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Para alguien que haya crecido con el porno disponible en el móvil resultará muy difícil de entender el fenomenal impacto que 'Emmanuelle' causó en 1974. La vieron 9 millones de franceses y permaneció en un cine de los Campos Elíseos durante 13 años. 150 millones de espectadores en todo el mundo pagaron la entrada para ver una colección de estampas atrevidas que vendía como el no va más del erotismo hacer el amor en un avión. Los españolitos de la época peregrinaban a Biarritz y Perpiñán en busca de Sylvia Kristel, hasta que en 1978, superada la censura, 'Emmanuelle' se estrenó con la recién inaugurada calificación 'S'. Vendió casi 4 millones de entradas. Según la base de datos del Ministerio de Cultura, en los cines españoles se exhibieron hasta trece largometrajes con el término 'Emmanuelle' en su título, incluido 'Las orgías inconfesables de Emmanuelle', del inefable Jesús Franco.
La directora francesa Audrey Diwan ha inaugurado la 72 edición del Festival de San Sebastián con 'Emmanuelle' dejando claro que no estamos ante un 'remake', sino ante una adaptación libre de la novela de Emmanuelle Arsan en la que se basó el filme de Just Jaeckin, publicada originalmente en Francia en 1967. La celebrada realizadora de 'El acontecimiento', cinta basada en la novela de Annie Ernaux sobre un aborto ilegal, apenas recordaba 20 minutos de la cinta original, mientras la actriz protagonista, Noémie Merlant, ni siquiera había oído hablar nunca de este clásico del erotismo cinematográfico.
Con la N roja de Netflix en sus créditos iniciales, la nueva 'Emmanuelle' arranca con el celebérrimo polvo en el baño de un avión, que tantas personas han tratado de imitar después en la vida real. Lo primero que vemos de la protagonista son sus piernas, observadas con lujuria por un pasajero de primera clase. Emmanuelle es una alta ejecutiva que trabaja en el control de calidad de una cadena hotelera. Viaja a Hong Kong a testear un hotel. Su trabajo es observar y puntuar. Tras ese primer encuentro furtivo en el avión no parece muy satisfecha. Después la veremos formando parte de un trío y masturbándose con una 'escort' que trabaja en la piscina del hotel. Siempre toma ella la iniciativa. Busca el placer, pero su mirada perdida delata que no termina de encontrarlo.
A diferencia del personaje encarnado por Sylvia Kristel, la Emmanuelle de 2024 no descubre un sexo que parece haber ya experimentado de manera amplia. Decidida y lanzada, es consciente del poder que ejerce sobre los hombres. Hablada en inglés, la acción transcurre casi en su totalidad en las deslumbrantes estancias del hotel, salvo una incursión en un club clandestino en el que se juega al mahjong. «El deseo viene y va, evoluciona y desaparece», advierte uno de los hombres con los que la protagonista se encuentra. Hay ecos del cine de Wong Kar-wai en los paseos de Emmanuelle por el establecimiento (al fin y al cabo estamos en Hong Kong) y de 'Lost in Translation', de Sofia Coppola, que también utilizaba un cinco estrellas como no-lugar en el que se detiene la vida y podemos ser más nosotros mismos.
En la era del #MeToo, Emmanuelle se va a obsesionar por un misterioso huésped que ha perdido el deseo. Su propósito será despertárselo de nuevo. El gran tema del filme de Audrey Diwan, que llega a los cines españoles el próximo viernes, es el placer femenino, que no tiene por qué asociarse al enamoramiento y mucho menos a la sumisión a un hombre. A esta eficaz y metódica ejecutiva la han encargado cargarse a la directora del hotel (Naomi Watts), una buena profesional que parece tan sola como ella. En ese ambiente tóxico de relaciones laborales parece difícil encontrar el placer.
«Cuando vi 20 minutos de la 'Emmanuelle' original sentí que no era su público», cuenta la directora. «Los productores me dieron el libro y lo leí con curiosidad, preguntándome si todavía, en los tiempos del porno en internet, podíamos utilizar la gramática cinematográfica del erotismo». En ese sentido, el placer que ansía la protagonista «no solo es sexual». «¿Cómo podemos dar lo mejor de nosotros mismos cuando se nos pide tanto? ¿Dónde cabe el placer si tenemos que rendir de esa manera?». El propósito de Audrey Diwan es que el espectador «entre en esa mujer y su cuerpo para que experimente lo que significa volver a la vida».
La nueva 'Emmanuelle' no contiene escenas de sexo explícito, aunque su protagonista sí aparece desnuda. Diwan precisa que ha querido ser trasgresora y que no es una película solo para mujeres. Por su parte, Noémi Merlant reconoce que la gente a su alrededor le advirtió del peligro de aceptar el papel que marcó la carrera de Sylvia Kristel, que nunca se pudo despegar de Emmanuelle. «Si había ese miedo es que merecía la pena que la historia se volviera a contar. Es muy interesante mostrar a mujeres que buscan historias de sexo sin sentirse necesariamente enamoradas. Tenemos el derecho de buscar el placer sin amor».
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