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Charles (Steve Martin), Oliver (Martin Short) y Mabel (Selena Gomez) comparten edificio y podcast. Después de que un vecino aparezca muerto, deciden emprender una investigación para descubrir al culpable y, de paso, contarlo. Todo esto ocurría en la primera temporada de 'Solo asesinatos en el edificio' ... , una serie cuya autoconciencia daba paso a un sinfín de guiños sobre los tropos de las investigaciones criminales: aparecían nuevas pistas, se descubrían falsos culpables y las vueltas de tuerca -puntos de giro, en jerga narrativa- cambiaban constantemente la dirección del relato.
Este 28 de junio regresa la segunda temporada y eso nos permite recuperar la genealogía sonora de un género que siempre está entre lo más escuchado en las plataformas de audio y que también abunda en las de televisión. Que todo explotó en 2014 con 'Serial' nadie lo discute. La primera temporada de este podcast, presentado por la periodista Sarah Koenig, investigaba el asesinato de una estudiante de instituto en el estado de Maryland. A su alrededor pronto surgieron fans, artículos, foros e incluso parodias, como la del Saturday Night Live.
'Serial' fue el primero pero luego vinieron muchos otros: 'My Favorite Murder', 'Crime Junkie' o 'In the Dark' han encabezado los rankings en esta categoría. Si nos fijamos en España, sería difícil ignorar la figura de Carles Porta, que ha demostrado su versatilidad saltando de un medio a otro. «Es una pasada la felicidad que generamos hablando de muerte», reconoce sorprendido el periodista, «pero es que la realidad es magnética».
Las investigaciones de Porta sobre casos reales llegaron primero a la radio catalana con 'Crims', después saltaron a TV3 en una adaptación televisiva, y por último su versión en castellano ha desembarcado en Movistar +. Como podcast también ha estrenado en Audible '¿Por qué matamos?', aunque aquí la pregunta sería más bien otra: ¿por qué nos gusta tanto saber que se mata? «La crónica negra siempre ha tenido público, lo que pasa es que ahora hay muchísima más oferta y eso ha alimentado la demanda», afirma. «Mi intuición es que en los próximos años se va a reducir y quedarán los buenos de verdad».
Más allá de la labor de investigación «rigurosa y hecha con respeto», Porta, ganador del Premio Ondas al Mejor Programa de Radio en 2021, destaca la esencia literaria de este género. «Quizá ahora haya un exceso de producto, demasiado periodismo y demasiada poca literatura porque el gran reto es contar una historia, ordenar los elementos reales con fórmulas de ficción de tal manera que parezca una película».
José Ángel Esteban, director del Departamento de Audio y Podcast de Vocento, coincide con él. Trabajaron juntos en 'Le llamaban padre', de Podium Podcast, una investigación sobre la pederastia a raíz del cual Porta aprendió que «el relato que mejor llega es el más honesto». Por su parte, Esteban, que también ha sido productor de 'El rey del cachopo', otro ejemplo reciente del 'true crime' patrio, concreta cómo se escribe con caligrafía narrativa: «Todo pasa por elaborar relaciones entre los acontecimientos, sembrar pistas, definir los personajes, crear suspense y también la posibilidad de satisfacer o frustrar las expectativas».
Estas fueron algunas de las directrices que guiaron la producción de 'Las dos muertes de Javier Ardines', podcast de investigación de Vocento que relataba el asesinato del concejal de Llanes y sobre el que, en un primer momento, planeó la sospecha de la venganza política. «Además de la trama criminal, del quién lo hizo», recuerda Esteban, «en aquella historia había toda una paleta de posibilidades que rastrear: la corrupción política y sus apariencias, las ambiciones, la construcción de paraísos, de modelos sociales, los contrastes urbanos y rurales…».
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Por este motivo, en aquel podcast la premisa negra evolucionó hasta una perspectiva más sociológica, «y es que la crónica negra es también un espejo. Ayuda a describir y reflejar momentos políticos, históricos», defiende. Sobre el auge en la producción audiovisual de esta temática, Esteban cree que «más que de la muerte en sí lo que atrae son las pulsiones de supervivencia, el conflicto básico entre el deseo y la ley, lo que se quiere y aquello que lo limita. Esa idea se puede aplicar a todos los relatos, sean o no criminales».
La temática policiaca marida bien con otros subgéneros y puede abrirse incluso a mezclas imprevisibles, como es el caso de 'Crímenes. El musical', un podcast pensado para quienes no les gusta la sangre ni lo tétrico. «Aquí las muertes son un mero gancho», dice su creadora Mar Abad, fundadora del sello El Extraordinario. «Los asesinatos antiguos nos duelen menos y la música que empleamos ayuda a poner más distancia: suena soul, bolero, bossa nova…».
El programa, que ya tiene dos temporadas, narra asesinatos que fueron recogidos por la prensa española del siglo XIX y XX y en el fondo esconde una reivindicación del folletín, un género denostado que a Abad le fascina. «Diría que era el HBO de la época, los lectores se quedaban enganchados a esas historias», explica. «Entonces ya se utilizaban las técnicas de ficción para hacer periodismo. Te diría que a mí me gusta mucho más El Caballero Audaz que Truman Capote, aunque luego el primero se convirtiera en un fascista terrorífico».
En sus viajes por las hemerotecas («Todos los periódicos que aparecen son reales: La Correspondencia de España, El Heraldo de Madrid, La Libertad…»), Abad también ha descubierto firmas femeninas que ha incorporado al podcast como personajes ficcionados, y cita a María Luz Morales o Carmen de Burgos como ejemplos. «Me gusta reclamar a las mujeres periodistas invisibles y he rescatado palabras literales que escribieron. Entonces sí, se trata de utilizar la ficción para contar hechos absolutamente verdaderos». De nuevo, el entramado de la realidad y el aderezo literario. Aquí el crimen es un pretexto pero, después de entrevistar a forenses y psicólogos para su investigación, Abad empieza a comprender el éxito del relato negro. «Necesitamos saber que hay buenos y malos, aunque sea lo más maniqueo y absurdo del mundo. Y creo que cuando vemos la muerte muy cerca también nos sentimos más vivos. Los límites entre una y otra no están tan separados».
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