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Iñigo Gurruchaga y María Rego
Corresponsal. Londres
Jueves, 5 de diciembre 2024, 21:13
La detención hace tres años, en una noche de noviembre, de un mensajero que conducía su moto por una autopista en los alrededores de Londres ha desembocado con el tiempo en el desmantelamiento de una gigantesca red dedicada al lavado de dinero para espías rusos, sujetos sancionados por sus vínculos con el Kremlin o mafiosos irlandeses. En la bautizada como 'Operación desestabilización', liderada por la Agencia Nacional del Crimen del Reino Unido, fueron detenidas 84 personas que actuaban en una treintena de países. Al frente de la trama, que había establecido sus bases en la capital británica, Moscú y Dubái, se encontraban dos sociedades que aparentemente ofrecían servicios financieros, Smart y TGR.
Katerina Zhdanova, empresaria nacida en Siberia y con proyección en la esfera de millonarios rusos y ciberextorsionadores, estaba a los mandos de Smart. Su compatriota Georgy Rossi lideraba TGR. La investigación que ha permitido quebrar la red delictiva sustentada en estas empresas contó con la colaboración del Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Irlanda y Emiratos Árabes Unidos. La Policía Metropolitana de Londres fue la modesta organización que dio el primer paso. Sus agentes encontraron en la casa del mensajero más de 300.000 euros y una máquina para contar dinero dinero. Cuando descubrieron su conexión con Zhdanova comenzó el principio del fin de la trama.
La empresaria rusa había creado junto a Rossi una cartera de clientes dedicados a la delincuencia. Entre ellos aparecía el clan irlandés de los Kinahans, vinculados a la venta de droga y residentes en el pasado en España aunque en la actualidad se escondían en Dubái de la persecución de la Agencia Nacional contra el Crimen (NCA) del Reino Unido y del FBI estadounidense. Esta banda habría utilizado la red rusa para blanquear el dinero de sus negocios ilegales. Según la información difundida por las agencias, la red blanqueaba las ganancias de organizaciones que extorsionaban a instituciones británicas e irlandesas a través de internet.
Los cabecillas de la trama habían apostado por la criptomoneda Tether, que ofrecía mayor garantía que otras opciones, para realizar los canjes de dinero y también se servían de la compraventa de bienes inmobiliarios. Los medios británicos apuntan que Russia Today, un medio de comunicación vinculado al Kremlin, y los servicios de espionaje de este país habrían recurrido a las empresas Smart y TGR para pagar a sus empleados en otros países.
El director general de operaciones de la NCA, Rob Jones, aseguró que la operación llevada a cabo contra esta trama «ha expuesto redes de más de mil millones de dólares operando en una manera hasta ahora desconocida». «Por primera vez hemos trazado un mapa de las relaciones entre élites rusas, cibercriminales ricos en criptomonedas y la invisible red que les unía».
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