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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. efe/Vídeo: Atlas
Feijóo desinflama el discurso del PP en Cataluña y promete estabilidad y respeto

Feijóo desinflama el discurso del PP en Cataluña y promete estabilidad y respeto

Ante el influyente Cercle d'Economía, el líder del PP contrapone su modelo al 'procés' que cree «pieza» de Putin y a la «política ilusoria» de Sánchez

Viernes, 6 de mayo 2022, 11:47

Estabilidad, estabilidad, estabilidad. Alberto Núñez Feijóo se aferra a ese mantra para erigirse en alternativa en España al Gobierno de Sánchez acuciado por la inflación y el escándalo del espionaje y frente a un 'procés' en Cataluña convertido hoy en «pieza» al servicio del régimen « ... autocrático» y antieuropeo de Vladímir Putin. Feijóo desgranó ayer las línea maestras del programa con el que pretende recuperar la Moncloa en una de las jornadas más influyentes para quienes configuran las élites catalana y española: los diálogos anuales del Cercle d'Economía. Ante ese auditorio e introducido por el presidente del foro, Javier Faus, el líder de los populares ofreció en su estreno en Barcelona la receta de la estabilidad -«Llámenme loco»- como bálsamo y catalizador para una Cataluña «pujante» en una España «pujante».

Feijóo vertebró su discurso sobre una doble estrategia. Por una parte, y sabedor del acusado desgaste que sufren los suyos en Cataluña tras su paulatino declive en las urnas, renunció a detallar «el daño» que ha infligido a los ciudadanos la deriva secesionista para reivindicar la conciliación posible de una «nacionalidad histórica» como Cataluña en la España constitucional. «No vengo a prejuzgar nada, vengo a aprender, a estudiar y a comportarme como un ciudadano que respeta a todo el mundo, pero que ofrece para los que trabaja estabilidad política y económica», aseveró con un tono y un trasfondo que se alejaron del argumentario contra separatismo utilizado por Pablo Casado.

Feijóo se empleó en no asustar a los catalanes que no comulgan con las tesis del PP e hizo bandera del «espíritu olímpico» de la Barcelona del 92 de la que se cumplen 30 años -incluido el «amigos para siempre» en la voz de Josep Carreras- para reivindicar el «'soft power'», el poder blando, el liderazgo empático y referencial, de una Cataluña imbricada con la suerte de España. Todo envuelto en una defensa férrea del Estado autonómico, en el subrayado de las potencialidades del autogobierno dentro la unidad del Estado y, también, en su propio perfil como presidente de una «nacionalidad histórica», Galicia, con identidad propia.

«Neocentralismo»

Una identidad cuya preservación ni es «caprichosa» ni debe ser fuente de enfrentamientos irreconciliables, algo que contrapuso tanto al independentimo como al centralismo y al «neocentralismo», en alusión velada a Vox. Pero junto a ello, Feijóo también se mostró tajante sobre lo que ha representado el 'procés' -un «pésimo negocio»- y el riesgo que encarna ahora en medio del grave retroceso que implica la invasión rusa de Ucrania. A su juicio, la tentativa rupturista ha pasado de ser un «instrumento supuestamente liberador» a «convertirse en una pieza para la subordinación de las democracias liberales» a la que aspira el régimen «autocrático» de Putin. Lo que -incidió- «acentúa paradójicamente la dependencia».

La segunda línea estratégica del discurso de Feijóo ayer en Barcelona estuvo dirigida a su objetivo esencial desde que ocupa la planta noble de Génova: afianzarse como la alternativa creíble y fiable frente a un Gobierno al que los populares ven en caída libre por sus actuaciones y alianzas; un desmoronamiento en el que su jefe de filas viene hurgando a raíz de la tormenta desatada por Pegasus. Después de dejar sentado que no hay estabilidad política sin la económica y viceversa, Feijóo lamentó que España sufra las dos en un contexto condicionado por políticos alejados de los intereses ciudadanos y que se alimentan de «la agitación» permanente.

El líder del PP acusó a Sánchez y su Ejecutivo de proyectar una división «lamentable» y de practicar una «política ilusoria» que, por ejemplo, trata de endosar toda la inflación a la guerra y plantea unas previsiones de crecimiento que no casan, a sus ojos, con las alertas y prevenciones de organismos como el Banco Central Europeo. Ante el público especializado que le escuchaba, volvió la explicitar los cuatro ejes sobre los que él sustentaría hoy la política económica si gobernara España: «racionalización» del gasto burocrático de la Administración; deflactación temporal del IRPF e IVA en mínimos en las energías para socorrer a las familias más vulnerables; distribución más ágil de los fondos europeos; y «reformas estructurales». Y ante ese mismo foro autodefinido como «transversal», se dijo convencido de poder trabar una mayoría suficiente si el PP rescata «el 16 o el 17%» de los electores de Vox.

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