Carmen Calvo rompe la disciplina de voto del PSOE y se abstiene en la ley trans

Calvo puso el colofón a la conflictiva tramitación de la norma, que enfrentó a la coalición y que partió por la mitad a los socialistas, en especial a sus militantes feministas. Sobre todo las más veteranas discuten que el género sea una identidad, defienden que es un rol construido socialmente y, por eso, son críticas con la idea de que esa identidad sentida haya de ser el dato que decida el sexo registral. También temen que se difumine el sexo como origen de las violencias que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo.

La discusión de la norma y el choque entre el Ministerio de Igualdad y Calvo ya había aflorado mientras se estaba diseñando la ley en el seno del Gobierno. Fue el presidente, Pedro Sánchez, quien tuvo que desatascarla y quien hizo posible su aprobación en primera vuelta en el Consejo de Ministros a mediados de 2021, casualmente pocos días antes de que la propia Carmen Calvo dejara la vicepresidencia primera en la amplia remodelación que acometió el jefe del Ejecutivo. Fue una victoria doble para el Ministerio de Igualdad.

Desde esa fecha, la norma tardó otro año más en aprobarse en segunda vuelta por el Gobierno y en remitirse al Congreso. Y la travesía en el legislativo ha sido dificultosa y conflictiva. Cundió la sospecha de que el PSOE quería dilatar los tiempos de tramitación y recortar la ley desde el texto que salió del Consejo de Ministros. Y se sospechaba muy en particular de que quien llevaba los mandos de la operación era Calvo, a quien el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, acusó de que ésta le había «metido un gol» al presidente Sánchez al retrasar la norma. La exvicepresidenta dio pábulo a esa idea con titulares explosivos en plena negociación parlamentaria: «La ley trans puede destrozar toda la legislación de igualdad», llegó a alertar.

Las prórrogas en los plazos de presentación de enmiendas que respaldó el PSOE dieron como resultado que Clara Antonelli, primera diputada trans de la historia de España y militante del PSOE, renunciara al carné del partido. Antonelli negó que hubiera diferencias de fondo entre Igualdad y Calvo y atribuyó la disputa a una lucha por el poder y por el liderazgo del feminismo. También provocaron múltiples manifestaciones del colectivo trans para presionar al grupo socialista para que abandonara la actitud obstruccionista que le atribuían.

El PSOE renunció a dilatar más los tiempos de tramitación, pero no a presentar enmiendas. Las más importantes respondían a tres temáticas: preservar la genuinidad de la violencia que sufren las mujeres; endurecer los procesos de reversión de los cambios de sexo para evitar fraudes; y, sobre todo, para que a todos los menores de 16 años se les requiera visado judicial a sus cambios de sexo registrales. El PSOE defendía que estas propuestas harían más robusta la ley ante los recursos que la derecha presentará.

Las enmiendas fueron derrotadas. Ni sus socios de Gobierno ni sus apoyos parlamentarios acompañaron a los socialistas porque ninguno quería el recorte a la ley que veían en esas propuestas. Pero el PSOE garantizó que no tumbaría la norma en caso de que no se incluyeran y este jueves la salvó con el voto discrepante de Calvo.

Rosa María Romero (PP) y Sara Giménez (Cs) también se abstuvieron: la primera, por error, la segunda, porque su partido dio libertad de voto en este tema. Y un diputado del PDeCAT votó a favor, a diferencia de sus tres compañeros, que se abstuvieron.