Logan Roy, el causante de todos los males

Entre 2018 y 2023 HBO, durante cuatro temporadas, Max emite una de las ficciones más seguidas y premiadas en los últimos años. 'Succession', escrita por Jesse Armstrong, ganó tres Globos de Oro y otros tres Emmy en la categoría mejor serie. Un récord del que pueden presumir pocas producciones. Todos los galardones se rindieron a este drama familiar sobre un padre que ha de decidir a cuál de sus tres hijos cede el emporio de empresas del que es dueño. La elección del sucesor desata la guerra entre los tres posibles candidatos.

Pero 'Succession' era más que una historia de sucesiones, de intrigas familiares, de rivalidades entre hermanos. Pretendía ir más allá. Se adentraba en una clase rica que nunca pisa el suelo, que no conoce los problemas comunes que sufre la gente mundana. Retrataba a un clan que no sabía quererse, que se había pasado la vida buscando un gesto de afecto o de aprobación entre sus seres más cercanos y que en ese intento se habían estampado una y otra vez. Y el principal culpable de todo aquello era Logan Roy.

Padre ausente, magnate sin escrúpulos, empresario capaz de vender a cualquier amigo o miembro de su familia para conseguir sus metas. Logan se ha pasado la vida mirándose el ombligo, despreciando a los que le rodean, aniquilando a cualquier adversario que pudiera hacerle frente. Y en el momento en el que le toca echarse a un lado, ceder su puesto para que sus negocios vayan adelante no encuentra un sucesor claro entre sus hijos y, cual sádico, los pone a prueba para reconocer su autoestima y talento. Disfruta viendo cómo se frustran, se enfurecen, cómo caen. Frío, calculador, despiadado. Nunca dio un consejo, un abrazo, un gesto de apoyo. Eso no existe en su universo.

Habíamos visto en las series muchos patriarcas infames y ególatras, incapaces de gestionar ninguna emoción y que solo sabían relacionarse desde los puestos de poder de sus despachos. Es una figura recurrente desde que se pusieron de moda los culebrones americanos en los 80, como 'Dallas' o 'Dinastía'. Familias adineradas pero con multitud de problemas se han sucedido en la pantalla para que los espectadores disfrutásemos viendo cómo los ricos también lloran. ¿Qué hizo diferente a Logan y los suyos?

'Succession' no se dedicaba a juzgarlos, no buscaba ninguna moralina. Solo pretendía perseguirlos para presentarlos ante la audiencia y que fuese ella la que después forjase una opinión sobre ellos, sobre su manera de actuar, sobre la forma de resolver sus dificultades. Inevitablemente la serie no podría concebirse sin la figura del todopoderoso padre. Es la diana de todas las iras, el espejo en el que todos se miran para comprobar cómo se ven. Todo lo que hacen -los hijos, los empleados, las esposas- es para despertar una reacción de él, para llamar su atención, para provocarlo. Incluso después de muerto su peso sobre las decisiones que toman sus herederos es enorme.

Brian Cox hizo un trabajo soberbio al interpretar a este personaje que le proporcionó una popularidad enorme. Y eso que a sus espaldas llevaba una carrera en la que se citan títulos célebres como 'Braveheart', 'El caso Bourne', 'Troya' o 'Zodiac', por citar algunos filmes. Con una sólida formación teatral tuvo que llegar la serie de HBO y su magnífico protagonista para que el gran público lo aplaudiese como debía. Temido y admirado.