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Kamala Khan mola, el personaje, con sus cambios respecto al cómic, su mundo alrededor y lo que representa, ha cautivado a la audiencia. «Lo normal no existe», afirma la pizpireta protagonista en el último capítulo de la primera temporada de la serie. Se lo comenta ... airadamente a uno de sus compañeros de viaje en una escena emocionalmente tensa que resume el espíritu de la propuesta. 'Ms. Marvel' es una oda a la diferencia, apuesta por la diversidad y es plenamente consciente de quién es su target, el público juvenil ávido de sensaciones que refuerza su identidad gracias a su pasión por los héroes de La Casa de las Ideas y los valores que éstos representan, con la capacidad de adaptarse a los tiempos que corren, como la estrella de la función, cuya aventura audiovisual empezó en alto, con un episodio piloto brillante y rompedor que aquí recomendamos encarecidamente.
El inicio de 'Ms. Marvel', pura diversión teenager, fue revelador estéticamente, aprovechando al máximo las bondades del lenguaje del cómic. La serie acaba con un mensaje esperanzador, humano y optimista, tras seis entregas semanales. Sin embargo, la travesía no ha sido todo lo satisfactoria que aventurábamos. Los posteriores capítulos, tras el alabado estreno, han ido cambiando sus créditos en el apartado de realización, una decisión que ha derivado en un desarrollo irregular. Viene siendo habitual, como ocurría con la decepcionante 'Caballero Luna', que las producciones serializadas tiren la casa por la ventana en su comienzo, con ideas y presupuesto, para enganchar al espectador, pero el conjunto se va desinflando hasta la traca final que viene acompañada por algún cliffhanger -aquí, atención spoiler, el anuncio de 'The Marvels'-. Este problema está afectando a la toda la narrativa interconectada del UCM (Universo Cinematográfico de Marvel). Se supone que hay una arquitectura que se está construyendo poco a poco, con películas y series, para desembocar en un 'the end' apoteósico, como el ofrecido por el díptico 'Infinity War' y 'Endgame', pero no podemos olvidarnos del viaje hasta llegar al destino. El camino no puede ser aburrido e incoherente según se desgrana el arco argumental hasta llegar a puerto.
'Ms. Marvel' no está a la altura de su genial personaje principal, interpretado con magnetismo por la actriz primeriza de origen pakistaní Iman Vellani, nacida en Canadá. Su historia de orígenes funciona, con un tono inicial de agradecer, pero va perdiendo protagonismo en pos de un sentido del espectáculo erróneo que lleva a la serie a convertirse por momentos en una suerte de comedia de situación, con puertas que se abren y cierran para que aparezcan y desaparezcan personajes según se antoje a los guionistas. Este delirio se nota especialmente en la conclusión, un capítulo que retoma el vuelo pero sigue sin conseguir la épica de los primeros compases de una aventura que prometía más y deja finalmente cierto sabor agridulce. Queda claro que una adolescente de padres inmigrantes no tiene nada de lo que avergonzarse cuando se siente diferente, pero la luminosidad de las referencias que planteaba la serie al echar a andar, con geniales recursos visuales para apuntalar su objetivo, se diluye sin remedio. Adiós 'Scott Pilgrim contra el mundo', 'Parker Lewis nunca pierde', incluso 'Stargirl'. Adiós a las tribulaciones en el instituto, las animaciones, los colores chillones y el metalenguaje, sin explotar algunas tramas interesantes. Perdido ese delicioso lado pop que enarbolaba la serie con personalidad en su debut, la sensación es contradictoria. Kamala se merece mejores hazañas. La superchica lo vale. Veremos cómo se sitúa finalmente en un UCM bamboleante.
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