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El president de la Generalitat, Pere Aragonès. ep
Aragonès, año uno: el caso Pegasus ralentiza el aterrizaje del Govern de ERC

Aragonès, año uno: el caso Pegasus ralentiza el aterrizaje del Govern de ERC

ERC y Junts aguantan a duras penas el Gobierno de coalición en Cataluña, mientras los republicanos ya no son socios de referencia de Sánchez

cristian reino

Barcelona

Sábado, 21 de mayo 2022, 18:57

Pere Aragonès cumplió este sábado un año desde que fue investido presidente de la Generalitat. No hubo celebración, el balance lo hará la semana que viene. Ha sido un año duro. Como lo fue la negociación de tres meses entre ERC y Junts para formar ... gobierno. Aragonès (al tercer intento) recibió 74 votos sobre 135 y desde Jordi Pujol ningún presidente había recibido tantos apoyos en su investidura.

365 días después, el presidente de la Generalitat ha perdido buena parte de esos respaldos. La CUP se ha desmarcado de la mayoría independentista y le reclama que se someta a una cuestión de confianza. Y Junts, aun dentro del Govern, está elaborando una auditoría interna sobre el grado de cumplimiento del pacto de Gobierno. No es una cuestión baladí, ya que Laura Borràs amenaza con someter a consulta de la militancia el resultado de la autoevaluación y darle categoría de vinculante. Es decir, que el acuerdo podría saltar por los aires, porque la hoja de ruta independentista que reclaman los más radicales ni está ni se la espera.

Que Junts salga del ejecutivo es lo que querría Laura Borràs, que el próximo 4 de junio será entronizada nueva presidenta del partido. La legislatura de Aragonès empezó con una dura pugna con Carles Puigdemont, que pretendía cogobernar Cataluña desde Waterloo, a lo que Esquerra se negó en rotundo. Un año después, Puigdemont está ya en retirada de la primera línea y quien coge el testigo en el centro-derecha nacionalista es la presidenta del Parlament, del sector unilateralista de Junts.

En el entorno del president y en Esquerra hay preocupación por ello. Borràs puede ser apartada de la presidencia del Parlament, si es procesada por el juez por un caso de corrupción, y centrará toda su actividad en la dirección del partido. «Comienza la era Borràs», resumen en las filas republicanas. Su línea a seguir, entienden en Esquerra, será «atacar a todo lo que huela a ERC». Hace un año daban por hecho que tendrían al enemigo en casa, pero no pensaban que sería tan belicoso. Junts dejó a Aragonès solo en la mesa de diálogo, criticó su alianza con los comunes en los Presupuestos y ahora amenaza con dinamitar el consenso para introducir cambios en el modelo de inmersión. La ejecución de la sentencia que obliga al Govern a impartir el 25% de las clases en español es en estos momentos el principal quebradero de cabeza para el Govern catalán y para el president, que ha arropado al consejero de Educación, el eslabón débil de su Ejecutivo.

Contexto radicalizado

En el entorno de Borràs, que ha mantenido una lucha sin cuartel por el poder del partido con el sector pragmático de Junts, afirman que ya basta de «pegarnos entre nosotros» (entre postconvergentes) y que el «adversario» es Esquerra. El 'caso Pegasus' y la radicalización de Junts son dos obstáculos con los que no contaba Aragonès hace un año (tampoco el estallido de una guerra en Europa), cuando empezó un lento proceso de aterrizaje del movimiento independentista, tras años muy convulsos.

Al mes de su investidura, el Gobierno hizo un gesto de calado: concedió el indulto a los presos del 'procés'. ERC había facilitado la elección de Pedro Sánchez y las relaciones entre el Ejecutivo central y el catalán volvían a fluir. En septiembre se reunió la mesa de diálogo entre los dos gobiernos para buscar una salida al pleito catalán y la legislatura catalana; al menos en la cuestión del conflicto político, este entraba en una cierta desescalada.

Hasta que hace un mes estalló el 'caso Pegasus'. Aragonès fue uno de los espiados, en 2019 y 2020, cuando era vicepresidente y más tarde presidente en funciones tras ser inhabilitado Quim Torra. En estos momentos, las relaciones entre la Moncloa y el Palau de la Generalitat están en suspenso. ERC ha dimitido como socio de referencia del PSOE en el Congreso y la mesa de diálogo está en el congelador.

Aragonès no va sobrado de socios en Barcelona, porque Junts aguanta en el gobierno, pero a regañadientes y a la espera de la orden que dé Borràs cuando en tres semanas coja el timón. Y en Madrid ya no es lo mismo, porque ERC se escurre de la mayoría de la investidura. Puede volver, pero de momento está fuera.

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