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J. Bacorelle
Sábado, 4 de noviembre 2023, 12:07
Laura Kukuk es una especialista en coches clásicos muy solicitada internacionalmente. Junto con su padre, esta joven de 30 años dirige la empresa de ingeniería Kukuk en Overath, a unos 30 kilómetros al este de Colonia. Es un negocio global.
Muchos viajes para determinar la ... originalidad de un vehículo o el valor de una rareza. «Detrás de cada coche hay personas especiales y su historia. Esa es la fascinación que me mueve», dice Kukuk.
Reconstruir la historia de un coche, comprobar su autenticidad y analizar el mercado son tareas propias de un detective. «A veces me siento como Sherlock Holmes», dice Kukuk. Aunque conoció pronto de cerca el trabajo de su padre, al principio mantuvo las distancias. «En la adolescencia era bastante reacia. Fui a una escuela de idiomas y dibujo en Florencia», dice. La creatividad sigue siendo una parte importante de su vida. A menudo se reúne con amigos en exposiciones de arte o da rienda suelta a sus sentimientos sobre el lienzo en el caballete. A veces, sin embargo, coge su monopatín o hace esquí acuático en el Rin.
Siempre tuvo esa curiosidad técnica. Antes de acabar el bachillerato, hizo prácticas en un preparador de Porsche y en el equipo de carreras Kremer Racing. Después, no estudió diseño de automóviles, como había planeado en un principio, sino ingeniería mecánica y tecnología del automóvil.
Siguió adelante con unas prácticas en McLaren Automotive y un año como ingeniera de desarrollo en Woking, Inglaterra. Tras finalizar sus estudios, se incorporó a la empresa familiar. «Me atraía explorar la historia y el alma de un coche clásico en lugar de crear algo más bien anónimo como ingeniera», dice.
Utiliza métodos científicos para obtener los datos más objetivos posibles. Ella y su padre son conocidos en todo el mundo por ello. «Consideramos que la fuente es el propio vehículo y no solo lo que está escrito en los periódicos», afirma. Sus herramientas incluyen el escaneado 3D, la medición del grosor de las capas de pintura, los ultrasonidos y la espectroscopia para el análisis de materiales y la datación. A ello se suman los conocimientos históricos, la meticulosidad y la artesanía.
Cada coche tiene una historia, y una de ellas trata de un Porsche 934 Turbo RSR amarillo brillante, de 1976, que en su día compitió en Le Mans. En el sur de Inglaterra, debía examinar el coche de carreras para el posible comprador. Él quería viajar con ella en un jet privado, pero Kukuk cogió el vuelo regular. Ser independiente es importante para ella. El cliente llevó a su mujer y a sus hijos a la cita. «Lo primero que hicimos fue arrancar el motor y a todos se les puso la piel de gallina. Fue bonito sentir ese entusiasmo de toda la familia», recuerda. «Después, cuando me tumbé debajo del coche y vi las marcas de desgaste, inmediatamente se reprodujo ante mis ojos una película de cómo tocaba los bordillos en Le Mans».
El Porsche 911 la acompaña en su trabajo y en su historia familiar. Su padre llevaba regularmente a Laura y a su hermano de vacaciones a esquiar en un 911 fabricado en 1966, de color beige Sáhara. «Asocio el 911 con mi infancia», dice Kukuk. Para ella, los coches antiguos son algo cotidiano. Entonces, cuando se estropeaba cualquier cosa, los niños ayudaban a repararlo. Más tarde, ese 911 fue sustituido por el 964 en el poco habitual tono verde, que sigue siendo el coche familiar hoy en día.
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