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Juan Roig Valor
Plasenzuela (Cáceres)
Jueves, 7 de abril 2022
Hace 30 años, unas vacaciones en camper no habrían sido la envidia de todos, dado que no eran vistas con el caché suficiente como para invertir tiempo en planificar rutas, enseres, puntos de luz, baños y actividades. O, incluso peor, dejar los acontecimientos al azar ... e improvisar sobre la marcha, eran, a fin de cuentas, percibidas como más trabajo que recompensa.
También hace tres décadas, unas vacaciones en camper implicaban un compromiso: si se quería viajar en una, prácticamente la única opción posible era comprarse una equipada para ello o construirla uno mismo. Hoy, gracias a Instagram, lo que se quiere es huir de aglomeraciones. En un mundo masificado, los paisajes vírgenes son el verdadero lujo, y la capacidad de aparcar en prácticamente cualquier lugar significan que las vistas disponibles tienen el potencial de ser todo lo impresionantes que se desee.
Este tipo de turismo lleva décadas siendo muy popular en Alemania, y han surgido industrias auxiliares en torno a la camperización. En la década de 1950 nació la legendaria colaboración entre Volkswagen y Westfalia, y ahora es posible comprar una furgoneta camperizada de fábrica. Aunque VW es la líder en este segmento —todas las generaciones de su furgón han demostrado ser versátiles lienzos para la modificación—, otros fabricantes han intentado hacerse con parte de este lucrativo pastel y, por ejemplo, Mercedes o Ford ofrecen sus propios modelos para ello.
Es precisamente en Alemania donde nació Roadsurfer hace cinco años. Una pareja encontró casualmente un nuevo negocio alquilando su camper a sus amigos y se fueron expandiendo progresivamente, hasta contar con presencia en Francia, España, Italia, Portugal, Reino Unido y, más recientemente, Estados Unidos.
La premisa es sencilla: contar con una furgoneta completamente equipada que permita recorrer aventuras. Se paga por noche y se devuelve tal y como se entregó: limpia y con el depósito lleno. Aunque ya es imposible reservar una para Semana Santa, la empresa quiere potenciar sus alquileres de fin de semana —e incluso ofrece precios variables en temporadas bajas—.
En una camper bien equipada no se echan de menos los lujos de la vida edificada. Al contrario, si la experiencia es buena, se puede descubrir que no hay vuelta atrás.
Es, a efectos prácticos, una forma más cómoda de acampar: cuentas con dos camas matrimoniales, dos hornillos de gas, agua corriente, espacio de almacenamiento, persianas, una nevera capaz de congelar, una mesa de pícnic, un sistema de sonido potente, ducha y calefacción. En las más grandes existe hasta un baño, aunque la experiencia auténtica ruega prescindir de él a favor de los matorrales.
La ventaja evidente a acampar —o a reservar en un hotel— es la movilidad. Si la zona en la que estaba previsto acampar tiene una mala previsión meteorológica, es tan sencillo como recoger los bártulos e irse a otra parte en donde, literalmente, corran mejores vientos. En este aspecto, viajar en camper es muy similar a navegar a vela.
Otro aspecto en el que es idéntico a la náutica es en la necesidad de ser organizado. En espacios pequeños, cualquier desorden parece mucho mayor, máxime en espacios en los que todo tiene un lugar asignado. Hay que tener ciertas precauciones, pero lo bueno de estar alquilado es que algunas acciones —como el vigilar que al bajar el techo el mecanismo no se enganche con la tela— son más una curiosa condición de la ingeniería alemana y no tienen tiempo de convertirse en un incordio.
Las campers son, evidentemente, una modalidad muy popular entre los deportistas al aire libre. Los escaladores desean perder el menor tiempo posible en llegar a la ladera. Roadsurfer hace que el soporte de bicicletas venga de serie, pero la baca para las tablas de surf es opcional.
Pero uno de los colectivos que más puede disfrutar de una camper son parejas con niños pequeños. La compañía dispone de una red para la cama superior que permite convertirla en una cuna segura para ellos.
Las tarifas de Roadsurfer están claras —rondan los 100 euros por noche—, pero despertarse en una dehesa, rodeado de rocío, aire fresco, el cantar de los pájaros y un cielo rosáceo de un amanecer extremeño es impagable.
El comportamiento de una camper es, en esencia, todo lo que se espera de una furgoneta que lleva varios kilos de más encima. Conviene ser dulce en la dirección y la aceleración, aunque el estilo de vida de camper no te incita a conducir rápido de todos modos.
Eso sí, como Roadsurfer ha elegido las versiones más potentes y mejor equipadas como base, estos son furgones capaces de circular por las Autobahn alemanas y cuentan con poderosos motores diésel, transmisiones automáticas, Android Auto e, incluso, asientos calefactados. Los consumos son razonables considerando el volumen, con una media de 6,1 litros de Madrid a Trujillo.
Una de las preocupaciones a la hora de viajar en camper es la posibilidad de encontrar zonas en donde la Guardia Civil no presente problemas —es ilegal acampar en zonas no establecidas. Por ello, desde Roadsurfer han llegado a acuerdos con casas rurales y ayuntamientos para poder contar con zonas en las que, por un precio adicional, los usuarios puedan estacionar las campers. De estas, denominadas 'spots', ya existen unas 200 en España, y el objetivo es el de, al menos, duplicarlas. En Alemania, en cambio, superan ya las 2.000.
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