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Decía llamarse Antonio Medina. Bajo ese nombre y a lo largo de más de dos décadas, este sujeto calvo y con barba, estafó a decenas de personas del mundo de la cultura y la televisión. El 'modus operandi' era casi siempre el mismo. El ladrón de guante blanco se acercaba al famosete de turno y le llamaba por su nombre de pila. «Jorge, ¿qué tal? ¿Te acuerdas de mí? Soy Antonio Medina, cámara de El Terrat». La víctima, a menudo, dudaba, pero el timador tenía una gran capacidad para desactivar la sospecha. En el caso de Jorge Ponce, bastaron un par de frases: «Sí, de 'En el aire', pero al principio. ¿Qué tal tú?». Aquellas palabras convencieron al codirector y coproductor de 'La revuelta' de que sus vidas se habían cruzado en algún momento en lo profesional y este le contó en qué andaba tras el fin del programa de La Sexta. Era el año 2015.
Es ahí donde el falso Medina aprovechaba para lanzar su timo: «Yo es que me tuve que volver a Madrid cuando pasó lo de mi hija. Era lesbiana, paseaba con su chica y una banda de neonazis le dio una paliza y se ha quedado tetraplejica. Voy a cuidarla al hospital». Claro, ante la terrible situación descrita, el común de los mortales se proponía echarle una mano. «Yo acababa de sacar dinero de un cajero, llegaba tarde a una cena así que le dije: 'Si te puedo ayudar en algo...'», apunta Ponce. «Nada, estoy esperando a ver si sale algo que tengo en Mediapro», contestó él. Y cuando los dos estaban se estaban alejando, el cámara, como si fuera Colombo, volvía sobre sus pasos y decía: «Oye, pues mira, me da mucha vergüenza pero hasta que no me salga algo de curro, llevo cinco euros en la cartera». En ese momento, se volvían a activar todas las alarmas de la estafa, pero «con un drama tan preciso y con tantos detalles», reconoce Ponce que le parecía impensable que fuera mentira, así que le dio veinte euros.
Ponce es solo una persona más de una larga lista de timados que va desde Andreu Buenafuente hasta Hector de Miguel (Quequé), pasando por Lucía Echevarría, Carlos Areces, Dani Rovira, Joaquín Reyes, Nathalie Seseña, Carlos Jean, el periodista de Abc Carlos Hidalgo, Iker Jiménez o Miguel Rellán. El tipo ha sido la comidilla del sector durante años, motivo de decenas de anécdotas en almuerzos y cenas entre compañeros y amigos de la industria audiovisual. Y así hubiese seguido de no ser porque Lorena Castell se encontró con él en 2023 y, tras zafarse de la estafa, rápidamente se lo comentó vía WhatsApp a Ponce. «Ese encuentro significaba que siete u ocho años más tarde, Antonio seguía en activo, había pasado la covid... Decidí hacer un documental para poder llegar hasta él y decirle: 'Antonio, eres un máquina'», relata en 'Medina: el estafador de famosos', una serie documental de cinco episodios ya disponible en Prime Video.
Lo cierto es que el serial, dirigido por el propio Ponce y Javier Valera, resulta inclasificable. Es un documental, sí, porque recaba decenas de testimonios de afectados que cuentan cuánto dinero perdieron -desde los dos euros de Joaquín Reyes hasta los cincuenta de Buenafuente-, cómo conocieron al estafador y qué tretas usó este para embaucarles. En función del famoso, Medina cambiaba su vínculo con él: lo mismo había sido cámara de 'El hormiguero', 'En el aire' o 'La noche de Fuentes y Cía' que auxiliar de dirección en 'Ocho apellidos vascos'... También modificaba el tipo de tragedia que le había llevado a esta situación de desamparo: a veces decía que la hija había tenido un accidente; en otras ocasiones, que tenía los huesos de cristal o ELA, y en otro caso que era él el que había sufrido un accidente de coche y le habían tenido que emascular... Curiosamente, siempre mantenía su nombre, algo así como el sello personal de un Moriarty de andar por casa: Antonio Medina. Con ayuda de las víctimas y del psicólogo forense Antonio Andrés Pueyo, la serie elabora un retrato robot -se parecía a Javier Cansado, dicen los timados- y psicológico del timador que, dada su edad y los años que lleva practicando la estafa, «probablemente continuará estafando al personal», apunta Pueyo.
Pero 'Medina: el estafador de los famosos' es también un falso documental que aprovecha sus muchos momentos de ficción no solo para rascar la carcajada del espectador, algo que consigue a menudo, sino también para diseccionar cómo funciona la producción de documentales y para reírse de algunos de los tics en los que caen los 'true crime' que de un tiempo a esta parte copan la pantalla, desarrollando a la vez otro falso documental dentro del documental y rizando el rizo de la metaficción.
Así, en el transcurso de los acontecimientos, Ponce tendrá que lidiar con dos investigadores privados a los que el programa ha contratado y que no dan pie con bola; también con las exigencias del equipo de Prime Video, que no ve material para hacer tantos episodios -no los hay, la verdad-, o con las de la directora de producción, que no entiende por qué buena parte del presupuesto se ha ido en hacer unas recreaciones carísimas. «Jorge cogió al actor que hace de él de una agencia de figuración carísima y le invita siempre a enseñar sus musculosos brazos», llega a decir el coordinador de guiones y también actor, Borja González Santaolalla.
Pistas falsas, cruentas batallas con la competencia, subtramas dentro de la trama principal... Cuando parece imposible dar con el timador, el malagueño empieza a recurrir a ideas absurdas -brillante el uso de famosos como Daniel Broncano, Carolina Iglesias o María Galiana como cebo para el estafador-, convirtiéndose en una suerte Michael Scott, el jefe de la fundamental 'The Office'. ¿Encuentra el documental a Antonio Medina? Eso es algo que no vamos a desvelar, porque merece la pena ver el resultado final. 'Medina: el estafador de famosos' es un divertimento tonto y genial a la vez, una producción original y encantadora, aunque algo más de mesura en la sala de montaje -quizá restando testimonios- no le hubiera venido nada mal.
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