Episodio 3

El caso del hombre sin corazón

En 2005 un cadáver sin corazón apareció en el fiordo sueco de Lidingö. Era el cuerpo del vizcaíno Miguel Ángel Martínez. Todavía hoy su hermana Blanca busca respuestas. Lo que ha descubierto le aterra aún más.

Transcripción

Fuera del radar.

El hombre sin corazón

José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.

Es 29 de septiembre de 2005. Hace casi 17 años. Media tarde del jueves. Estamos en Getxo, una agradable localidad vizcaína junto al mar. Es un día estupendo de otoño, de los que animan a pasear por la playa de Ereaga. Es la margen derecha de la desembocadura del Nervión. A la izquierda quedan Portugalete, Santurtzi, el Puente Colgante. Remontando la ría, llegaríamos a Bilbao.

[Gaviotas, sonido del mar]

El sol brilla y el termómetro marca 18 grados. Apenas hace viento y la temperatura del agua todavía invita a bañarse. Blanca Martínez acaba de llegar a casa. Ha estado paseando con sus niños.

Blanca Martínez: Entonces era para mí un momento súper feliz.

JAE: Blanca está casada y tiene 3 hijos muy pequeños. Disfruta muchísimo de ellos. Le costó mucho tenerlos y ahora aprovecha cada instante.

BM: Llevaba ocho años queriendo tener hijos. Tenía a mis niños, empezaban a clase, por lo tanto me daban un poco de tranquilidad.

JAE: Blanca vive cerca de sus padres. Es la pequeña de tres hermanos. Están todos muy unidos y suelen reunirse cada cierto tiempo. La vida le sonríe. Y ella lo agradece.

BM: Yo he sido una persona súper optimista. Mira, siempre me estaba riendo con la sonrisa en la boca. Yo siempre he sido una persona, soy una persona como feliz.

JAE: Hasta ese momento, Blanca sentía ese tipo de felicidad que no se aprecia del todo hasta que desaparece de golpe. Pero todo cambió en cuestión de segundos. Con una simple llamada de teléfono.

[Sonido teléfono]

BM: Justo empezaban mis mellizos a clase y no puedo olvidar que cuando me llamó la policía yo ya les había duchado y había puesto el pijama a uno y le está poniendo el pijama a mi hija.

JAE: Al otro lado, un policía. Tenía malas noticias de su hermano Miguel Ángel, que se había marchado de viaje por Europa.

BM: Lo que me dijo el policía era que había aparecido un cadáver en Suecia en avanzado estado de descomposición y que en el bolsillo del pantalón llevaba la fotocopia del DNI de mi hermano Miguel Ángel.

JAE: A Blanca se le vino el mundo encima. Su hermano había muerto... Miguel Ángel y Blanca estaban muy unidos.

BM: Soy un poco madre de los tres, aunque soy la pequeña de tres chicos.

JAE: Lo que no podía imaginar es todo lo que iba a tener que vivir a partir de aquel 29 de septiembre…

BM: Para mí fue empezar una pesadilla. Era como que estaba viendo una película.

JAE: Con el tiempo, la muerte de un ser querido se aprende a sobrellevar. Pero para Blanca ha sido imposible pasar página.

BM: Te estoy diciendo que esto ha sido una tortura porque la incertidumbre es una tortura.

JAE: Esta es la historia de Blanca y de su hermano Miguel Ángel.

BM: Yo estoy convencida, convencida no lo siguiente, que a mi hermano le mataron.

JAE: Su lucha se prolonga ya 16 años.

BM: ¿Quien le mató? No lo sé.

JAE: Y está llena de interrogantes, de irregularidades, de portazos institucionales.

BM: Yo he tenido apoyo de mucha gente. Pero institucionalmente hablando, de nadie.

JAE: Hay cadáveres sin identificar.

BM: A mí me dieron un cadáver y cuatro fotocopias.

JAE: También la sospecha del tráfico de órganos...

BM: A mi hermano le han podido matar para quitar los órganos. Y eso no me lo va a quitar ni Dios.

JAE: Así que es la historia de un hombre al que mataron, al que le arrebataron el corazón y de la lucha que emprendió su hermana por conocer la verdad.

CABECERA

JAE: Blanca tiene hoy 56 años y ha perdido brillo en la mirada. Sigue viviendo en Getxo. Su madre murió hace dos años. Su padre también murió el 19 de octubre de 2021, hace sólo unos meses. Los dos se fueron sin saber exactamente qué le pasó a su hijo en aquel viaje a Suecia. Y, lo que es peor, murieron con la duda de si el cadáver que enterraron en Londres es realmente el de su hijo Miguel Ángel.

Esta historia la ha investigado y la ha escrito David Olábárri. La narra Andrea Morán.

Andrea Morán: Blanca tiene en su casa decenas de cajas con la documentación que ha ido recabando durante los últimos 16 años. Es un caso complejo. Son miles de folios, perfectamente clasificados. Junto a las cajas hay una fotografía de Miguel Ángel. Blanca la mira con cariño.

BM: Era muy hablador, como somos todos. Sobre todo era una persona que se preocupaba muchísimo por las personas. Era muy de ayudar a la gente.

AM: Miguel Ángel nació en la localidad vizcaína de Erandio. Hoy tendría 61 años. Así que cuando murió tenía 45.

BM: Pues mi hermano era un tío peculiar, pero bueno, todo el mundo somos peculiares.

AM: Su vida no había sido fácil, nada fácil…

BM: Con 23 o 24 años le diagnosticaron una esquizofrenia paranoide. Entonces para él fue eso terrible. O sea, para él fue lo peor que le podía haber pasado es eso.

AM: Fue un palo.

BM: Él no aceptaba el que tendría que tomar unas pastillas, que tendría que tomar medicación…

AM: Y al principio le costó mucho hacerse a la idea.

Blanca No quería que nadie le señalase a él. Él en teoría quería hacer una vida totalmente normal.

AM: Pero Miguel Ángel se esforzaba en seguir adelante.

BM: Mi hermano no era un tipo ni agresivo, ni oía voces ni, ni se quería suicidar, ni quería matar a nadie. O sea, vamos a ver, lo que le pasaba era que no podía dormir a la noche.

AM: La esquizofrenia puede tener distintos grados, distintos efectos y manifestaciones también diferentes…

BM: Es más la gente que le conocía desde pequeño no sabía que tenía una enfermedad. O sea, él hacía una vida normal. Cada uno lo lleva a su manera. Y mi hermano era así.

AM: Miguel Angel vivió cinco años en Londres en distintas épocas. Trabajó de celador en un hospital. En restaurantes y hoteles. Iba y venía constantemente. Aquella ciudad le cautivó.

BM: Cuando llegó a Londres, sus palabras fueron que era como que llegó al cielo porque ahí lo que sentía era que era uno más.

AM: Y se hacía querer.

BM: Es que le querían un montón en el hospital, es que le querían muchísimo.

AM: A Miguel Ángel también le encantaba viajar. Muchas veces lo hacía solo. Cogía la mochila y se lanzaba a conocer mundo. Era así, aventurero, independiente.

BM: Y él no llamaba nunca. Lo que sí es cierto es que pasado un mes, dos meses o tres meses máximo, el volvía a casa.

AM: Por eso, nadie en la familia se extrañó cuando en abril de 2005 les dijo que se iba a recorrer Europa.

BM: Le dijo a mi madre que iba a hacer un Interrail por toda Europa. No era la primera vez. Él ya se había recorrido toda Europa. Él lo había hecho muchas veces.

AM: Sin embargo, esta vez la madre de Miguel Ángel tenía un mal pálpito.

BM: Mi madre dijo «Tengo la sensación de que a Miguel Ángel le va a pasar o que le ha pasado algo».

AM: Isabel no se equivocaba. Los primeros problemas surgieron cuando su hijo llegó a Suecia.

BM: Lo último que sabemos es que el día 1 de agosto se presentó en un banco de Karlstad.

AM: Por lo visto, había tenido problemas en el cajero…

BM: Y les dice que no le funciona la tarjeta, que tiene problemas con la tarjeta y que ya no puede sacar dinero. Entonces ahí empezó, pues fue su tragedia.

AM: En esos momentos, Miguel Ángel tenía 12.000 euros en la cuenta. Pero no podía sacar nada.

BM: Según la policía sueca, el director le dijo que no le daba el dinero porque no tenía una identificación.

AM: Él necesitaba el dinero y entonces se produce un momento de tensión...

BM: Que no se movía de allí hasta no recibir un dinero de emergencia desde su cuenta bancaria.

AM: La Policía llegó y Miguel Ángel acabó detenido.

BM: Entonces, según la policía sueca, le llevaron a comisaría porque no estaba identificado.

AM: Y ahí se le pierde la pista.

BM: Ahí empieza algo que no sabemos muy bien cómo desencadena… En un mes y medio aparece su cadáver flotando en Estocolmo a 350 kilómetros del lugar donde fue detenido.

AM: La muerte de Miguel Ángel es un auténtico shock para la familia. En un primer momento, les invade la tristeza, el dolor. Pero pronto empiezan a hacerse preguntas… ¿Cómo murió? No se les ocurre pensar en un homicidio. ¿Quizá una imprudencia? ¿Y qué pasó entre su detención en el banco y el día que le encuentran? El caso está plagado de incógnitas. De fechas que no encajan, de informes que omiten detalles claves. De silencios, mentiras y medias verdades. Muchas de estas dudas empiezan en lo que pasó en esa comisaría.

Según los documentos que Blanca ha ido recabando, la Policía deja en libertad a Miguel Ángel tras el incidente del banco hacia las cuatro y media de la tarde. Pero la embajada no remite a la Policía una copia de su DNI hasta las siete y veinte. Tres horas después. Este es uno de esos detalles que no cuadran...

BM: Entonces, si mi hermano se marchó de la comisaría a las cuatro y veinte, entonces se fue sin ninguna identificación.

AM: Se fue sin identificación. Es un dato importante. El 22 de septiembre aparece un cuerpo en la orilla del fiordo de Lindingö, un barrio de clase alta de Estocolmo. Al parecer, llevaba varias semanas flotando en el agua y se encontraba en un avanzado estado de descomposición. En el bolsillo del pantalón lleva una fotocopia del DNI. Según la Policía, el cadáver lo encuentra una tal Sarah.

BM: Pero Sarah no tiene… En la denuncia no consta ni su dirección, ni su DNI, ni nada. Y aparece un teléfono al cual yo he llamado y desde luego no pertenece a Sarah.

AM: Pero hay más cosas que no encajan.

BM: No existen fotografías. No llamaron a un juez de guardia. Los policías que hicieron el levantamiento del cadáver son policías municipales, no son policías de investigación.

AM: Blanca duda de todo.

BM: ¿Realmente ocurrió como dice la policía? No lo sabemos porque no está documentado.

[Sonido avión]

AM: La familia de Blanca queda destrozada por la muerte de Miguel Ángel. Y la incertidumbre que empieza a crecer en torno al caso les

inquieta aún más. Deciden viajar a Estocolmo. Quieren verle, despedirse. Pero no les dejan ver el cadáver.

BM: Insistieron para verlo, no les dejaron ver el cadáver. Y ahí es cuando nos dimos cuenta de que el policía que llevaba la investigación, no sabía ni dónde había aparecido el cadáver.

AM: Las irregularidades siguen en el anatómico forense. El atestado policial habla de un varón con un golpe en la ceja, que va sin zapatos, con calcetines oscuros. La autopsia, sin embargo, no refiere ese golpe, y dice que llevaba una zapatilla. No hay una sola fotografía del cadáver.

BM: No dice tampoco exactamente la causa de fallecimiento. Dice que «posiblemente» haya muerto ahogado. «Posiblemente» se haya tirado desde un barco procedente de Finlandia, aunque no tenía ningún billete ni nada que probase eso. «Posiblemente». Todo era posiblemente.

AM: La Policía sueca dice que Miguel Angel se suicidó. Blanca insiste en que no hay ninguna prueba de que ese cuerpo sea el de su hermano.

BM: No hay un certificado, un certificado de identificación, ni documento que acredite que realmente se hizo la identificación. No hay absolutamente nada.

AM: Un error tras otro…

BM: Aquí algo falla desde el primer momento. No es que fallen los suecos, es que falla todo el mundo.

AM: En el departamento forense, Miguel Ángel es tratado como un cadáver sin identificar. Por lo visto, aquel día los médicos tienen mucha carga de trabajo y piden refuerzos…

BM: Se conoce que tiene una acumulación de cadáveres importante…

AM: Acude una enfermera sueca de raíces españolas, Isabela Franco Cereceda, y por casualidad revisa los bolsillos de Miguel Ángel.

BM: Entonces coge y mete la mano en el bolsillo del pantalón y dice que saca la fotocopia del DNI de mi hermano.

AM: Blanca no se lo puede creer. El cuerpo de Miguel Angel estuvo semanas en el agua. Parece físicamente imposible que una fotocopia no plastificada pudiera resistir.

BM: El cuerpo está descompuesto, pero el papel está intacto. De la fotocopia se puede leer claramente el nombre, apellidos, España, todo.

AM: No tiene ninguna duda. Alguien colocó ahí ese papel tiempo después.

BM: Todo el mundo que ha visto ese papel dice que no ha estado en el agua. Es que no estaba en el agua

AM: A esas alturas, Blanca está ya horrorizada con todo lo que estaba pasando. No solo tiene que lidiar con la muerte de su hermano mayor. También ve que en la investigación hay cosas que no cuadran.

BM: Yo dejaba a mis niños en el autobús y yo me iba a casa, me cogía el ordenador y empezaba a

escribir a todo el mundo, a informarme.

AM: Empieza a investigar por su cuenta, a recabar datos, a perseguir la verdad. Mientras, la investigación sigue acumulando irregularidades. No recibe ningún apoyo de las instituciones y cada vez se siente más sola. Trata de que sus hijos no lo perciban, no noten que está sufriendo.

BM: A todo esto, yo tenía que ir a la plaza con los dos niños pequeños. A la mañana hacía las cosas y cuando recogía a mis hijos a las cuatro cambiaba de cara y ponía mi cara de madre amantísima y divertidísima en la plaza.

AM: La familia de Blanca está convencida de que las cosas se han hecho muy mal. Nadie les sabe contar qué le había pasado a Miguel Angel, pero unos meses después de recibir la noticia de su muerte empiezan a sentir que necesitan pasar página. Intentarlo, al menos…

BM: Todo el mundo necesitábamos que esto que acabase, que acabase.

AM: Sobre todo, sus padres.

BM: Mi madre tenía la sensación que le habían tratado como si fuese una basura, o sea, una sensación de que la habían tirado al mar, que ahora estaba en un frigorífico... Mi madre decía que quería que se acabase.

AM: Así que decidieron cumplir el deseo de Miguel Angel y enterrarlo en Londres, donde había sido más feliz, donde él quería descansar para siempre.

BM: Yo necesitaba poner fin a toda esta locura que estaba viviendo. Y entonces ellos hablaron y al final dieron permiso para enterrarlo un sábado.

AM: La legislación británica obliga a hacer una autopsia a los cadáveres que entran en su país. En noviembre de 2005, la familia está ya en Inglaterra, ultimando los detalles del funeral.

[Sonido teléfono]

BM: Estamos en Londres y de repente nos llaman por teléfono y nos dicen que no hay entierro.

JAE: Los padres y los hermanos de Miguel Ángel están a pocas horas de enterrar a su hijo, a su hermano. O eso quieren creer, la sospecha de que dentro de ese ataúd esté el cuerpo de otro nunca les abandona… Entonces, suena el teléfono. La segunda autopsia ha detectado anomalías. Y el examen post-mortem es muy inquietante. Va a producirse un giro radical en esta historia. Enseguida seguimos contándola.

PAUSA

JAE: En el mes de noviembre, la familia de Miguel Ángel Martínez viaja a Londres para enterrarle. Para cumplir su deseo. Su muerte sigue causándoles dolor, claro, mucho dolor. Pero con el entierro esperan empezar el duelo y asumir la pérdida… Quieren mirar al futuro. Suena el teléfono y esa nueva llamada lo cambió todo.

BM: Fue cuando nos llega el examen post mortem y nos dicen que la causa de la muerte no han podido ser determinada porque le falta el corazón. Entonces eso fue un shock.

JAE: Los forenses han abierto el cuerpo y no han encontrado el corazón. Tampoco el páncreas. Ni parte del hígado. Este es un extracto de aquel informe.

Locución informe: «Ambos pulmones han sido diseccionados y no presentan cambios patológicos específicos diferentes a los de la descomposición (...). Fueron identificados 600 gramos de un hígado parcialmente seccionado. (...) El corazón no fue identificado«.

JAE: Continúa la historia.

DAVID. La noticia supone un varapalo para Blanca y sus padres. Pero es que hay más. En Suecia, la policía les había comunicado que Miguel Ángel se había ahogado. La autopsia británica, en cambio, revela que los pulmones no muestran signos de ahogamiento ni de encharcamiento pulmonar.

BM: Ya lo que estábamos viviendo era como de película.

AM: Blanca no se quita el informe de la cabeza. A todas las irregularidades que ya ha visto se suma ahora el examen post morten. Su hermano está enterrado. Pero ella no puede pasar página. Y empieza a hacer preguntas. Las respuestas son cada vez más alarmantes.

BM: Con alguien que hablé del ministerio de Asuntos Exteriores me dijo «a tu hermano le ha pasado lo que le ha pasado por ser lo que era».

DAVID. ¿Por ser exactamente qué?

BM: Por ser extranjero, creían que mi hermano igual era un mierda. Porque yo que sé, entiéndeme, por tener una enfermedad mental, por lo que sea, ¿sabes lo que te digo?

AM: La muerte de su hermano le genera cada vez más dudas. Entonces busca la opinión de expertos.

BM: Bien, entonces me voy donde el forense de aquí de Alcaraz y me dice que no, que el corazón no se desintegra, así. Que me estaban engañando.

AM: Un corazón no se desintegra, no desaparece, no se pierde… A Blanca empieza a rondarle por la cabeza la idea de que la muerte de su hermano fuera un caso de tráfico de órganos. Que le mataran para robarle el corazón, el páncreas y parte del hígado… Esta sospecha se une a todas las anomalías anteriores…

BM: Eso, recordar: el corazón, que es un músculo, se estaba pudriendo. Pero la fotocopia en el agua, perfecta.

AM: Es decir, por un lado, músculos tan importantes, vitales, como el corazón, han desaparecido… Por otro, un trozo de papel, el DNI, se ha encontrado intacto en el bolsillo… Blanca de momento no tiene pruebas pero tampoco logra que nadie le aclare lo que está pasando.

BM: A mí, mientras los suecos no me den una explicación razonable y lógica del por qué, yo voy a pensar como víctima que a mi hermano la han podido matar para quitar los órganos. Y eso no me lo va a quitar ni Dios.

AM: Blanca Martínez lleva 16 años luchando por conocer la verdad. Ha recurrido a todas las instancias que ha podido. Al Gobierno vasco, al Parlamento Europeo, al Ministerio de Asuntos Exteriores… nada. Ningún informe fiable. Ninguna información oficial que pueda zanjar el caso. No solo el caso. También la inquietud de una familia cuya vida quedó marcada para siempre.

BM: Mi madre me decía que me estaban destrozando.

AM: Pero Blanca seguía.

BM: Entonces ¿qué es lo que esperaban ellos? ¿Que a mí me entreguen un cadáver sin identificar, sin corazón, sin nada y que yo me quedase callada? ¿Que nosotros como familia nos quedemos callados, que no pidamos explicaciones de nada? Y si por pedir explicaciones soy una loca, pues entonces sí.

AM: Luchaba convencida de que era lo correcto. Para ella era una responsabilidad.

BM: Yo estoy defendiendo lo más importante en mi vida, que es a la gente que quiero. ¿Y a quién quiero? A mi hermano. ¿Cómo no le voy a defender? ¿Cómo no le iba a defender si cada vez veía cosas más raras?

AM: Y lo hizo público. Llevó el caso a la prensa.

[Sonido noticias TV sobre Miguel Ángel]

BM: Y me decidí a hacerlo público al de ocho años, porque veía que era un callejón, era una leche tras otra, tras otra, tras otra.

AM: Exponerse de esa forma en una sociedad discreta como la vasca tampoco fue un paso fácil para la familia.

BM: Luego mi madre ha habido muchos momentos de la vida que me decía que me estaban destrozando y que lo deje. Me decía «Blanca, te van a destrozar viva.»

AM: Lo que más le duele son las falsas promesas de las instituciones vascas.

BM: Desde el Ayuntamiento de Getxo -en ese momento era alcalde Imanol Landa -me habían prometido que me iban a hacer la exhumación.

AM: Pero de pronto cambian de opinión. El Ayuntamiento de Getxo no le va a ayudar a identificar el cadáver. Tienen un informe según el cual todo está correcto.

BM: Y entonces, cuál es mi sorpresa, cuando en octubre en vez de hacerme la exhumación, lo que me dan es un informe informe médico pericial firmado por Francisco Echevarría, en el que dice que como que no hay necesidad de hacer una exhumación porque el cadáver está identificado correctamente, que los suecos hicieron como que todo era correcto…

AM: Un nuevo portazo institucional.

BM: Ese fue uno de los momentos más duros de mi vida. Con el informe médico pericial de Echevarría. Lo que se intentó es cortar. No sólo no darme la razón, no sólo hundirme, sino cortar cualquier tipo de ayuda de cualquier institución pública.

AM: Ella tiene claro que sus denuncias tienen que ver con que le retiraran el apoyo.

BM: Yo creo que ha habido un poco de todo. Primero, que no les caigo bien por lo que sea, porque soy una tía reivindicativa, porque digo cosas que no quieren oír.

AM: Porque no se mordía la lengua.

BM: Lo que esperan es que estemos todos callados, que estemos todos calladitos, que nos pasen cosas y que todo el mundo esté callado. Y que todo siga como si no hubiera pasado nada.

AM: Blanca se ha dejado la piel por su hermano. Y ese empeño le ha pasado factura.

BM: Y entonces le dije yo «Mamá, yo no soy tan buena como tú. Esto que me han hecho… Todo por lo que he vivido estos años, me ha creado algo dentro incluso de odio.»

AM: Blanca tiene un nombre para todo lo que le pasado…

BM: Te estoy diciendo que esto ha sido una tortura porque la incertidumbre es una tortura.

AM: Sus padres murieron sin saber la verdad. Pero antes de irse, reconocieron el tesón de Blanca

BM: Mi padre antes de morir me decía «no hay día que no piense en Miguel Ángel, no una vez, sino muchas veces». Es que era su hijo, o sea, era su primer hijo.

AM: Le animaron a llegar hasta el final.

BM: Antes de morir, cuando se estaba muriendo, mi madre me dijo que estaba sumamente orgullosa de mí. Que nadie como yo había defendido a mi hermano. Y me dijo que siga haciéndolo, que no lo deje y que por supuesto, que luche por saber la verdad.

JAE: Las ilusiones de Blanca de acabar para siempre con esta pesadilla, la que empezó con aquella llamada cuando vestía a sus mellizos, pasaban por exhumar el cadáver en Londres. Tenía que comprobar que efectivamente aquel cuerpo era el de su hermano. O que no lo era…

BM: Y entonces la única forma de subsanar el error era haciendo una exhumación. Identificar el cadáver y saber cuáles son las causas de fallecimiento.

JAE: Para los trámites necesitaba más 12.000 euros, un dinero que no tenía y que consiguió reunir gracias a una productora internacional de televisión.

BM: Yo necesito acabar con esto de una forma o de otra. Necesito acabar con esto. Si no lo logro, he hecho el máximo. Estoy contenta. Me he esforzado, pero hay veces que no se puede.

JAE: Un día, a mediados de julio de 2021, se produjo la exhumación. Casi 17 años después de la muerte de su hermano. Era una calurosa mañana de verano. Blanca estaba muy nerviosa. Se sentía incapaz de estar presente en el momento en el que levantaron el cadáver y se fue con dos amigos a un parque. A esperar a que le diesen noticias.

BM: Mi mayor miedo era que no fuese mi hermano. Entonces ahí sí que habría montado un follón de la leche.

JAE: Pero sí lo era. El médico forense y profesor universitario de Criminología Aitor Curiel determinó que el cadáver enterrado en el cementerio de Gunnersbury sí era el de Miguel Ángel.

BM: Pero bueno, para mí fue una tranquilidad que fuese mi hermano.

JAE: Blanca respiró tranquila. Había, por fin, una certeza. Pero la exhumación también ha desvelado también datos que chocan de lleno con lo que mantenían las autoridades suecas, con la historia oficial. Miguel Ángel murió días antes de que alguien le lanzase al agua. Los análisis del forense también determinan que el cadáver permaneció muy poco tiempo en el agua antes de ser encontrado. Es decir, fue asesinado.

BM: Yo siempre, siempre he defendido que a mi hermano la han matado.

JAE: Es decir, en estos años de lucha, Blanca siempre ha tenido la razón:

BM: Yo no estaba equivocada y que todo lo que he venido denunciando durante estos 16 años era una realidad.

JAE: Ahora Blanca mira hacia atrás y se siente orgullosa de su empeño.

BM: A nivel personal, me siento totalmente satisfecha. He luchado por algo que creo, por alguien que quiero. Y para mí ya eso vale por todo. Ha valido la pena simplemente para que mis padres estén satisfechos con lo que he hecho.

JAE: Es consciente de que hay muchas cosas que nunca llegará a saber. ¿Cómo murió su hermano? ¿Quién le mató? ¿Le asesinaron para traficar con sus órganos? Sabe que son preguntas que se quedarán sin respuesta. Pero hay algo que sí espera y que sí exige…

BM: Yo quiero acabar con esto y la única forma de acabar es que ahora se abra una investigación real y cada uno, cada institución que ha intervenido en este caso, se responsabilice de lo que ha hecho o no ha hecho. Entonces yo ahí habré acabado.

JAE: Gracias, David Olabarri por investigar y trabajar esta historia. Gracias también a Andrea Morán. Y gracias, Blanca.

Esta ha sido otra más de las historias de Fuera del Radar. Un podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Gracias por escuchar.

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Jueves, 12 de mayo 2022, 12:35

Una mañana de septiembre Blanca recibió en Getxo una llamada: la policía sueca preguntaba por Miguel Ángel, su hermano. Ella solo sabía que estaba de viaje. Dio comienzo entonces una larga peripecia que le ha hecho atravesar Europa, entrar en depósitos forenses y enfrentarse a ... las autoridades hasta encontrar la verdad. Un misterio sin resolver.

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Créditos

  • Una historia de David Olabarri

  • Producida por Silvia Cantera, Aitor Alonso

  • Ilustración de Alicia Caboblanco

  • Edición y coordinación de Andrea Morán

  • Producción sonora de Rodrigo Ortíz de Zárate

  • Producción ejecutiva y dirección de José Ángel Esteban