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Fabrizio Gifuni interpreta a Aldo Moro RC
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'Exterior noche' en Filmin: volver a representar el calvario de Aldo Moro

Marco Bellocchio aborda por segunda vez este episodio histórico y nos hace preguntarnos sobre la representación y la ficción

Martes, 10 de enero 2023

Primero, un pequeño resumen (aunque alguien pueda ver este párrafo como un spoiler, creo que el director cuenta con que todo el mundo sabe qué pasó al final): la serie representa un momento clave de la historia política italiana en los 70, a veces comparada ... en importancia con el atentado contra Carrero Blanco en España: el secuestro y asesinato por parte de las Brigadas Rojas del político Aldo Moro, líder y símbolo de un partido, la Democracia Cristiana, que lleva décadas en el poder. Años durísimos en Italia, con atentados todas las semanas, huelgas multitudinarias y un importante conflicto intergeneracional.

Todo producto cultural que parte de hechos reales corre un riesgo y juega con ese mismo riesgo: convertirse en canónico, arrogarse la potestad de definir para siempre un acontecimiento suplantando a las demás versiones y hasta a la propia realidad. Al no tener tiempo, en general, de profundizar en todos los eventos que marcaron el mundo, muchas veces nos contentamos con algunas obras, por fortuna algunas muy buenas, que van a decidir cómo entendemos esa parte de la historia. Es mejor que nada, pero siempre podría ser más profundo.

Así que a la hora de juzgar obras tan llenas de interés como 'Exterior, noche', tenemos una dicotomía: ¿hay que juzgar si ha representado mejor o peor unos hechos, o hay que juzgar si es dramáticamente interesante, entretenida, bien hecha? Pues habrá que hacerlo con ambas cosas, pero sin olvidar lo interrelacionadas que están. Porque que no nos convenza la personalidad neurótica y la interpretación del actor que da vida a Francesco Cossiga también incide en si nos convence o no la representación de la historia. Un inútil de tal calibre en la ficción, acompañado por una absurda musiquilla circense, es imposible que se convirtiese en jefe del gobierno y del estado italiano unos años después.

La serie cuenta con algunas alucinaciones destacables. rc

Todo lo contrario sucede con Moro, interpretado de forma excelente por Fabrizio Gifuni (en otras versiones de los mismos hechos encontramos a Gian Maria Volonté, que curiosamente también aparece en 'Operación Ogro'). Gifuni es difícilmente superable, y la serie hace un retrato brutal de un hombre plenamente piadoso, inocente y paciente negociador… tanto que habría que preguntarse si no será demasiado hagiográfico. Nos hace preguntarnos si se puede llegar a la cima de un gran partido político sin tener un puntito de mala persona. En la serie no lo tiene. Las cartas que escribe Moro en cautiverio, más de cincuenta, se representan aquí escogidas y leídas, pero no queda claro el desarrollo que tuvieron y la terrible evolución del político hacia la desesperación, acusando sin miramientos a los que deben salvarle.

Puede ser más tedioso, pero si profundizamos en esas cartas de Moro a todo tipo de personas e instituciones (varias de ellas recogidas íntegras en 'El caso Moro', el libro «escrito en caliente» del entonces diputado —y autor de maravillas como 'Todo Modo'— Leonardo Sciacia), encontramos un personaje algo distinto, y mucho menos afable en los tramos finales.

Se ha comentado que la serie, más que condenar el acto terrorista (probablemente ya suficientemente condenado) pretende ajustar cuentas con esos otros dirigentes de la Democracia Cristiana que «dejaron morir» a Moro al negarse a negociar. Es así, y en una revancha cósmica, nos permite deleitarnos al ver a modo de alucinación cómo sería un encuentro entre ellos y Moro si finalmente lo hubieran liberado vivo. La cara de asco del político nos acompañará mucho tiempo, pero ya ninguno de los otros está vivo para verla en la pantalla. Y es que otra pega que ponerle a la serie es que parece que a esos miembros de la DC (Andreotti, Cossiga y Zaccagnini en especial) todo les viene grande y actúan improvisadamente, pero la realidad es más triste y encierra grandes dosis de cinismo: era casi preferible que Moro no volviera. Le declaran prácticamente loco y deciden no hacer caso de nada de lo que diga en una acción muy coordinada. En la serie, los grupos de presión a los que tienen que hacer frente los políticos son demasiado esquemáticos y con un poco de brocha gorda. Y también se echa de menos darle más relevancia a la figura de Enrico Berlinguer y a la inmensidad del Partido Comunista Italiano de la época, una anomalía en Europa Occidental que hay que conocer para ponderar bien los hechos, pues Moro precisamente iba a abrirle un poco la puerta al PCI en el «compromesso storico» y se iba a ratificar ese mismo día del secuestro. Ni Washington ni Moscú estaban a favor.

Toni Servillo y Margherita Buy son Pablo VI y Eleonora Moro RC

Aparece el papa Pablo VI (Toni Servillo), amigo de Moro, con su propio capítulo, aparecen los captores, con su tensísima vida al límite (en la película anterior de Bellocchio sobre el tema se profundiza más en ellos), y aparece la futura viuda, Eleonora Moro (Margherita Buy), en un gran episodio donde queda claro que la familia está sola en este absurdo. No aparecen en la serie las injerencias extranjeras (busquen Gladio, por ejemplo) ni los masones de P-2, pero está claro que por ahí estuvieron (busquen el nombre Licio Gelli, vaya biografía). Quien vuelve en el episodio final es Moro. Y para tratar de entenderlo, Marco Bellocchio ha introducido otra pizca de ficción: la imaginada conversación con un cura que los secuestradores le llevan para que muera tranquilo. Ahí puede este Moro desfogarse y llamar a las cosas por su nombre, acusar y dejar clara su postura en confianza. No parece que en la historia real pudiera hacerlo.

Se podría tirar del hilo y estar mucho más rato descubriendo cosas, así que esta serie es una gran invitación a un pedazo de historia que descubrir. El público italiano tendrá un poco más de contexto (aunque han pasado 45 años, de todo nos olvidamos), pero aquí podemos disfrutar igualmente y, después, ponernos a investigar. Con alguna cosa que mejorar, es totalmente recomendable.

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