Secciones
Servicios
Destacamos
El autor de 'La gran belleza', 'La juventud' y 'Fue la mano de Dios' recogió la noche del jueves la Palmera de Honor de la Mostra de Valencia. «Es un poco pronto para tener un premio a toda la carrera, pero espero que me ... abra otras posibilidades», bromeó Paolo Sorrentino al recoger el galardón en el Palau de la Música. Este viernes el director italiano ha mantenido el tono socarrón, divertido e inteligente ante los medios de comunicación. Tirando de un símil futbolístico, el cineasta ha despejado balones de la portería: no ha opinado sobre el conflicto de la franja de Gaza (»cualquier cosa que diga será una banalidad y no quiero ser banal«) ni se ha arrogado ningún tipo de verdad (»no sé cuál será el futuro del cine« o «no sé cómo es el cine comprometido», ha manifestado).
Sorrentino, del que la Mostra ofrece un ciclo de sus películas, está detrás de los retratos visuales de Giulio Andreotti ('Il divo'), Silvio Berlusconi ('Silvio (y los otros)'), y el Papa ('The Young Pope' y 'The New Pope'), pero preguntado sobre la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, afirma que «es demasiado pronto para entender qué poder va a ocupar. De momento es un persoanje de crónica, no de historia». Añade: «La crónica me parece vulgar».
El cineasta italiano dirigió 'Fue la mano de Dios' sobre el efecto Maradona en Nápoles. «El cine, el fútbol y la religión son tres formas de espectáculo y por eso aparecen en mis películas», sostiene. Y a la cuestión de: ¿qué le emociona más un gol de Maradona o una película?, Sorrentino no ha tenido dudas: «Me he emocionado más con un gol de Maradona que con el cine. A él lo vi jugar cuando era un adolescente, y entonces las emociones eran más potentes».
«La política, sin embargo, no es un espectáculo, es la construcción de las relaciones de fuerza entre las personas. Supone una amplificación de estas relaciones tanto entre poderosos y débiles, entre mujeres y hombres, o entre hombre y hombres, mujeres y mujeres…», detalla. «No me interesa la política y menos la política actual. ¡Basta de política!», ha sostenido.
No le gusta poner etiquetas a su trabajo. «Quizá mi cine se identifica con la creación libre, que no sé muy bien qué es», ha deslizado. A él le interesa observar la realidad e intentar cambiarla porque no le gusta trasladando al público algo que «parezca más verdadero que la verdad«. »No creo representar el cine mediterráneo», ha apostillado. A continuación ha explicado que aspira a «retratar las emociones primarias en el ser humano que nos identifican a todos«.
«No sé cuál es el éxito de mis películas y prefiero no saberlo. Si lo supiera, no haría otra cosa que perseguir el éxito», ha dicho con humor el cineasta. «Al final, lo que se esconde detrás de la creación artística es el autor», ha afirmado. Y se sonríe antes de bromear: «Soy yo mismo el éxito de mis películas».
En las preguntas de la prensa estuvo presente su vinculación con los grandes maestros del cine italiano, pero especialmente con Fellini, por la vinculación que la crítica y el público encontraron entre 'La gran belleza' y 'La dolce vita' por el retrato que ambos hacen de Roma: «Trato de no inspirarme en él, porque si no haría una mala copia; pero admiro mucho a Fellini, sobre todo, porque tenía la capacidad de mostrar cómo los seres humanos no están adaptados al mundo, aunque sean ricos y guapos».
No fueron pocas las cuestiones basadas en el personaje de Pep Gambardella, pero el director de 'Las consecuencias del amor' supo resolverlas con ironía y humor. «Si usted viene a Roma a una fiesta conmigo, verá que no son como las de 'La gran belleza', ha dicho. »Las fiestas son algo complejo, es el lugar dodne el ser humano manifesta su incapacidad de estar en el mundo«, ha añadido. Y se ha detenido en ese momento de impasse en el que una persona deja de bailar y se detiene: »Esos dos segundos son ridículos«. Para él, la ridiculez marca »la condición del ser humano«. »Las fiestas son bonitas, no van tristes, pero son ridículas en el sentido elevado«, ha matizado.
A la pregunta de ¿que son las vibraciones?, cuestión que protagoniza una conversación entre una artista y Gambardella en 'La gran belleza', el cineasta napolitano ha sido taxativo: «Las vibraciones no son nada». Igual de tajante ha estado con lo que no es bello: «Estamos inmersos en la fealdad, que también la incluyo en las películas».
En su visita a la capital del Turia no ha tenido tiempo de comprobar las similitudes entre Valencia y su Nápoles natal, pero ha asegurado no sentirse especialmente un cineasta mediterráneo, aunque ha admitido que hay elementos que le vienen de cuna: «La ironía es lo más napolitano de mis películas».
Precisamente, ha vuelto a Nápoles para rodar su siguiente película 'Parténope', en la que indaga en la mitología, pero no ha querido comentar nada al respecto. En ella volverá a explorar una de sus obsesiones: «La belleza, según creo, reside en la complejidad del ser humano y en nuestros esfuerzos cotidianos por descifrarla. La mujer tiene una complejidad superior al hombre, por eso me gusta que protagonicen mis películas». Espera que con estas cintas y las siguientes pueda merecer la Palmera de Honor que le acaban de entregar y que considera «prematura»: «Mi vida ha ido más allá de las expectativas que tenía, albergaba tan pocas que las he alcanzado rápidamente; por eso tengo el estado de ánimo bajo, ya que ahora no sé cuáles son las siguientes», concluye.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.