JUDIT MIAU

Sean Penn, el actor que sacaba los colores al Tío Sam

Perfil ·

Al 'enfant terrible' de Hollywood cualquier guión le queda pequeño. Zelenski es el último capítulo de un activismo que abarca desde el 'Katrina' a Fidel Castro. Hasta negoció la liberación de un compatriota en Bolivia

Domingo, 24 de abril 2022, 00:32

Ya lo decía Robin Wright, que sabrá de lo que habla después de 14 años de convivencia y dos hijos en común: «Sean no es de los que se sientan y dejan que las cosas sucedan». Así dicho suena a elogio, otro que sumar a ... la leyenda que envuelve a esta estrella del firmamento hollywoodiense, ungido con dos Oscar de la Academia y cuyo aspecto rocoso evoca el de alguien permanentemente instalado en mañanas resacosas pero dueño de una lucidez escalofriante; la mirada de los mil metros bajo ese remolino indomable y un rostro cuarteado que parece esculpido a buril y afeitado con el arpón del capitán Achab. Ojo, sin espuma.

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La última aventura de este rebelde con causa ha tenido por escenario Ucrania, hasta donde se desplazó antes de que estallara la guerra para rodar un documental pero cuando el drama ya se mascaba en el aire. El día que los carros de combate T-72 y los misiles Iskander cruzaron la frontera, protegidos desde el aire por enjambres de Mig-29, Penn asistía a una rueda de prensa convocada por Volodimir Zelenski. «Nuestro país está muy agradecido por su muestra de coraje y honestidad», dijo el en otro tiempo cómico, que ha entendido como nadie los engranajes de la propaganda en busca de ayuda exterior.

Ocho días después de que comenzara el cerco, y con su equipo rodando en las mismas calles que no tardarían en ser bombardeadas, Sean Penn abandonó el país cruzando la frontera de Ucrania a pie como miles de refugiados, entre una hilera sin fin de vehículos abandonados en la cuneta. Desde entonces, su compromiso no ha cesado, primero solicitando la intervención de Zelenski en la gala de los Oscar y amenazando con fundir sus estatuillas si no lo hacía.

La Academia, más remisa que Penn a la hora de meterse en jardines, dedicó tres minutos a la guerra para salvar el expediente. La solución intermedia recibió el inmediato desprecio de su 'enfant terrible', que no dudó en calificar la decisión como «el momento más obsceno de la historia de Hollywood, mientras los ucranianos reciben las balas y las bombas por nosotros».

Pero sus invectivas no han acabado ahí. El actor, guionista y productor no ha dudado tampoco en hacer un llamamientos a las grandes fortunas de su país para que «algún millonario» se gaste «300 millones de dólares» en aviones de combate con mejor tecnología que los 'Mig' o los 'Su' rusos, de manera que Ucrania pueda así defender su espacio aéreo y tenga alguna oportunidad de dar la vuelta a la guerra. De momento, nadie ha llamado a su puerta.

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El amigo americano

Sean nació en 1960 en Santa Monica (California). Su padre, Leo, judío de origen sefardí (Penn es la forma americanizada de Piñón) era director de cine y le enchufó en uno de los capítulos de 'La casa de la pradera', una de esas series de los 70 que reunía a las familias en torno al televisor los domingos por la tarde cuando no había Play Station ni internet. Una aparición fugaz, de acuerdo, pero el germen de una carrera que ha combinado éxitos comerciales ('El Club de los Irlandeses', 'Pena de muerte', 'Mystic River' o 'Milk'), con proyectos independientes dirigidos por él y bien recibidos por la crítica, como 'The crossing guard' o 'Hacia rutas salvajes'.

Una trayectoria seria en los escenarios que contrastaba con unos comienzos que estuvieran salpicados de escándalos de todo tipo, desde agresiones a periodistas que les perseguían a él y a Madonna cuando eran pareja o a un extra con quien coincidió en el rodaje de 'Colors', hasta condenas por violar la libertad condicional y conducción imprudente. Estaba tan desatado que llegaron a sentenciarle a 300 horas de servicio comunitario y a 36 de tratamiento para gestionar su ira. Su vida sentimental ha llenado portadas y por ella han desfilado, a parte de las ya mencionadas Madonna y Wright, sus dos primeras esposas, una tercera, la australiana Leila George -que le aguantó un año- o Charlize Theron, a quien llegó a dirigir.

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Abandonó Ucrania a pie con miles de refugiados y amenazó con fundir sus 2 Oscar si la gala ignoraba el drama de la guerra

Pero la vida de Penn tiene muchas aristas y quizá la más destaca fuera de los escenarios sea su declarado activismo del que ha dado muestras, por ejemplo mostrando su apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo. También cuando viajó a Nueva Orleans para ayudar a las víctimas del huracán Katrina; o a Haití, donde levantó un campamento con capacidad para más de 50.000 damnificados por el terremoto de 2010.

El mismo activismo le ha llevado a frecuentar compañías proscritas en su propio país y a sacarle los colores al mismísimo Tío Sam. Sean se ha declarado agnóstico y racionalista, lo que no le impidió participar en unas jornadas de oración por Chávez cuando su salud hacía aguas por todas partes. También marxista de la corriente de Mao -algo tan extraño en Malibu como cruzarse con un facóquero en una tienda de monopatines-, lo que le ha granjeado la amistad, además del líder bolivariano, de Fidel Castro o Evo Morales. Y es que hay que tener amigos hasta en el infierno: se cuenta de él que medió en la liberación del norteamericano Jacob Ostreicher, retenido en una prisión boliviana y al que cuidó en persona.

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En casa, ese tipo de desmarques no gustan a todos. Como cuando visitó Irak (2002) para protestar por los planes de la Administración Bush. O cuando intervino en la Universidad de Teherán (2005). O más recientemente, al afearle a Trump que armase a Erdogan para que los turcos acaben con los focos de resistencia armenia. «La revolución, el narcotráfico y los atropellos a la libertad están en la naturaleza de esos pueblos exóticos que tanto le atraen», dijo de él un exembajador norteamericano en Caracas. A Penn esas reprimendas le entran por un oído y le salen por el otro. Puede que sea actor, pero no está dispuesto a que nadie fuera de las pantallas le marque el guión.

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