Rusia aumenta la amenaza sobre Kiev y el Donbás

«El número y la magnitud de los ataques con misiles en lugares de Kiev aumentarán en respuesta a todos los ataques de tipo terrorista y a los sabotajes perpetrados en territorio ruso por el régimen nacionalista de Kiev», ha anunciado hace unas horas el portavoz del Ministerio ruso de Defensa, Igor Konashenkov. Y la realidad es que las sirenas antiaéreas se han hecho sentir de nuevo la pasada madrugada en la periferia de la capital, que comienza a recuperar cierta estabilidad y donde han regresado ya cientos de refugiados a sus casas.

Según las autoridades rusas, sus baterías han destruido una fábrica de misiles y también se han escuchado explosiones en Vasylkiv, al suroeste de la gran urbe. El Pentágono ha confirmado que, pese a la retirada de las fuerzas invasoras que cercaban la ciudad, Rusia mantiene intacta su capacidad para lanzar un ataque sobre Kiev con misiles de medio y largo alcance.

El Kremlin ya hizo pública el miércoles por la noche su amenaza sobre la capital, pero ahora ha cobrado mayor peso. Su argumento es que los helicópteros ucranianos han bombardeado de modo reiterado pueblos rusos situados en la frontera. No obstante, la Inteligencia ucraniana y estadounidense preveía también un redoble de estas amenazas tras el hundimiento del Moskvá, lo cual induce a pensar que se trate de una represalia porque efectivamente el Ejército de Ucrania destruyó el buque, o por una estrategia de Moscú para minar la resistencia local tras el duro revés sufrido por su flota.

Aunque Kiev niega que haya bombardeado zonas de Rusia y atribuya estos hechos a «ataques terroristas» perpetrados por los servicios secretos del Kremlin, la realidad es que las fuerzas invasoras presionan cada vez con mayor fuerza en el sureste de Ucrania. Los rusos afirman haber matado a una treintena de «mercenarios polacos» en las últimas horas y están intensificando el castigo a Mariúpol, la ciudad portuaria que ahora mismo concentra la batalla por el Donbás y el dominio del mar de Azov.

Las autoridades alertan de que 22.000 civiles podrían haber muerto ya en este lugar donde quedarían 120.000 personas atrapadas. Kiev ha denunciado, por su parte, el asesinato de siete civiles debido a los disparos efectuados por tropas rusas contra un autobús de evacuación en Járkov. Otras 27 personas han resultado herida en este tiroteo.

La pérdida del Moskvá continúa este viernes como una de las grandes incógnitas de las últimas batallas que se libran por el dominio marítimo. Ni siquiera el Pentágono ha conseguido arrojar luz sobre las causas del hundimiento y su portavoz, John Kirby, ha precisado que no puede confirmar ninguna versión. Eso sí, certifica que ha sido un «duro golpe» a la flora rusa, hasta el extremo de que la CIA ha barajado la tesis de que este último revés –unido a los sufridos por las tropas terrestres en este medio centenar de días en guerra–pudiera llevar al presidente ruso, Vladímir Putin, a subir un peldaño y utilizar armas nucleares de baja intensidad. Sin embargo, el propio director de la agencia, William Burns, ha informado que «no hay señales concretas en ese sentido». Más bien, el seguimiento de los movimientos rusos apuntala la existencia de una gran operación de concentración y reagrupación de efectivos en el sureste para conquistar definitivamente la franja que une Crimea y el Donbás.

Si el buque insignia de Rusia se fue a pique debido a un ataque con torpedos o lo causó un siniestro de gran magnitud, el caso es que ha obligado a configurar de nuevo la posición de otros barcos de la flota. El crucero «aseguraba la cobertura aérea de otras naves durante sus operaciones», sobre todo aquellas enfocadas a proteger el desembarco de tropas o los bombardeos costeros, describe el portavoz de la administración militar de Odesa, Serguéi Bratchuk.

El Kremlin informó el jueves por la noche que el buque naufragó mientras era remolcado a puerto al perder «su estabilidad a causa de los daños sufridos en el casco» por el incendio y la explosión de las municiones. Lo más significativo es que no hay parte alguno sobre la pérdida de vidas humanas, cuando enrolaba entre 500 y casi 800 marineros. El presiente ucraniano, Volodimir Zelenski, se felicitó en un vídeo por la desaparición del Moskvá. «Los navíos rusos solo pueden estar en el fondo», comentó.