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Pere Moyano posa junto a su joya sobre ruedas F. P.
Volkswagen T1: Historia de una obsesión

Volkswagen T1: Historia de una obsesión

Pere Moyano, con cuarenta años, escribió una carta a los Reyes Magos. Quería una furgoneta Bulli de 1966. Diez años después, su deseo se convertía en realidad

Moncho Trigueros

Sábado, 1 de julio 2023, 09:54

Puesto así parece un deseo fácil para los Magos de Oriente, pero el mercado es caprichoso y la demanda de este tipo de modelos muy grande. Lo que había nacido como un vehículo de trabajo para transportar materiales en el interior de la factoría de ... Wolfsburg en 1947, pasaba a ser un producto de serie en 1956, hoy es un vehículo muy exclusivo por el que algún coleccionista puede llegar a pagar más de 300.000 euros, como ocurrió en una subasta en Estados Unidos.

La aceptación de la furgoneta fue total en sus orígenes por su versatilidad, tanto para el transporte de mercancías como de personas. Además fue adoptada como vehículo de referencia por las generaciones siguientes. Han pasado casi 70 años y la etiqueta de libertad sigue unida a la imagen de la Volkswagen Bulli.

Pere Moyano había llegado a Palma de Mallorca con 24 años para empezar a ejercer como médico anestesista. Siempre había tenido «pasión por los coches clásicos y desde que me casé, con 28, por las 'furgos'», confiesa durante la 19ª Concentración de FurgoVolkswagen en el camping La Ballena Alegra de Sant Pere Pescador (Girona).

Durante una década se dedicó a rastrear todo tipo de portales nacionales e internacionales en busca de su capricho. «Buscaba y buscaba, pero no fue hasta 2019 cuando vi un anuncio de una persona que ofrecía una T1 en Valencia», relata. Llamó y todas las respuestas a sus requerimientos, al otro lado del teléfono sobre la furgoneta, eran afirmativas.

Vista desde el volante F. P.

Pere se trasladó a Valencia para ver si era el vehículo que había pedido a los Reyes diez años antes. «Lo que encontré al fondo de una nave era prácticamente un esqueleto de hierros de algo que un día fue una 'furgo'. Por no tener, no tenía ni suelo».

Era un modelo fabricado en Alemania para exportar a EE.UU. y había estado en Florida hasta que en 2016 la repatrió a Valencia su anterior propietario con la idea de restaurarla. Pero desde que llegó a la capital de Turia con la matrícula de Jacksonville (Florida) había estado acumulando óxido.

Cualquier otro se habría derrumbado al ver el estado en el que estaba el vehículo. Sin embargo Pere sintió que esa era la Bulli por la que había estado suspirando. Pagó 20.000 euros por el amasijo de hierros y se la llevó a su casa en Cabo Salinas (Mallorca). «Mi idea era restaurarla ciñéndome lo más posible al espíritu original de la furgoneta, tanto en el exterior como en el interior». Para recuperar su esplendor original recurrió al taller de Jaime Lladó, especializado en la restauración de este tipo de vehículos en Mallorca.

Cuadro de instrumentos F. P.

Pere aprovechó la pandemia para realizar él mismo toda la instalación eléctrica y el aislamiento. Sin embargo los muebles interiores se los encargó a medida a una ebanistería inglesa especializada en el diseño y fabricación de mobiliario camperizado para la Bulli.

Motor original de 34 CV

Pero en su obsesión por ser fiel a su origen, los detalles eran muy importantes, tanto que las cerraduras se convirtieron en un reto. Buscaba un juego original en el que con una sola llave se abrieran todas las puertas del vehículo. Así que empezó a rastrear y descubrió a un mexicano que las hacía.

Ya tenía el interior recuperado. El motor fue sometido a un ajuste completo, pero se mantiene fiel al original, con sus 1.493 cc y 34 CV de potencia, lo que como mucho le permite alcanzar los 90 km/h. Evitó hacer como otros aficionados que optan por instalar motores más potentes para ser más ágiles en los recorridos.

El único capricho que se permitió a la hora de romper con el original fue el color. Lo tuvo claro, quería que su modelo fuera único. Le pidió al chapista un tono muy especial. Se plantó en el taller con una foto tomada desde la ventana de su casa. Una imagen del mar frente al cabo Salinas. «El chapista lo clavó», señala mientras sonríe al contemplar su vehículo en color azul turquesa brillante.

Volkswagen T1 F. P.

Al final, a los 20.000 euros del esqueleto que compró en Valencia hay que sumarle todo lo que ha ido invirtiendo en la restauración y puesta a punto, que han sido otros 45.000 euros aproximadamente. En total 65.000 euros por una pieza única que Pere Moyano no piensa vender «ni por todo el oro del mundo».

Lleva rodando con su furgoneta un año por la isla de Palma, acudiendo a todo tipo de concentraciones de Volkswagen clásicos. Su viaje a la 19ª Concentración FurgoVolkswagen que se ha celebrado a finales de mayo en el golfo de Rosas ha sido su primera salida fuera de la isla. Pero esto es solo el principio. El siguiente reto de la renovada T1 es hacer el camino de Santiago por el trazado norte, junto al mar Cantábrico. Un sueño que servirá para el bautizo definitivo de 'Pere-Grina', el nombre que Pere le ha puesto a su regalo de Reyes que le llegó con una década de retraso.

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El caso de Pere es especial, lo normal es que los aficionados acudan directamente a especialistas como Jaime Lladó, que se dedica rastrear este tipo de vehículos en desguaces u olvidados en garajes para recuperarlos y venderlos. De su taller ha salido alguna furgoneta por la que le han pagado hasta 120.000 euros «sin pestañear», relata junto a una 'furgo' restaurada de 1956.

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