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Lily Gladstone y Leonardo DiCaprio, en un fotograma de 'Los asesinos de la luna'.
'Los asesinos de la luna': un gran Scorsese al que se le va la mano

'Los asesinos de la luna': un gran Scorsese al que se le va la mano

La nueva película del director de 'Uno de los nuestros' vuelve a demostrar que el de Nueva York es uno de los grandes cineastas de todos los tiempos, pero mayor mesura en la sala de montaje hubiera ensalzado su última propuesta

Iker Cortés

Madrid

Jueves, 19 de octubre 2023, 14:34

No le van a Martin Scorsese las historias pequeñas. Al cineasta neoyorquino, responsable de algunas de las mejores películas de la historia del cine, le fascinan los relatos intensos y los grandes personajes, ya esté abordando la deriva de una familia de gánsteres, los inicios ... del cine o la atropellada carrera profesional de un agente de bolsa. Y eso va en consonancia con la duración de sus largometrajes, que rara vez bajan de las dos horas y media. Bien es cierto que en los últimos años, su apuesta ha sido cada vez más decidida por extender los relatos. 'El irlandés', que supuso su regreso al cine de mafiosos, alcanzó las 3 horas y 29 minutos, y con 'Los asesinos de la luna', su nueva cinta, que desembarca este viernes en las salas de cine, antes de llegar a Apple TV+, se ha quedado solo tres minutos por debajo, en las 3 horas y 26 minutos.

Es, quizá, el mayor desatino de una producción que vuelve a demostrar que el de Nueva York es uno de los grandes directores de nuestro tiempo, con un pulso increíble para contar y descubrir historias a los espectadores, pero también que se le ha ido la mano y ha perdido la oportunidad de entregar otra obra maestra, algo que hubiera logrado de haber tenido mayor mesura en la sala de montaje.

Robert De Niro y Jesse Plemons.

Basada en el libro de no ficción 'Los asesinos de la luna: Petróleo, dinero, homicidio y la creación del FBI', de David Grann, el filme arranca con varios rótulos que ponen en contexto al espectador. Contactados por primera vez por un hombre blanco en 1673, la nación Osage, un pueblo nativo americano repartido por buena parte de EE UU, fue poco a poco ninguneada y arrinconada por los colonos y el Gobierno estadounidense, que adquiría sus dominios a precio de saldo y le entregaba las peores tierras. Hasta que, ya establecidos en Oklahoma, a principios del siglo XX, el descubrimiento de petroleo en sus tierras lo cambió todo. De pronto se daba la vuelta a la tortilla y los adinerados nativos americanos tenían el control de los recursos, mientras los blancos acudían en masa al condado para trabajar en sus campos petrolíferos o servir en sus casas o como chóferes.

Hasta el condado de Osage llega Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), un veterano de la Primera Guerra Mundial, bastante simplón y con evidentes problemas de alcoholismo, que quiere trabajar para su tío, William Hale, un acaudalado ranchero encarnado por Robert De Niro, que vive rodeado de los campos petrolíferos y se ha ganado a pulso un hueco entre los nativos americanos. Tras unos consejos de su parte para tratar con ellos, Ernest comienza a trabajar como chófer y en esa labor conoce a una rica y futura heredera Osage llamada Mollie Kyle, de la que, azuzado por su tío que pronto ve el negocio, comienza a enamorarse. Lily Gladstone da vida a esta dama que durante los primeros compases de la historia dibuja siempre una media sonrisa fascinante e inteligente en su personaje, muy consciente de lo bobalicón, pero también guapo, que resulta Ernest, del que también se acaba enamorando.

Tres fotogramas de la película.
Imagen principal - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la película.

Desde este punto de partida Scorsese construye una historia que narra los esfuerzos de Hale, toda una autoridad para los miembros de su clan, a los que maneja a su antojo, por robar las riquezas a los nativos a base de disparos en la cabeza, sutiles -y no tanto- envenenamientos y artefactos explosivos. Todo para acabar con los dueños y los herederos de tales recursos, en unas muertes que no se investigaron hasta mucho tiempo después. No hay en 'Los asesinos de la luna' la violencia explícita de la que el cineasta ha hecho gala en anteriores ocasiones, ni tampoco se percibe ese pulso febril e hipnótico que a menudo conduce sus películas. En este sentido, la película a veces divaga y tiene ligeros problemas de ritmo, exigiendo un esfuerzo extra al espectador para mantener su atención.

Pero una atmósfera de horror, violencia y avaricia, casi invisible, se adhiere a todo el metraje de una cinta que expone las funestas consecuencias del colonialismo y la erradicación de los nativos, a la vez que muestra la ligereza con la que se cometieron estos crímenes. Una crítica que no solo se dirige a esta historia en concreto, sino que parece hacerse a un modelo de país. La narración, a lo largo de varios años, permite a Scorsese exhibir también, de fondo y de forma muy elegante, sin apabullar al espectador, cómo crece y se moderniza el condado.

De Niro, DiCaprio y Gladstone están soberbios, pero es ella, con sus achaques de salud y sus silencios, quien en realidad sostiene una película con un delicioso epílogo inspirado en las radionovelas que cuenta con un cameo del músico Jack White y otro del propio Scorsese.

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