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Solo preguntas sobre cine. David Trueba aceptó encantado la oferta de entrevistar a Woody Allen en un hotel neoyorquino con vistas al edificio Chrysler para charlar sobre una filmografía que arrancó hace más de medio siglo y que culmina, de momento, en 'Golpe de suerte', ... la película rodada en Francia que llegó a los cines el año pasado. 'Un día en Nueva York con Woody Allen', que Movistar Plus estrena este viernes, no contiene ninguna cuestión sobre las acusaciones de abusos de Dylan Farrow, pero su sombra planea sobre los cuarenta y tantos minutos de charla distendida y relato crepuscular.
«Es una entrevista sobre cine, algo que echaba de menos en él, porque cuando está de promoción se le pregunta por todo, como si fuera un faro de Occidente», precisa David Trueba, que conoció al cineasta cuando estrenó en 1994 'Balas sobre Broadway'. «Me pareció muy amable, muy asequible. Ahora tiene 88 años. Camina despacito mirando al suelo, pero cuando habla la cabeza le funciona igual que siempre. Está bastante lúcido y con ganas de seguir rodando».
Allen dirigió en 1969 'Toma el dinero y corre' y desde entonces prácticamente ha entregado un largometraje por año. «Ha tenido poca vida, siempre ha estado escribiendo y montando lo que acaba de rodar. Ha conseguido un número de películas que está fuera del alcance de cualquier otro director contemporáneo. Eso lo emparenta con los directores de la era de los estudios», compara Trueba. Allen adelanta en la entrevista que su siguiente trabajo quizá lo ruede en Italia. Y eso solo puede significar que sus productores están buscando allí el dinero.
El autor de 'Manhattan' siempre se ha dado muy poca importancia como cineasta. Reconoce que sus primeros títulos, como 'Bananas' y 'El dormilón', eran acumulaciones de gags. El montador Ralph Rosenblum le enseñó a dotar de ritmo y sentido sus filmes. Y también destaca al director de fotografía Gordon Willis, el genio detrás de las imágenes de 'El padrino', que a partir de 'Annie Hall' concibió la estética de su cine. Por cierto, Allen jura que no ha vuelto a ver 'Annie Hall' desde su estreno.
«Cuando lo comparas con Fellini o Truffaut siempre te dice muy elegantemente que son nombres a los que él no alcanza. No es nada pagado de sí mismo, se ve a sí mismo como un superviviente que ha hecho las películas que podía en cada momento», alaba David Trueba, quien reconoce que los largometrajes de sus últimos años están lejos de obras maestras como 'Delitos y faltas' y 'Hannah y sus hermanas'. «A su edad no le pone seguramente el mismo ahínco ni el nivel de entrega y esfuerzo de cuando era joven», argumenta. «Su productora me dijo que se mueve en un Nueva York de 30 calles. Y en Barcelona me contaban que no quería rodar muy lejos del hotel. Todo eso hace seguramente que sus películas se resientan».
Hastiado siempre de responder sobre su situación legal, Woody Allen quedó tan satisfecho de la entrevista que permitió a Trueba curiosear por sus oficinas en Manhattan. Vemos archivos con guiones, latas de películas, pósters y una coqueta sala de proyección. «Allí veía las películas que quería hasta hace poco, ahora creo que ha dejado de hacerlo. Sale poco», apunta el autor de 'Saben aquell', que también recorre en el programa localizaciones míticas de sus películas. Woody Allen se extiende cuando el entrevistador le pregunta por el futuro de las salas. Sabe que es testigo de un fin de era en el que el cine ya no tiene el peso social de antes.
«Allen me parece un tío muy duro, porque pudiéndose amparar en el victimismo no lo hace. Él ha publicado su versión de los hechos, pero jamás le he oído decir que se sienta cancelado o perseguido», indica Trueba. «Es evidente que en Estados Unidos ha perdido incluso algún contrato, y eso le ha complicado mucho la carrera. Pero él entiende que en su país sus películas interesaban muy poco. Sabe que el negocio manda». Tras el proceso legal, solo queda «creer o no creer», reflexiona el director español.
«Habrá quien crea a la madre y a la niña y habrá quien no. Por encima de todo ello, creo que hay un juicio al inicio de su relación con Soon-Yi», constata Trueba. «Nunca se ha juzgado ni se juzgará, porque ella tenía 19 años, pero para mucha gente que iniciara una relación con la hija adoptiva de su mujer es amoral. Cuando ocurrió, Allen llevaba cuarenta años haciendo películas sobre cómo el amor y la pasión llevan a hacer cosas amorales. Un cruce entre la realidad y la ficción. Le pasa más factura su relación con Soon-Yi, porque de lo otro ha sido absuelto y no podemos ser nosotros superiores a los jueces. Tenemos que ser respetuosos, sobre todo los que no hemos estado allí y no tenemos ninguna información. Luego conoces los detalles de la relación con Mia Farrow y entiendes que de hija adoptiva de él no tenía nada. Curiosamente, Woody y Soon-Yi llevan 30 años casados y tienen dos hijas, no ha sido una relación de capricho. Yo no tengo juicios, con tener un juicio moral sobre mí mismo ya me conformo».
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