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«Que yo sepa el Ministerio de Igualdad le corresponde a Podemos, pero la maternidad de la criatura es del PSOE y ustedes no están dispuestos a dárselo en adopción a nadie». La frase, espetada por el diputado del PNV Joseba Agirretxea durante el debate, ... en febrero de 2021, de la ley de igualdad de trato, resume de una manera muy gráfica cómo ha sido la relación entre los socios de la coalición gubernamental a la hora de legislar asuntos relacionados con los derechos de la mujer; quizá uno de los terrenos en los que más ruidosos han sido los choques internos.
El último episodio de la serie –iniciada en 2020, poco después de que comenzara la legislatura, con una disputa sobre el proyecto de la ley del «solo sí es sí»– se ha producido esta pasada semana precisamente en la recta final de la tramitación parlamentaria de esa norma nacida al calor de la sentencia de La Manada, solo días después de otra disputa a cuenta de del contenido del proyecto de ley del aborto impulsado por Irene Montero.
El PSOE renunció en el último momento a introducir una enmieda para cumplir con una de sus principales promesas electorales, incluida en el pacto de Gobierno y asumida en primera persona por Pedro Sánchez en la clausura del último congreso del partido: la abolición de la prostitución. Pero durante buena parte del miércoles amenazó con sacarla adelante con el apoyo del PP aun a riesgo de que hacer decaer la norma. Los populares no iban a respaldar en ningún caso el conjunto de la ley y, con ese añadido, los aliados habituales del Ejecutivo, tampoco.
La claudicación socialista vino acompañada de un órdago a sus socios de coalición. Menos de 24 horas después, la vicesecretaria general del partido, Adriana Lastra, anunció el registro de una proposición de ley que plantea un endurecimiento del Código Penal para los proxenetas, contempla multas para los clientes (incluso cárcel en caso de que la prostituida sea menor) y prevé la clausura de burdeles y locales empleados para lucrarse con la prostitución. Los socialistas quieren además que la norma se tramite por al vía de urgencia.
Unidas Podemos no tiene una posición unívoca sobre la materia. Izquierda Unida es, como el PSOE, abolicionista, mientras que Podemos comparte la idea de dar pasos hacia la erradicación de la prostitución pero rechaza la utilización del Código Penal para alcanzar esa meta.
En el debate, cargado de matices éticos, filosóficos y jurídicos, se entremezcla, sin embargo –como ya ocurrió también hace un año en la discusión en torno a la ley 'trans' y las derivadas de la autodeterminación de género–, un factor mucho más mundano: la lucha por la bandera feminista. Las mujeres del PSOE nunca llevaron bien que Pedro Sánchez entregara a Podemos el Ministerio de Igualdad que entre 2018 y 2019 había estado bajo el paraguas de la vicepresidenta primera Carmen Calvo. Y hasta su salida del Ejecutivo, en julio de 2021, esta fue enormemente beligerante con los planteamientos de su sucesora en el cargo,
La marcha de Pablo Iglesias en marzo de 2021, por un lado, y la decisión del presidente del Gobierno de prescindir de Calvo, por otro, abrieron un periodo de mayor serenidad. Ni Yolanda Díaz compartió nunca la estrategia del exlíder de Podemos de airear los conflictos internos en busca de rentabilidad electoral ni en el Ejecutivo había otra mujer socialista con un perfil y una posición tan preminente en ese terreno como la politica cordobesa.
En los últimos meses, no obstante, la vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, sí ha dado pasos para, si no situarse como referente feminista, sí al menos sacudirse el aura de alta funcionaria sin peso político o mera guardiana de la ortodoxia socioliberal. Recientemente, asumió el compromiso de no posar para fotos en las que solo hubiera hombres. Y fue ella la que cuestionó idea de la ministra de Igualdad de que en la ley del aborto se incluyeran bajas remuneradas para quiene sufren reglas incapacitantes, con la advertencia, compartida por UGT, de que podía contribuir a «estigmatizar» a las mujeres.
Calviño ha perdido esa batalla, como Calvo perdió antes la de la autodeterminación de género. Pero ahora las socialistas se preparan para un nuevo embate, el del fin de la prostitución, en el que creen tener toda las de ganar.
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