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Heberto Padilla (Cuba, 1932-Alabama, 2000) fue la oveja negra de la revolución cubana. Escritor y poeta, ocupó cargos relevantes en el Gobierno hasta que en 1968 se desencadenó un gran escándalo político tras la publicación del poemario 'Fuera del juego', una alegoría de la ... represión y la censura del régimen castrista que le condujo a la cárcel. «Los poetas cubanos ya no sueñan/ni siquiera en la noche», escribió Padilla, que tras sufrir durante un mes torturas en los cuarteles de Villa Marista compareció ante el gremio de escritores cubanos para entonar una «sentida autocrítica».
Su caso puso fin al idilio entre la Revolución cubana y los intelectuales. Sesenta personalidades de la cultura de todo el mundo firmaron un manifiesto solicitando su excarcelación: Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Susan Sontag, Jorge Semprún, Jean-Paul Sartre, Alberto Moravia, Julio Cortazar, Marguerite Duras... El caso Padilla es también el detonante de que los escritores adscritos al boom de la literatura latinoamericana, unidos hasta entonces como una piña, se distanciaran por cuestiones políticas: con el tiempo, García Márquez y Vargas Llosa pasaron de ser amigos a no dirigirse la palabra.
«Estaba detenido por contrarrevolucionario (...) Si estoy aquí ahora, es por la generosidad de nuestra revolución», relata Padilla durante una comparecencia de tres horas en La Habana, que Castro mandó grabar con todo lujo de detalles y que había permanecido oculta durante medio siglo. El director Pavel Giroud ha tenido acceso a esas imágenes, que en 'El caso Padilla. Ni traidor ni mártir' se convierten en un fascinante e hipnótico documento histórico. El poeta sabía que se jugaba su vida y su carrera aquella primavera de 1971. No solo se declaró agente contrarrevolucionario, sino que acusó de complicidad a muchos de sus colegas, presentes en la sala, incluida su primera esposa, la poeta Belkis Cuza Malé.
Su sudoroso 'mea culpa' a ojos actuales resulta tan enfático, tan teatral y sobreactuado, que solo cabe concluir que el autor de 'El buscavidas' realizó la interpretación de su vida. En 1980, Fidel Castro le autorizó a abandonar el país y a partir de ese momento inició un largo exilio. Soñaba con venir a España porque tenía antepasados canarios pero no le dejaron. Su libro 'En mi jardín pastan los héroes' fue secuestrado en Cuba. Su muerte a los 68 años en Alabama como consecuencia de un ataque al corazón causó una gran consternación entre los exiliados cubanos en Miami, donde está enterrado.
Además de su histórica comparecencia, el filme de Pavel Giroud, que llega a los cines este 2 de junio, muestra los testimonios de archivo de García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Sartre, Cabrera Infante y Fidel Castro, entre otros. «La manera en que la filmación de la autocrítica de Heberto Padilla llegó a mis manos puede que merezca una película, pero no es esta», afirma intrigante Giroud, cineasta cubano afincado en España y autor de títulos como 'Tres veces dos', 'Omertá' y 'El acompañante'. «Sentí que si hacía una película seria con este material podría mostrarla en el mundo entero, tal como ha ocurrido».
Todo el material de la autoinculpación de Padilla se ha liberado y está disponible en cuatro vídeos en YouTube, pero, claro, falta el contexto y el análisis que Giroud realiza en su película, galardonada con el Premio Platino al mejor documental este año. Forzar la confesión es una tradición de los regímenes totalitarios, como la inmolación de profesores y científicos soviéticos en 1930 ante un tribunal estalinista que los acusaba de conspiración.
Aquí el histrionismo y el entusiasmo del protagonista descolocan. «Ningún dramaturgo ni guionista debe sentir demasiada antipatía o empatía con sus personajes», aleccionaba el director en el BCN Film Fest. «Yo asumí esta película como si fuera de ficción. No siento ni simpatía ni animadversión por Padilla, eso sí, no tengo ninguna duda de que está actuando, exagerando e ironizando, como confiesa en sus memorias. Fue una performance en la que aquel hombre que sentía miedo se burló de Castro».
Las imágenes, ocultas hasta ahora en el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), simbolizan el desencanto y el temor de los intelectuales presentes en la sala, entre ellos el poeta Reynaldo Arenas y el cineasta Tomás Gutiérrez Alea, conscientes del rumbo tomado por la Revolución. Sentían el mismo miedo que debían provocar la sesiones de la caza de brujas del senador McCarthy en Estados Unidos en los años 50. «Fidel lo grabó para exportar al mundo la confesión del poeta arrepentido, pero cuando lo vio ordenó guardarlo. Se dio cuenta de que había algo raro y de que él iba a quedar muy mal parado», descubre Giroud, que buceó en archivos de la CIA, la extinta Unión Soviética y los agotadores discursos de Fidel Castro.
«Padilla fue el conejillo de indias perfecto, un castigo ejemplarizante», resume el realizador. «Era la manera de decirles a los intelectuales cubanos 'hasta aquí hemos llegado'. Fidel entendió que era rentable perder prestigio en ciertos sectores, pero tener el poder controlado. En los años 90, la gente huía del país en embarcaciones. ¿Qué hizo? Mandó fusilar a tres que habían robado una lancha. Nadie más volvió a intentarlo».
'El caso Padilla' no se estrenará en Cuba. «Sigue habiendo poetas presos, hay más de mil prisioneros políticos ahora mismo. Cuba no es una dictadura, no cayó cuando cayó el dictador, es un estado mafioso». Pavel Giraud introduce un epílogo con una manifestación actual frente al Ministerio de Cultura en La Habana. «Esta no es una película sobre un hecho histórico, es el drama de mi país hoy, donde sigue sin haber libertad de expresión. 'El caso Padilla' está tipificada en el Código Penal de Cuba y por hacerla yo puedo acabar preso. No voy a ir, porque no tengo alma de mártir. Pero siempre he pensado que era mejor hacerla con miedo que no hacerla por miedo. Estoy harto de que Cuba siga siendo el parque temático de una utopía, de que el dolor de los cubanos valga menos que el de los argentinos de Videla, los chilenos de Pinochet y los españoles de Franco».
Escribe Heberto Padilla en 'Fuera del juego': «No lo olvides, poeta./ En cualquier sitio y época/ en que hagas o en que sufras la Historia,/ siempre estará acechándote algún poema peligroso».
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