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Dana Scully: cuando la inteligencia ganó a la silicona

Aquella agente de la FBI interpretada por Gillian Anderson marcó a toda una generación

Sábado, 2 de septiembre 2023, 00:09

Con 24 años y sin apenas experiencia, Gillian Anderson hizo una prueba para interpretar a Dana Scully en 'Expediente X'. Chris Carter, creador de la serie, decidió inmediatamente que el papel era para ella, aunque no pasó lo mismo con los ejecutivos de la Fox, ... que buscaban una (otra) rubia siliconada que acompañara al protagonista de turno y mantuviera a los espectadores masculinos pegados al televisor. Pero Carter luchó por Anderson y, al fin, la actriz encarnó a la celebérrima agente del FBI en una producción que marcó a una generación y que comenzó siendo una serie de culto para convertirse en un éxito global e imperecedero.

La serie comenzó a emitirse en 1993. En aquellos años, encontrar a una mujer interpretando a una agente del FBI en la ficción era casi tan raro como encontrarse con una en el mundo real, ya que solo hubo agentes femeninos a partir de 1972, año en el que murió el padre del asunto, el muy poco honorable J. Edgar Hoover. Teníamos, eso sí, el fabuloso precedente de Clarice Starling, la protagonista de 'El silencio de los corderos' que, casualmente (o no, porque el mismo Carter reconoció que se había inspirado en ella para componer el personaje de Scully), compartía rasgos físicos y de personalidad con Dana Scully: pelirrojas, delgadas y pálidas, tenían un gesto frío y una mirada escéptica, y eran tan inteligentes como arrojadas.

En el caso de 'Expediente X' hay que añadir otro factor a la ecuación, y es que esa capacidad analítica de Scully brilla aún más por contraste y, sobre todo, por la inversión de roles de géneros que se produce en la serie: Scully se aleja del estereotipo de la criatura irracional, ilógica y emocional con el que siempre nos han dibujado a las mujeres, y aparece como la orgullosa poseedora de una mente metódica y científica, de un doctorado en Físicas y de una licenciatura en Patología Forense, mientras que su compañero Fox Mulder es un crédulo agente que está dispuesto a dar por válida la existencia de demonios y extraterrestres.

La tensión sexual no resuelta entre Mulder y Scully mantuvo a la audiencia pegada al televisor RC

Hasta tal punto impactó el personaje que propició el llamado 'efecto Scully': según afirma la introducción del estudio hecho por el Instituto Geena Davis sobre Género en los Medios, «En el mundo de los medios de entretenimiento, donde los científicos a menudo son retratados como hombres blancos con batas blancas y trabajando solos en laboratorios, Scully destacó en la década de los 90 como el único personaje femenino STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics) en un papel importante en la televisión en horario de máxima audiencia». Tanto es así que, en una encuesta hecha a mujeres que actualmente trabajan en profesiones científicas y técnicas, el 63% reconoció que la agente Scully había sido un referente para ellas, siendo su papel determinante a la hora de elegir una carrera de ciencias.

Scully era la tipa que todas queríamos ser: aguda y lúcida, independiente y decidida, serena pero valiente. También era la novia que todos querían tener, especialmente aquellos que se habían enamorado de su profesora de matemáticas siendo niños, y ahora soñaban con tener a su lado a una chica con la que poder discutir acerca de la teoría de la relatividad después de enrollarse con ella. Y es que al 'efecto Scully' se sumaba el 'efecto Anderson': la actriz le aportó al personaje un morbo, un magnetismo y un atractivo tales que traspasaban tanto la pantalla como la oscura tela del traje de chaqueta. De una u otra forma, por una cuestión o por otra, todos nos sentimos fascinados por Scully. Y es que ella, además de demostrar que la mayoría de las teorías de Mulder eran erróneas, logró demostrar una más: que la inteligencia era sexy. No hizo falta silicona alguna para que los espectadores permanecieran pegados al televisor.

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