Secciones
Servicios
Destacamos
Surgen tres ideas después de ver 'Nos vemos en otra vida' y las tres son buenas, lo cual no es común con casi ningún título. Con este sí. Piensas en que un suceso de la trascendencia del 11M merecía un relato audiovisual bien contado. Piensas ... en que es una suerte que los hermanos Cabezudo estén de vuelta, después de que hubiesen firmado dos de las producciones españolas más notables de los últimos años. Y piensas en lo bien que lo está haciendo la división de Disney en nuestro país en la selección de series que saca adelante. Vayamos por partes.
El periodista Manuel Jabois tardó año y medio en convencer a Gabriel Montoya, único menor implicado en los atentados de Madrid, de que hablase por primera vez, de que contase cómo se vio involucrado en una masacre que acabó con la vida de 193 personas. En el libro 'Nos vemos en esta vida o en la otra' el escritor recuerda el cruento atentado a través de los ojos de ese crío, que entonces tenía 15 años, que venía de una familia desestructurada y que ansiaba comerse el mundo a toda costa. Había en esa obra material de sobra para construir una serie. Pero esta no sería una serie cualquiera, porque lo que iba a narrar era un acontecimiento que cambió la historia de este país, que todavía hoy sigue levantando suspicacias y, sobre todo, que afectó a centenares de familias.
El antecedente a esta es una miniserie que Telecinco rodó en 2011, siete años después de lo ocurrido en Atocha, y que fue recibida con dudas. No había pasado todavía suficiente tiempo como para verla con perspectiva. Escrita por Carlos López y dirigida por Daniel C. Torallas fue acusada de simplificar lo que ocurrió y de exponer a las víctimas a revivir lo sucedido. El resultado final fueron dos episodios de hora y media cada uno en el que se trataba de explicar el modo en que se fraguó el atentado y que se acercaba también a las personas que lo sufrieron, los que iban en los trenes y perdieron sus vidas.
Esta vez se ha huido de una reconstrucción al uso y, tamando como base el libro de Jabois, se ha hilado una historia que se centra en el chaval que transportó los explosivos, en un adolescente indómito que se dejó llevar por la ambición y que no reparó en las graves consecuencias de lo que estaba haciendo. La serie no pretende exculparle, no hay intención alguna de que eso suceda. Y toma precauciones para evitarlo, teniendo siempre muy presente la tragedia acaecida el 11 de marzo de 2004. Pero la inclusión de la figura de Gabriel, de ese muchacho de barrio sin referentes a los que agarrarse, ofrece una mirada paralela del suceso que permite entenderlo mejor, descubrir los vulnerables mimbres que lo hicieron posible. Se aproxima al barrio del que salieron los explosivos, al grupo de delincuentes comunes que no fueron conscientes de que estaban colaborando con unos terroristas que no iban a tener problemas ni escrúpulos para matar indiscriminadamente.
Han pasado 20 años desde aquel fatídico día. Es tiempo suficiente como para que la ficción se aproxime de nuevo al suceso. Del 11S se han hecho un buen número de series y películas -sobre los pasajeros que iban en los aviones, sobre los bomberos que participaron en el rescate en las Torres Gemelas, sobre las víctimas de los ataques…-. Pero del 11M apenas hay nada, la serie antes citada, alguna mención en otras producciones menores, documentales... Y eso demuestra que como sociedad lo tenemos menos madurado, menos superado, menos procesado. La ficción ayuda a eso. Y esta que desde hoy está disponible en Disney y que consta de seis capítulos es un buen material para cumplir ese propósito.
La serie va más allá de donde fue Jabois con su libro. Toma también el sumario del macrojuicio para presentar de manera fidedigna lo que ocurrió y para dar voz a las víctimas. Ellas también son protagonistas. Y además han tenido acceso al guion y al resultado final antes que nadie. Por eso este proyecto tardó tanto en darse a conocer, porque era necesario el visto bueno de los implicados para que saliese adelante. Y lo tuvo. La propuesta huye de imágenes escabrosas (los trenes apenas aparecen en un televisor en el informativo de aquella jornada), de morbo innecesario, de los conflictos políticos que se desataron en los días posteriores. Aquí se exponen los hechos probados y se pone cara a los pobres diablos que se juntaron con la gente equivocada y no supieron parar a tiempo (además de Gabriel el otro protagonista es el Minero, José Emilio Suárez Trashorras, que cumple en la actualidad una condena de 34.175 años de cárcel como colaborador necesario del atentando). Los dos traficaban con droga y las malas amistades les llevaron a un escenario mucho más tenebroso. La serie no juzga. Porque lo que pasó ya está juzgado y al espectador se le supone suficientemente inteligente para que saque sus propias conclusiones.
Los Cabezudo se tomaron todas las molestias para llevar a término la obra en las condiciones que querían. Quisieron ser muy respetuosos con los hechos y sobre todo con las víctimas. Aceptaron sus condiciones y asumieron los plazos precisos para que todo estuviese en orden. A este par de guionistas le debemos la mejor crónica de los años de corrupción en la costa mediterránea de nuestro país vista en una pantalla nunca. 'Crematorio', estrenada en 2011 y basada en la novela de Chirbes, se adentra en los años del boom inmobiliario, en la especulación que propició y en el modo en que estuvieron implicados políticos y empresarios. Una serie mayúscula, protagonizada por Pepe Sancho, que se anticipó a la ficción patria que llegaría más tarde. Después firmaron 'La zona' (2017) sobre una central nuclear y sobre la Asturias postindustrial que trata de reinventarse y de sobrevivir. Nadie mejor que ellos para tratar un tema tan sensible como el 11M. Hay un trabajo de guion riguroso en 'Nos vemos en otra vida', unas interpretaciones soberbias (menudo hallazgo el joven Roberto Gutiérrez y qué sorpresa Pol López encarnando al minero) y un aséptico punto de vista que permite que la trama discurra ligera y no se busquen golpes de efecto que solo distraerían del objetivo final.
Esta es la segunda ficción nacional que Disney estrena este año. Y ambas han sido estupendas. La primera en torno a Balenciaga, que va más allá del mundo de la moda para reflejar un momento histórico y una actitud distante ante la vida en todos los aspectos, desde el político hasta el sentimental. La serie protagonizada por Alberto San Juan y dirigida por los artífices de 'Handia' y 'La trinchera infinita' no era un biopic al uso, lo cual fue de agradecer. Tampoco 'Nos vemos en otra vida' es un relato criminal común. Ni por la estructura (que va dando saltos temporales para que nadie pierda la perspectiva de lo que quiere contar) ni por las decisiones narrativas, que alejan la trama de las estaciones madrileñas y la sitúa en un Avilés deprimido y obtuso. Ya quisieran muchas plataformas el buen ojo que está demostrando tener Disney.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.