darío menor
Miércoles, 11 de mayo 2022, 00:05
El patriarca Cirilo, líder de la Iglesia ortodoxa rusa y sostén religioso del presidente Vladímir Putin, cuyo régimen llegó a calificar en 2012 de «milagro de Dios», va a ser incluido en el nuevo paquete de sanciones aprobadas por la Comisión Europea contra personalidades que ... apoyan la invasión de Ucrania ordenada por Moscú. Cirilo, de 75 años y cuya fortuna se estima entre los 4.000 y los 8.000 millones de dólares, hará así honor al sobrenombre con el que se le conoce en algunos círculos, el 'oligarca eclesiástico'; aunque como ha ocurrido también con otros magnates rusos ya antes castigados por Bruselas, las sanciones pueden incluso acabar reforzando su posición.
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«Van a ser una medalla para el patriarca. Las presentará como una justificación ulterior de por qué Rusia ha tenido que emprender esta guerra», explica Stefano Caprio, profesor de historia y cultura rusa en el Pontificio Instituto Oriental de Roma y amplio conocedor del mundo eclesiástico ortodoxo. «Aunque ahora mismo se combate en Ucrania por cuestiones territoriales e históricas, el verdadero enfrentamiento para Rusia es contra Occidente, para tratar de frenar la globalización y su ideología liberal», afirma este experto, autor del ensayo 'El zar de vidrio', publicado en italiano.
Antes de que se confirme la aprobación del sexto paquete de sanciones contra Rusia, el Patriarcado de Moscú ya ha clamado contra la posibilidad de que Cirilo vea prohibida su entrada al territorio de la Unión Europea y el congelamiento de sus bienes, castigos que Bruselas justifica alegando que es «uno de los principales apoyos de la agresión militar contra Ucrania». Es algo que el patriarca demuestra en sus sermones, en los que afirma que Rusia «nunca ha atacado a nadie en su historia», limitándose a «proteger sus fronteras».
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Vladímir Legoyda, portavoz de la Iglesia ortodoxa rusa, considera que solo alguien que desconoce «completamente» la historia de esta comunidad religiosa pensaría que sus miembros iban a dejarse «intimidar» por unas sanciones como las que impone la Unión Europea. «Cirilo proviene de una familia cuyos miembros sufrieron durante décadas represión por su fe y posición moral durante los días del ateísmo militante comunista, sin temer la reclusión», advierte el portavoz.
Elegido en 2009 para liderar a los alrededor de 150 millones de fieles de la Iglesia ortodoxa rusa repartidos por el mundo, el patriarca vivió la persecución en su familia, pues tanto su padre como su abuelo fueron sacerdotes que ejercieron su ministerio bajo la dictadura soviética. Entre los presbíteros ortodoxos rusos el celibato no es obligatorio, como ocurre en cambio con los católicos.
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Las sanciones europeas contra el líder espiritual de Moscú llegan en el momento más bajo de los últimos años en las relaciones entre esa Iglesia y la de Roma. Éstas vivieron un impulso histórico en 2016, cuando tuvo lugar el encuentro en La Habana entre Cirilo y el Papa, una inédita cita que marcó un hito en el diálogo ecuménico tras el cisma de 1054 entre las Iglesias de Oriente y Occidente.
En una muestra más de la distancia actual entre ambos líderes religiosos, Francisco se mostró muy crítico con el apoyo del patriarca a la invasión de Ucrania en una entrevista publicada recientemente por el 'Corriere della Sera'. Afirmó incluso que Cirilo se había convertido en «el monaguillo de Putin».
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Aunque Jorge Mario Bergoglio mantuvo un cierto equilibrio al censurar también a la OTAN por «ladrar a las puertas de Rusia», la entrevista provocó las protestas de la Iglesia rusa, que la tachó de «deplorable». Así, consideró que el líder católico utilizaba «un tono equivocado» hacia Cirilo, lo que dificulta el «diálogo constructivo» entre ambas Iglesias.
Para el profesor Caprio, no obstante, lo sorprendente hubiera sido que el Papa Francisco no se expresara en esos términos: «Francisco está muy enfadado por la postura del patriarca respecto a Ucrania. Intenta mantener las relaciones, pero ha forzado un poco el tono para tratar de parar la guerra. Por eso ha mostrado además su intención de reunirse con Putin».
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En opinión del docente de historia y cultura rusa en el Pontificio Instituto Oriental de Roma, las palabras de Bergoglio no suponen «una ofensa grave» y es previsible que las relaciones entre el Vaticano y el Patriarcado de Moscú se recompongan cuando cesen los combates. «Para salir del aislamiento en el que ha entrado con la guerra, Cirilo necesitará al Papa, que puede hacer de mediador para mostrar que Rusia no acepta la mentalidad imperante en Occidente de una globalización liderada por Estados Unidos», afirma Caprio.
En ese antagonismo frente a Washington, Moscú espera seducir al resto del mundo, para lo que le resultará muy útil la Santa Sede. «Muchos países de América Latina, África o Asia pueden estar en línea con la concepción rusa del mundo. Son los países donde la Iglesia católica tiene a la mayor parte de sus fieles, por lo que Roma podría alinearse con esa idea».
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