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Imagen de la tripulación del Moskva, tomada en la base de Sebastopol antes del inicio de la guerra. Reuters

Los misiles hostigan Kiev de nuevo

El Ejército ruso cumple su amenaza de bombardear la región capitalina horas después del hundimiento de su buque insignia en el mar Negro

Miguel Pérez

Sábado, 16 de abril 2022, 22:45

Puede decirse que los kievitas apenas han tenido dos semanas para acostumbrarse al silencio de las bombas que llevaba consigo el repliegue de los invasores rusos al Donbás. Desde el viernes, la región ha vuelto a ser objetivo del fuego aéreo y otras ciudades como ... Leópolis o Járkov se han sumado a esa coreografía mortal de dos compases que marcan las sirenas de alarma y después el ruido de las explosiones. Las bombas no han perdonado. Lo había advertido Moscú como represalia por los ataques ucranianos a algunos de sus pueblos en la frontera. La artillería de Putin ha dejado en dos días más de una veintena de civiles muertos confirmados.

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Los misiles causaron graves daños en una refinería de petróleo en Lisichansk, una ciudad situada cerca de la línea de frente en el Donbás. La factoría es bombardeada con frecuencia. Los locales afirman que se trata de cansar a los bomberos y minar sus recursos para que no puedan impedir los incendios en las zonas residenciales. A los fallecidos ya les entierran en fosas comunes. Allí cerca, Severodononetsk es otra ciudad masacrada, pero los muertos aún se van solos de este mundo: desde el inicio de la guerra se han excavado 400 tumbas.

El Kremlin amenazó el jueves con volver a los ataques sistemáticos sobre Kiev. Muchos sospechan que, más allá de las presuntas agresiones de los helicópteros ucranianos sobre enclaves rusos, en esta vuelta de tuerca pesa el hundimiento del Moskvá, la estrella de la Flota del Mar Negro que se fue a pique esa misma noche tras varias horas envuelto en llamas. El naufragio de este buque insignia de 12.000 toneladas es aún un misterio. El Pentágono confirmó ayer que fue destruido por dos misiles Neptune disparados por el Ejército de Ucrania, que lo ha celebrado como un éxito propio, frente a la versión del Gobierno ruso, que atribuye la pérdida de su principal crucero de guerra a un incendio a bordo.

Pero lo cierto es que, pese al respaldo que supone tener detrás la confirmación de Estados Unidos, ni siquiera el presidente Volodímir Zelenski quiso realizar una aseveración formal el viernes en una entrevista en televisión y se limitó a señalar que la Historia dirá cómo se hundió el Moskva. Moscú no ha informado de la suerte que corrieron sus centenares de marineros.

La versión ucraniana es que dos proyectiles Neptune lanzados desde una de sus bases destruyeron el barco. Se trata de una munición de fabricación local, lo que parece haber aumentado el orgullo de los resistentes. La industria militar presentó este misil poco después de la crisis de 2014 en Crimea, pero ha sido en estos últimos cuatro días cuando su valor ha aumentado entre los expertos en armas. Si revento el Moskva, lo hizo tras ser activado desde una plataforma móvil a media distancia y con la ayuda de un dron que distrajo los sistemas de detección del buque. Si el crucero hubiera sido hundido con misiles extranjeros, la ira de Putin quizá se hubiera exacerbado. Este sábado mismo, su Gobierno advirtió a EE UU que cese el trasvase de arsenales a Ucrania –Washington enviará en breve una partida valorada en 800 millones de dólares– y, mucho menos, de armas pesadas porque puede acarrear «consecuencias impredecibles».

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Concentrando las tropas

Desde el viernes, las baterías rusas han reducido a escombros dos complejos militares en los alrededores de Kiev. Uno de ellos, ubicado en el distrito de Darnytsky, pertencía al fabricante de los Neptune. Los invasores, que concentran todas sus tropas en el sureste del país para asegurar la franja del Donbás, han cambiado sus tácticas de asedio sobre la región kievita. Sin efectivos terrestres, se dedican a atacarla con proyectiles de medio y largo alcance.

El desasogiego ha cundido en una población que en ausencia de explosiones había comenzado a recuperar una escasa normalidad. El propio alcalde informó que se habían reabierto un millar de negocios, entre ellos comercios y tiendas de alimentación. La crispación llevó este sábado a grupos de ciudadanos a abuchear a algunos periodistas creyendo que se trataba de espías. El Gobierno de Zelenski prohibió también visitar las fábricas destruidas para evitar que el Kremlin confirmase el alcance de la destrucción.

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En Járkov, 10 personas murieron y 35 resultaron heridas en un bombardeo a un distrito industrial. El ataque se produjo con un lanzacohetes y se habría cobrado la vida de un bebé de siete meses. Mientras, en Mariúpol crece la sensación de una caída inminente. Un líder regional explicó que el enclave portuario ha sido «borrado de la faz de la tierra» y Zelenski avisó al Kremlin que si «elimina» a los últimos defensores suspenderá las negociaciones de paz; una aparente señal de que apenas quedan soldados ucranianos y que estarían a punto de rendirse o ser capturados por los invasores.

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