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Esquerra Republicana ha completado su renovación. Su nuevo líder es un historiador de verbo suave y gran presencia física. Leo en los periódicos catalanes que se llama Oriol Junqueras. Tal vez les recuerde vagamente a otro Oriol Junqueras que estuvo en la cárcel y que curiosamente también dirigió Esquerra durante trece años. Es cierto que se dan un aire y que el nombre coincide, pero se trata indudablemente de otra persona. El anterior Oriol dimitió en junio porque su partido se había pegado un batacazo en las elecciones. Fue un bonito e insólito ejemplo de asunción de responsabilidades. En todo caso, cabría la posibilidad de que fuese el mismo Oriol Junqueras pero completamente renovado por dentro, quizá después de la ingesta masiva de yogures con bífidus. Del mismo modo, han podido obrar un efecto sanatorio las largas sesiones de adoración nocturna con los monjes de Montserrat. Esas renovaciones íntimas son las mejores y cuadran muy bien con los propósitos de año nuevo.
El asunto tiene su miga porque en Junts ahora manda un tal Carles Puigdemont que tampoco puede ser el Carles Puigdemont de toda la vida. Recordemos que el Puigdemont anterior había jurado que se iba a retirar de la política si no era investido presidente de la Generalitat y los catalanes son hombres de palabra. Resulta curioso, aun así, que el actual Carles Puigdemont se llame igual, vaya al mismo peluquero y resida en Waterloo. Pese a estas extrañísimas coincidencias, no debemos dudar de la sinceridad de ambas renovaciones, aunque los maledicentes piensen que estos tipos hacen lo que sea para mantenerse en el poder y que en eso no pueden negar que son muy españoles.
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