Episodio 5
Alizia siempre estaba ahí
Alizia Izal Elorz nació con el nombre de Rodolfo. Ha sido cura y también guerrillero. Esta es la fascinante historia de una mujer que cuidó del prójimo mientras se buscaba a sí misma
Transcripción
Fuera del radar.
Alizia siempre estaba ahí
José Ángel Esteban: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.
España, años 60. Un niño se refugia en el baño de su casa.
Alizia Izal Elorz: Había unos colgadores donde mi madre colgaba la bata o el abrigo. Y entonces yo cogía, siempre me metía en el baño, cogía el pañuelo de mi madre, lo extendía y me lo ponía en la cabeza y jugaba a que tenía el pelo largo.
JAE: Ese niño se viste con la ropa de su madre. Esconde su anhelo de ser mujer.
AIE: Entonces era mi juego preferido con dos años.
JAE: Es un secreto que solo conoce su madre pero que marcará toda su vida.
AIE: Como una corriente eléctrica que recorría todo mi cuerpo cuando yo me ponía el pañuelo de mi madre. Eso en la adolescencia se convierte en dureza, en sufrimiento, en dolor.
JAE: Pero esa descarga, esa especie de relámpago, con el tiempo se completará con otra energía. Y las dos, cruzadas, determinarán su vida. Por un lado, su propia definición, la más íntima, la de sentirse mujer. Y por otra…
AIE: La entrega total y gratuita, por amor, al servicio de las personas más necesitadas.
JAE: Esta es la historia de muchas vidas en una. En una sola persona… Militante desde su juventud, de familia católica, creyente, la protagonista de esta historia ha retado a la muerte en el fuego cruzado entre guerrillas y ejércitos; ha vivido a medio camino entre América y Europa; viajes de ida y vuelta, siempre fiel a su fe, con una misión clara:
AIE: Solo puede ser por amor, porque es la fuerza necesaria para poder afrontar esa entrega total.
JAE: Y al mismo tiempo que ha demostrado su valentía en tantos campos de batalla también ha enfrentado su propia guerra interior.
AIE: Yo era una mujer, pero el mundo no lo sabía.
JAE: La historia, la batalla de Alizia Izal Elorz, una vida dedicada a la liberación.
CABECERA
JAE: Alizia Izal Elorz nació en 1959, en una familia católica y militante de izquierdas. Cuando la bautizan le ponen el nombre que le ha acompañado mucho años: Rodolfo.
AIE: Le pedía a Dios que ya sabía que yo al día siguiente no es que tuviera que ser mujer, que ya lo era, sino sobre todo que todo el mundo supiera que yo era mujer. Y así yo podría ir con todos mis atributos femeninos internos y externos y así yo sería la persona más feliz del mundo.
JAE: Durante la adolescencia, se refugia en su cuadrilla, en su grupo de amigos.
AIE: Yo lloraba mucho porque me crecía el pene y no me crecían las tetas. Y para mí eso era terriblemente doloroso.
JAE: Ese deseo y ese dolor le va a acompañar durante casi toda su vida. Una batalla contra su cuerpo y contra la sociedad. Porque desde que se recuerda a sí misma Alizia Izal Elorz busca liberar al prójimo y en medio de ese camino entiende que debe liberarse a sí misma, una mujer en el cuerpo de un hombre.
Una historia que cuenta Doménico Chiappe.
DC: Desde muy joven Rodolfo milita en movimientos sindicales y sociales. Son los años 70. El país se empeña en desterrar una dictadura. Los años finales del régimen son días de convulsión, de piquetes, de rebeldía.
AIE: Además mi madre desde niña me decía tu mayor problema es que no ves el peligro, aunque lo tengas en la punta de la nariz
DC: Tanto por su personalidad, como por su convicción política, Alizia está a la vanguardia de la resistencia por lo que cree justo.
AIE: Yo era de primera línea. Entonces si estás en primera línea, das y recibes.
DC: España logra la democracia. El país empieza a modernizarse. Y en una época en que otros jóvenes descubren una recién estrenada libertad, ella mira otros horizontes.
AIE: Entonces, en los años, en los últimos de los 70 y primeros de los 80, hay una efervescencia latinoamericana muy importante de lucha por la dignidad.
DC: Alizia escucha el clamor de la lucha latinoamericana. Pobreza, guerrillas y una cruenta represión militar en el escenario de la guerra fría. Desde España, va comprendiendo este complejo escenario geopolítico.
AIE: Descubro un grupo misionero Lasos, la Asociación Misionera Seglar. Está empeñada en la capacitación de las personas antes de ir a estos lugares. Me gusta el plan. Me comprometo con esta asociación.
DC: Era el verano de 1978 y poco después, recién empezada la década de los ochenta, empieza a formarse:
AIE: Voy a Madrid a hacer un curso de formación: sociología, educación popular, análisis del hecho religioso, análisis marxista de la situación de la realidad. Quiero decir, como filosofía, ¿verdad?
DC: En 1983 cruza el océano. Tiene 23 años. Llega a El Salvador, allí la guerra es cada vez más cruda y desgarradora.
AIE: Y empecé a trabajar con personas refugiadas.
DC: El Salvador tiene el tamaño de la provincia de Badajoz y la mitad de población que Madrid, unos 3 millones y medio de habitantes. En las próximas dos décadas 75.000 personas serán asesinadas. La democracia recién conquistada en España es poco más que una utopía en El Salvador. Alizia llega al país justo después de una de las masacres más simbólicas, la de El Sumpul.
AIE: El Sumpul es un río que discurre por el norte del Salvador. A veces es lo que hace de frontera con Honduras en diversos tramos. En otros tramos se mete en el interior del Salvador.
DC: Allí asesinan a sangre fría a 300 campesinos. Un crimen de guerra.
AIE: La gente huyó despavorida hacia el norte, es decir, a la frontera con Honduras, y en la frontera con Honduras se les recibió el ejército hondureño, también con disparos.
DC: Alizia llega de la mano de Cáritas. En principio piensa quedarse un año, pero pronto las tragedias le tocan el corazón y la obligan a quedarse…
AIE: Entro con conocimiento de la dirección guerrillera y sin conocimiento del gobierno salvadoreño.
DC: Con la ONG católica se ocupa de los desplazados por el conflicto. También en la educación básica, enseñando a leer y escribir.
AIE: Yo quiero trabajar allí donde la gente no recibe ningún tipo de atención. Entonces es cuando ya paso a Chalatenango a trabajar con la población civil.
DC: Llega a Chalatenango. Está al norte de la capital y es una zona bajo control guerrillero. Se encuentra un escenario desolador…
AIE: No había prácticamente casas, estaban muy muy destruidas
DC: Se dedica a documentar las violaciones de derechos humanos para remitirlos a organismos internacionales.
AIE: Documentarlas con grabaciones, con fotografías, con datos.
DC: Los escuadrones de la muerte, al servicio del ejército, amenazan cada día y las escaramuzas se convierten en una guerra entre las naciones.
AIE: Pasé mucho hambre y mi cuerpo se redujo considerablemente.
DC: Pero en mitad de la década ya no puede seguir en el país…
AIE: Llegó un momento en que el ejército salvadoreño oficialmente me evacuó porque no me podían detener. Me entregan a la Cruz Roja Internacional.
DC: Y decide volver a España. Concretamente, a Madrid.
AIE: Lo que yo he vivido tiene que servir para algo. Tiene que servir para mejorar la vida de las personas más necesitadas.
DC: Quiere devolver todo lo aprendido y vivido, compartirlo…
AIE: Entonces yo vivo dos años en Madrid con esta cuestión, pero empiezo a profundizar más en mí misma. Yo siempre me sigo sintiendo mujer, eso por supuesto.
DC: En un tiempo, por fin, de quietud, empieza a escucharse de nuevo a sí misma. Alejada del ruido de las balas retorna su sentimiento femenino. La voz de la mujer interior no ha cesado.
AIE: ¿Sabes?, una de las cosas que aprendí en América Latina es que lo urgente no deja paso a lo importante. Y para mí el declararme mujer era siempre muy importante. Pero lo que vivía era la urgencia de las demás personas.
DC: Detiene su labor con las ONG católicas un par de años. Vienen momentos de reflexión.
AIE: Yo era una mujer, pero el mundo no lo sabía. Es más, el mundo pensaba que yo era un varón y me trataba como tal.
DC: Entonces busca refugio en Navarra y allí pasa un tiempo alejada de la ciudad.
AIE: Incluso estuve unos cuantos meses viviendo en un pueblo en Navarra con seis habitantes. En esos meses yo era la séptima habitante.
DC: Y toma una decisión:
AIE: Y ahí es donde opto por el sacerdocio.
DC: De nuevo acalla a esa mujer que grita en el sosiego. Está allí, pero, de nuevo, hay algo más urgente. La violencia insoportable contra los inocentes está en su retina. Otra emergencia.
AIE: Yo me enamoro del proyecto de Dios para el ser humano y decido comprometerme con ello. Pero todo eso ha surgido desde América Latina y entonces quiero ir a América Latina.
DC: Regresa en 1989 a El Salvador. Empieza a estudiar en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en la capital.
AIE: Entonces yo vivía allí…
DC: Con los Jesuitas, que regentaban la Universidad.
AIE: Y con mucho hambre y con muchas penalidades y carencias de todo.
DC: De nuevo Alizia se implica en la lucha. Empieza a ayudar a los heridos cuando la guerrilla avanza en una ofensiva que atraviesa las colonias. Allí viven los civiles empobrecidos y desplazados. El ejército contraataca.
AIE: Fuimos rescatando de las zonas de combate cuerpos heridos y cuerpos muertos.
DC: Los enfrentamientos son casa por casa.
AIE: Yo pues con bandera blanca en medio de los fusiles, rescatando gente. Y bueno aquello muy duro.
DC: En esa ofensiva de 1989 a la capital San Salvador, el Ejército asesina a sus profesores de la Escuela de la teología de la liberación, Ignacio Ellacuría y otros cuatro jesuitas españoles. Un caso con repercusiones internacionales que sigue abierto en tres países.
AIE: Yo por ser persona de Euskal Herria con la pelota siempre he tenido una gran vinculación y entonces allí tenían un frontón. Pero es que Ellacuría y sus compañeros jugaban a pelota dos o tres días por semana...
DC: Además de sus profesores, también eran sus amigos…
AIE: Siempre iban cuatro o jugaban con palas. Entonces, cuando les faltaba alguien, me llamaban.
DC: Aquellos jesuitas fueron asesinados a sangre fría por el ejército salvadoreño, junto a dos mujeres que trabajan en la universidad. El caso se juzgó hace unos meses, tres décadas después, en la Audiencia Nacional. Y Alizia tiene que huir. Es 1990. En lugar de regresar a España, elige México. ¿Por qué?
AIE: Mi gran anhelo era trabajar con las comunidades indígenas en Chiapas.
DC: A través de sus contactos con los misioneros de la zona, llega a la diócesis de San Cristóbal de las Casas. Se establece en Sabanilla, en la provincia de Chiapas, al suroeste del país.
AIE: Hablamos de unas veinte aldeas repartidas por los montes. Unos 16000 habitantes, noventa y tanto por ciento de indigenismo.
DC: Aprende el idioma, el chol, y empieza a desarrollar su labor pastoral…
AIE: Pues voy aprendiendo sus costumbres, su comportamiento, su cultura, su manera de vida.
DC: En esos momentos, México, azotado por el narcotráfico, la corrupción y la pobreza, se prepara para poner en marcha un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. El acuerdo amenaza con profundizar las desigualdades. Entonces, un grupo de rebeldes declara la guerra al gobierno. Es el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
[Sonido Subcomandante Marcos]
DC: Su líder es un enmascarado que se hace llamar Subcomandante Marcos. Su rostro velado, su tez blanca, su afición a la pipa y a la literatura despiertan los rumores.
Esta es una de las primeras intervenciones del Subcomandante Marcos. Está en San Cristóbal de las Casas, donde vive Alizia. Donde, en modo asambleario, se decide declarar la guerra…
AIE: Por lo tanto, el párroco de Sabanilla, que era yo, pues entonces es dirigente guerrillero.
DC: Sí, esta coincidencia, el lugar, el espacio, hace que caiga sobre Alizia una sospecha. La inteligencia mexicana cree haber descubierto a este personaje insurrecto.
AIE: Según esa inteligencia médica mexicana, yo era el tercer Marcos que se encargaba de las relaciones internacionales, especialmente con ETA, por ser vasco.
DC: Es el Gobierno quien difunde esta información y los medios oficialistas se hacen eco.
AIE: Lo soltaban así públicamente en sus periódicos.
DC: Un año después ya estaba descartado que Alizia fuese un líder guerrillero, pero el ejército mexicano la detiene.
AIE: Paran el carro, se acercan unas personas y me dicen «¿Es usted el párroco de Sabanilla?» Y les digo «sí, ¿qué pasa?»
DC: La arrestan sin cargos. En un informe de Human Rights Watch se recoge que se le acusa sin pruebas de armar a la gente, invadir tierras e inmiscuirse en la política.
AIE: Y yo saco la cabeza y digo y empiezo a gritar avisen que me llevan, avisen que me llevan
DC: Se queda incomunicada. De vuelta a España, en 1995, la iglesia la envía a Pamplona, le asignan un trabajo de párroco en un par de pueblos.
AIE: De vuelta en el Estado español, con lo puesto, una mano delante y otra detrás. Y lo puesto era una camisa chica. Y un pantalón. Y unas playeras, unas zapatillas. Nada, ni documentación.
DC: Intenta compaginar sus obligaciones eclesiásticas con la labor social, con el trabajo cercano de ayudar a sus vecinos.
AIE: Mi necesidad, mi verdad y el desarrollo de mi yo interior quedaba postergado. Mientras soy nómada, cuando dejo de ser nómada y soy sedentaria, mi necesidad interior surge como un torrente imposible de pararlo.
DC: Otra vez. Alizia desea salir al exterior. Vivir en libertad, aunque todavía vista los hábitos.. La niña que se adornaba con ropas de mujer, que soñaba con tener el pelo largo y otro cuerpo, vuelve a jugar con…
AIE: Los pañuelos de mi madre ponérmelos en la cabeza y jugar a que tenía el pelo largo, porque el pelo largo era una clara muestra de que era una niña. Las niñas llevaban el pelo largo y a los niños nos llevaban siempre a cortar el pelo y el pelo bien cortico.
DC: Porque el deseo, la desazón interior, nunca desapareció
AIE: Y es cuando empiezo a darme cuenta de que es mi momento. De que tengo que atender también a mi yo interior y empiezo a informarme de lo que significa la transexualidad.
JAE: Después de trincheras y detenciones, Alizia, aún en un cuerpo de hombre, se va a sumergir en otra batalla. Va a militar en movimientos LGTBI, se va a vestir de mujer en sitios donde nadie la pueda reconocer. Después la rebelión será contra el orden social de su entorno. hasta enfrentarse a las personas más queridas que no quisieron comprenderla. Llegará el amor. Enseguida retomamos la historia.
PAUSA
JAE: Por fin, después de una vida dedicada a los demás, Alizia empieza a mirarse a sí misma. Está a punto de iniciar la transición y modelar poco a poco su organismo según lo que dicta su condición de mujer. Al tiempo que completa esa metamorfosis física, también sucede la ruptura con la iglesia, pero no con su fe.
AIE: Soy perseguida, sigo viviendo de alguna manera en clandestinidad, mandan vigilar mis pasos y mis homilías.
JAE: Va a ser una lenta separación de cinco años que empieza en 1995. Luego, también vendrá la ruptura con personas cercanas, queridas. Pero primero…
AIE: En 2001, opto por dejar el sacerdocio porque no estoy a gusto con mi iglesia.
JAE: Continúa Doménico Chiappe.
DC: Ya como seglar, nuestra protagonista, de fe católica y vocación de servicio, se sumerge en una nueva batalla. Está empezando el nuevo siglo, pero todavía el travestismo es un tabú social. No están en uso términos como 'binario', 'transgénero' o 'género fluido'.
AIE: Empiezo de cero, no había información.
Los hombres que visten de mujer son estigmatizados. Los que se sienten mujeres, prefieren callar. Se abren grietas en la forma de pensar de la mayoría de las personas, pero muy lentamente.
AIE: Todo esto empieza a fluir de una manera mucho más importante. Voy conociendo el tema y buscando información.
DC: Su indagación la lleva a conocer personas y asociaciones.
AIE: En Pamplona, había ahí todavía una asociación que se llama Kattalingorri y entonces me acerco.
[Sonido real manifestación LGTBI en Pamplona]
DC: Comprende qué sucede en su interior, qué le ocurre desde que tiene memoria.
AIE: Ese es un punto de inflexión, de avance, de recorrido, de abrir puertas al conocimiento, a las vivencias y a ir descubriendo mi yo interior.
DC: Una larga travesía….
AIE: Es un proceso de años en el que yo voy informándome, viendo, comprometiéndome, averiguando.
DC: Aparece una palabra, un concepto, una posibilidad clínica, una esperanza con una ley recién aprobada que permite el proceso trans en la sanidad pública del lugar donde vive.
AIE: Antes de hacer la transición quiero disfrutar del ir adquiriendo el conocimiento de lo que me pasa.
DC: Es un proceso introspectivo en el que Alizia se plantea preguntas existenciales.
AIE: ¿Pero qué tiene que ver todo esto con la humanidad?
DC: Se siente acompañada, comprendida. Desde aquellos años de juventud, en que simulaba una masculinidad que le era ajena…
AIE: Cuando eres adolescente y tienes que adaptarte al medio en el que vives, en el que estás y tienes que ser una pieza más de esa maquinaria, porque fuera de esa cadena no hay, no hay posibilidad de vida, de relaciones. Cuando eres adolescente y estoy hablando de los años 60, 70. No había redes sociales, ni móviles, ni ordenadores, ni internet, ni nada por el estilo.
DC: Hasta los nuevos tiempos.
AIE: Ya no soy un caso único. Ahí va, si hay más gente como yo. Es más, hay mucha gente como yo y distinta a mí, con mi mismo sufrimiento. Guau. Qué descubrimiento. Mismo sufrimiento, diversidad de sentimientos.
DC: Alizia no duda. Completa la rebelión contra lo socialmente correcto, contra lo sexualmente establecido, pero se cobija con la clandestinidad.
AIE: Lo vives a escondidas. Pero es que además, según la educación recibida, es pecado, es locura social. Es comportamiento inadecuado. Es vergüenza familiar.
DC: Los primeros años asume su identidad trans en lugares donde no la conocen. De noche, en las sombras. Luego, también de día, mostrándose en público. Pero todavía con temor a los suyos, a los que no debían aún saber el secreto de su vida. Como si avanzara en un mapa del tesoro, punto por punto, atravesando la geografía, Alizia se va acercando a su entorno.
AIE: Mi apariencia no era tan femenina como eso. Claro, estaba sin hormonas y todo era más postizo.
DC: También se va enfrentando a las miradas familiares, de las que se ha guardado durante años, frente a las que ha simulado.
AIE: Yo no sentía vergüenza. Pero necesitaba protegerme.
DC: En 2011 Alizia comienza la transición biológica a mujer con un tratamiento hormonal, después de una década como activista LGTBI.
AIE: Mi transición también ha producido vida porque ha sido ejemplo. He sido la primera persona en Navarra que ha asumido esta condición y que fui paciente de la Unidad de salud. Entonces he abierto puertas a montones.
DC: El tratamiento hormonal anula la testosterona, produce cambios en el cuerpo.
AIE: Tienes volúmenes diferentes. Eso hace que incluso te choques con las esquinas. Va cambiando muchas cosas.
DC: Eso implica que Alizia, por primera vez, se hace vulnerable.
AIE: Ni con las bombas, ni con los disparos, ni con el secuestro y la desaparición en México. Yo nunca me había sentido realmente vulnerable conscientemente.
DC: Y es que se había enfrentado al mundo exterior. Ahora falta su propio universo.
AIE: Cuando yo comuniqué a mi familia mi condición les dije «Os tengo que dar una buena noticia, para mi es una buena noticia. Ya sé lo que he sentido toda mi vida. Y lo voy a vivir. Felicitarme porque lo voy a vivir». No fue esa la reacción de mi familia, fue contraria.
DC: Hay personas amadas, muy queridas, que se alejan. Otras, sin embargo, apuntalan su decisión. No se mueven de su lado.
AIE: Mi pareja Ione fue la persona que me acompañó. Ione ha sido muy importante para mí. Ha sido vital.
DC: Con casi 60 años, y una década de transición, Alizia da un paso más en 2019 y se somete a la vaginoplastia, el cambio de sexo quirúrgico.
AIE: La vaginoplastia para mí es como una guinda en el pastel. Y yo he conseguido por fin tener una vagina y dejar de tener pene y testículos, que para mí era importante cuando yo empecé la transición. Ni siquiera lo había pensado. No, entonces no es que no era importante, es que no estaba ni pensado. Después se convirtió en algo importantísimo.
DC: Al fin, Alizia despierta convertida en mujer, como si hubiera sucedido el milagro que pedía en la juventud. Su vida, repleta de capítulos extraordinarios, da un nuevo giro.
AIE: Yo considero haber vivido mi vida como un camino de liberación. Personal y social. Pero es que la liberación, como la utopía, no es una meta, es un camino.
JAE: En 2020 Alizia aprobó unas oposiciones como sanitaria. El camino, efectivamente, retorna al servicio del prójimo. Ahora mismo trabaja en una residencia pública para personas mayores y también regenta un centro cultural.
AIE: Siempre fue mi vocación, los cuidados. Siempre fui una persona… La gente que me conoce, pues dice que soy una persona tierna, muy tierna, «¡Qué ternura!», me suelen decir.
JAE: Aunque el corazón revolucionario sigue latiendo…
AIE: Estamos trabajando la necesidad de que las personas mayores, cuando lleguen a una residencia, no vuelvan a meterse en el armario. Que muchas de ellas se ven obligadas por presión social. En ninguna residencia se reconoce la presencia de personas homosexuales.
JAE: Gracias, Alizia, por compartir tu historia. Gracias, Doménico.
En España fue aprobada en Consejo de Ministros una ley para garantizar los derechos de las personas trans. Todavía no ha sido registrada en el Congreso para su debate. Aunque no existen datos concretos, a partir de datos sanitarios se estima que hay unas 10.000 personas trans en España, de las que dos terceras partes son mujeres trans.
Esta es una de las historias de Fuera del Radar. Un podcast de periodismo narrativo que se mueve más allá de la noticia. Soy José Ángel Esteban. Gracias por escuchar.