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Crítica del episodio 2x03 de 'La Casa del Dragón': estirar la tensión tiene su precio
'La casa del dragón', en Max

Crítica del episodio 2x03 de 'La Casa del Dragón': estirar la tensión tiene su precio

Un episodio muy lento que sigue sentando las bases del futuro conflicto entre pretendientes al trono. Ellas quieren pararlo, pero sin ceder un milímetro

Lunes, 1 de julio 2024, 12:50

El tercer episodio de la nueva temporada de 'La casa del dragón' ya está publicado. Y, sorpresa, el ritmo es incluso más pausado que los anteriores, con el descubrimiento de algunas nuevas localizaciones y la aparición de personajes que no conocíamos aún, pero que apuntan maneras. La «calma chicha», como la llamaba nuestro compañero Borja Crespo en su crítica del segundo episodio, la semana pasada, se mantiene en buena forma.

Recordemos que en los episodios anteriores hemos visto cómo el entendimiento entre las dos facciones —los negros y los verdes, los de Rhaenyra y los de Alicent— va encontrándose con distancias cada vez más insalvables. Si se mantiene la tendencia de asesinar miembros de la familia que no llegan a los diez años, de mandar sicarios a las dependencias de las reinas (no se aprecia la sensación de pánico persecutorio que debería haberse impuesto tras el doble ataque), de hacer maniobras de marketing explotando el dolor de los familiares para hacer del contrario un monstruo hostil, es difícil la reconciliación, no hay duda. No hay que ser muy perspicaz para ver conexiones con el mundo de hoy, miremos donde miremos. Para colmo, el final del episodio anterior nos muestra cómo se abre paso una nueva generación de hombres donde la mesura no es, en absoluto, el valor clave. Sin Otto Hightower y su capacidad de previsión a lo Sun Tzu o Maquiavelo, se avecinan horrores.

A partir de aquí, espoilers del tercer episodio de 'La casa del dragón' (segunda temporada)

Hay una interesante secuencia introductoria en este episodio. Dos jóvenes caballeros de dos casas que no nos importan demasiado se enzarzan por el honor de las lejanas reinas y reyes. Viven en sus carnes un conflicto que en nada les beneficia. Tras una elipsis bien tirada, vemos la ciénaga en la que viven inundada de cadáveres: la tensión entre ambos ha desembocado en matanza total y el plano de grúa haría las delicias del más macabro Brueghel.

Más o menos hasta ahí la sangre en este episodio. Una idea fuerza que se repite es la del origen del rencor. La venganza de por sí, el ojo por ojo o «hijo por hijo» del primer episodio de la temporada no parará nunca. Rhaenyra y Alicent tienen ante sí varias veces la oportunidad de no responder, pero dar el brazo a torcer no es plato de buen gusto para nadie. El qué dirán, el no rendirse, es más importante. No obstante, sobre todo en Desembarco del Rey, Alicent es ya el único freno al sadismo y al revanchismo absurdo del rey y su nueva Mano. En el otro lado del espejo, Rhaenyra sí manda, de momento, y mantiene hasta el final una cierta mano tendida, y una retórica de pacto mutuo de no agresión propio de Kennedy y Khrushchev («el temor a que ocurra ya es un arma»). Decide aliarse con alguien inteligente, Gusano Blanco (Sonoya Mizuno), la exprostituta que, a la manera de Varys o Meñique en el futuro, controla toda una red clandestina de información en los subterráneos de la capital.

Sonoya Mizuno es Gusano Blanco en 'La casa del dragón' Warner

Hay una trama con la que de momento no logramos empatizar mucho, y es la de Rhaenyra enviando lejos a la joven Rhaena para proteger a parte de la familia. Como todavía no nos han presentado bien al personaje, no entramos demasiado en sus pesares. Podría fulminarla un dragón enemigo y no lloraríamos mucho. Algo mejor está la intriga de Daemon llegando a Harrenhall, el castillo más grande de los siete reinos, en estado ruinoso, lleno de goteras y corrientes heladas. La misma plaza la desea Cole desde el otro bando, y antes o después se encontrarán ahí, aunque haya que correr un poco delante de un dragón. Aparece un nuevo hermano de Alicent, aparece también un hermano bastardo de Viserys y Daemon: ambos darán mucho que hablar, eso está claro. En el prostíbulo, vemos contenerse a Aemond, pero no es descartable en el futuro que nos encontremos un Caín y Abel de hielo y fuego.

Emma D'Arcy en 'La casa del dragón' Warner

El punto culminante del episodio, claro es el encuentro —imposible, claramente— entre Rhaenyra y Alicent. Civilizadísimas, ni siquiera se tratan mal en el desacuerdo. Si toda la premisa de la serie es un malentendido a la hora de interpretar una profecía, queda claro que tal y como están las cosas eso ya da igual. Todo es demasiado tenso. Por mucho que ambas estuvieran a favor de calmarlo todo —tampoco parece tan claro— la guerra llegará. Esta temporada que tan linealmente ha continuado a la anterior mantiene muchos de sus defectos, pero también algunas virtudes. De momento no me convence la interpretación de Emma D'Arcy (Rhaenyra), pero le queda por crecer. Tampoco de Fabien Frankel (Christon Cole). Veamos si remontan y se ponen a la altura del resto del elenco.

Mikel Labastida, Borja Crespo y Carlos G. Fernández se turnarán durante la emisión de la segunda temporada de 'La Casa del Dragón' para hacer un repaso semanal de cada capítulo que se publicarán en esta web.

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