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Mercedes Gallego
Nueva York
Martes, 13 de febrero 2024, 07:19
Aparentemente Joe Biden y el Rey Abdulá II de Jordania son, como dijo el presidente estadounidense al presentarle este lunes en la Casa Blanca «muy buenos amigos». El mandatario insistió: «Nos conocemos desde hace muchos años y su majestad ha sido durante todo este tiempo ... un aliado fiel«. El rey Abdulá no le contradijo. De hecho, recordó que su visita tiene un significado adicional, «al marcar 75 años de alianza estratégica ejemplar». Y ahí es donde matizó: «Sin embargo, hubiéramos esperado que este hito se produjera en mejores circunstancias para mí región y para el mundo», entonó.
Mientras Biden se dedicó por completo a culpar a Hamás de la situación que vive su pueblo y a recordar que 134 rehenes siguen cautivos, el monarca jordano ni siquiera mencionó a los secuestrados que la Casa Blanca quería en los titulares. Su discurso estuvo dedicado desde el principio a la inmensa tragedia que «una de las guerras más devastadoras de la historia reciente sigue desatándose en Gaza mientras hablamos».
Fue Abdulá II quien recordó que más de cien mil personas han resultado muertas, heridas o desaparecidas en estos cuatro meses, la mayoría mujeres y niños. «No podemos permitirnos un ataque israelí en Rafah. Con certeza produciría otra catástrofe humanitaria. La situación es ya insostenible para el más de un millón de personas que han sido empujadas hasta la frontera. No podemos quedarnos mirando y dejar que continúe. Necesitamos un alto el fuego duradero. Esta guerra tiene que terminar».
Su anfitrión dijo estar negociando la liberación de los rehenes a cambio de un alto al fuego «de al menos seis semanas», términos muy distintos a los del monarca jordano. Solo dos horas antes, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, había comunicado la luz verde a la incursión israelí en Rafah, siempre cuando se haga con un plan «creíble» para la seguridad del más de un millón de palestinos que se refugian allí.
«Nosotros nunca hemos dicho que Israel no puede entrar en Rafah para eliminar a Hamás», aclaró Biden. «Hamás continúa siendo una amenaza viable para el pueblo de Israel y los israelíes y sus fuerzas de defensa absolutamente van a continuar las operaciones contra sus líderes y su infraestructura, tal y como deben», les conminó. «No queremos ver otro 7 de octubre».
La Casa Blanca está más interesada en anotarse el tanto de trabar la liberación de los 134 secuestrados que en garantizar la seguridad del millón de palestinos en Rafah. «La prioridad más alta para Estados Unidos es traer a casa a los rehenes», dejó claro Biden, que dijo compartir los objetivos de seguridad de Israel y su pueblo. «Estoy trabajando día y noche con el Rey y otros (actores) en la región para encontrar los medios por los que traer a casa a esos rehenes». Curioso que el rey no lo mencionase.
El jueves Biden admitió por primera vez que la respuesta de Israel a los ataques del 7 de octubre ha sido «excesiva». En privado, tres fuentes de NBC dicen haberle oído referirse al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu como un «gilipollas», pero en público su lealtad es incuestionable.
Como no podía permitirse un nuevo traspiés después de que el jueves confundiese al dictador egipcio Abdel Fatah El Sisi con el presidente mexicano, este lunes Biden se saltó la tradicional conferencia de prensa que sigue a sus encuentros con mandatarios extranjeros en la Casa Blanca. Seguramente su invitado tampoco tenía interés en satisfacer a la prensa. «Nada de preguntas, por favor», aleccionaron los asesores de la Casa Blanca mientras se retiraban
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