Novena entrega
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Novena entrega
Andrea Morán | José Ángel Esteban
Jueves, 18 de agosto 2022, 23:00
Amiga. Esta mañana leí en un viejo periódico una maravillosa historia sobre el trabajo. Mejor todavía: sobre mirar a otros mientras trabajan. Los jubilados, las obras, sí, En Construcción, aquella película que tanto te gustó y durante tanto tiempo. La escritora, porque era una mujer, ... estaba fascinada ante la precisión y el mimo de las trabajadoras de una factoría conservera que construyen la belleza perfecta de las sardinas enlatadas. Y, en un giro brillante, se paraba a pensar en uno de los mejores regalos que nos traen las vacaciones: mirar a otros que trabajan para ti mientras tú a duras penas intentas olvidarte de tu propio trabajo: la guía de un museo secreto, las camareras de un hotel, el chófer de la furgoneta que te trae de la selva.Tengo una amiga bombera. Muy reciente: aprobó las oposiciones hace unos meses después de un larguísimo tiempo de entrenamiento y estudio. Hoy, desde lejos, la he visto enfrentarse a unos viejos rastrojos, como heroína de Tábara, convertidos en un infierno por el viento y el descuido. Este año hemos padecido esa maldición en exceso. Era hipnótico, lo sabes. He vuelto a la ciudad sediento y seco. Menos mal que sabía que me estabas esperando.
Querido, ahí va una frase que jamás creí que escribiría: me pillas recogiendo la hormigonera. Mi padre llevaba semanas dándole vueltas a cómo arreglar el cierre de la finca del pueblo. Hoy se ha acercado a mi oficina de verano -es decir, a la hamaca entre las higueras- y me ha dado unos guantes talla XL y una camiseta de la San Silvestre de 2012: «Venga, que vamos a construir un muro». Oye, pues dicho y hecho. Al principio más que un peón era un lastre: iba dos pasos por detrás y cuando él necesitaba la radial, yo tenía preparada la maza. A todo esto, el eje de la carretilla está desviado y en el cuarto viaje trayendo piedras casi vuelco. Pero una vez asegurado el hormigón, la pared ya ha empezado a cobrar forma y he conseguido espabilarme. Mi incursión en la albañilería amateur no ha hecho que falte a nuestra cita. Mientras terminaba de fraguar la masa, he improvisado uno de los nuestros con algo de Campari y un licor de menta que no ha envejecido tan bien como el vino. Estábamos padre e hija firmando el cemento con la fecha de hoy, cuando lo hemos notado: olor a humo. A lo lejos, en una de las montañas, crecía una pavorosa y enorme columna negra. Cuánta impotencia. Cuídate, amigo.
Tres franjas como una bandera, con un tercio de licor de menta en la base. Después, con una cuchara para que caiga suavemente, servimos otro tercio de Campari y con la misma técnica otro de triple sec. ¿Qué falta? Flamearlo (o flambearlo, ambas en el diccionario de la RAE) y no tardar mucho en beberlo. Por Carlos G. Fernández.
Disponible en:
Narración y textos Andrea Morán, Carlos G. Fernández y José Ángel Esteban
Producción técnica Íñigo Martín Ciordia
Edición y mezcla Carlos G. Fernández
Remezcla y postproducción Rodrigo Ortiz de Zárate
Ilustraciones Adrià Ramírez
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