Episodio 10
Una mala noche para pescar
Tomás siempre fue un gran aficionado a la pesca. Nunca pensó que, una noche cualquiera frente al mar, las fuerzas de seguridad le confundirían con quien no era. Un error que le arruinó la vida
Transcripción
Fuera del radar.
Una mala noche para pescar.
José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.
JAE: Estamos en una pequeña casa en Extremadura, en un pueblo, también pequeño, que no podemos citar por petición del protagonista de esta historia. Él se llama Tomás. Y vive ahí. Tranquilo. Y solo.
Tomás Martínez: Yo estoy más a gusto solo, me siento más a gusto solo. Cuanta menos gente tenga a mi alrededor, mejor.
JAE: Una aldea perdida, muy cerca de la frontera con Portugal. Cerca de nada y lejos de todo. Aquí Tomás ha venido a olvidar.
TM: Siempre vives en el pasado con el rencor. Que si me han hecho esto, que si me ha pasado esto, que si me ha pasado lo otro. Entonces eso no te deja vivir el presente.
JAE: Tiene la apariencia de un hombre duro, el cabello muy largo y gris peinado hacia atrás, una barba frondosa y el aplomo al moverse de quien ya no espera mucho de la vida. Su cuerpo está poblado de tatuajes.
TM: Uno es el símbolo planetario. Otro es el símbolo de la inteligencia del sol. Y el otro es el símbolo espiritual del sol.
JAE: Son símbolos de luz. Y todos tienen su función.
TM: Y todos son de protección.
JAE: Tomás se está protegiendo. Lo que quiere olvidar nos va a llevar de viaje. Porque esta historia no empieza en Extremadura. Para entenderla, para empezar, hay que atravesar la península y mirar al Mediterráneo. Hay que ir a Málaga, la ciudad en la que nació Tomás Martínez. Y a un barrio, el de la Victoria, que en otros tiempos fue uno de los más adinerados de la ciudad.
TM: Mi madre era... Tenía hasta mayordomos y todo. Era de cuna. De alta cuna.
JAE: Ahora todo es distinto.
TM: Mi mujer muchas veces me dice: «¡Ay, el probe Miguel!» Y la verdad es que es lo que dice ella, «lo único que le tienes que cambiar es el nombre».
JAE: El nombre de la vieja canción con la que se identifica Tomás. Y eso que Lorena, su mujer, no lo abandonó durante todo el proceso.
Lorena: Ella me lo dice muchas veces: «Yo no sé cómo tú estás de pie». Pues mira, no queda otra, ¿no? ¿Qué voy a hacer?
JAE: La de Tomás es la historia de cuando la justicia no es justa.
TM: Y lo peor, lo peor, lo peor, cuando llego a la prisión y escucho la puerta por detrás cerrándose. Puff... vamos…
JAE: Tomás conoce otro tipo de soledad.
TM: Pasillos muy grandes, muchos sonidos de, de puertas de hierro, de rejas…
JAE: La que te acompaña en la celda de una prisión…
TM: Lo más eso es... hormigón y hierro. O hierro y hormigón, como lo quieras ver. Es que no ves la calle. Pierdes la visión de lejos.
JAE: Sabe lo que es la incomodidad de los colchones y la falta de privacidad en los baños. Pero todo eso se queda en nada con los grados que se respiran allí dentro.
TM: Es muy fría en invierno. Y muy calurosa en verano.
JAE: Recuerda esa etapa como una pesadilla...
TM: Estás siempre mirando para atrás, macho. Estás siempre mirando para atrás.
JAE: …una que le mantenía siempre en alerta.
TM: Y entonces yo siempre llevaba un bolígrafo metido en el bolsillo. Y siempre tenía el bolígrafo cogido. Un boli bic que lo había cortado por la mitad para que fuera más cortito, más pequeño. Más manejable, para llevarlo así. Y entonces, eso era lo que a mí me transmitía algo de confianza y de tranquilidad.
JAE: Tomás Martínez sujetaba una caña de pescar entre las manos y al día siguiente escondía un bolígrafo en el puño como mecanismo de defensa… Esta es la historia de un inocente pescador al que confundieron con alguien que no era. Un delito que no cometió, unas pruebas equivocadas y 345 días encerrado en una cárcel.
Fuera del radar.
En este episodio… Una mala noche para pescar
JAE: En este relato hay mucho que contar. Está, y estará, Lorena, la esposa, y las dos hijas de ella y de Tomás, que se quedaron en la calle. Están Juan, el hermano, y Nuria, la cuñada, los únicos apoyos durante los tiempos duros. Está la abogada María Jesús Yáñez, entregada como nadie a desenmarañar el caso.
JAE: Es el segundo hermano de una familia de cuatro hijos. Creció en La Victoria, un barrio malagueño de clase alta. A aquel mundo nos vamos. Sigue contando esta historia el periodista Juan Cano.
JC: Con ocho años Tomás Martínez pasó un curso completo internado en un seminario de Málaga. Prefiere olvidarlo, aunque…
TM: Quizás la vida… el haber estado en el internado me preparó para lo que me venía… para estar en prisión.
JC: También hay un lado luminoso: un poco antes había empezado a acercarse a su hobby favorito, clave en esta historia.
TM: Mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí con cuatro o cinco años nos llevaba a pescar.
JC: Los dos hijos, Tomás y Juan, siempre tenían una plaza fija cuando el padre cogía el coche y se iba a Tarifa a echar unas horas con las cañas.
TM: Y cuando teníamos sueño, hacía un boquete en la arena y llevaba una manta y allí nos metíamos y allí dormíamos en un boquete en la arena.
JC: En esas noches de pesca, horas de coche y charlas con las olas cubriéndoles los pies, los dos hermanos comenzaron a hacerse inseparables. Esa relación sigue intacta a día de hoy.
TM: Mi mejor amigo, mi mejor compañero y… es mi hermano, mi compañero y mi amigo.
JC: Tomás se convirtió en técnico frigorista. Viajaba por el sur de España instalando cámaras frigoríficas en grandes superficies y supermercados. En uno de esos viajes conoció a la que acabaría siendo su mujer.
TM: Lorena es la persona más importante de mi vida.
JC: A mediados de los 90, Tomás viajó a Motril junto a sus compañeros. Allí salieron por la noche y conocieron a un grupo de chicas entre las que estaba ella.
TM: Yo se lo he dicho muchas veces. La… la mejor decisión que yo he tomado en mi vida fue casarme con ella.
JC: Él tenía 28, ella 21. Se fijaron el uno en el otro desde el primer momento, pero sobre todo hubo un detalle:
TM: [risas] Ella se quitó los tacones y todo eso, que ya estaba muy cansada de bailar y dijo: bueno, pues yo a ti te tengo que alargar, yo te alargo ahora. Pero ella con la bata y las zapatillas me llevó en el coche y me acercó a la pensión.
JC: La relación no tardaría mucho en consolidarse y apenas tres meses más tarde ya firmaban los documentos que les convertían en marido y mujer. Cuatro años después ya eran padres de dos niñas.
TM: Y bueno, la suerte de dos niñas, porque yo si tuviera 100 hijos me gustaría que fueran 100 hijas. Me encantan las niñas.
JC: Los años pasaron apacibles… hasta una noche de invierno.
TM: 21 de febrero de 2010. Aquella noche.
[Escuchamos el sonido de las olas]
JC: A Tomás le ha sobrado carnada del fin de semana. Ha pasado un día de pesca con su hermano y su cuñado. Quiere disfrutar las últimas horas del domingo intentando pescar algo antes de volver a la rutina.
TM: Es un sitio muy cómodo para pescar.
JC: Elige la playa de Cabopino, en Marbella.
TM: El coche se queda muy cerquita, es una urbanización de chalés. Tienes el puerto al lado. Hay luz…
JC: Tomás llega a las seis de la tarde, monta sus cañas y se pone a esperar que algún pez pique el anzuelo. Hoy, si piensa en esas horas, cree que recibió señales de advertencia.
TM: Pasaron una serie de cosas que... que me decían que me fuera de allí… Lo primero, que vi un delfín.
JC: Cuando los delfines se meten en la costa, el pescado se va. Es un mal augurio para los pescadores. Pero Tomás está a gusto, decide aguantar un poco más. Segunda señal: llama a Lorena, que le sugiere que se marche ya para casa…
TM: Estuvimos hablando y me dice «Nene, ¿has cogido algo?» No, no, «¿Y qué haces ahí solo, tal y cual, pasando frío? Vente.» Y yo ¡bah! voy a echar un par de carnadas más y si eso pues me voy…
JC: Y tercer presagio…
TM: Cuando se me rompió la caña digo mira, yo me voy, ya me cansé. Digo, me voy, ya se me ha roto la caña y tal.
JC: Quiere agotar el cebo.
TM: Era como si me estuvieran diciendo: «¡Vete!» Pero me quedé. Por desgracia me quedé.
JC: La locura se desata cuando ya todo está oscuro.
TM: Cerca de las diez de la noche.
JC: La playa de Cabopino está bordeada por un cañaveral. De allí sale un grupo de magrebíes.
TM: Había allí lo menos 15 personas.
JC: Dos de ellos se ponen a su lado, en una silla.
TM: «Usted, tranquilo. No se mueva de la silla. Deme usted el móvil.»
JC: Tomás tarda en darse cuenta de lo que está pasando.
TM: Él hablaba por teléfono en árabe y a mover el móvil con la pantalla hacia el agua. Entonces ya me di cuenta de lo que era.
JC: Es un desembarco de droga.
TM: La mejor zona era aquella porque es la única playa de Cabopino que tiene un aparcamiento delante. Que pueden llegar allí con los vehículos
JC: Entonces, Tomás se gira hacia el horizonte.
TM: Veo una mancha oscura y escucho un motor muy alto y entra una neumática. Allí, en la misma orilla.
JC: Inmediatamente comienza la descarga de los fardos entre la lancha y el parking. Tomás no puede ver el aparcamiento desde la silla donde le retienen, pero escucha perfectamente cómo dos coches salen con parte de la carga.
[Escuchamos disparos]
JC: Y luego, después de muchos bultos descargados, empiezan a escucharse otros sonidos: disparos al aire y gritos: «¡Alto, Guardia Civil!»
TM: Aquello era la guerra. Vamos. gente corriendo por todos lados y tiros por todos lados.
JC: Tomás se queda sentado en la silla sin poder moverse. Varios magrebíes son detenidos. Un Guardia Civil de paisano se le acerca.
TM: Me dice: «No se preocupe usted que yo llevo aquí con un dispositivo de vigilancia desde las siete de la tarde, y yo sé que usted no tiene nada que ver en esto.»
JC: Tomás respira aliviado y hasta entrega las llaves de su coche a la Guardia Civil. Pero entonces…
TM: Total que dicen de detenerme a mí también.
JC: Le ponen las esposas…
TM: Y yo… pero bueno, cómo me van a detener si yo no tengo nada que ver en esto.
JC: …Y le llevan directamente a la comisaría.
TM: Me leen mis derechos. Y me dicen que si quiero un abogado para declarar y yo digo ¿yo? Digo yo no tengo nada que esconder. Yo declaro ahora mismo, vamos.
JC: Tomás pasa la noche en el calabozo tras declarar, dice, sin abogado.
TM: Inhumano. Y no darte ni siquiera una cuchara de plástico para comer, que tengas que comer con las manos. No había ni váter.
JC: Mientras tanto, a pocos kilómetros de allí, Lorena, la mujer de Tomás se había ido a la cama, como tantas otras noches, con la tranquilidad de que su marido volvería en cuanto acabase el cebo.
Lorena: Me levanté para irme a trabajar. Iba con la hermana de él y le dije «Mira, tu hermano no ha llegado».
JC: Harta de llamarle por teléfono, de buscarle, marca el 112.
L: Y me dijeron: «su marido ha tenido un problema con los aparejos de pesca y hasta que esto no se solucione no vamos a dejarlo salir».
JC: Sospechan. Algo pasa. Juan, hermano de Tomás, se presenta en la comandancia de la Guardia Civil:
Juan Martínez: Y no se me olvidará en la vida. Me dijo «Sí, tu hermano está detenido por un asunto contra la salud pública».
JC: Y le pueden los nervios.
JM: A mí se me fue la pinza una mijilla. Y allí medio la lié. Que eso era imposible, que mi hermano no podía haber hecho eso.
JC: Tomás, mientras, está en el calabozo con parte de los magrebíes que estuvieron aquella noche en la playa. Insiste en que quiere hablar con el juez.
TM: Porque yo decía esto yo, en cuanto hable con el juez, me voy para mi casa.
JC: No se espera la reacción del juez:
TM: Y me dice: «No me cuente usted historias. Ingreso en prisión». Sin hablar. Sin dejarme ni hablar.
JC: Tomás pasó tres días en el calabozo y dos días en el módulo de ingresos de prisión. Lorena no pudo verlo hasta el quinto día.
L: Y a los cinco días lo vi con la misma ropa de pesca que tenía cuando se fue.
JC: Le impresionó. Fue a través de un cristal.
L: Nos cruzamos la mirada en plan, «Bueno, yo estoy aquí, yo voy a salvarte». Yo en plan Superwoman, voy a salvarte.
JC: Al principio, Lorena le dijo a sus hijas, de 8 y 10 años, que su padre estaba de viaje. Pero los días pasaron y llegó el momento de contarles la verdad.
L: Senté a mis dos hijas y les dije «Mira, ha pasado esto y esto y esto con papá. Y vuestro padre es inocente hoy, mañana y siempre».
JC: Dentro, en la celda…
TM: Mi pensamiento era mi mujer y mis niñas, mi mujer y mis niñas, mi mujer y mi niñas...
JAE: En unas pocas horas, la vida de Tomás Martínez cambia radicalmente. Pasa de ser para él una noche cualquiera a estar en el lugar y el momento equivocado. Un pescador disfrutando de su hobby al que confunden con un narcotraficante. Un hombre libre que termina entre rejas.
Enseguida retomamos la historia.
PAUSA
JAE: Lo que parecía que iba a ser un malentendido temporal se convierte en una rutina en prisión.
TM: Si una celda no cumple, porque no los cumple, los metros cuadrados para dos presos, imagínate para tres.
JAE: En el primer módulo de ingreso, Tomás convive con dos presos más.
TM: Con literas de tres. Vamos. Increíble. Increíble.
JAE: Al pescador encarcelado los días se hacen largos y las noches interminables.
TM: Lo primero es que no cierras los ojos. Es que si los cierras, los abres de momento.
JAE: A Tomás la vida le había cambiado de la noche a la mañana. Juan Cano continúa con la historia.
JC: Los días en la cárcel pasan sin noticias del abogado, sin fecha del juicio. Tomás está preocupado y sin descansar.
TM: Llega un momento en que ya duermes porque el sueño te vence. Es como dormir con uno abierto, el otro cerrado.
JC: Necesita dejar de pensar, de darle vueltas a la cabeza.
TM: Lo primero que dije nada más llegar allí es que quería trabajar.
JC: Mantener, de algún modo, la mente ocupada.
TM: A limpiar letrinas. A limpiar el váter. Yo a limpiar el váter. Lo que haga falta.
JC: Tomás consigue entrar en el módulo de respeto de la cárcel, al que se accede por buen comportamiento y horas de trabajo.
TM: Fui jefe de cocina. Era el que estaba encargado de… de recibir a los presos y de explicarles las normas. Estaba encargado de la biblioteca y de la informática.
JC: Además, hace de sombra para otro interno al que se le había aplicado el Protocolo de Prevención de Suicidio.
TM: 14 horas con un preso metido en una celda, 13 horas. Sin salir de la celda y una hora de patio. Los dos nada más. Y animándolo, porque el hombre, claro, quería suicidarse.
JC: Las visitas de su mujer y sus hijas le alegran.
TM: Uno no quiere llorar porque uno quiere mantenerse fuerte para que no estén mal tampoco la familia, los que te están viendo a través del cristal.
JC: Y del otro lado, también es difícil.
L: Y encima tener que ir a verlo con la buena cara. Ir pintada. Ir maquillada. Y con mis dos hijas de la mano.
JC: Sin el sueldo de Tomás y sin su coche, confiscado por la Guardia Civil, la familia tiene que lidiar con la falta de dinero. Lorena encuentra nuevos trabajos de manera salpicada en los que dura poco tiempo porque su cabeza sigue estando en otra parte.
L: En 45 días está fuera. Pasan esos 45, 60 días, 90 días. Y tú dices: este no sale, no sale, no sale, ¡por Dios! ¡Me quiero morir!
JC: Para colmo, Lorena recibe una notificación.
L: Y cuando yo fui al banco le digo ¿cómo me habéis quitado el paro? Dice «Si es que usted tiene una deuda de… no me acuerdo si siete u once millones de euros en el juzgado de Málaga».
JC: A Tomás le piden once millones de euros por el delito del que se le acusa. En consecuencia, a su mujer le cortan el ingreso del paro.
L: Qué pasa, ¿que ya le han condenado? Vamos a ver, si no ha salido el juicio, por Dios y por la Virgen… Ya me están quitando el paro. ¿Entonces qué?
JC: Juan, el hermano de Tomás, se hace cargo de Lorena y de sus sobrinas mientras tanto. Es un esfuerzo porque con su sueldo y el de Nuria, su mujer, apenas tienen para llegar a fin de mes. Ellos también tienen casa y dos hijas.
JM: Nos quedamos solos. Le pedí un favor, en ese momento, a mi jefe, para un abogado. 2000 euros.
JC: Pero las cosas con ese abogado tampoco salen bien. Tomás lleva casi 10 meses en prisión. La familia cada vez está más inquieta, y entonces surge un nombre: María Jesús Yáñez.
L: Es que yo le debo mucho a esa mujer. Mucho a esa mujer, mucho. Yo siempre la tendré en un pedestal porque para mí ha sido… pues eso: mi salvadora.
JC: María Jesús es una abogada veterana de los juzgados de Málaga.
María Jesús Yáñez: Son agentes de la autoridad. El problema es que no son infalibles.
JC: La clave era la Guardia Civil.
MJY: Es decir, lo que tú das como verdad es una verdad, una parte de la verdad.
JC: María Jesús siempre va de un lado a otro con la agenda llena, pero puede encontrar un hueco para llevar el caso de Tomás.
MJY: Esa sospecha la tenía, que podía demostrar la inocencia de este señor.
JC: La abogada se encuentra frente a un hombre que ha perdido la esperanza, que está corroído por la ira.
MJY: En prisión provisional… es que lo que a él le dolía es que no sabía cuánto tiempo se iba a tirar así y eso le iba destruyendo.
JC: Para entender cómo María Jesús y su equipo consiguen sacar a Tomás de la cárcel hay que volver a la madrugada del 21 de septiembre de 2010.
MJY: Y entonces en ese desembarco de droga había dos partes, unos que esperaban la mercancía y otros que iban a robarla.
JC: Ese día la Guardia Civil sabía que el desembarco se iba a producir.
MJY: Estaban intervenidos los teléfonos.
JC: María Jesús decide acceder a esas escuchas.
MJY: Me centro en investigar esto. Y efectivamente, era una llamada muy pequeña, pero lo suficientemente esclarecedora.
JC: Y ahí encuentra la prueba que lo cambiará todo.
MJY: Eran dos interlocutores y uno le decía al otro: «¿El pescador es tuyo?» Y el otro le contestaba: «Ah, no, yo pensaba que era tuyo». Y entonces el primer interlocutor, si no recuerdo mal, decía: «Ah, pues entonces no es de nadie».
JC: «Entonces no es de nadie». Tomás no era de nadie, de ningún bando. Esa frase podía sacar a un hombre inocente de la cárcel.
MJY: Era una frase escueta, pero que demostraba lo que el hombre decía: que era inocente.
JC: Ese fue el punto y final a casi un año de prisión preventiva para Tomás.
TM: Son dos personas distintas completamente. El Tomás que salió... completamente distinto.
JC: Al otro lado de las rejas, Juan se encontró con otro Tomás.
JM: Y allí iba él con la mente en el infinito y la mirada en el infinito. Vi salir el cuerpo de mi hermano, pero no a mi hermano.
JC: Tomás ya está fuera, pero no es un hombre libre… Debe firmar todos los días 1 y 15 de cada mes.
TM: Seis años sin poder trabajar. Porque no me daban trabajo. Porque ¿dónde pides tú trabajo que tu tengas que estar faltando los 1 los 15?.
JC: Mientras esperan la celebración del juicio, la familia intenta recomponerse poco a poco. Buscan un lugar en el que vivir sin que nadie les señale, nuevas ilusiones, un trabajo estable… Pero el trauma por todo lo que han vivido no tardó en florecer. Las visitas a especialistas en salud mental empezaron a ser constantes.
L: Luego también ves a un hombre que durante seis años ha estado con un tratamiento psiquiátrico que, como aquel que dice, se le caía la baba del tratamiento tan fuerte que él tenía, estaba sentado en el sofá y se le caía la baba, un hombre con cuarenta y pocos años…
JC: 345 días de prisión y 6 años más tarde, llega el momento.
TM: Yo me senté en el juicio con mucho miedo. Todos los días.
JC: Y con él, el veredicto.
TM: El día que salía la sentencia, que estábamos allí esperando, la sentencia, que no podía… las manos me temblaban...
JC: Lo declaran inocente. Pero no lo vive como un alivio.
TM: Es que vamos a ver… si en las escuchas telefónicas estaban diciendo que yo no tenía nada que ver con ellos… ¿que yo qué hago allí? ¡Es que yo no tengo que llegar a juicio!
JC: Han pasado 7 años en los que su vida había dejado de ser la que era. Una experiencia que le ha cambiado a muchos niveles. También le ha hecho ver el sistema penitenciario desde otro punto de vista.
TM: Tienes que ser una persona muy mala, muy mala, muy mala, muy mala para que la cárcel lo cambie para mejor.
JC: Desde el primer día en el exterior, busca que alguien le pida disculpas por todo el daño.
TM: Pero por lo menos que tenga la dignidad de, por lo menos, ya no es más dinero, ni menos dinero, ni nada. Pero por lo menos una disculpa, qué menos, ¿no?
JC: Lorena tampoco descansará hasta encontrar una compensación.
L: Yo no, yo no voy a tener paz en mi vida porque ha sido… Es que me habéis cambiado la vida por completo y me habéis quitado algo que me he ganado con mi sudor y no tenéis por qué.
JC: Y María Jesús está convencida de que ese perdón nunca va a llegar.
MJY: Mira, en este país el perdón solamente se le da a quien interesa. Jamás van a pedir perdón. Verás, aquí hay ciudadanos y ciudadanos y esto es así.
JC: Tomás, por su parte, da por perdida cualquier esperanza.
TM: Si algo he aprendido de todo esto es a perdonar y a no tener rencor. Que el rencor es algo que te come por dentro. Y no te deja vivir.
JAE: A día de hoy, Tomás sigue intentando encontrar la paz en su parcela de tierra en medio de la nada. Luchar por estar cada vez mejor, curarse de sus problemas de espalda y vivir de la manera más tranquila posible.
TM: Es que uno siente que está preso porque entre otras cosas, hay muchas noches que te lo recuerdan. Porque es que sueñas. Yo sigo soñando muchas veces estoy en prisión.
JAE: Juan, el hermano, suspira imaginando cómo sería recibir una llamada de Tomás para ir a pescar juntos.
JM: Tal y como estamos aquí en la mesa y voy a preparar la caña. Es que tengo carnada. Carnada en el congelador, esperando a mi hermano.
JAE: Pero Tomás sabe que hay cosas que no se olvidan. Costumbres y miedos, que no se pierden…
TM: Y es una cosa que se me quedó mucho tiempo después de salir de prisión, no podía salir sin ese bolígrafo en el bolsillo, y estuve mucho, mucho tiempo con el bolígrafo en el bolsillo.
JAE: Hoy Tomás sigue esperando una respuesta del Gobierno o de cualquier autoridad que se responsabilice de todo el tiempo que pasó en prisión.
JAE: No es una cuestión de dinero. Ninguna cantidad va a devolverle los días y noches que pasó en prisión, pero el perdón le ayudará a dejar de sentirse víctima. A dejar de esconderse. A pensar que, quizá, su vida pueda parecerse a la que tenía hace 10 años. En Málaga o no, pero cerca del mar.
Esta historia ha sido escrita y narrada por Juan Cano, producida técnicamente por Curro Fernández Sibaja y coordinada por Ana Pérez-Bryan. Es una más de las historias de Fuera del Radar, el podcast narrativo que se mueve más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.
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