Urkullu exige un «reconocimiento sincero y honesto del dolor injusto» que causó ETA

Tras décadas desoyendo el clamor de la sociedad vasca, el 3 de mayo de 2018, seis años y medio después de oficializar el cese del terrorismo, ETA anunció su final con un escueto texto de un folio al que pusieron voz dos de sus históricos dirigentes: 'Josu Ternera' y Soledad Iparragirre, 'Anboto'. Sin alusiones a sus más de 850 víctimas mortales y sin realizar un ápice de autocrítica sobre su trayectoria criminal, la banda armada comunicó el «desmantelamiento total» de sus estructuras.

Cinco años más tarde, las instituciones públicas y la mayoría de los partidos políticos vascos continúan demandando pasos por la convivencia en paz y centran sus exigencias en la izquierda abertzale, representada por EH Bildu, principal fuerza de la oposición en el País Vasco y destacado socio del Gobierno central en Madrid. Su líder, Arnaldo Otegi, y el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, ya afirmaron –en 2021 en Aiete– sentir el «dolor» causado por ETA y que, admitieron, «nunca debió producirse». Sin embargo, el resto de formaciones redoblan su presión para que vaya más allá y se desmarque con rotundidad.

El propio Urkullu, que ya llevaba más de cinco años en Ajuria Enea cuando ETA se disolvió, considera que el gesto «necesario» pasa por un reconocimiento «honesto» porque la convivencia en el País Vasco, ha subrayado este miércoles, está «necesitada de ser restañada». El legado de más de medio siglo de terrorismo es, según ha descrito el lehendakari, «el de miles de personas víctimas de su persecución, extorsión, chantaje, dolor y muerte» y el de «una sociedad sufriente» que demanda pasos para que «algo así no vuelva a ocurrir jamás».

En su intervención durante un acto en Bilbao en el que se conmemoraba el 60 aniversario de la compañía Eldu, proveedora de servicios energéticos, el jefe del Ejecutivo autonómico ha hecho un reconocimiento expreso a las «personas» que padecieron el hostigamiento de ETA, pero también a las «empresas», sometidas a la extorsión y al llamado 'impuesto revolucionario'. Un apunte lógico por el foro en el que Urkullu estaba pronunciando sus palabras, pero que cobra aún más fuerza tras la sonada polémica por las declaraciones de Pedro Azpiazu hace poco más de un mes.

En otro foro empresarial, concretamente en un coloquio en la Cámara de Comercio de Bilbao, el consejero de Economía y Hacienda manifestó que «el terrorismo no tuvo efectos en la economía vasca». Sus palabras, en las que obviaba informes que cuantifican hasta en 25.000 millones de euros la factura de la violencia en el País Vasco, además de las decenas de empresarios a los que ETA segó la vida, levantaron una importante polvareda política. Azpiazu rectificó y también Urkullu ha hecho desde entonces un esfuerzo por destacar el papel de las empresas en la resistencia frente al terrorismo.

Al quinto aniversario del fin de la banda armada también se ha referido este miércoles Carlos Iturgaiz. El presidente del PP vasco ha expresado que «ETA ya no mata, pero todavía manda en muchos municipios porque tiene colocados a sus secuaces en alcaldías y en concejalías». El dirigente conservador ha acusado a EH Bildu de no haber «aprobado la prueba del algodón» y de situar «verdugos como víctimas» en webs municipales.