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Episodio 2

El cine de nuestras vidas

El Madrigal, en Granada, es el último cine comercial de España que proyecta en celuloide y dejará de hacerlo muy pronto. La historia de una familia que literalmente vive en el cine y también la de la exhibición en salas y sus muchas crisis

Transcripción

Fuera del radar.

El cine de nuestras vidas.

José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.

Estamos en el centro de Granada, en el número 14 de la Carrera de la Virgen. En esta casa, un viejo edificio de cuatro plantas, hay tres normas que se cumplen a rajatabla: hay que sacar a Sela, la perrita, tres veces al día; el que gana la partida tiene derecho a elegir el juego de mesa en la próxima velada. Y todos los días del año, todos, absolutamente todos, hay que bajar las escaleras a las cuatro de la tarde para arrancar la primera sesión.

JAE: Dentro de este edificio está el cine Madrigal, una sala amplia de largos pasillos y techos altos.

Juan Torres-Molina: El techo es blanco, pero tiene como unas cavidades geométricas y haciendo una especie de trapecios. Es muy bonito.

JAE: Tiene 535 butacas repartidas entre la sala principal y dos palcos situados arriba, junto a la cabina de proyección.

JTM: Son palcos pequeños, de 25 butacas, recogidos, muy agradables, pero suelen ser los favoritos de los de los más pequeños.

JAE: Es un espacio por el que han pasado miles de vecinos de la ciudad, pero también en el que han jugado varias generaciones:

Eva Torres-Molina: Nosotros nos bajábamos con nuestro tío aquí, con todo a oscuras y empezábamos a jugar por las butacas al escondite.

JAE: Y es que el Madrigal es un cine pero también un hogar.

JTM: Me llamo Juan Torres-Molina González y llevo viviendo toda la vida encima del cine.

ETM: Pues yo soy Eva María Torres-Molina Cascallana. Y también he vivido toda mi vida en un cine.

JAE: Los Torres Molina viven en el piso situado sobre el cine Madrigal y regentan la sala, un negocio familiar que ya tiene más de seis décadas.

JEC: [De fondo] ¿Qué película visteis más veces aquí?

ETM: Bueno, Narnia seguro.

JAE: La infancia de Eva y sus primos transcurrió entre las butacas, viendo películas…

ETM: Creo que fueron 11 veces que nos quedamos a toda la sesión en el palco.

JAE: También han disfrutado de pases privados en madrugadas calurosas y de meriendas que consisten en bolsas de palomitas...

ETM: Aquí también nos hemos venido a cantar cuando estaba el micrófono, pues nos bajábamos y hacíamos un poco el tonto.

JAE: Eva tiene 19 años, es rubia, y tras sus gafas brilla la mirada de la niña que descubre a ET. Ella es la última de la saga de los Torres-Molina. Acaba de terminar primero de Medicina en Ciudad Real. A priori, una carrera que poco tiene que ver con el cine, aunque se ha pasado media vida frente a la pantalla.

ETM: Por el hecho de estar aquí en el cine, si es que, a mí me gusta mucho. Se está muy bien.

JAE: El Madrigal no es una sala cualquiera, es el último cine comercial de España que proyecta en 35 milímetros. Y esta no es una tarde cualquiera: en apenas unas horas se va a estrenar la última película en celuloide en la historia del Madrigal. Un cine con más de seis décadas, que ha sobrevivido a varias crisis y que ahora -en su paso al digital- se asoma a otro abismo.

Fuera del radar. Historias más allá de la noticia.

En este episodio… 'El cine de nuestras vidas'

JAE: Juan Torres Molina es un hombre alto, de pelo canoso. Todavía entra al cine con mascarilla, por costumbre, pero se la quita al sentarse en una de las butacas rojas. Sobre ella narra la película del Madrigal.

JTM: El principio del cine realmente está en el amor a la fotografía de mi abuelo.

JAE: Para localizar el auténtico principio de esta historia, de los Madrigal, pero también la del cine, hay que retroceder unos cuantos años…

JTM: Mi abuelo Manuel Torres Molina era el Cartier-Bresson español. Era un fotógrafo de una categoría absolutamente espectacular.

JAE: Junto a él, junto a Juan, a unas butacas de distancia, está el periodista José Enrique Cabrero. Y es él quien sigue contando esta historia.

JEC: Juan Torres Molina no exagera. Su abuelo Manuel aparece en el Diccionario de la Real Academia de la Historia. Allí se destacan los avances y descubrimientos que hizo en el campo de la fotografía.

JTM: Fue una persona de tal calibre que claro, cuando habla uno de él, pues parece que te quedas un poquito... Te empequeñece un poco.

JEC: El abuelo fue cronista gráfico de la ciudad de Granada desde finales del XIX hasta mediados del XX, cuando falleció. El hijo de Manuel, que también se llamaba Juan, como nuestro protagonista, heredó esa pasión por la fotografía. Pero buscaba algo más… algo diferente.

JTM: Y bueno, me imagino que es parte de la rebeldía de los hijos. Lo que quería era hacer algo más y se empeñó en estudiar Derecho contra la opinión de mi abuelo.

JEC: Pero antes incluso de terminar la carrera, su destino se retorció:

JTM: Con el dinero que ganaba haciendo fotografía se fue pagando la carrera de Derecho y una vez que terminó la carrera de Derecho, el ambiente universitario lo llevaba a ir al cine. Y se enamoró del cine.

JEC: Juan padre, mitad cinéfilo, mitad hombre de ley, se sacó unas oposiciones en el Ministerio de Trabajo y se estableció en Madrid durante un tiempo. Hasta que la familia le reclamó de vuelta a Granada…

JTM: En términos de administración de un hogar, mi abuelo, por lo visto, era un verdadero desastre. Entonces mi abuela, ya apurada, llamó a mi padre y le dijo «Por favor, hijo mío, vuelve a Granada y pon un poco de orden en la cabeza de tu padre»

JEC: El abuelo Manuel era un artista excelente pero era incapaz de pensar en otra cosa más allá de la fotografía.

JTM: Contaba que algunas veces no se podían acostar en la cama porque estaba completamente empapelada de fotografías de mi abuelo y de los descartes que hacía de unas sí y otras no.

JEC: El padre de Juan organizó el estudio de fotografía y ordenó las cuentas de la familia. En esa misma época, se puso en venta un solar cercano que hasta entonces ocupaban las caballerizas del ejército…

JTM: Entonces el ejército se trasladó y esto quedó vacío y él vio la oportunidad de comprarlo

JEC: Juan padre no dudó al decidir en qué podía convertirse ese terreno vacío:

JTM: Compró el solar y le encargó a Prieto Moreno que hiciera el diseño del edificio del cine.

JEC: Y es así como el cine Madrigal abrió sus puertas en 1961 con 'Un trono para Cristy', una película alemana dirigida por el argentino Luis César Amadori.

[Música / diálogo de la película]

JEC: Juan no estuvo solo en este proyecto. La otra mitad del Madrigal fue Ana María González Martínez, la madre de nuestro Juan Torres-Molina.

JTM: Era una de las pocas mujeres de aquella época que fueron capaces de hacer la carrera de medicina.

JEC: Pero tal era su afición por el cine que optó por no ejercer para dedicarse en cuerpo y alma al Madrigal.

JTM: Se imbuye tanto de la pasión de mi padre que se incorpora completamente al tema de fotografía y de cine.

JEC: Con Juan y Ana María al frente, el Madrigal vivió sus años dorados. El amor al cine en los 60 dio paso a la gran explosión de los 70 y 80, cuando en Granada empezaron a brotar salas de cine en casi todos los barrios:

JTM: El Madrigal, el Aliatar, el Goya, El Regio, El Palacio del Cine, El Cine Granvía, el Cine Granada, el Cine Príncipe, el Cine Alhambra…

JEC: Películas como 'Parque Jurásico', 'Regreso al Futuro', 'Los Goonies', 'Salvar al Soldado Ryan', ... Todas las sesiones, todos los días, el cine siempre estaba lleno. Así durante 40 años.

[Escuchamos varias secuencias de películas]

JEC: Ana María hizo una promesa absoluta: mientras ella viviera, las puertas del cine seguirían abiertas, el proyector continuaría encendido:

JTM: Llegó a desarrollar un amor por el cine y por la fotografía que la llevó a no plantearse en ningún momento, con crisis, sin crisis, y aunque cayeran tormentas, a que el Madrigal desapareciera.

JEC: Los años pasaron con éxitos de taquilla pero el panorama de la exhibición fue cambiando, mutando.

JTM: Un momento en Granada que sobreviven solo esos dos cines; Madrigal y Multicines Centro. Ya desaparecen los cines como tal y empieza el cine ubicado en centro comercial.

JEC: Es la época de las multisalas: cines en centros comerciales con 10, 12, 15 pantallas. Una misma película puede programarse varias veces por tarde… Es una dinámica que influye en la recaudación del Madrigal. La promesa de Ana María empieza a ser difícil de mantener:

JTM: Estoy hablando de que había días que no entraba nadie al cine, que hacíamos cero espectadores.

JEC: Los peores momentos los viven en 2011.

JTM: Cuando ves que no viene, que no hay público en un cine, pues dices esto no tiene sentido.

JEC: No fue algo único del Madrigal. De 2008 en adelante, la tendencia ha sido a la baja: en nuestro país cada año se apagan pantallas y se clausuran cines… Además, las distribuidoras tradicionales (Universal, Metro Goldwyn Mayer, Paramount) deciden no trabajar con el Madrigal. Sus estrenos van directos a las grandes multisalas y eso hunde su taquilla. La amenaza del cierre sobrevuela el Madrigal pero, de repente, sucede algo...

JTM: Ocurrió un milagro. Realmente fue un milagro.

JEC: Juan se cruza con un antiguo compañero del colegio, Alejandro Nogueras.

JTM: Se convierte un poco en el Ángel de la guarda del Madrigal.

JEC: Además de un viejo amigo, en ese momento trabaja como directivo en Disney.

JTM: Empieza un poco a guiarnos, a guiarnos con material y apoyarnos.

JEC: Nogueras tiene en cuenta al Madrigal, los títulos de esta distribuidora sí llegan a sus pantallas. Pero también a las de la competencia, claro:

JTM: La película de Disney va a Kinépolis, va a Neptuno, va al Serrallo. Va a La Zubia. Y en algunos casos pues con varias salas y varias copias.

JEC: La misma película se estrena en varias salas y los beneficios se reparten demasiado. Los tiempos han cambiado…

JTM: Parque Jurásico venía al Madrigal y era solo del Madrigal. Y toda la explotación de Parque Jurásico se hacía en El Madrigal. Ahora, Parque Jurásico se distribuye entre 14 o 15 salas que la ponen al mismo tiempo en Granada, con lo cual nos toca una porción del pastel pequeñita que para mantener el local pues es muy complicado…

JEC: Nogueras le insufla unos años de vida al Madrigal, aunque no es suficiente… Al poco el negocio vuelve a sufrir y hace falta dar un giro de guion.

JTM: Me pongo a rastrear… Y veo que hay algunas distribuidoras independientes con muy buen material que en muchos casos no están estrenando en Granada.

JEC: ¿Apostar por el cine independiente, por el cine menos comercial para salvar un negocio al que todo el mundo da por sentenciado? ¿Se puede así recuperar al público perdido?

JTM: Porque al final el Madrigal vive de la taquilla, nunca ha vivido de ayudas, sino de la taquilla, no ha tenido nunca ninguna ayuda.

JEC: Ahí es cuando los Torres-Molina encuentran otro aliado: Golem, la distribuidora y exhibidora de cine independiente y de autor. En enero de 2013, estrenan 'Amor', del austríaco Michael Haneke.

JTM: Empezamos a hacer recaudaciones que hacía años que no veíamos en El Madrigal.

JEC: El cine independiente se mezcla con otras películas que no se estrenan en la cartelera habitual: César debe morir, Blue Valentine, Mi encuentro con Marilou, Renoir, Le week-end... De pronto, para ver en Granada una cinta ganadora de festivales y aclamada por la crítica, hay que ir al Madrigal.

JTM: Y el rendimiento de películas de Golem en el Madrigal no para de crecer. Empezamos tirando un poquito del público y empieza a subir, a subir, a subir...

JEC: El número de espectadores se multiplica por seis en poco más de un año. Los cinéfilos encuentran un refugio.

JTM: En un lunes que era el día malo de la semana, pues hemos pasado a 15, a 20 a 30 y el fin de semana de 40, 30 espectadores hemos pasado. A 150 a 180 a 200. Y siguió subiendo a 300 a 400 con algunas películas. El cambio fue radical.

JEC: Así se inicia una hermosa temporada de amor al cine. Los directores españoles piden venir al Madrigal a presentar sus películas. Y el público, fiel, de todas las edades, lo convierte en un templo.

JTM: La gente ya no viene al Madrigal preguntando por una película, viene preguntándonos que cuál es la próxima, ay, qué vamos a poner.

JEC: Pero… Cuando todo parece haber remontado, una noticia parte en dos la vida del Madrigal…

JTM: Ella lo defendió hasta el final. Hasta el final. Hasta que murió.

JAE: El 9 de agosto de 2018 muere Ana María Torres Molina, el alma mater del proyecto, y su hijo Juan tiene que preguntar a sus hermanos qué hace con el cine. Un cine que se empieza a quedar obsoleto, que deja de ser rentable. Después de todo, el Madrigal es un asunto de familia.

JAE: Enseguida retomamos la historia.

PAUSA

JAE: En toda su historia el cine Madrigal solo había cerrado dos días: en 1966 cuando murió Manuel y en 2018, cuando falleció Ana María. Ella es el tótem del negocio y su adiós puede suponer la clausura del local. Pero los hermanos de Juan le dicen que siga adelante. Y así lo hace.

JTM: Luchar, luchar. De todas las maneras posibles para que el Madrigal siguiera adelante.

JAE: Aunque la pregunta está en el aire: ¿Con un gran local en el centro de una ciudad histórica, cuántas ofertas pueden recibirse para cerrar el cine y abrir otro negocio? José Enrique Cabrero continúa con la historia.

JEC: Un local tan grande en el centro de la ciudad es muy apetecible. A los Torres-Molina les han llegado muchas ofertas para alquilar el espacio del cine.

JTM: 60.000 € al mes. Es que hablo de 60.000 € al mes. Llegué a oír.

JEC: Aun así, la política de precios de este cine se ha mantenido todo este tiempo: aquí se sigue cobrando la entrada a 4,90 euros. Y a 3 el día del espectador. Muy apretado para lo que cuesta mantener un cine analógico.

JEC: Los obstáculos económicos del Madrigal tienen mucho que ver con su formato de proyección. Ahora mismo hacer una copia de 35 milímetros de una película va de los 2.000 a los 4.000 euros. Una digital suele rondar los 100.

JTM: La situación de hoy es que, desgraciadamente, el 35 ya se muere en España. No hablo solo del Madrigal, hablo de España, porque no hay ningún cine que estrene en 35 en toda España. Con lo cual desaparecen las copias de 35. Ya nadie va a hacer copias del 35 porque no hay quien ponga las copias del 35.

JEC: Con los cambios de hábitos y la llegada masiva de las plataformas digitales, las distribuidoras han dejado de creer en este formato. Se dibuja una línea roja en la trayectoria del Madrigal. Todo esto se agrava a partir de marzo de 2020, cuando el mundo se detiene:

JTM: Hasta que llegó la pandemia.

JEC: El coronavirus asesta un golpe terrible a los Torres-Molina. Aquellos días lidian con el confinamiento paseando a Sela, la perrita. Juegan al Catán por las noches, para olvidar…

JTM: Me paseaba por la sala, miraba al techo, miraba las butacas…

JEC: Juan, a veces, baja a pasear por el cine, completamente vacío…

JTM: Me costaba un esfuerzo sobrehumano el pensar que esto podía desaparecer.

JEC: Y recordaba siempre los esfuerzos de Ana María, su madre, que había dedicado toda su vida a ese negocio… El día que se levantaron las restricciones y volvieron a abrir, todo había cambiado.

JTM: Abrimos con 1/3 de los espectadores que teníamos antes de la pandemia. Estábamos a 1/3 de público. Habíamos vuelto a cifras del año 2011-12. Volver a empezar otra vez. Fue muy duro.

JEC: Juan llega a la conclusión de que salvar el cine Madrigal pasa por digitalizarlo. Aunque suponga cambiar su esencia…

JTM: Es que el alma del Madrigal siempre ha sido de 35.

JEC: Una proyección en 35 milímetros tiene mucho de romántico. El grano de la imagen es único, de gran calidad. Pero Juan es consciente de que para sobrevivir necesitan tirar la vieja máquina y comprar uno de esos proyectores que funcionan con un disco duro al que las películas van y vienen por la nube. Para la familia eso es mucho más que una costosa inversión económica y un inevitable proceso tecnológico.

JTM: Pues el Madrigal, como decía, tiene que arrancarse un brazo para seguir adelante. No sé si sin un brazo podremos sobrevivir. Pero voy a intentarlo.

JEC: Para él, la última proyección antes de iniciar la nueva etapa marcará un punto final.

JTM: El 35 ya se muere en España cuando se ponga la última película en El Madrigal.

JEC: Mientras Juan habla del cine y de su vida, Eva, su hija, atiende emocionada.

ETM: Yo me acuerdo con lo de la digitalización, que acababa de terminar un examen y llamé para decir «Oye, que ya he terminado». Le digo «¿qué tal el cine, qué tal?» Y...uf... «Me han dicho que tengo que digitalizar y tal». Y yo «¿cómo?», y me dice «sí, me han dado un plazo», y yo «no puede ser»...

JEC: El sonido del proyector ha sido la banda sonora de su infancia y adolescencia. Cuando entiende que eso corre peligro, que el Madrigal está abocado al cambio, le es difícil contener las lágrimas…

ETM: Y que lo pasé muy mal con el cine y… Y espero que no cierre...

JEC: Eva está sentada al lado de su padre por una razón. Por una promesa. Al terminar su primer año de Medicina y regresar a casa, pidió a Juan que le dejara trabajar en el cine.

ETM: Me han enseñado a proyectar en el proyector, que tiene tela con todos los engranajes por donde hay que pasarla y que no se líe la película...

[Vamos escuchando los sonidos de la sala de proyección según se describen]

JEC: La sala de proyección es una habitación angosta, de color gris, repleta de interruptores y aparatos. Hay cajas llenas de películas. Trozos de celuloide recortados junto a las máquinas.

JEC: Es la primera vez que Eva pone una película ella sola. La primera vez que abre la lata, que empalma los rollos y que coloca el celuloide. Lo pasa con un cuidado exquisito entre los engranajes. Y le da al botón para que surja la imagen sobre la gran tela blanca…

[Escuchamos la película rodando y la conversación entre ellos: «¿Lo ha hecho bien?»«Lo ha hecho perfecto.»]

JEC: Eva no lo ha pensado, pero pasará a la historia como la última proyeccionista en un cine de 35 milímetros de España.

JTM: Me parece muy bonito.

JEC: Su padre, Juan, contiene las lágrimas y la mira con orgullo.

JTM: Veo que lo que hago tiene sentido, que tiene, que tiene, que ella lo aprecia, que lo ve, que lo siente. Que sigue un poco viendo lo que lo que ha sido el cine en su familia.

JEC: Detrás de esta historia hay un hilo invisible. Renunciar al 35 milímetros es, de alguna manera, dejar morir una parte de su vida.

JTM: Yo me he pasado desde que murió mi padre luchando por el Madrigal, con mi madre y con mis hermanos primero y luego ya en solitario.

JEC: Es el nexo que ha unido a los Torres-Molina desde que Manuel, el abuelo, inició este romance vocacional hace un siglo.

JTM: Yo el cine lo adoro. Pero he sufrido mucho también, mucho. Ha habido momentos muy malos también, muy malos

JEC: Manuel, Juan, Ana María... el fin del cine en 35 milímetros. Pero no el fin del cine.

JTM: Luchar, luchar. De todas las maneras posibles para que el Madrigal siguiera adelante.

JEC: El legado de los Torres-Molina es mantener las películas tan vivas como siempre, como cuando las veían nuestros padres y abuelos.

JTM: Yo creo que todas las películas deben ser vistas en el cine.

[Sonido del proyector y una banda sonora]

JAE: ¿Qué es el cine?¿Qué es una película?¿Es lo mismo ver una película en cualquier pantalla cualquiera que verla en el cine?¿Qué salvamos cuando salvamos un cine?

JTM: Creo que la manera de ver las películas es en una sala de cine en silencio. Y arropado por… Por el resto de los espectadores, con el calor que dan otros que están compartiendo esa experiencia. Gente desconocida, pero que está compartiendo la misma experiencia. Es algo maravilloso.

[Sonidos de la taquilla y la gente preguntando]

JAE: El 10 de agosto de 2022, el Madrigal se despide de su proyector de 35 milímetros.

[La sala se llena poco a poco, dos señoras hablan de que siempre se sientan en la misma fila. Otro dice 'viva el cine Madrigal]

JAE: La película elegida es 'Promesas en París'.

JTM: «Hoy nos despedimos».

[El director del cine habla sobre 35mm]

JAE: Es el último título de su historia que proyecta en analógico. En cierto modo, los Torres-Molina han dejado morir la «película» para salvar el cine…

JAE: Y así, la vida continúa… La perrita Sela seguirá paseando, los fines de semana habrá partida de juegos de mesa y, todos los días, absolutamente todos, a las cuatro de la tarde empezará la primera sesión en el cine Madrigal.

Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.

Esta historia ha sido escrita e investigada por José Enrique Cabrero en Granada. La edición es de Javier Martín y la coordinación de Javier Morales.

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Jueves, 27 de octubre 2022, 12:26

El cine Madrigal es toda una institución en Granada. La familia Torres-Molina lo fundó en los años 60 y regentan el local desde entonces. Juntos han ido superando los sucesivos retos y encarando el futuro del cine con sacrificios y entrega. Ahora es necesaria ... una nueva reinvención.

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Créditos

  • Una historia de José Enrique Cabrero

  • Producida por Javier Martín y Javier Morales

  • Ilustración de Carol Nazatto

  • Edición y coordinación de Andrea Morán con ayuda de Carlos G. Fernández

  • Producción técnica de Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla de Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Producción ejecutiva y dirección de José Ángel Esteban