Sánchez apela a la «buena salud» de las relaciones de España con Marruecos

Cuestionado por una votación en contra que ha dejado solos a los representantes del PSOE dentro de su familia ideológica en la UE y que les ha llevado a una incómoda coincidencia, aunque sea de circunstancias, con la ultraderecha, el jefe del Gobierno aludió a su condición de secretario general del PSOE y optó por minimizar el impacto de la decisión de sus correligionarios, un desacuerdo con la posición predominante entre sus pares comunitarios «como suele pasar en muchas votaciones», intentó zanjar, citando cómo sus eurodiputados disentían de «algunos elementos» de la resolución aprobada. Sánchez no dejó pasar la ocasión, en paralelo, de subrayar la «buena salud» que atraviesan las relaciones entre España y Marruecos.

Ese clima de entendimiento se plasmará en la cumbre de alto nivel que reunirá a ambos países en la capital del país vecino, Rabat, los días 1 y 2 de febrero. A nadie se le escapa que es precisamente la colaboración recobrada por el Ejecutivo de Sánchez con el reino de Mohamed lo que planea sobre las decisiones que competen a la entente diplomática entre los dos estados. Una entente que cristalizó hace casi un año en el viraje imprimido por el presidente socialista a la histórica posición española sobre el Sáhara al asumir la propuesta de Marruecos de una autonomía acotada para los territorios. Un giro que le ha granjeado quebraderos de cabeza a Sánchez, empezando por la oposición al acuerdo de su socio en la Moncloa, Unidas Podemos, siguiendo por la quiebra en este asunto de la sintonía con el PP y pasando por la crítica del conjunto del arco parlamentario salvo los propios socialistas. Un desagrado que el presidente ha capeado apelando a la utilidad de los acuerdos con el reino alauí, que repercuten sobre cuestiones muy sensibles como la contención de la inmigración ilegal y la lucha contra el yihadismo.