Salvador arroyo
Martes, 5 de abril 2022, 22:00
Cambio de enfoque. Previsto, según el Kremlin, o forzado por un serial de reveses, como defiende Kiev. Pero una nueva fase, en esta guerra que iba para 48 ó 72 horas y que rebasa ya las cinco semanas. Las tropas rusas han dejado atrás la ... capital y se reagrupan desde hace días con intención de recrudecer su ofensiva en el este y el sur del país. Los objetivos: subyugar toda la región del Donbás y crear un pasillo terrestre hacia la Crimea que ocuparon en 2014. «Esta va a ser una fase crucial de la guerra», avisaba este martes Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. Y larga.
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El sinsentido sube un nuevo nivel y con él llegará el recrudecimiento de los bombardeos, más víctimas; y mayor conmoción con nuevas masacres. Es la inercia que advierte Ucrania y que presagia Occidente. De momento, en las últimas horas, al menos diez personas murieron y 46 resultaron heridas en varios ataques con bombas de racimo en la ciudad de Mikolaiv, a escasos 65 kilómetros del Mar Negro. Su alcalde, Alexander Senkevic, relataba que la pesadilla comenzó de madrugada y que se produjeron al menos dos embestidas. Sin distinción de objetivos. Zonas residenciales, dos hospitales, un orfanato, un centro de formación profesional, once guarderías y 12 escuelas, relataba.
Es el trágico ejemplo de lo que estaría por llegar. Sobre todo si, como presagia Washington esta fase se prolonga mucho en el tiempo. La inteligencia americana, según 'The Washington Post', se mueve con un escenario inquietante: una cascada de operaciones ofensivas que se mantendrán «durante meses». Y que seguirán la línea de bombardeos masivos sobre población asediada para desmoralizar al rival. La estrategia de desgaste que se inauguró sobre Chechenia, se reprodujo sobre ciudades sirias como Alepo y se viene replicando desde hace semanas en Mariupol (o Járkov en el norte).
Ataques a civiles. En Mikolaiv las bombas golpearon zonas residenciales, dos hospitales y varias escuelas.
Grupo Wagner. Reino Unido alerta del despliegue de los sanguinarios paramilitares.
15 mujeres entre los 86 soldados ucranianos canjeados con Rusia. A todos se les rapó la cabeza. Ellas «a la fuerza como señal de humillación», dijo Kiev.
En la ciudad portuaria, machacada por el ejército invasor, los «bombardeos y ataques con artillería masivos» no cesaron este martes. Al menos 130.000 de sus vecinos continúan abandonados a su suerte, en pésimas condiciones humanitarias y sintiendo como se frustran corredores humanitarios. El Comité Internacional de la Cruz Roja aseguraba que uno de sus equipos de evacuación fue, de hecho, retenido el lunes por por la policía en zona bajo control ruso.
Mariúpol, destrozada en al menos un 90%, según las autoridades locales. Y también con cadáveres en sus calles. Algunos medios difundían imágenes de soldados rusos retirando cuerpos, en lo que se interpreta como un intento por evitar el apocalíptico reguero que dejaron en la ya martir Bucha y que ha espoleado la indignación y condena internacionales.
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Mariúpol es objetivo prioritario. Como también Járkov, a 50 kilómetros de la frontera rusa. Ha sufrido en apenas 24 horas 54 ataques con varios tipos de armas de largo alcance (artillería, morteros, cohetes...), confirmaba el responsable de la Administración Militar de la región, Oleh Synehubov, en Telegram.
Una inercia de horror que podría empeorar. El ministerio de Defensa británico, que subraya la 'renovada' estratagema de «consolidación y reorganización» de tropas para doblegar el sur y este de Ucrania, avisa: paramilitares del sanguinario grupo Wagner se están desplegando en la zona.
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No se especifica si forman parte de la andanada de soldados que, según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés), se desplaza a través de Izyum (en la región de Járkov). Su objetivo sería asestar un golpe decisivo sobre Slovyansk, en la región separatista de Donekst. El ISW cree, de hecho, que ésta será «probablemente la próxima batalla fundamental de la guerra». Porque desde esa ciudad parte de las unidades invasoras enlazarían con otras unidades «para rodear» a las fuerzas ucranianas que aún resisten en el Donbás. ¿El golpe final?
Los padres ucranianos se han visto obligados a recurrir a medidas desesperadas para salvar a sus hijos de la muerte -más de 250 pequeños han perdido la vida ya por los ataques rusos- o evitar que se queden desamparados si ellos faltan. El objetivo es que el menor pueda ser entregado a familiares a través de direcciones, números de teléfono y los propios datos personas de los pequeños escritos en su espalda.
Esta iniciativa de la joven madre Oleksandra Makoviy, natural de Kiev, se ha convertido en tendencia. En su perfil de Instagram ella misma explica que decidió escribir en la espalda de su hija Vera, que cumplirá tres años en noviembre, su nombre y apellidos, los teléfonos de los padres y otros datos el primer día de la guerra, tras despertarse con los «sonidos ensordecedores y potentes de las explosiones que se escuchan a decenas de kilómetros» de su vivienda.
Temblando
Lo escribió «con mis manos temblando mucho» y con el miedo de que pudiera pasarles algo y con la esperanza de que la pequeña consiguiera ser recogida «como superviviente».
En la misma publicación, Oleksandra, aprovecha para agradecer a todas las personas que les han ayudado en la evacuación, especialmente en Polonia, país fronterizo del que dice que «sin su ayuda no habríamos sobrevivido». Ahora, cuenta, se encuentran a salvo en el sur de Francia, donde voluntarios les acogieron, les proporcionaron alojamiento y las cuidan por completo.
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