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La decisión de Pedro Sánchez de dar un giro radical a la tradicional política en el Sáhara Occidental al apoyar expresamente el plan marroquí sobre la excolonia española y el encuentro el jueves del presidente con el rey Mohamed VI han acabado de dinamitar los ... puentes entre el Ejecutivo socialista y el Frente Polisario. La organización saharaui anunció este domingo que ha decidido «suspender los contactos» con el «actual Gobierno español». O lo que es lo mismo, acabar de romper oficialmente unas relaciones que, pese a los intentos de Unidas Podemos, eran en la práctica inexistentes desde que el 18 de marzo la prensa marroquí hiciera pública la carta que Sánchez había dirigido al monarca alauí y en la que mandatario español oficializaba su volantazo diplomático.
En un comunicado de la delegación para España, el Frente Polisario, que tradicionalmente España ha reconocido como único representante legítimo de la población de la excolonia, justifica su ruptura con el Gobierno Sánchez por su «apoyo» al «plan del ocupante marroquí destinado a legislar la anexión de los territorios del Sáhara Occidental por la fuerza». Según la Secretaría General del Polisario, España, con su respaldo a la propuesta de Rabat de un Sáhara con estatuto de autonomía pero bajo soberanía marroquí, estaría bendiciendo «la supresión de los derechos inalienables del pueblo saharaui a la autodeterminación y la independencia».
El Polisario recuerda en su duro comunicado que «el Estado español tiene responsabilidades frente al pueblo saharaui y ante las Naciones Unidas a la vez que es Potencia Administradora de la región». Y remata con que «sus responsabilidades no prescriben».
La organización, que recrimina al «actual Gobierno» el «uso de la cuestión saharaui en el marco de sus míseros tratos con la fuerza ocupante», advierte que no retomará sus relaciones hasta que éste «se adhiera a las resoluciones de la legitimidad internacional que reconocen el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui y a respetar las fronteras de su país tal como son reconocidas internacionalmente».
La ruptura de relaciones anunciada este domingo por el Polisario es el último movimiento en un tablero que Sánchez removió el pasado mes de manera sorpresiva y que ha provocado el apresurado reposicionamiento de los actores de la zona. El reconocimiento español de facto de la soberanía marroquí sobre la excolonia por primera vez en 45 años provocó que Rabat se olvidara de un plumazo de la 'afrenta' por haber traído secretamente a España al líder de la organización saharaui, Brahim Ghali, para ser atendido por covid e hiciera volver de inmediato a Madrid a la embajadora, Karima Benyaich, que había sido retirada del país a mediados del mes de mayo de 2021.
Rabat y Madrid, además de dar por concluida esta crisis, escenificaron el pasado jueves su reconstruida relación con la visita de Sánchez para encontrarse con Mohamed VI. Pero en paralelo, la sintonía con Rabat a cuenta de la nueva postura del Sáhara ha desatado la indignación de Argelia, tradicional rival de Marruecos y aliado y protector del Polisario. Solo horas después de conocerse la carta de Sánchez al rey marroquí, el Gobierno de Argel llamó a consultas a su embajador, Said Moussi, lo que en la práctica equivalía a la retirada del representante.
El regreso a su país de Moussi estuvo seguido del anuncio del grupo estatal petrolifero Sonatrach de que estaba contemplando una subida de precio para el gas que vende a España, mientras se comprometía a mantener el coste al resto de sus compradores.
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