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m. pérez
Jueves, 30 de junio 2022, 13:41
La sombra del dictador Ferdinand Marcos vuelve desde hoy más grande que nunca a Filipinas. El hijo del dictador ha asumido a sus 64 años la presidencia del país tras resultar victorioso en las últimas elecciones donde recibió el apoyo de treinta millones de votantes. ... La paradoja está presente de múltiples maneras en este acto oficial. Marcos Jr. accede a la jefatura del Gobierno en las mismas fechas en que su padre instauró la ley marcial durante una dictadura corrupta y violenta en la que se produjeron más de 3.000 muertes, hubo decenas de miles de torturados y se usaron las detenciones arbitrarias como moneda común contra los disidentes. Otra paradoja importante es que, mientras el hasta ahora presidente Rodrigo Duterte cede el poder, su huella también continuará en el nuevo gabinete gracias a su hija, Sara Duterte Carpio, que ejercerá la vicepresidencia tras una singular alianza entre dos amistosos enemigos.
Todo en este relevo gubernamental tiene hechuras propias de una teleserie. Marcos Jr. culmina el objetivo de que el apellido familiar vuelva a ser asociado con el máximo cargo de poder en Filipinas después de que su progenitor fuera depuesto en una revuelta popular en 1986. Se cerraron así 21 años de dictadura cuyo principal recuerdo son la malversación de fondos públicos, el autoritarismo y la colección de miles de zapatos de la 'primera dama', Imelda.
La 'mariposa de hierro', como se la conoce popularmente, ha sido decisiva en el regreso a la presidencia de uno de sus tres hijos. Éste ha conseguido relegar a un segundo plano los excesos y el despilfarro de sus padres para convencer a millones de filipinos de que aquellas décadas de áspero régimen fueron un tiempo de bonanza. Es el triunfo del poder de las redes sociales, donde el presidente ha volcado mensajes a su medida tras rehuir debates y actos públicos, y de las promesas de que llegarán años fructíferos con un Marcos en el Ejecutivo. No es ajena a esta victoria la crítica situación del archipiélago, con más de 3,5 millones de ciudadanos en extrema pobreza según Oxfam Intermon y frecuentes choques armados con distintas facciones de la insurgencia islámica.
El nuevo dirigente se ha encargado también de intentar blanquear la imagen de su madre en entrevistas donde repite que siempre le pide «consejo» porque es un «genio de la política» que ha tenido «enorme influencia en la familia». A sus 92 años y en libertad bajo fianza desde 2018, cuando un tribunal de Manila le condenó por siete delitos de corrupción, entre las generaciones más jóvenes que no sufrieron la dictadura Imelda es más recordada por sus excéntricas acumulaciones de bolsos y vestidos que por los estragos económicos causados a la nación. O por desafortunados comentarios como los realizados mientras era investigada por los asesinatos cometidos durante la dictadura («cuando entraron en mis armarios en busca de esqueletos, solo encontraron zapatos») o al ser preguntada por su influencia en aquel Gobierno: «La masa sigue a la clase». En 1986, tras ser derrocada antes de la instauración del Ejecutivo de Corazón Aquina, la pareja corrió a refugiarse en Hawai en condición de 'amigos' de Estados Unidos, llevándose bolsas cargadas de dinero y joyas. Imelda y Ferdinand, que falleció en el exilio, defraudaron supuestamente hasta 10.000 millones de dólares a las arcas públicas y almacenaron una gran fortuna en Suiza.
Nada de eso se ha colado en la ceremonia de investidura del pequeño 'Bongbong', como es apodado Ferdinand Marcos Jr. Ha jurado su cargo en el Museo Nacional de Manila acompañado de cientos de políticos, cargos públicos y simpatizantes ante los cuales ha recordado con orgullo el régimen de su padre. «Una vez conocí un hombre que vio qué poco se había conseguido desde la independencia. Y él lo hizo. Así será con su hijo. No recibiréis excusas de mi parte», aseguró ante un auditorio protegido por 15.000 policías y miembros del Ejército. En las calles, mientras tanto, se han registrado manifestaciones en demanda de «justicia para los presos políticos», la herencia paterna que aparentemente prefiere ignorar.
El hombre al que sucede, Rodrigo Duterte, tampoco deja un legado brillante. Sus seis años de mandato orbitan alrededor de la sangre derramada en una brutal lucha contra el tráfico de drogas que ha dejado entre 6.200 muertos, según el Gobierno, y casi 30.000, según el recuento de las organizaciones de derechos civiles. Se enfrenta a una investigación de la Corte Penal Internacional ante las muchas sombras arrojadas en esta guerra; sobre todo, el asesinato de inocentes y la acción impune de grupos paramilitares. Miembro de un destacado clan político de Filipinas, Duterte fue en su juventud alcalde de la ciudad de Davao y allí se hizo famoso por salir de patrulla con la Policía armado con una pistola al cinto en busca de delincuentes.
Aquel hombre conocido como 'Harry, el sucio' tiene hoy 77 años y ha llevado a duras penas su campaña populista acuciado por los problemas de salud. Logró diez millones de votos menos que su rival. Eso sí, se marcha asegurándose de que el apellido familiar continúa al frente de Filipinas gracias a una alianza de coveniencia que convierte a su hija en vicepresidenta. También se va destilando rencor. Este miércoles, horas antes de la ceremonia presidencial, ordenó el cierre del periódico digital Rappler fundado por la periodista María Ressa, premio Nobel de la Paz por su defensa de la libertad de expresión. Ressa acumula un largo historial de denuncias y de acoso por parte del Gobierno filipino debido a sus críticas a Duterte y otros políticos de alto rango del archipiélago.
El futuro del país resulta ahora una incógnita. Marcos Jr. tiene ante sí el reto de propulsar la economía y quiere hacer de la producción de alimentos una de las mayores fuentes de empleo y riqueza de Filipinas. De hecho, él mismo se ha nombrado ministro de Agricultura para dirigir la reforma de este sector, básico en las finanzas nacionales. También debe recuperar las relaciones con Estados Unidos, enfriadas durante la era Duterte, y busca reafirmar el liderazgo filipino en el mar de China. Pero las dudas se multiplican entre sus detractores, que ven un riesgo en su personal revisionismo, ausente de toda crítica, del régimen de su padre. La familia Marcos parece realizar grandes esfuerzos para reparar su imagen. En ese empeño, los críticos enmarcan los homenajes del nuevo presidente al legado paterno y el constante uso de las redes sociales para desinformar sobre aquel pasado de mano de hierro y saqueo institucional.
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