trabajó como albañil hasta que por su enfermedad pudo optar a un puesto de venta de cupones de la ONCE. Ya está jubilado. Tiene los pies en el suelo, pero claro, a veces no puede dejar de imaginar cómo habría sido su vida si hubiera tenido las mismas oportunidades, los mismos derechos de sus hermanos por parte de padre.

JL: Ellos tienen todos carrera, desde bien jóvenes tuvieron sus viviendas… él les pagó todo, se pudieron trasladar de mi pueblo a Madrid y allí estuvieron haciendo sus carreras. Han tenido una formación que no hemos podido tener nosotros.

CN: Con la negativa del padre a reconocer sus derechos todo parecía un callejón sin salida. José Luis había logrado desbrozar su pasado, pero todavía le quedaba demostrar quién era ante la ley. Cuando emprendió el camino legal le tocó armarse de valor, porque el asunto, en el pueblo, levantaba ampollas a pesar de ser un secreto a voces.

JL: Cómo es un pueblo pequeñito, es un pueblo muy pequeñito, de 250 habitantes, no querían que esto lo sacase a la luz. Pero bueno, todo el pueblo lo sabía.

CN: Pero la decisión estaba tomada. Contrató a un abogado de Talavera de la Reina para iniciar este proceso. Fue en 2017. Al poco tiempo llegó la primera victoria.

JL: Bueno, me felicitó y me dijo: «José Luis, el juzgado nos ha aceptado la demanda, el juez también, vamos a empezar el proceso, este proceso va a ser muy largo, pero espero que con las pruebas que tenemos pues podamos llegar a buen puerto», y así empezó.

CN: El juicio arrancó y José Luis tuvo la sensación de tener que esquivar fuego amigo. El de su propia familia.

JL: El día del juicio yo tuve a mi cuñado y a mi hermana que lo negaron todo, que esto era todo mentira, que entre la familia no hablábamos nada, que nadie sabía nada, que nunca había visto a mi madre con él y sí que lo sabían.

CN: No querían problemas en el pueblo. Pero José Luis llevó al juicio una cantidad abundante de pruebas, datos, fechas y recuerdos.

JL: Yo tuve varias cosas a mi favor, presenté varias fotografías del parecido que teníamos, él me había registrado en el registro civil de Caleruela como patrón, lo que demostraba que mi padre y mi madre trabajaban para él.

CN: Había otra vía. El número de pruebas de paternidad que se realizan anualmente en España va aumentando año tras año.

JL: Desde el principio yo acepté hacerme la prueba de paternidad, se celebró el juicio y el juez, mi abogado y el fiscal le preguntaron que con las pruebas que había que si él tenía tan claro que no era mi padre que se hiciera las pruebas de paternidad.

CN: Pero su padre biológico nunca aceptó. A pesar de ello José Luis obtuvo su primera victoria en los juzgados de primera Instancia de Talavera de la Reina

JL: «Que no me la hago, que no me la hago», bueno pues la sentencia salió favorable hacia mí, porque entre las pruebas que tenía y la negativa a hacerse la prueba...

CN. El juicio se trasladó a Toledo y la prueba de paternidad se convirtió en un elemento clave dentro del juicio. Su padre recurrió varias veces y puso todo tipo de excusas para no hacerse la prueba.

JL: Que esa prueba no es dolorosa. Simplemente le sacan un poquito de saliva bajo la lengua.

CN: En este punto el ADN de José Luis estaba esperando en un laboratorio para ser cotejado. La muestra con la que tenía que ser comparado no llegaba. Pero la justicia estaba de su lado.

JL: El juez dictó sentencia y me volvió a dar otra vez la razón, él recurrió, volvió otra vez a Toledo y en Toledo volví otra vez a ganar, él volvió a recurrir, y de allí el caso pasó al Tribunal Supremo.

CN: Ya no hay más instancias a las que recurrir

JL: El Tribunal Supremo se cansó de dar tantas vueltas, y la negativa y de perder el tiempo y todo y decidió darle sentencia firme.

CN: Aunque no había ADN, sí tenían infinidad de pruebas.

JL: Hubo muchas cosas que demostraban que ellos habían tenido contacto y habían tenido relación. Y bueno, hay más cosas que me da un poco de vergüenza contar para que esto no se escuche por mi madre. Pero bueno les habían visto en corrales besandose…

CN: La batalla librada le hace plantearse a José Luis si su madre mantuvo con el hijo del patrón de la finca una relación libre o forzada.

JL: Hubo un vecino de Caleruela que me dijo que él había amenazado a mi madre diciendo que si esto lo sacaba a la luz o lo decía a mi padre o lo denunciaba a la Guardia Civil que lo echaría de la finca y ella con 10 hijos a ver a donde iba a ir, que lo tuviese en cuenta. Que él era terrateniente, que en el pueblo mandaban cuatro personas que eran familia suya y que se tendrían que ir del pueblo porque ellos mandaban en el pueblo.

CN: La bruma del tiempo, el no haber abordado en vida con su madre este asunto, impiden saber a ciencia cierta cómo fue esa relación.

JL: Por decirlo así tenían como enfados de matrimonio y sí se les notaba que había mucho contacto, de todas maneras él vivía en la finca también, el trato que teníamos con él era como de familia, ese roce hizo un cariño entre mi madre y él me imagino… o mi madre fue medio obligada, no sé.

CN: Una cuestión de honor. Las dudas, los rumores, la confirmación por parte de sus hermanas y posteriormente de su madre. Las pruebas, los años de litigio se justifican por el honor de una persona. La madre de José Luis.

JL: Era una oportunidad de sacar un poquito el honor de mi madre, porque si realmente había sido amenazada, cómo sentirme más orgulloso que darle así un poquito… decirle, «Pues mira, tú te has aprovechado de mi madre pues ahora vas a pagar por lo que has hecho, va a ser una vergüenza para ti que ahora todo el pueblo y no solo el pueblo, mucha gente se entere de todo lo que has hecho».

JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Todo el proceso vivido por José Luis le ha dado, de alguna forma, una victoria moral. La última vez que fue al pueblo sintió que aquel espacio le pertenecía.

JL: Yo me sentí que era propietario de esa finca, porque ahora sí, la justicia me ha dado la razón. Yo sabía que era propietario porque era el hijo del dueño. Para mi es un orgullo haber nacido ahí, porque para mí es precioso pero al mismo tiempo me sentía como: «Esto es de mi padre, es de mi abuelo, esto es mío también«.

JAE: El reconocimiento legal de la paternidad sucede en 2022, cinco años después de que José Luis hubiera empezado a litigar. Ocho años después de la muerte de Esteban, el padre que le crió. Con la sentencia a favor, había que desandar el camino para vestir, de alguna forma, la nueva identidad.

JL: Llevarlo a Toledo otra vez, de Toledo otra vez a Talavera y de Talavera dar la orden al Ayuntamiento de Caleruela para que me cambiasen el apellido y ponerme el apellido de él.

JAE: No es un cambio baladí. Implica mucho.

JL: Yo me voy a cambiar de apellido por demostrarle de que tú fuiste mi padre, voy a llevar tu apellido a pesar de que mis sentimientos los tenga por la persona que me ha cuidado, que ha sido de Esteban.

JAE: Después de la sentencia del Tribunal Supremo la situación entre José Luis y su padre biológico no ha cambiado mucho. No ha habido acercamiento. Tampoco lo hay con los cuatro hermanos por parte de padre. Es difícil tejer una red familiar después de todo lo que ha sucedido, pero José Luis apuesta por la cordialidad.

JL: Esta situación ni la han provocado ellos ni la he provocado yo, la ha provocado su padre y la ha provocado su padre y mi madre… si ella aceptó.

JAE: El hijo del patrón no ha cerrado su puerta y piensa que en algún momento, quizás, pueda darse un acercamiento con su padre biológico.

JL: ¿Quién dice que a lo mejor un día no me habla y me dice algo y a lo mejor me toca el corazón y digo: «Mira, le voy a aceptar aunque sea después de 60 años»

JAE: Este ha sido un episodio más de Fuera del radar, el podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Gracias José Luis, Gracias Cristina, por contar la historia. Y a Susana Almenar, en Alicante y a Antonio Sánchez en Badajoz por la producción técnica. Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.

Miércoles, 8 de noviembre 2023, 11:35

El protagonista de este episodio de 'Fuera del Radar' sufre retinosis pigmentaria, una enfermedad que afecta a una de cada 4.000 personas. Se trata de una condición hereditaria que indica que alguien en su familia debe haberla sufrido anteriormente. José Luis se dará cuenta ... de que algo no cuadra cuando al investigar entre su círculo familiar descubra que nadie ha padecido esta pérdida severa de visión. Comenzará así una búsqueda por dar con su verdadera identidad que hará tambalear los cimientos de su vida.

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Créditos

  • Una historia de Cristina Núñez

  • Edición Carlos G. Fernández, Luigi Gómez Cerezo, Andrea Morán

  • Producción técnica Susana Almenar, Antonio Sánchez e Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Coordinación general Andrea Morán

  • Ilustraciones Raúl Canales

  • Dirección y producción ejecutiva José Ángel Esteban

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Episodio 4

Dos padres y una tumba

PODCAST | DOS PADRES Y UNA TUMBA
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.
SONIDO DE PÁJAROS, DE CAMPO
JAE: Ojo por ojo…
JOSÉ LUIS GARCÍA: Una de las ocasiones que estuve en mi pueblo me fui al cementerio y yo le dije a mi madre: «Mama, si este hombre se ha aprovechado de ti le voy a hacer de pagar».
JAE: Diente por diente…
JL: Luego miré a mi padre porque están juntos y le dije: «Papa, a este cabrón le voy a hacer pagar lo que te ha hecho».
JAE: Él es José Luis García y esta historia, que podría parecer de venganza y de rencor, pero que es mucho más, comienza con un problema de visión.
JL: Llegaba la noche y no veía nada, donde había luz sí que veía pero cuando se terminaban las farolas, se terminaba la luz: yo ahí no veía. Pero bueno, yo lo fui dejando porque de día veía perfectamente.
JAE: José Luis padece, desde la adolescencia, retinosis pigmentaria, una enfermedad que afecta a una de cada 4.000 personas.
JL: Yo hice el servicio militar con 17 años en Leganés, hice una vida normal, saqué el carné de conducir… lo que sí que notaba es que por la noche no veía.
JAE: La retinosis pigmentaria es una enfermedad de carácter hereditario. Y esto, en el caso de José Luis, no es un dato sin más.
JL: Yo hablando con mis padres pues mi enfermedad no aparecía por ningún familiar, no se sabía de quien me venía. El caso es que el oftalmólogo me decía que sí, el de genética me decía que sí.
JAE: Una condición que radicaba en su sangre. Esta historia parece sacada de tiempos ancestrales. De castas y opresiones señoriales. De viejas fotografías en sepia. Pero ha atravesado los últimos años del siglo XX y ha necesitado dos décadas del XXI para desanudarse por fin.
JL: Yo tenía que tener algún familiar que tuviese mi enfermedad.
JAE: Esa ceguera escondía un secreto. Un secreto oculto en el seno de su familia, de una estirpe.
JL: Es indiscutible ¿no?, el parecido que hay aquí ¿no?
CABECERA. FUERA DEL RADAR. EN ESTE EPISODIO: DOS PADRES Y UNA TUMBA
SONIDO AMBIENTE CAMPO/PASTORIL
JAE: Para empezar hay que ir a Caleruela, un pueblo entre las provincias de Toledo y Cáceres. Muy cerca está el Gordo, el término municipal en el que se encuentra la finca en la que nació y creció José Luis hasta los 13 años. Una infancia bucólica, entre naturaleza y animales, pero marcada por los rigores de una vida pastoril. Mientras, el franquismo daba sus últimos coletazos y España empezaba a cambiar su historia.
JL: Mis padres pertenecen al Torrico que es un pueblecito de Toledo y se trasladaron a la finca ésta del Gordo y ahí empezó mi vida. Mis padres se trasladaron en el 49 y estuvieron hasta el 77, estuvieron 28 años.
JAE: El trabajo agrícola en una finca se convirtió en el sustento de una extensa familia de 10 hijos.
JL: Mi padre realmente era pastor, mi padre salía por la mañana con las ovejas y mi madre se quedaba en la finca.
JAE: Su padre se llamaba Esteban. Su madre, Genoveva.
JL: Se dedicaba a tener un poquito las casas limpias y a cuidar de todos los hijos que tenía. Allí no se utilizaba lavadora, había que desplazarse a un arroyito con unas pilas que había para lavar la ropa como se hacía antiguamente.
JAE: No era una vida cómoda.
JL: Yo nací en el 1964. Estuve viviendo durante 13 años en esa finca hasta que me trasladé a Madrid y durante esos 13 años bueno cuando llegó la hora de ir al colegio los primeros años nos levantábamos muy temprano, a las seis de la mañana.
JAE: Ahí estaba el principio. Luego han sido necesarios muchos años y una larga batalla legal para darle la vuelta al sentido de todo aquello. Sigue contando esta historia Cristina Núñez.
CRISTINA NUÑEZ: Esos primeros años en la finca de El Gordo, fueron duros y llenos de privaciones. Ningún lujo y mucho frío.
JL: Yo era muy pequeñito. Mis padres no tenían vivienda porque eran muy pobres y entonces mi padre lo que hizo fue hacer chozos de paja.
CN: Hasta que, algunos años después, algunas viviendas dentro de la propiedad se fueron quedando libres.
JL: Era una vivienda más… antigua, pero una vivienda. No tenía luz ni agua pero bueno, es lo que había hace 50 años, 60 años. Las casas no tenían allí ni luz ni agua ninguna.
CN. Allí vivió José Luis hasta 1977. Franco había muerto hacía dos años y las grandes ciudades crecían con el capital humano que llegaba de otras partes del país, de la España más pobre, que hoy se hace llamar vaciada. La historia de José Luis es la de tantos, pero esconde algo que la hace particular.
JL: Siempre pensando que mi padre era el que me cuidó y no era así, poco a poco nos fuimos dando cuenta y fueron saliendo cosas a la luz de que mi padre no era el que me cuidó.
CN: José Luis García había crecido llamando padre a un hombre que realmente no lo era. Las sospechas surgieron pronto.
JL: Al tener ya cierta edad empezaron a hacer comentarios mis hermanas mayores que mi padre no era mi padre y que mi padre era el hijo del dueño de la finca.
CN: Cada vez había más indicios de que José Luis no era el hijo del hombre que le había cuidado. Y empezó a hacer memoria.
JL: El caso es que yo en alguna ocasión cuando vivía en el pueblo sí que sabía que la madre de él, algo le pasaba en la vista porque ella decía que desde la altura de sus ojos hacia abajo no veía. Tenía que ir mirando al suelo porque no veía, que es lo que me pasa a mí, yo veo como una especie de tubo y si miro de frente lo que hay debajo no lo veo.
CN: La coincidencia se unió a los rumores.
JL: Poco a poco vas atando hilos, «Qué cosa más rara están diciendo mis hermanos, que mi padre no es Esteban, que mi padre es mi padre biológico» y así empezaron a hacer comentarios, a hacer comentarios, a hacer comentarios…
CN. Y poco a poco las sospechas se van convirtiendo en certezas, en esas certezas que te pueden llegar a cambiar la vida.
JL: Mis hermanas las mayores y mis cuñados me dijeron pues mira: «Tú no eres de tu padre, eres de… mi padre biológico». Y bueno, pasaron los años, se hacían comentarios, cuando nos juntábamos y no estaban mis padres delante, pues se hacían comentarios, se hacían comentarios.
CN: Aunque las dudas que tenía José Luis eran contundentes, aquel secreto a voces se lo desveló su propia madre, muchos años después, ya en Alicante, el lugar en el que José Luis vive ahora.
JL: Estábamos tomando café en la cocina y desde la ventana se veía cómo mi padre estaba quitando las zarzas y haciendo cosas y dije: «Este padre que tengo: qué activo, se ha jubilado pero parece que sigue estando en la finca, siempre trabajando, trabajando…». Acostumbrado a trabajar desde por la mañana hasta por la noche y siete días a la semana ¿no?, entonces mi madre me dijo: «Hijo, ese no es tu padre».
CN: Su madre le confirmó que su verdadero padre era el hijo del dueño de la finca, un joven en los años 70 y que hoy en día es el patrón de esas tierras. Las sospechas acumuladas durante tantos años tomaron forma en un instante.
JL: Y bueno, yo me quedé, no sabía qué contestar ni qué hacer, me quedé… no sabía cómo reaccionar. Yo la miré a mi madre y se me empezaron a caer las lágrimas, diciendo: «Esto que me han contado mis hermanas es verdad ¿no?, que mi padre no es Esteban, es el dueño de la finca, el hijo del patrón».
CN: La revelación, claro, provoca una tormenta interior en José Luis.
JL: Yo la quería, porque era mi madre, yo estoy orgulloso de mi madre, pero ya por dentro tenía como un sentimiento: «Qué lo has hecho mal mamá, no tenías que haber hecho eso a papá, tenías que haber seguido con tu marido o haberlo dejado, no haber estado con tu marido y al mismo tiempo con este otro señor».
CN: Pero no hubo reproche.
JL: Nunca le reproché nada ni nunca le eché nada por la cara, lo que mi madre hizo lo hizo ella. Me puedo equivocar también en otras cosas, lo que hizo mi madre pues, ¿qué le voy a decir yo a mi madre, no?
CN: Ahí quedó todo. José Luis tuvo tiempo para pensarlo bien. Esperó a que muriera Genoveva, su madre. Y esperó cuatro años más, hasta que murió Esteban, el hombre que lo cuidó, que lo crió. Entonces sí, el mismo día del entierro, se acercó a su padre biológico. Quería pedirle explicaciones, pero no podía hacerlo tan cerca del hombre que le había cuidado. Se apartaron de la comitiva que rodeaba la sepultura de Esteban.
JL: Yo le empecé a decir que sabía que él era mi padre, que sabía que él mandaba cartas a mi madre cuando estuvo en el servicio militar, que sabía un montón de cosas y le fui explicando una tras de otra, una tras de otra.
CN. En un primer momento, su padre biológico no lo negó.
JL: En aquella ocasión me dijo que era verdad, que él había tenido relaciones con mi madre y él pensaba que eso se iba a quedar así parado y que no iba a seguir adelante.
CN. Pero nada iba a ser fácil.
JL: Él me dijo que qué hacía ahora, que él tenía una mujer y cuatro hijos porque él se casó cuando nosotros nos trasladamos a Madrid.
CN: José Luis había imaginado este momento muchas veces. Ahora, por fin, en el cementerio de Caleruela, había dado el paso. Pero la conversación tan esperada, en lugar de resolver las cosas, marcaba el inicio de una dura batalla.
JL: Yo hablé con él y él me dijo que qué íbamos a hacer ahora y yo le dije que eso era problema suyo porque: «Aquí quién lo ha provocado eres tú, tú has sido el que te has acostado con mi madre, tú has sido el que lo has provocado y tú tendrás que solucionarlo».
CN:. Fueron unos minutos tensos y dolorosos.
JL: «Si tú sabías que yo era hijo tuyo haberte preocupado de mí, no que nos dejaste con mi madre, con una pobre mujer y claro, tú eras un terrateniente, mi madre una simple pastora, la mujer del pastor y para ti era una vergüenza reconocer unos hijos que…»
CN: El hombre trató de atribuirle la responsabilidad a José Luis.
JL: Que porque no se lo había dicho antes, que: «Podíamos haber solucionado algo, podíamos haber hablado algo». Digo: «Mira, yo no he hablado porque ese que está ahí: mi padre, que es él que me ha cuidado, que es él que ha tenido lo que hay que tener para hacerse cargo de sus hijos.
CN. No fue fácil para él ni tampoco para su padre biológico.
JL: Estuvimos hablando mucho rato, él se puso muy nervioso, empezó a tiritar, yo me asusté un poco, porque pensé que le iba a pasar algo, porque aquello también fue impactante para él, porque no se imaginaba que yo también lo sabía.
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Aquellos dos hombres, padre e hijo, ahora sí, reconociéndose pese a los miedos y las tensiones, seguían, en el cementerio, muy cerca de la tumba de Esteban.
JL: Pero cuando le empecé a hablar y empecé a contarle cosas de todo lo que sabía y lo que me habían contado, bueno, pues se quedó asombrado.
JAE: A pesar de la intensidad de la conversación, José Luis no pudo arrancar a su padre biológico ninguna promesa. Tras enterrar a su otro padre, al hombre que siempre le había cuidado, regresó a Alicante, donde vive. No se conformó. En un nuevo viaje a aquel pueblo manchego volvió a ver a su padre biológico. Y lo intentó una vez más.
JL: Y le dije: «Mira, aquí te dejo mi teléfono, he venido a ver a mi familia pero al mismo tiempo he venido a verte a ti para darte mi teléfono para ver si tienes lo que hay que tener para ponerte en contacto conmigo e intentamos hablar».
JAE: Una pausa y continuamos.
PAUSA
JAE: La genética, el origen, la pertenencia. La verdad. Y la herencia. Después de que su padre biológico aceptara la realidad, José Luis García reconoce que también persigue lo que le corresponde como hijo legítimo del patrón de aquellas tierras. Y no se lo ocultó a su padre biológico.
JL: «Ya que tengo la herencia mala que es la enfermedad grave, ya que tú tienes tierras y tienes de todo, también me gustaría tener parte de lo que me pertenece y como hijo tuyo me pertenece lo que me pertenezca».
JAE: Pero su padre no cambió su postura, su rechazo.
JL: Dijo que él que no, que no quería saber nada, que él ya tenía su familia y que no quería saber nada.
JAE: José Luis insistió. Le escribió una carta, le dio un plazo, le pidió mantenerse en contacto. Pero nada funcionó.
JL: Y bueno, no me hizo mucho caso, no me hizo mucho caso y yo le puse una fecha por si no se ponía en contacto conmigo y llegábamos a un acuerdo o retomábamos las relaciones como padre e hijo o como mínimo tener un pequeño contacto…
JAE: Ahora empezaba una nueva fase. Además de la biología, habría que utilizar otras herramientas. Sigue contando Cristina Núñez
CRISTINA NUÑEZ: La muerte de los padres de José Luis le impulsó a dar el paso para resituar las cosas, pero también para reclamar lo que es suyo. Esa puerta, por las buenas, parecería estar cerrada a cal y canto. Lo intentó con un hermano por parte de padre.
JL: Una de las veces que fui a mi pueblo, a Caleruela, me pasé por la finca y estaba su hijo, tiene un parecido del 95% a mí. Yo le llevé una fotografía al chico, una foto de cuando tenía más o menos su edad, unos treinta y tantos años. Le enseñé la foto y le dije: «¿Qué opinas de esta fotografía?», y dice: «Hombre, si no sé porque sé que eres tú diría que esa foto es mía».
CN: Esa charla con su hermano le sirvió, de alguna forma, para hacerse fuerte e iniciar un proceso judicial que duraría años. La idea, la repite una vez tras otra José Luis, y se la repitió a su hermano, es tener derecho a lo que le corresponde.
JL: Estoy sufriendo desde los 13 años, fíjate si he sufriendo día tras día, perdiendo visión y quedándome ciego. Si por una parte he cogido lo malo y me estoy quedando ciego, y estoy sufriendo día tras día, que por lo menos tenga el detalle de decir: «Bueno, te compensaré de alguna manera».
CN: José Luis dice que la avaricia no es su estilo.
JL: Yo no le robo a nadie nada, no le quito a nadie nada y que si es mío, ¿por qué se tiene que quedar alguien con algo que es mío? Si eso es mío yo tendría que tomar la decisión de qué hago con ello.
CN: Pero tampoco quiere forzar las cosas.
JL: Yo con lo que tengo tengo bastante. Yo empecé sin nada y ahora tengo lo que tengo pero no lo necesito a él.
CN: José Luis trabajó como albañil hasta que por su enfermedad pudo optar a un puesto de venta de cupones de la ONCE. Ya está jubilado. Tiene los pies en el suelo, pero claro, a veces no puede dejar de imaginar cómo habría sido su vida si hubiera tenido las mismas oportunidades, los mismos derechos de sus hermanos por parte de padre.
JL: Ellos tienen todos carrera, desde bien jóvenes tuvieron sus viviendas… él les pagó todo, se pudieron trasladar de mi pueblo a Madrid y allí estuvieron haciendo sus carreras. Han tenido una formación que no hemos podido tener nosotros.
CN: Con la negativa del padre a reconocer sus derechos todo parecía un callejón sin salida. José Luis había logrado desbrozar su pasado, pero todavía le quedaba demostrar quién era ante la ley. Cuando emprendió el camino legal le tocó armarse de valor, porque el asunto, en el pueblo, levantaba ampollas a pesar de ser un secreto a voces.
JL: Cómo es un pueblo pequeñito, es un pueblo muy pequeñito, de 250 habitantes, no querían que esto lo sacase a la luz. Pero bueno, todo el pueblo lo sabía.
CN: Pero la decisión estaba tomada. Contrató a un abogado de Talavera de la Reina para iniciar este proceso. Fue en 2017. Al poco tiempo llegó la primera victoria.
JL: Bueno, me felicitó y me dijo: «José Luis, el juzgado nos ha aceptado la demanda, el juez también, vamos a empezar el proceso, este proceso va a ser muy largo, pero espero que con las pruebas que tenemos pues podamos llegar a buen puerto», y así empezó.
CN: El juicio arrancó y José Luis tuvo la sensación de tener que esquivar fuego amigo. El de su propia familia.
JL: El día del juicio yo tuve a mi cuñado y a mi hermana que lo negaron todo, que esto era todo mentira, que entre la familia no hablábamos nada, que nadie sabía nada, que nunca había visto a mi madre con él y sí que lo sabían.
CN: No querían problemas en el pueblo. Pero José Luis llevó al juicio una cantidad abundante de pruebas, datos, fechas y recuerdos.
JL: Yo tuve varias cosas a mi favor, presenté varias fotografías del parecido que teníamos, él me había registrado en el registro civil de Caleruela como patrón, lo que demostraba que mi padre y mi madre trabajaban para él.
CN: Había otra vía. El número de pruebas de paternidad que se realizan anualmente en España va aumentando año tras año.
JL: Desde el principio yo acepté hacerme la prueba de paternidad, se celebró el juicio y el juez, mi abogado y el fiscal le preguntaron que con las pruebas que había que si él tenía tan claro que no era mi padre que se hiciera las pruebas de paternidad.
CN: Pero su padre biológico nunca aceptó. A pesar de ello José Luis obtuvo su primera victoria en los juzgados de primera Instancia de Talavera de la Reina
JL: «Que no me la hago, que no me la hago», bueno pues la sentencia salió favorable hacia mí, porque entre las pruebas que tenía y la negativa a hacerse la prueba...
CN. El juicio se trasladó a Toledo y la prueba de paternidad se convirtió en un elemento clave dentro del juicio. Su padre recurrió varias veces y puso todo tipo de excusas para no hacerse la prueba.
JL: Que esa prueba no es dolorosa. Simplemente le sacan un poquito de saliva bajo la lengua.
CN: En este punto el ADN de José Luis estaba esperando en un laboratorio para ser cotejado. La muestra con la que tenía que ser comparado no llegaba. Pero la justicia estaba de su lado.
JL: El juez dictó sentencia y me volvió a dar otra vez la razón, él recurrió, volvió otra vez a Toledo y en Toledo volví otra vez a ganar, él volvió a recurrir, y de allí el caso pasó al Tribunal Supremo.
CN: Ya no hay más instancias a las que recurrir
JL: El Tribunal Supremo se cansó de dar tantas vueltas, y la negativa y de perder el tiempo y todo y decidió darle sentencia firme.
CN: Aunque no había ADN, sí tenían infinidad de pruebas.
JL: Hubo muchas cosas que demostraban que ellos habían tenido contacto y habían tenido relación. Y bueno, hay más cosas que me da un poco de vergüenza contar para que esto no se escuche por mi madre. Pero bueno les habían visto en corrales besandose…
CN: La batalla librada le hace plantearse a José Luis si su madre mantuvo con el hijo del patrón de la finca una relación libre o forzada.
JL: Hubo un vecino de Caleruela que me dijo que él había amenazado a mi madre diciendo que si esto lo sacaba a la luz o lo decía a mi padre o lo denunciaba a la Guardia Civil que lo echaría de la finca y ella con 10 hijos a ver a donde iba a ir, que lo tuviese en cuenta. Que él era terrateniente, que en el pueblo mandaban cuatro personas que eran familia suya y que se tendrían que ir del pueblo porque ellos mandaban en el pueblo.
CN: La bruma del tiempo, el no haber abordado en vida con su madre este asunto, impiden saber a ciencia cierta cómo fue esa relación.
JL: Por decirlo así tenían como enfados de matrimonio y sí se les notaba que había mucho contacto, de todas maneras él vivía en la finca también, el trato que teníamos con él era como de familia, ese roce hizo un cariño entre mi madre y él me imagino… o mi madre fue medio obligada, no sé.
CN: Una cuestión de honor. Las dudas, los rumores, la confirmación por parte de sus hermanas y posteriormente de su madre. Las pruebas, los años de litigio se justifican por el honor de una persona. La madre de José Luis.
JL: Era una oportunidad de sacar un poquito el honor de mi madre, porque si realmente había sido amenazada, cómo sentirme más orgulloso que darle así un poquito… decirle, «Pues mira, tú te has aprovechado de mi madre pues ahora vas a pagar por lo que has hecho, va a ser una vergüenza para ti que ahora todo el pueblo y no solo el pueblo, mucha gente se entere de todo lo que has hecho».
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: Todo el proceso vivido por José Luis le ha dado, de alguna forma, una victoria moral. La última vez que fue al pueblo sintió que aquel espacio le pertenecía.
JL: Yo me sentí que era propietario de esa finca, porque ahora sí, la justicia me ha dado la razón. Yo sabía que era propietario porque era el hijo del dueño. Para mi es un orgullo haber nacido ahí, porque para mí es precioso pero al mismo tiempo me sentía como: «Esto es de mi padre, es de mi abuelo, esto es mío también«.
JAE: El reconocimiento legal de la paternidad sucede en 2022, cinco años después de que José Luis hubiera empezado a litigar. Ocho años después de la muerte de Esteban, el padre que le crió. Con la sentencia a favor, había que desandar el camino para vestir, de alguna forma, la nueva identidad.
JL: Llevarlo a Toledo otra vez, de Toledo otra vez a Talavera y de Talavera dar la orden al Ayuntamiento de Caleruela para que me cambiasen el apellido y ponerme el apellido de él.
JAE: No es un cambio baladí. Implica mucho.
JL: Yo me voy a cambiar de apellido por demostrarle de que tú fuiste mi padre, voy a llevar tu apellido a pesar de que mis sentimientos los tenga por la persona que me ha cuidado, que ha sido de Esteban.
JAE: Después de la sentencia del Tribunal Supremo la situación entre José Luis y su padre biológico no ha cambiado mucho. No ha habido acercamiento. Tampoco lo hay con los cuatro hermanos por parte de padre. Es difícil tejer una red familiar después de todo lo que ha sucedido, pero José Luis apuesta por la cordialidad.
JL: Esta situación ni la han provocado ellos ni la he provocado yo, la ha provocado su padre y la ha provocado su padre y mi madre… si ella aceptó.
JAE: El hijo del patrón no ha cerrado su puerta y piensa que en algún momento, quizás, pueda darse un acercamiento con su padre biológico.
JL: ¿Quién dice que a lo mejor un día no me habla y me dice algo y a lo mejor me toca el corazón y digo: «Mira, le voy a aceptar aunque sea después de 60 años»
JAE: Este ha sido un episodio más de Fuera del radar, el podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Gracias José Luis, Gracias Cristina, por contar la historia. Y a Susana Almenar, en Alicante y a Antonio Sánchez en Badajoz por la producción técnica. Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.
JAE: Fuera del Radar es un Podcast narrativo producido por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La coordinación general es de Andrea Morán Ferres, Carlos García Fernández y Luis Gómez Cerezo han hecho la edición, la producción técnica es de Iñigo Martín Ciordia, el diseño sonoro y la mezcla de Rodrigo Ortiz de Zárate y la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.

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