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En 1988 David Cronenberg deslumbró al mundo con 'Inseparables'. Basada en la novela 'Twins', de Bari Wood y Jack Geaslan, la película seguía los pasos de los gemelos Elliot y Beverly Mantle, dos brillantes ginecólogos de personalidades totalmente opuestas a los que daba vida Jeremy ... Irons. Si el primero es extrovertido, encantador y un tanto cínico, el segundo es un tipo introvertido, tímido y hasta pasivo. Sin embargo, lo comparten todo: los éxitos profesionales, la exclusiva clínica que dirigen, el piso en el que viven... Por compartir, comparten hasta las amantes. Cuando Elliot seduce a una mujer, no tiene inconveniente en cedérsela a su hermano, que finge ser el galán de la pareja, sin que ninguna se percate de la jugada. El detonante de la ficción, que el canadiense dirigió después de su brutal remake de 'La mosca', llegaba cuando una actriz con problemas de fertilidad acudía a la clínica en busca de ayuda. Beverly acaba profundamente enamorado de ella, de nuevo gracias a Elliot, y la conexión que surgía entre ambos desestabilizaba la tóxica y enfermiza relación entre gemelos, dando pie a un fascinante relato que abordaba temas como los celos, la envidia, el deseo, el morbo, la mentira o la adicción, mientras la nueva carne del autor canadiense se colaba entre las grietas de la trama.
Pasaron los años y aquella historia no dejó de crecer en el recuerdo de la actriz Rachel Weisz. «Me gustaba mucho el tono de 'thriller psicosexual' y Jeremy Irons estaba sensacional. También estaba obsesionada con la actuación de Genevieve Bujold, su coprotagonista», desliza la ganadora del Oscar a mejor actriz de reparto por 'El jardinero fiel'. «La película es fascinante y todos los personajes están tremendamente rotos», afirma en las notas de la producción.
Fascinada por 'Inseparables', Weisz estuvo durante muchos años obsesionada con contar una historia centrada en dos hermanas y pensó en adaptar algunos relatos cortos y novelas, pero «ninguna parecía la correcta». Hasta que un día se planteó realizar una versión de 'Inseparables'. «Pensé que sería fascinante ver a todos los personajes principales como mujeres», señala. Así que en 2017 se puso en contacto con la productora Sue Naegle, una veterana de la industria que había participado en series como 'A dos metros bajo tierra', 'Girls' o 'Juego de tronos', que entonces ejercía como directora de contenido en Annapurna Pictures en Los Ángeles.
Lo hizo además colocando por delante el nombre de la dramaturga Alice Birch, responsable de guiones como el de 'Lady Macbeth' o la reciente 'El prodigio'. A Weisz la mano de la británica en diálogos de series como 'Normal People' o 'Conversaciones entre amigos' le maravillaban. e incluso en la segunda temporada de 'Succession', donde participó como supervisora de la ficción. Curiosamente, Birch, que también había trabajado en la segunda temporada de 'Succession' como supervisora de la ficción, jamás había visto 'Inseparables'. Pero el idilio fue tal que cuando le dio al play la acabó viendo «cinco veces seguidas». «Es un mundo tan intrigante», señala la creadora y showrunner de la ficción.
Hace unas semanas esta ficción coproducida por Amazon Studios y Annapurna Televisión, llegaba a Prime Video. Estructurada en seis episodios de alrededor de una hora de duración, 'Inseparables' cambia Toronto por Nueva York y Jeremy Irons por Rachel Weisz -ella está magnífica- y arranca cuando las Mantle aún trabajan por cuenta ajena para otro centro hospitalario. Con pequeños matices, los roles de Elliot y Beverly son básicamente los mismos. Elliot es extrovertida y lenguaraz, le gusta salir de fiesta, no le hace ascos a las drogas y vuelca toda su pasión en la investigación en el laboratorio; Beverly, en cambio, es más reservada, pero se muestra encantadora con las pacientes, con las que empatiza desde el primer momento, al fin y al cabo lleva un tiempo intentando quedarse embarazada pese a no tener pareja.
El detonante de la ficción es el mismo, si bien en este caso el nombre de la actriz que desestabiliza la pareja es el nombre real de la actriz que dio vida a Claire Niveau en la película de Cronenberg. Genevieve (Britne Oldford), una actriz en un buen momento profesional, se acerca al hospital donde las gemelas trabajan. Desea tener un crío y aunque no lo busca ya, quiere saber si todo está correcto. Beverly la explora y, además de maravillarse con la forma poco usual de su útero, cae tan rendida a sus pies que pide a su hermana que se haga pasar por ella y se ocupe del caso. Consciente de que a Beverly le gusta, Elliot tratará de conquistarla para su gemela, sin prever que el éxito de la relación acabará tensando a la pareja protagonista.
A partir de ahí ambas ficciones se van distanciando con buen tino. En este sentido, Birch cuenta con más tiempo para desarrollar a sus dos protagonistas, las dos caras de la misma moneda, una sin principios; la otra con ellos; a las que suele representar con el pelo suelto (Elliot) y con el pelo recogico (Beverly), facilitando y quizá subrayando en exceso quién es quién en cada momento, algo con lo que la película original sí jugaba antes de narrar el descenso a los infiernos y la autodestrucción.
Además de abordar en el sentido más amplio posible la maternidad, la ficción se permite también poner sobre la mesa asuntos de marcada actualidad como el feminismo, los vientres de alquiler y la gestación subrogada, la sanidad privada, la adicción a las drogas, las relaciones enfermizas y tóxicas, los celos, la crisis de los opiáceos creada por las farmacéuticas, la experimentación y sus límites o la desigualdad social -especialmente brillantes son los diálogos del segundo capítulo, con las Mantle tratando de convencer a una familia adinerada para que apuesten por el centro de maternidad-. No se olvida del todo del aspecto estético que Cronenberg imprimió a su obra. Ahí están las batas rojas y el tono más bien oscuro de toda la serie, incluso con ciertos guiños a la nueva carne -el momento trepanación- y la extrañeza que alberga buena parte de la obra del canadiense.
Quizá el gran problema de 'Inseparables' en su versión serie sea su desarrollo más bien lento y farragoso y una tendencia a olvidar ciertas tramas o a dejarlas en el limbo, con momentos en los que uno debe suspender su incredulidad más de lo que le gustaría, con la intención de justificar un final tan rotundo como satisfactorio. Pese a todo, en su conjunto 'Inseparables' es una notable actualización del clásico de Cronenberg, algo menos sucio, morboso y sórdido que la cinta original, pero, si cabe, más necesaria que entonces en una industria cada vez menos arriesgada.
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