El PSOE no está dispuesto siquiera a debatir la propuesta de Alberto Núñez Feijóo para que tras las elecciones municipales del 28 de mayo gobierne en los ayuntamientos la lista más votada. Y Vox tampoco. No es ninguna sorpresa. Cuando volvió a poner sobre la ... mesa una reforma que su partido ha lanzado ya al ruedo político media docena de veces desde 2014, el líder del PP sabía cuál iba a ser la respuesta tanto de su principal rival como de su potencial socio de Gobierno. Pero pese a su limitado recorrido, la discusión ha servido a los populares para dejar en el aire dos ideas valiosas a escasos cuatro meses de los comicios: que tienen opciones de ser primera fuerza en numerosas plazas y que la responsabilidad de eventuales pactos con la ultraderecha está repartida.
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Solo una vez en la última década Pedro Sánchez ha abrazado una idea semejante. Fue durante el debate electoral de las segundas generales de 2019, a las que fue para tratar de evitar la coalición con Unidas Podemos. Con anterioridad ya había propuesto emular los sistemas de investidura del País Vasco y Asturias, donde no es posible votar en contra de un candidato y se eleva a la presidencia a aquel que consiga el respaldo del mayor número de diputados, para evitar bloqueos.Pero esa noche fue más lejos. Y Pablo Iglesias le respondió rotundo. «Lo que está diciendo es: 'No quiero llegar a un acuerdo, lo que quiero es cambiar reglas'. El nuestro es un sistema parlamentario y cuando nadie tiene mayorías absolutas es prácticamente imposible que haya un Gobierno de partido único; este no es un sistema presidencialista».
Con parecido desdén, la portavoz de la ejecutiva socialista, la ministra de Educación, Pilar Alegría, argumentó ayer que el hecho de que los populares estén enfrascados en ese tipo de asuntos es la prueba de que carecen de propuestas sólidas.«Si realmente tuvieran un proyecto de país o de comunidad –defendió durante su comparecencia en Ferraz– hoy estaríamos discutiendo sobre cosas importantes como la sanidad y las pensiones y, sin embargo, prefieren llevarnos a otros debates».
No fue la única que aprovechó el asunto para ahondar en la imagen de líder poco avispado o «insolvente» que, desde hace meses, el Gobierno trata de crear en torno a Feijóo. El líder de Más País, Iñigo Errejón, fue por ese mismo camino e ironizó con que el dirigente gallego no podía haberse estudiado bien las cosas porque con su propuesta Manuela Carmena sería hoy alcaldesa de Madrid. «No da pie con bola», se burló.
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En 2019, los socialistas, entre ellos Alegría, entonces candidata a la alcaldía de Zaragoza, vieron cómo pese a ser ellos o algún otro partido de la izquierda los más votados se quedaban sin los ejecutivos autonómicos de Madrid, Castilla y León o Murcia, como había ocurrido en Andalucía meses antes, y sin las alcaldías de varias capitales de provincia. Ahora se esfuerzan en subrayarlo para demostrar que el PP no hace ascos al abrazo de la derecha extrema. «No estamos hablando de una situación de cara al futuro, es que es hablar de realidades consumadas. Pactarán con Vox allá donde puedan», insistió la ministra.
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El rechazo de Ferraz ya había sido vaticinado por el propio Feijóo durante la presentación en Cádiz del plan de regeneración institucional con el que los conservadores buscan frenar la «deriva iliberal» del Gobierno. «Lamentablemente sabemos la respuesta del 'sanchismo': menosprecio, falsedad y descalificación que demuestran debilidad y dependencia de sus socios», afirmó el líder del PP que eligió el templo gaditano donde se rubricó la Constitución de 1812 para oficializar su propuesta que ha ido desgranando en píldoras en los últimos meses.
Desde que aterrizó en Génova tras la traumática pugna interna que provocó la salida de Pablo Casado, Feijóo ha defendido siempe que ha podido que se deje gobernar a la lista más votada. Un planteamiento que forma parte de su ideario desde su liderazgo en la Xunta, que él comandó encadenando cuatro mayorías absolutas, y con la que pretende sacudirse la presión de eventuales acuerdos con Vox en el futuro.
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La formación de Santiago Abascal se opone igualmente a la iniciativa porque el sistema democrático español, arguyen, está basado en las mayorías parlamentarias y porque ponen en duda que realmente se cumpliese ese compromisono si son ellos los que resultan ser la lista más votada. En la cúpula de Vox creen además que la propuesta de Feijóo no está exenta de peligros. «Si hay posibilidad de echar a Bildu y a ERC en Navarra o en Cataluña, ¿están dispuestos a dar sus votos si son la lista más votada?», apuntó el vicepresidente Jorge Buxadé.
El plan de Feijóo no sólo genera malestar en la oposición también en algunos territorios del PP, que ven difícil llegar a gobernar en territorios como Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana sin una suma con la extrema derecha. La primera en desdeñar públicamente la iniciativa fue la presienta madrileña Isabel Díaz Ayuso, que planteó como alternativa estudiar un sistema de doble vuelta para que los votantes elijan entre los dos candidatos más votados.
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Aunque la propuesta incluida en el plan institucional solo se refiere a los comicios locales, el PP hará extensiva la medida a las autonómicas y las generales pero planteándoselo al PSOE como «un pacto político» sin reformas legales, ya que requeriría una reforma de la Constitución.
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